Relato erótico: Nunca lo sabría

viernes, 30 de septiembre de 2016
Desperté y ya sentí su ausencia. Echaba de menos ese tacto de su pierna sobre la mía, esa sensación de tranquilidad que la postura me transmitía, esa calma, esa confianza...


Estos dos días con ella fueron maravillosos. Me ofreció todo lo que necesitaba: comprensión, ternura, ánimos, y mucho amor, amor del bueno, del que da una amiga a la que se lo has contado todo y a la que le has abierto hasta tu alma.


El problema es que yo le abriría otra cosa y, siendo sincera, creo que ella también. Ninguna daba ese pasito adelante. Podría ser por respeto o, tal vez, por miedo a romper esa armonía casi perfecta que teníamos.


Giré hacia su lado de la cama. Quería sentirla, oler su inconfundible esencia. Me encantaba el aroma que desprendía. Era tranquilizador pero, al mismo tiempo, morboso, excitante, placentero. No me sentía cómoda teniendo estos sentimientos, pero no podía controlarlos. Nunca me atrevería a confesárselos, no quería estropearlo todo. Admito que tonteábamos, eso sí, pero porque nos divierte, nos hace olvidar nuestros problemas durante un rato.


Mi mente divagaba, deleitándome con la fragancia que quedaba impregnada en las sábanas. Ni me percaté de que mi mano se había deslizado hacia mi sexo. Estaba muy excitada. Solo con imaginármela entre mis piernas, me humedecí.


Fantaseé viéndola encima de mí, sintiendo todo su cuerpo en mi piel. Cómo descendía desde mi boca, hasta mis pechos, perfilándolos con su lengua, con la yema de sus dedos. La pensé atrapándome uno de los pezones con sus dientes, estirándolo mientras estudiaba mis gestos por si aquello me gustaba o no.


Mis dedos resbalaban entre mis pliegues ahogados en mi humedad. Me notaba mojadísima. Estaba tocándome pensando en ella...


Mi torturado clítoris gritaba por ser atendido y mis dedos, obedientes, fueron hacia él. Lo rozaba haciendo círculos, presionándolo levemente.


Deseaba tenerla allí, donde mis dedos, pero que fuera su lengua. Que me torturara horas y horas, me saboreara lentamente, y se excitara viéndome disfrutar con lo que me hacía, mientras lograba llevarme a lo más alto.


Me penetré imaginando que era ella la que me hacía suya, a quien sentía dentro de mí, la que me llenaba por completo con sus caricias, con sus besos...


Con el pulgar fui rozándome el clítoris, más rápido, con más necesidad de ella. Mi respiración era agitada, mis gemidos ahogados, y toda mi mente deseándola.


Quería explotar en mil placeres solo para ella. Mis dedos salieron de mi interior, esparciendo toda mi humedad por mi sexo, y se dedicaron a mi excitado clítoris inflamado. No eran mis dedos, era ella, era su boca atrapándolo, succionándolo, era la punta de su lengua acariciándolo de un lado a otro, de arriba a abajo...


Mi cuerpo se arqueó sintiendo como el orgasmo me hacía temblar de placer de pies a cabeza. Mis caderas se alzaron pidiendo más presión, más roce.


Recuerdo que grité su nombre al sentir todo ese torbellino de sensaciones. Ella me llevó al clímax, me regaló ese orgasmo.

La amaba pero eso nunca lo sabría.

Escrito por Arwenundomiel

"¿Qué pasó con los sentimientos de papel?" (Carta 3)

miércoles, 28 de septiembre de 2016
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                       Un día de lluvia en un pueblo perdido.

Elisa,

Me ha encantado la foto. Sale preciosa. Sigue teniendo ese pequeño remolino rubio en la coronilla, que me gusta tanto. El día de hoy le gustaría. Llueve muchísimo y ya solo podemos caminar sobre barro. He cogido a mis niñas y las he sacado a bailar bajo la lluvia. Como hago contigo y con ella, cuando llueve mucho.

Por unos momentos, me he sentido como si estuviera en casa. Con la pequeña en brazos y tú gritando que nos metiésemos ya, porque vamos a coger un resfriado.

Una de las niñas se ha quedado escondida en clase. Al darme cuenta he ido a por ella y me ha dicho que la lluvia es peligrosa. Diez minutos después la tenía llena de barro y completamente empapada, bailando con las demás.

