El arcoiris de la vida

martes, 13 de diciembre de 2016
Hay días en los que piensas que para qué mierda te has levantado hoy.

Y sí... creo que nos ha pasado a todos. Meter la cabeza debajo de las sábanas, deseando que las horas pasen pronto y sea un nuevo día... tipo avestruz, metiendo la cabeza bajo tierra. Pienso que no es malo tener días así.

Lo malo es recluirse día tras día, no llegar nunca a pensar que todo puede mejorar, que los días van de mal en peor irremediablemente...

Lo malo es querer evadirse continuamente de los problemas y los días chungos mediante el alcohol o las drogas. Coger un ciego hasta no poder más, perder la conciencia, olvidarlo todo con el enorme colocón...

Lo malo es autolesionarse, día sí y día también, para poder sentir dolor físico y huir de ese dolor intenso e interno, que muchas veces duele más. Cortarse, golpear hasta sangrar y sentir dolor...

El mundo es una mierda, pero es una mierda... a veces. No es solo de color negro o gris oscuro, también tiene toda la gama de colores, a cual más bonito. La vida es un precioso arcoiris.

He tenido muy malos momentos en la vida, como cualquiera. Creí no ver solución, ni salida a la situación. Lloraba, gritaba, me aislaba... pero después volvían las fuerzas. Volvía a activarme, a coger las riendas, a resurgir, a buscar soluciones, a sonreír... A VIVIR.



Escrito por Arwenundomiel

Relato "Un café y un polvo" Parte 14 (Capítulo 44)

domingo, 11 de diciembre de 2016
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PARTE 14. ABRÁZAME Y QUE EL MUNDO SE VAYA A LA MIERDA.

CAPÍTULO 44. COLORES QUE CONFUNDEN.


"Desde hace un tiempo, cada vez que me saturo, me tomo los descansos en museos. Sí, supongo que puede resultar extraño. Hay muchas personas que me dicen que con mi edad debería tomarme descansos en los parques o frente al televisor. Sin embargo, nunca he seguido las reglas que debía seguir por mi edad. Cuando estaba en el colegio, la psicóloga se preocupó porque "Era más madura de lo que debía y parecía no estar pasando el pavo", en fin, ¿Qué queréis que os diga? Era una niña que con seis años ya escribía cuentos y textos preguntándose demasiado porqués para una cabeza tan pequeña.
Resulta, que cada persona es un mundo, y quién piense que no, que venga y me lo demuestre. Y claro, cada uno se relaja a su manera, ¿no? Y a mí, la elíptica, los cuadros, tirarme en el césped, la música y las letras, me dan la vida, ¿Qué queréis que le haga?
Y bueno, tampoco voy a saturaros mucho, hoy vengo a hablaros de colores. En especial, colores que confunden, colores de personas. Y ahora, llamadme rara, me da igual.
Desde que soy pequeña, he pensado que cada persona tiene un color. Y no me refiero a su color favorito, sino al color que le hace brillar. Dicen que cada color tiene un significado, yo, la verdad es que no sé si eso es cierto. En mi opinión, cada uno ve a una persona de un color y según ese color, le trata de una manera u otra.
Llevo un rato observando un cuadro, un cuadro de colores rojizos y anaranjados, dónde cada persona que lo mira ve una cosa. Yo veo un barco en medio de una tormenta en el mar. Ese cuadro me fascina, tiene mi color. Y es que, para mí, yo soy naranja. Siempre que lo observo durante mucho rato, los colores empiezan a confundirme y tengo que retirar la vista, y es que con las personas me pasa lo mismo.
Lo que me lleva a una pregunta que me lleva rondando desde hace tiempo la cabeza, ¿Son las personas las que me confunden? ¿o son sus colores?"


