Rosa y Natalia eran
una pareja tradicional; no solían cogerse de la mano en público, ni darse un
beso aunque Natalia no tenía ningún inconveniente. Rosa era mas reservada de
cara a la galería.
Esta pareja era
totalmente diferente cuando estaban a solas. Les gustaba jugar, experimentar
en el sexo y acabar follando como locas casi cada noche.
Un día que Rosa
estaba trabajando, Natalia preparó varias cosas para jugar que había
comprado en internet a espaldas de su amante. Se dio un baño
relajante, se vistió con lo que había comprado, se puso unas gotas de perfume con feromonas que volvería loca a su pareja y escondió algunos juguetitos. Cuando Rosa llegó se
encontró a su pareja en bata.
- Hola cariño. ¿Cómo
que estás en bata? - preguntó.
- Me acabo de duchar - contestó Natalia acercándose y besando a su chica. Rosa inhaló el suave
perfume de su pareja y la agarró del culo con las dos manos.
- No, no. Vete a la
ducha anda - dijo Natalia dándole un suave empujón.
Rosa ya excitada por
ese olor que la volvía loca fue directamente a la ducha, riéndose y pensando
en que pasaría después.
Mientras tanto,
Natalia preparó una silla en mitad de su salón, puso un cd con la banda sonora
de nueve semanas y media, se guardó unas esposas en el bolsillo y por último
cogió un pañuelo
largo y negro. Escuchó que Rosa salía
de la ducha y se secaba el cuerpo, pero antes de que pudiera hacer nada más, Natalia ya estaba detrás de ella susurrándole al oído:
- Confías en mí ¿verdad?
- Sabes que sí - contestó Rosa mientras notaba como le tapaba los ojos.
Natalia cogió de la
mano a la otra mujer y la guió hasta el salón. Seguidamente hizo que se parara
para ponerle un arnés a su chica, consiguiendo que ésta gimiera ligeramente al
saber que era aquello. Después la guió hasta la silla, la sentó y la esposó
con las manos a la espalda impidiendo que pudiera moverse.
Natalia puso música
con el mando del equipo musical y se quitó la bata. Se acercó a Rosa y empezó a
besarla con pasión, jugando con su lengua, mordiendole los labios. Después se
separó bruscamente dejando a su pareja con ganas de más, le quitó el pañuelo
de los ojos dándole la espalda y alejándose de ella.
Cuando Rosa recuperó
la visibilidad, encontró a su pareja vestida con un tanga negro y un corsé del
mismo color que ceñía
el cuerpo de Natalia a la perfección y levantaba más aún sus voluminosos
pechos. La mujer tragó saliva y suspiró al ver a su amante ponerse de rodillas
y avanzar hacia ella mordiéndose el labio y pasándose la lengua ligeramente por
ellos. Cuando llegó hasta ella, Natalia aun de rodillas, pasó su lengua desde
la rodilla hasta casi el arnés que llevaba Rosa.
- Joder nena - dijo
ésta.
- Cállate - murmuró
Natalia subiendo poco a poco hasta encontrarse de cara con los pezones de
Rosa duros y firmes esperando por ella.
La mujer pasó la
lengua por uno de los pechos y Rosa se estremeció de placer. Luego fue hacia el
otro y succionó el pezón, subió por el cuello hasta llegar a su boca y empezó a
besarla. Rosa gemía entre beso y beso porque estaba tremendamente caliente.
Natalia cogió un pequeño
bote de lubricante, hechó un poco en su mano y lo puso sobre el arnés
masajeándolo como si estuviera masturbándolo. Rosa gimió al notar como su
pareja movía la mano sobre el falo de goma porque las correas del arnés
rozaban su clítoris.
Natalia que no podía
más, apartó a un lado el tanga y se sentó sobre el arnés metiéndolo hasta el
fondo de su coño.
- Nena muévete. Fóllame duro - dijo Rosa moviendo las caderas y empujando hacia arriba.
Natalia gritó de placer, se agarró a la silla y cabalgó a su amante cada vez mas fuerte. El roce del
arnés iba a matar a Rosa, seguramente se correría antes que su pareja pero el
orgasmo sería increíble. Natalia seguía
moviéndose arriba y abajo sin parar.
- Nena.... me voy a correr - gimió mientras sentía como Rosa se corría al mismo tiempo con un grito ahogado.
Natalia se levantó
ligeramente para sacarse el arnés pero cogió un poco mas de lubricante, se lo
puso en la mano y se lo pasó por el agujero estrecho del culo.
- ¿De verdad quieres que te folle el culo? - preguntó Rosa jadeando.
La mujer que no
estaba atada asintió, se puso de espaldas a la otra y se metió el arnés poco a
poco en el culo; chilló de gusto y se movió hacia arriba y luego hacia abajo
penetrándose cada vez más. Rosa empezó a moverse también ayudando con sus
caderas, empujando cada vez más fuerte y rozando su botón contra la pared del
arnés. Natalia gritaba de gusto y placer cada vez que se empalaba en aquello.
- Nena tócate. Yo ya
no puedo más - dijo Rosa.
Natalia obedeció y
empezó a acariciarse el clítoris mientras follaba su culo. El placer fue
inmenso y antes de poder decir nada llegó al clímax dando un grito. Cuando
Rosa oyó como se corría su amante, se corrió escandalosamente quedando
agotada. Después de aquello, quedó claro que les gustaba jugar y mucho.
Escrito por Nika
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