Ha sido una completa locura y me he llevado unos cuantos gritos de la madre superiora, pero ha valido la pena. Cuando nos hemos metido en el pabellón, después de cambiarnos, hemos hecho té caliente con unas hojas que tenían las niñas. Me ha recordado al olor de la tierra y la hierba mojada, pero estaba caliente y reconfortaba el cuerpo.

Después de la comida nos hemos sentado un rato sobre las mantas, a hablar. Esto cada vez parece más una familia. Y eso me gusta. Me han preguntado si mi marido me dejaba estar tanto tiempo fuera de casa sin él, y eso me ha hecho reír. Les he dicho que no necesitaba el permiso de nadie para viajar y me han mirado como si hubiera dicho que tengo el poder de volar y hacerme invisible.

Les he hablado de María y les he enseñado la foto que me has mandado, me han dicho que tenía ojos de Sol, lo mismo que dijiste tú al verla.

Han insistido en hacerles varios dibujos, así que os mando los dibujos con esta carta, firmados por cada una de ellas. Y una foto de todas nosotras esta mañana, que nos ha hecho la Madre Ágatha mientras bailábamos en la lluvia.

Recuerdo la foto que has mencionado en tu carta. Fue el día de la "guerra de pintura", escribiendo estas cartas me doy cuenta de que soy como una niña que aún no ha crecido. Pero, recuerdo aquel día como si hubiera sido ayer. Estabas pintando en la habitación en la que te encierras a trabajar y María entró en el cuarto, silenciosamente, para que la cogieras en brazos, ella alzó las manitas y tú ni siquiera te percataste de que ella estaba allí, cerca de ti y yo os miraba desde el marco de la puerta. María tiró del mantel en el que tenías las pinturas y  todos los tonos de colores cayeron al suelo. Recuerdo que te enfadaste hasta que viste a la pequeña llorando. Entonces, pasaste la mano por la pintura y lanzaste un pegote de color rosa a la pequeña sobre su vestidito blanco. Ella dejó de llorar y te miró sorprendida mientras tú le sonreías, cogió el agua donde limpiabas los pinceles y te mojó entera. Recuerdo tu cara de sorpresa. Me reí tanto aquel día...


                                             Un beso enorme, os quiero.

                                                                                 Diana.

P.D: Id a visitar a los abuelos algún día, y mandadme muchas, muchas fotos de vosotras.


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       Carta 4


Escrito por Buzzys

Las lágrimas

lunes, 26 de septiembre de 2016
Las lagrimas, que son las lagrimas,
¿no son ese agua, ese liquido trasparente que produce nuestro lagrimal por distintas razones?

Las lagrimas, aunque no lo creamos son distintas, no existen lagrimas iguales, cada una tiene un significado, un tamaño o un motivo distinto.

Me gustaría poder decir que las conozco todas y se sus motivos o quizás debería decir que no, que no las conozco ni las quiero conocer, por lo malo de algunas de ellas, pero me limitare a decir que se de la existencia de algunas y que me gustaría poder hablaros de ellas, y eso haré, hablar de ellas.

Hay lágrimas que actúan como una coraza, son como nuestras protectoras, y el motivo de su existencia se debe a todas esas cosas que dañan nuestros ojos, como lo son las motas de polvo, esas pestañas que se meten en nuestro ojos haciendo que nos escueza, o cuando cortamos cebollas.

Pero existen lágrimas que más que lágrimas son un quemazón- Que intentan salir de nuestros ojos y, a su paso, parece que arden, que nos queman, que nos desgarran. El motivo de ello es porque intentan sacar de nuestro interior ese dolor, esa cosa mala que tenemos dentro y, que a veces, no nos deja seguir adelante. Por eso, aunque duelen, hay que dejarlas escapar para liberarnos y sentirnos mejor con nosotros mismos.

Cuando lloramos no nos fijamos en que hay una lágrima que escapa antes que el resto, aunque sea en una diferencia de 3 segundos o de una milésima de segundo, y cuando la que escapa primero es del ojo izquierdo, el motivo de ésta es por algo que nos produce tristeza, sufrimiento, pena o tristeza. Os diría que os fijaseis en que es así, pero espero que no tengáis que comprobar que es ese el motivo. Prefiero que lo comprobarais cuando la lágrima procede de nuestro ojo derecho, porque el motivo de ésta se debe a felicidad, alegría, emoción. Probad a reír tanto que se os salten las lágrimas, veréis cual es la primera que roza vuestro rostro. Probablemente esa lágrima se deslice mas rápido porque sale dejando escapar esas carcajadas.

Existen lágrimas que cada  una vive más que otra.