ALBA
-Espera.- María me miró fijamente.- ¿Has dicho embarazada?
- Preñada, jodidamente puteada por un capullo de mierda. Sí, eso he dicho. - Estaba que me subía por las paredes. Llamé a mis amigas para al menos poder desahogarme a gusto. Con Lu delante era imposible. Martina me desarmaba con solo una sonrisa. Tenía que despotricar de toda esa situación, y con ellas era impensable.- Me cago en todo, hostia.
-A ver, nena.- Lola cogió el mojito que tenía sobre la mesa.- El aborto siempre es una opción.
- La muy estúpida no quiere abortar. Va a tenerlo y darlo en adopción. Dice que lo que tiene dentro, tiene derecho a una vida. ¿Qué coño tiene ahora mismo dentro?
-Siempre me ha gustado tu hermana…- Asun se recostó sobre la silla.- Tiene un par.
- Tiene un par de hostias. Eso es lo que tiene mi hermana. Y el otro no sé ni cómo no lo he estampado esta mañana cuando hablé con él.
-No va a conseguir darlo… - Lola se levantó y fue hacia la cocina.- Es como tú, una sensiblona de mierda.- Las demás se miraron. Solo Lola era capaz de soltarme esos comentarios.
- Y tú eres una capulla. No puede quedárselo. ¿De qué va a vivir?
-¿De qué ibas a vivir tú cuándo te largaste de casa?- Lola dejó una enorme ensalada en el centro de la mesa y un pollo asado.- Pues eso.- comentó al no recibir respuesta por mi parte.- Y a ver cuándo viene la petarda enamorada.- así llamaban últimamente mis amigas a Carmen.
- Estará al llegar. Me ha mandado un mensaje diciendo que estaba aparcando - informó Asun mientras cogía un tomatito de la ensalada.
- ¡Parece que no la conocierais! Si dice eso es que debe de haber salido ahora mismo de la casa. Es toda un desastre en cuestión de puntualidad.
- La que no la conoces ahora eres tú, Alba - me replicó María.- Gabi la ha cambiado de una manera espectacular. Es otra persona. Igual que lo que ha hecho Martina contigo.
- No me jodas, María. No me vengas otra vez con esas gilipolleces. Yo sigo siendo la misma.
-¿Ah sí? ¿Estás saliendo con Martina?- Lola me miraba burlona.
- Seréis capullas. ¡Qué me dejéis en paz de una puta vez! Yo no salgo con nadie.
-¿No? Entonces, la antigua Alba no tendría impedimento ninguno… - Lola salió de la cocina con un dedo manchado en chocolate, se lo pasó por el escote.- en limpiarme. ¿No?- me miró, enarcando una ceja y poniendo los labios curvados en una sonrisa increíblemente sexy.
- Ninguno.- Me levanté del sofá y se lo limpié de un lametazo rápido, sin miramientos.- Lo ves. Ya está limpio.
-No, no lo veo. Mi querídisima Alba lo habría hecho lento y habría terminado con un beso sexualmente apasionado. Lo siento, nena. Estás colada.- Lola se reía a carcajadas.
- Sois gilipollas. No sé como os soporto.

El timbre de la puerta sonó. Al final va a ser verdad que Carmen empezaba a ser puntual. Nunca en su puta vida lo había sido. ¿La habría cambiado Gabi de tal manera?¿Tanto había cambiado yo? ¿Tanto tiempo había pasado que ya no conocía a una de mis mejores amigas?
Carmen entró con una botella de ron en cada mano y con una sonrisa de oreja a oreja. Esa sonrisa la conocía demasiado bien, y ese brillo en sus ojos también. Aunque esté feo el decirlo, Carmen venía recién follada y, por su sonrisa, bastante bien follada.
-¿Y la enana?- Lola la sonrió cogiendo las botellas y le dió un beso en los labios, igual que hacía con todas y probablemente, como haría siempre.
- No la llames así, imbécil - seguía con esa sonrisa tonta en la cara - Ella es toda una mujer, te lo digo yo - le guiñó un ojo.

Fue una a una saludándonos con un par de besos. Cuando llegó a mí, se me quedó mirando varios segundos y me sorprendió besándome en la boca, pero un leve beso, un leve roce.