Están esas lágrimas que salen como si todo acabara, y hacen un trayecto desde nuestros ojos hasta desaparecer por nuestra barbilla. O aquellas de corta vida, que nada más nacer son secadas porque no quieres llorar, quieres seguir, luchar, que no se te vea llorar o simplemente es por un acto reflejo.

Están esas lágrimas que en algún momento tod@s hemos querido ser. Esa lágrima que nace en el ojo de la persona que nos gusta, que queremos o amamos. Esa lágrima que vemos caer de felicidad a un ritmo muy lento que recorre su rostro, cada parte de él, acabando en esos labios que quieres sentir y acariciar como si fueras esa lágrima, deslizándote despacio como si se tratara de una dulce caricia.

Y también, existen las lágrimas conocidas como "lágrimas de cocodrilo" que supongo, por desgracia, más de uno conocemos y que no necesitan de una explicación, por lo tanto, me la ahorraré.

Ahora voy a lo importante de todo esto. A eso que debemos de tener realmente en cuenta, lloraremos en la vida mil veces y, probablemente, sea más veces por cosas negativas que positivas. Por lo tanto, para mí, en lugar de una lágrima ser eso que dije al principio, ese agua, ese líquido trasparente que produce nuestro lagrimal, las lágrimas son parte de nosotros, de lo que realmente somos y tenemos en nuestro interior. Son la manifestación de lo que llevamos dentro, de lo que sentimos. Son como pedacitos de nuestra alma que quieren liberarse y salir al exterior, volar, sobre todo, cuando tenemos esos nudos en nuestro interior con los que nos cuesta respirar y seguir. Esos que tenemos ahí haciéndonos daño pero que, cuando lo dejamos salir aunque sea tras las lágrimas, nos hacen sentir vivos de nuevo, nos quitan parte de esa pena o tristeza. Porque liberamos eso que en realidad no debe estar en nuestro interior, que quiere ser libre o incluso dejar de existir.

Escrito por @srtadesquiciada

Película: La serie divergente: Leal

domingo, 25 de septiembre de 2016
La serie divergente: Leal
Director: Robert Schwentke
Reparto: Shailene WoodleyTheo JamesNaomi WattsJeff DanielsZoë Kravitz,Miles TellerAnsel ElgortJonny WestonBill SkarsgårdKristin McKenzieJuanita J.P. TaylorMarisol CorreaJessica YoshimuraSteven A.D. TaylorLindsey McColloughAlicia BonhamNadia Hilker
Género: Acción, aventuras, ciencia-ficción
Duración: 121 min.
Sinopsis: La tercera entrega de la exitosa franquicia de La Serie Divergente, LEAL, lleva a Tris [Shailene Woodley] y a Cuatro [Theo James] a un nuevo mundo, mucho más peligroso que el que habían conocido antes. Tras las revelaciones trascendentales de INSURGENTE, Tris debe escapar con Cuatro e ir más allá del muro que rodea Chicago. Por primera vez en la historia, dejarán la única ciudad y familia que conocen. Una vez fuera, todo aquello que presuponían como cierto, pierde cualquier sentido tras la revelación de nuevas verdades. Tris y Cuatro deben decidir rápidamente en quién confiar mientras se inicia una guerra despiadada que amenaza a toda la humanidad, más allá de las paredes que rodean Chicago. Para sobrevivir, Tris se verá forzada a tomar decisiones imposibles sobre el coraje, la lealtad, el sacrificio y el amor.

Comentarios:
Creí que vería el final de esta saga con esta película pero... es la primera parte de la última entrega de esta trilogía. Vamos, en definitiva, que queda todavía otra película más para terminar, o eso creo.

Me ha sorprendido gratamente, ya que esta saga ha ido con altibajos conmigo. La primera entrega me gustó muchísimo. La segunda no me gustó casi nada. Esta tercera película me ha vuelto a gustar bastante, y eso me ha sorprendido gratamente ya que estaba mentalizada en ver algo no muy emocionante.

Es una película que para entenderla tendrías que ver las dos primeras, eso es nota importante que debía deciros. Después, pues deciros que vuelve la acción y nuevos personajes (¿buenos o malos? ahhhhh) Muchos efectos especiales, que no están nada mal. Y el final es un final pero dejándote la miel en los labios para la entrega final de la historia.

Definitivamente, os la recomiendo que la veáis. Eso sí, para enteraros será mejor que hayáis visto las dos anteriores. Mucha acción, mucho movimiento, y muy entretenida para una tarde de domingo como hoy.

Escrito por Arwenundomiel

Hazlo por ti

viernes, 23 de septiembre de 2016
Que si la vida te roba un día, tú le pidas dos a cambio.

Que no olvides nunca el primer beso que diste y la primera vez que te sentiste importante para alguien, aunque ahora creas que el amor no existe sin que duela.

Que tengas la capacidad de dar segundas oportunidades sin pensar que ya no va a ser lo mismo por mucho que te lo digan, pero teniendo claro lo que tú quieres. Que arriesgues. Y que cada mañana te despiertes pensando en lo mucho que vales.

Que nunca te faltará alguien con quien salir a bailar. Pero que bailes solo sin esperar a que te inviten si eso es lo que te apetece.

Escrito por blveinyourself_

"¿Qué pasó con los sentimientos de papel?" (Carta 2)

miércoles, 21 de septiembre de 2016
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 Un día sin más, a una hora y lugar cualquiera.

Diana,

Mi amor, hola. Deseaba tener noticias tuyas y me daba igual como llegaran éstas.

Estamos bien, te extrañamos mucho, la pequeña y yo. Cada vez me recuerda más a ti, con esos ojos claros e intensos, como los tuyos, y adorando ponerme nerviosa.

Mis brazos te están esperando y esperarán toda la vida si es necesario. Mis brazos quieren volver a rodearte como hacían cada noche, sentir tu presencia, sentir que vuelven a agarrar mi vida.

Sé que estos meses están siendo difíciles, más complicados de lo que esperábamos, pero, mi amor, tú eres fuerte y sé que puedes seguir adelante, ya queda menos para tu vuelta.

Recuerdo nuestra primera cita, como recuerdo que tus manos estan hechas para agarrar las mías. Como recuerdo que no podíamos dejar de sonreír cuando se cruzaban nuestras miradas y me sentía viva y feliz. Como sé que volvere a sentir los nervios de esa primera vez cuando espere junto a María, en la terminal, tu llegada, para volver a estar juntas de nuevo.

María está genial, sonríe cuando nos sentamos a ver nuestras fotos y le cuento cuando se hizo la foto. Creo que adora la misma fotografía que yo, la foto que ahora esta en mi mesita de noche. Esa en la que duermes con una sonrisa en tu rostro y la pequeña contigo entre tus brazos.

Esta tarde le puse el vestidito y te mando una foto de ella para que veas lo preciosa que está con él.

Yo estoy bien, me cuido por ti, no te preocupes mi amor, todo marcha bien por aquí. ¿Y tú? ¿cómo sigues? ¿vuelves a sonreír y hacer que el mundo sonría con tu sonrisa?
No te vengas abajo, ya queda poco para nuestro reencuentro.

No quiero que llores, no te culpes de nada. Hiciste lo que creías mejor y lo hiciste pensando en mí, en la operación que necesito y me siento egoísta por ello, te alejaste de lo que quieres y amas por mí.

Te necesito en mi vida para poder seguir.

La pequeña y yo te mandamos muchísimos besos y abrazos.

                                                                          Te queremos,

                                                                                           Elisa.

P.D.: María está vacunada desde hace tres días.


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Escrito por @srtadesquiciada

Relato: "Dudas, mentiras y tópicos: Carol y Vero" (Capítulo 7)

martes, 20 de septiembre de 2016
Ir a:     Inicio      Capítulo 6        "Dudas, mentiras y tópicos"


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Ana entró en el bar riéndose. Estaba agarrada a un vaso de cerveza. Bebiendo a sorbos pequeños, mientras buscaba a Carolina por el local. Surcaba a diferentes personas por el recinto intentando encontrar a su amiga. Hasta que la vislumbró. Lo hizo con absoluta nitidez.

Ana vio de lejos como Carolina se apoyaba en la barra, nerviosa y expectante. Julia estaba justo enfrente de ella acariciándole el lóbulo de la oreja. Carolina no parecía nada incómoda con el gesto, tampoco parecía alegre ni ilusionada, pero se estaba dejando arrastrar por el momento. Ver aquello enfureció a Ana al instante.

Ana quiso gritar a su amiga desde su sitio. La irá se apoderó de ella y sintió la necesidad de lanzarle un zapato a Carolina para evitar un desastre mayor. Pero no lo hizo. Se quedó tan decepcionada con lo que estaba viendo que fue incapaz de reaccionar. ¿Cómo era posible que Carolina estuviera cayendo en las redes de Julia, otra vez? ¿Es que acaso no había aprendido nada en todo este tiempo? Estaba claro que no. Para Carolina todos esos meses de miseria parecían haberse esfumado repentinamente.

Verónica entro en el bar diez segundos después. No estaba previsto que ella estuviera ahí. De hecho ni si quiera iba a salir esa noche. Si Verónica hubiera seguido el plan que tenía trazado, ahora mismo estaría tumbada en el sofá de su casa cenando una pizza. No estaría en un bar del Carmen, a medio arreglar, a punto de ser víctima del vaticinio. Pero fue incapaz de decirle que no a Ana. Se sintió en la obligación de tomarse una copa con ella.  Después de todo hacía mucho tiempo que no se veían.
Lo cierto es que aquello no le apetecía nada. Se había hecho la idea de ver una película y disfrutar de un momento de soledad. Pero su falta de asertividad la había traído ahí. A pocos centímetro de la puerta del local.

- ¿Pero que te pasa? ¿Por qué nos hemos parado en medio de…

Verónica no llego a formular su frase. No le hizo falta. Bastó con un simple vistazo al fondo del local para hallar la respuesta que estaba buscando.

Observó la escena sin desviar la mirada a pesar de notar que le costaba respirar. Aguantó como pudo sin saber muy bien por qué miraba algo que le hacía tanto daño.. Lo hizo sin pestañear. Notando los latidos de su corazón en estereo. Oyó como su pulso se aceleraba mientras Carolina cerraba los ojos. Sintió la acidez de su estomago de una forma efervescente cuando las manos de Julia bajaron por la espalda de Carolina. Ancló sus ojos en ellas como si se tratara de una pesadilla o una broma pesada.

Verónica se quedo en trance. No dio crédito a lo que vio a pesar de estar delante de ellas. Ni si quiera supo que sentir. Sólo supo coserse a la verdad como una ojeadora sin permiso. Lo hizo durante un intervalo de tiempo que le pareció una eternidad.  Hasta que los ojos de Carolina se posaron sobre los suyos.

La miró desde la distancia con miedo. Ese miedo que se advierte en los ojos de alguien cuando sabe que ya no hay marcha atrás. Fue una mirada de tan solo un segundo pero para ambas, aquella línea de visión significó mucho más.

- ¡Verónica espera! – gritó Carolina.

Pero Verónica no esperó. No podía. Estaba demasiado dolida. Sentía demasiadas cosas para un solo ser humano. Verónica quería salir de allí. Quería hundir todas sus emociones y llorar de verdad. Desde dentro. Con bocanadas de aire que llegan desde las entrañas tras una pausa larga de silencio.

Carolina siguió a Verónica hasta la calle. La siguió gritando su nombre, pero Verónica parecía no oír, parecía estar completamente ida.

- ¡Verónica espera! – volvió a gritar Carolina con exasperación.

Verónica se paró exhausta. Se giró con lágrimas en los ojos meneando la cabeza.

- Lo que has visto no significa nada. No ha pasado nada Vero.

Carolina se acercó a Verónica, algo dubitativa, acortando el espacio que había entre ellas.

- Si no ha pasado nada, ¿por qué has salido a buscarme? – dijo Verónica impidiendo que Carolina se acercara más.

Carolina calló y bajó la cabeza un poco confundida. No sabía muy bien que había pasado en el bar pero no quería que Verónica se fuera. Por lo menos no así.

- No había visto a Julia desde que rompimos, Vero. Todo ha pasado muy rápido…
- De eso estoy segura.
- Tú no lo entiendes, Vero.
- Pues explícamelo.

Carolina quiso empezar a hablar. Quiso contarle a Verónica lo insignificante que había sido aquel momento en el bar. Quiso creérselo y decírselo, pero no pudo. No sabía que quería.

- Ya veo…– dijo Verónica alzando la voz pausadamente.

Verónica hizo una mueca y dio media vuelta para emprender su marcha.

- Espera Verónica, no te vayas.
- ¿Y para que iba a quedarme? Ya no hay nada que decir. Está todo clarísimo.
- No, no lo está…Yo no quería que esto pasara. De verdad… Es sólo que ha sido demasiado. Y ahora mismo no sé que pensar sobre nada.
- Ya…
- Lo siento mucho, Vero. Todo esto es culpa mía.

Verónica titubeo antes de hablar. Arrastró el silencio todo lo que pudo. Lo hizo con la esperanza de no decir lo que no que no quería admitir. Pero ya no lo podía alargar más. El tiempo le estaba jugando una mala pasada y los hechos la estaban impulsando a sincerarse en el momento más inoportuno.

- Si alguien tiene la culpa de lo que ha pasado hoy, soy yo. – admitió Verónica.
- No digas eso, Vero. Eso no tiene ningún sentido.

Carol se quedó perpleja mirando a Verónica. Se quedó intrincada sin entender del todo, lo que Verónica quería decir.

- Yo siempre fui consciente de lo que podía pasar. Lo fui, y aún así me empeñé en conocerte. Supongo que tenía la esperanza de que las cosas evolucionaran de otra forma. No así.
No entiendo nada de lo que estás diciendo, Vero.
- Hay algo que necesitas saber. Algo que he querido contarte desde que nos vimos aquella primera noche, en el teatro.

Verónica cogió aire y se acercó a Carolina algo nerviosa. Se secó las lágrimas que caían por su cara y empezó a hablar.

Todo empezó una tarde de agosto. Un sábado catorce previo a un concierto. Aquel sábado no era un sábado especialmente singular. Verónica había seguido sus habituales rituales de preparación antes de llegar al auditorio. Había descansado, dormido profundamente y ensayado hasta la obsesión el Requiem de Fauré.
Verónica no estaba nerviosa. Se conocía la partitura de memoria. La había estudiado más de mil veces en sus ratos libres. En algunas ocasiones hasta con un violín imaginario y los ojos cerrados. Conocía todos los matices de aquella obra. Los que le tocaba interpretar a ella y los que cedía al resto de músicos.
Se cambió en los vestuarios del Palau de la música, sin mediar palabra con nadie. Se peinó y maquilló minuciosamente, repasando mentalmente las notas más delicadas que a veces se le atragantaban. Cerró los ojos atándose los cordones, mientras el Pie Jesus sonaba en su cabeza.
Con el pelo recogido en una cola de caballo salió hacia el auditorio. Llevaba el violín en su mano izquierda y el arco en la derecha. Respiró profundamente antes de poner un pie en el escenario y se adentró sin vacilar.
Fue hacia su  asiento como muchas otras veces, plenamente concentrada en lo que debía hacer. Encontró su silla justo al lado de la de Ana. Le hizo un gesto con la cabeza y le dedicó una amplia sonrisa.
Al tomar asiento y probar su instrumento, hizo algo que nunca había hecho al comprobar la afinación de su violín, se distrajo observando al público. Verónica ladeo mínimanente la cabeza hacia su derecha. Lo suficiente para advertir la presencia de una mujer saludando con insistencia. La mujer hacia gestos compulsivos a su amiga Ana sin importarle que su comportamiento resultara del todo inadecuado.
Verónica no pudo evitar sonreír ante la obstinación de aquella extraña. Parecía una niña intentado captar la atención de alguien importante, sin miedo a ser regañada o descubierta. Y lo consiguió. Atrajo la atención de Ana como se había propuesto y la curiosidad de Verónica sin pretenderlo.
 Aquella fue la primera vez que Verónica vio a Carolina. Allí, en mitad de la sala Iturbi del Palau de la música. No supo muy bien por qué, pero la imagen de aquella chica alta, rubia y esbelta, la hipnotizó por completo.
La observó como se observa una obra de arte que se descubre por primera vez. Completamente atrapada por los colores y formas que se ven sobre un lienzo. Verónica se enamoró de Carolina en ese preciso instante. No le hizo falta ninguna información racional para vivir esa verdad como una certeza. Simplemente lo supo, igual que se sabe que hace calor y ha llegado el verano. Porque allí sentada en su silla afinando su violín, se sintió conectada a esa mujer.
A pesar de los nervios que sintió por dentro, Verónica consiguió sobrevivir al concierto. No fue su mejor actuación, pero le dio igual. Para ella fue como si tocara ese concierto para Carolina. Aunque ella no la conociera y ni siquiera fuera consciente de su existencia en el mundo.
A partir de aquel día, Verónica quiso saberlo todo acerca de ella. Fue sutil en su recopilación. Recavó información sobre Carolina sin mostrar un interés aparente. Como si preguntara por un vecino o por un desconocido cualquiera. Pero fue insistente. Verónica preguntó minuciosamente a Ana, sin que se notara mínimamente lo mucho que estaba interesada en ella. Y Ana habló. Se lo contó todo. Todo lo que quiso saber y lo que no se había imaginado.
Así supo que Carolina tenía pareja. Como otros cien mil detalles pequeños que cosecho con cariño. Detalles de su pequeña extraña que le divertían y emocionaban por ser de ella.
Verónica vivió la relación de Carolina y Julia de cerca. La acompañó en su noviazgo desde el mayor de los anonimatos, sintiéndose en parte feliz por verla enamorada y entregada con alguien que parecía quererla de la forma que ella se merecía ser amada.
Le dolió el día que Julia se fue y Carolina se quedó destrozada llorando en mitad de la calle. Ana tuvo que ir a buscarla bajo la lluvia. La rescató de la melancolía más profunda que solo el abandono produce. De esa forma en la que solo los amigos y la familia son capaces de rescatar. Sin preguntar, simplemente estando.
Lamentó como si fuera suyo el dolor que debió experimentar. Quiso abrazarla en la distancia. Consolarla y darle ánimos. Pero no pudo. No se conocían.
Verónica esperó lo inesperable. Se mordió los labios y los dedos mientras contaba los días para conocerla. Sabía que tenía que esperar. Carolina tenía muchas cosas que llorar y muchas cosas por las que dolerse. No le importó. Siempre sintió el amor que le procesaba a Carolina como algo puro. Ella quería, por encima de todo, que Carolina estuviera bien, que encontrara su sitio y tuviera paz.
Hasta que llegó el día en que los astros se alinearon. Ese momento en el que se activo el interruptor en la cabeza de Ana. En el que todas aquellas preguntas, que Verónica había hecho sobre Carolina resonaron formando una idea. ¿Y si se conocían?
Verónica dejó que Ana pensara que había sido idea suya. Dejó que su amiga se creyera la autora de una obra que no era suya. La dejó porque lo necesitaba. Verónica había esperado demasiado tiempo. Había querido demasiado a solas y demasiado en la distancia. Simplemente, Verónica no quiso esperar más.

Cuando Verónica acabó de relatar su historia, Carolina retrocedió levemente un pie. Abrió la boca mínimamente para decir algo pero no emitió ningún sonido.

- Aquel día en el teatro – prosiguió Verónica – vi como te escondías en tu silla. Te vi mirarme entre el público una vez más. Sólo que esa vez si que fuiste consciente de mi existencia.

Se hizo un silencio entre ambas. Las lágrimas rodaron por el rostro de Verónica libres por fin de tanto secreto. Una parte de ella se sintió aliviada a pesar del dolor que sentía en el centro del pecho.

- Después ocurrió todo lo que ya conoces.

Verónica hizo un ademán de acercarse a Carolina. Extendió un brazo para rozarle una mano sin ningún éxito.

- ¿Me has mentido? – consiguió decir Carolina.
- No. Todo lo que hemos vivido juntas ha sido sincero – dijo Verónica cruzando los brazos -. Quise contártelo mucho antes, pero…
- Te acostaste conmigo como si me acabaras de conocer.
- En cierta manera te acaba de conocer, Carol.
- ¿Tú sabes lo escalofriante que suena todo lo que me acabas de decir? ¡Por el amor de dios, es una locura!

Carolina se dio media vuelta con cara de indignación, sintiéndose completamente indispuesta dentro de su propia piel. Sintió náuseas recordando todos los estados emocionales que había experimentado en los últimos días. Viéndose a si misma como víctima de un juego calculado. Una presa cayendo víctima de una trampa tramada con estrategia.

No te conozco, Verónica, no sé quién eres – dijo Carolina con frialdad.
- ¿Cómo qué no? Esto no cambia nada.
- Claro que sí, esto lo cambia todo – respondió Carolina tajantemente.
- ¿Y a ella si la conoces? ¿Acaso lo que tienes con ella es más cierto que lo que has tenido conmigo todas estas semanas? – preguntó Verónica con indignación.
- No sé si será más cierto pero por lo menos es real. Julia y yo tenemos un pasado, una historia que existió. Yo solo soy para ti una imagen que existe en tu cabeza, Vero. Lo que sea que hayas inventado en dos años.

Aquellas palabras se clavaron en el interior de Verónica. Le dolieron como puñales.

- Por lo menos yo soy sincera conmigo misma. Siempre lo he sido. No como tú. ¿O te vas atrever a mentirme a la cara? ¿Me vas a decir que no? ¿Que tú no te has pasado este último año imaginado como volvía a tu vida? Lo habrás hecho cientos de veces como hacemos todos.
- ¿Eso lo sabes por intuición propia o porque te has dedicado a acosarme?

Verónica abofeteó a Carolina. Le cruzó la cara sin pensarlo. Por puro impulso. Carolina se tocó el rostro, encendida por la discusión y algo arrepentida por lo que acaba de decir. Aún así, Carolina no dijo nada. Ya no quería hablar más. Tenía demasiado en lo que pensar para saber que sentir o que expresar.

- ¿Lo ves? La culpa es mía. Se me olvidó que eres una cínica. Que tú sólo crees en lo que puedes tocar. Tú no crees en el amor que no entiendes. Sólo te cebas de lo que no compartes. Pero no te preocupes, ya no tendrás que volver a verme jamás.

Verónica dio media vuelta y se fue. Lo hizo sintiendo cada letra de su última frase. Consciente de la magnitud de su dolor. Consciente de que no podía arreglar nada de lo que acaba de ocurrir. Por eso no luchó. Solo se marchó.
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Escrito por Fusaa


¿Miedo?

lunes, 19 de septiembre de 2016
¿Y si tengo miedo al rechazo? ¿Y si después de todo es eso lo que me pasa? Que tenga miedo al rechazo...

Hoy no hago más que pensar en eso. Que la cosa que me hace crearme esa coraza en la que pocos pueden ver lo que hay detrás, hace que puedan pasar al otro lado, pero aun así, no la atraviesan del todo.

Puedo contar con los dedos de las manos la gente que ha podido atravesar esa coraza, y ciertamente, tienen el poder de destruirme por completo y creo que no me destruirían. 

Me han destruido, me he destruido, tantas veces que no se lo que queda de mí, y si lo que queda es capaz de aguantar que más gente pueda hacerme daño.

Sí, vale, hay que dar oportubidades a las personas, no hay que cerrar puertas de golpe, pero... ¿Sabéis lo que duele que entren, te ilusionen y se vayan? ¿O cuando crees que algo puede ser más de lo que es y luego realmente no es nada o cuando te hacen promesas que quedan en el aire?

A lo mejor no es solo esa coraza y tambien sea una cobarde, pero a veces creo que incluso tengo miedo de que me guste alguien, de querer, de confiar, de ir más allá.

Creo que pese a todo eso, hay una parte de mí que sí me gusta. Esa que pese a eso sigue adelante, intentando quitarse la coraza, confiar, intentando que quien entre en mi vida se quede. 

No sé si soy cobarde o valiente. No sé si me quiero o me odio, si soy capaz de confiar en mi misma o ni eso, pero sí quiero creer que puedo confiar en la gente.

No soy segura, más bien insegura... Puede que por eso aparente ser algo chula, para no dejar que la gente vea mi lado débil. Que no me vean frágil y alguien a quien pueden hacer daño. Puede que esa chulería mía, a veces, no sea la mejor opción, pero ¿cómo la echas cuando vives con el miedo de que te destruyan? 

En definitiva, creo que simplemente me acojona ser yo, que alguien me de cariño porque corre el riesgo de que me lo arrebaten, que alguien me haga volar y sin querer quiebre mis alas y no pueda evitar la caída. Pero supongo que son los riesgos de la vida y que a veces es inevitable llegar a ellos, vivirlos y afrontarlos.

Escrito por @Srtadesquiciada

Película: Ya te echo de menos

domingo, 18 de septiembre de 2016
Ya te echo de menos
Director: Catherine Hardwicke
Reparto: Drew BarrymoreToni ColletteDominic CooperPaddy Considine,Jacqueline BissetTyson RitterMem FerdaNoah HuntleyJanice Acquah,Charlotte UbbenShola AdewusiHonor KneafseyAnjli MohindraRyan Lennon BakerJoanna Bobin
Género: Comedia, drama
Duración: 112 min.
Sinopsis: La película gira en torno a dos amigas cuya relación se desmorona cuando la primera (Drew Barrymore) se queda embarazada al mismo tiempo que la segunda (Toni Collette) descubre que tiene cáncer de mama.



Comentarios:
Muy bonita película. Tierna, dulce, dramática, y todo aderezado por una amistad que se cuajó en la infancia.
En la sinopsis ya os cuenta de que va la trama, por tanto, ya no se cuenta como spoiler si digo algo a ese respecto.
La historia de amistad de estas niñas que se convierten en adultas, es lo que me enganchó desde el primer momento. Es tan fuerte esa relación que conlleva, obviamente, a problema de otra índole. El embarazo de una de ellas, en el mimos momento que le diagnostican cáncer de mama a la otra, desencadena una serie de cosas que hace mucho más interesante la película.
La interpretación de ambas actrices es muy buena. Te llevan tanto a adentrarte en el papel de las protagonistas que lloré con ellas. No me importa decirlo, soy de lágrima fácil y no me importa que me vean llorar viendo una película. En esta lloré, y varias veces además.

Sí que os la recomiendo que la veáis. Tiene una historia preciosa.

Escrito por Arwenundomiel