- Alba, sigues estando guapísima, nena. Sigues sabiendo igual.
- Pues tú sabes a coño. Supongo que al de Gabi. No lo he probado - sonreí. Ella alzó su dedo corazón y puso los ojos en blanco.
- ¡No vas a cambiar nunca, Alba!
- Díselo a ellas que dicen que no soy la misma.
- Y es cierto. No te pareces en nada. Pero qué bien me conoces… Sí que huelo a ella.
- Eso se huele a la legua. Anda, y baja de la nube orgásmica, por favor. - Las carcajadas se escuchaban hasta en el rellano del piso, de donde apareció Gabi.
-¡Hombre! ¡Hola enana! - Lola fue a saludarla inmediatamente y le dió un beso en los labios. Eso significaba que la veía parte del grupo. Carmen había acercado a Gabi al grupo y yo me había alejado con Martina…
-¡Hola!- Gabi fue saludando a todas y cuando llegó a mí se quedó parada.- Hola, Alba...
- No soy un ogro. Dicen que he cambiado - le sonreí y le di dos besos. Olía a Carmen. - Pero no he cambiado en una cosa, y es en decir las cosas claras. Carmen, Gabi… hacedme el favor y lavaros la cara y las manos oléis a sexo.
-Siempre huelen así. Doy fe. - Asun le dio un empujón cariñoso a Carmen.- Incluso recién salidas de la ducha. Se les ha quedado el olor impregnado. Pudimos comprobarlo en la semana en la casa de María.- Todos los veranos nos íbamos a la playa, María tenía una casa en primera línea. Desde hacía 6 años, no me lo había saltado nunca. Y ahora había ido Gabi y no yo.
- Pues huelen a kilómetros.
-Aprovechan la pasión del principio.- Lola guiñó un ojo a Carmen, y vi como Gabi enrojecía levemente mientras sonreía.
- ¡Qué pasión, ni que mierdas! Que están más calientes que una mona y no paran de follar. Debéis tenerlo escocido.
-Alba, ¿eso es envidia?- Asun cogió un tomatito de la ensalada y se rió mientras miraba a María.
- Para nada. Me salen hasta por debajo de las piedras. No pierdo la oportunidad, ya me conocéis - Me fui para el balcón a prepararme otro porro. Me estaban poniendo nerviosa y no sé por qué. Bueno, sí que lo sabía. Al final iba a ser cierto que Martina me había cambiado.
-Claro que no, cariño.- María empezó a partir el pollo. Lola me siguió.
-Hey.- Lola sujetaba un piti entre sus labios, pintados de un rosa suave, pero intenso. Y estaba encendiéndolo mientras miraba hacia el parque de debajo de su casa.- ¿Cómo estás? Me han dicho que has vuelto a Doris.
- A veces. Me ayuda a desbloquearme, a encauzar los problemas que van viniendo. Mi vida se está volviendo un caos y no quiero volver a lo mismo.
-Ya sabes lo que opino de Doris, es una tía de puta madre. Pero no me parece que pegarte sea la solución a los problemas. ¿Qué te bloquea, nena?- se subió al poyete del balcón y me miró mientras daba una calada al cigarrillo. Cruzó sus largas piernas y se estiró, mirando al cielo, mientras me dejaba su maravilloso cuerpo a cinco centímetros de mí con su cuello totalmente al descubierto. Sentí que me había mojado en el momento en que ella bajó de nuevo la cabeza y me sonrío.- Hey, que te embobas…
- Lola… - me acerqué a su oído lentamente - Eres una capulla.- Lola se giró, y antes de que pudiera reaccionar, sus piernas me envolvían la cadera y sus manos acariciaban mi cuello y se enredaban en mi pelo, mientras acariciaba mis labios con su lengua, sensualmente. Un carraspeo hizo que Lola separase su cara de la mía, aún sin soltarme.
-¿Sí, Gabi?
-María dice que tiene un hambre feroz y que o venís o se come vuestra parte.
-¡Vamos!- Lola dio un pequeño y elegante salto hasta el suelo y se fue alegremente hacia el salón, cogiendo a Gabi del brazo.


TRES SEMANAS MÁS TARDE…

LUCÍA
Manu se había empeñado en que fuese a comer a su casa, decía que nunca había comido con sus padres desde… bueno, desde nunca. Y encima su madre estaba embarazada de siete meses, lo que era… ¡Yo que sé!
Me hacía gracia porque el niño que llevaba dentro, se iba a llevar con sus tíos biológicos como si fueran hermanos. Era una mierda que no fueran a conocerse… Jamás me había planteado quedarme embarazada tan pronto, la verdad. Era algo que aún me aterrorizaba. Estaba de tres meses, y la tripa empezaba a notarse, tema que me empezaba a preocupar. Además, el pecho había crecido y la mayoría de mis camisetas me quedaban ajustadas por esa zona.
Después de probarme todo el armario, me puse un vestido negro suelto que me prestó Martina, y que, la verdad, era precioso. Parecía una camiseta grande, respecto al tacto…, pero era cómodo, sencillo y elegante, a la vez. Lo combiné con unas sandalias y un colgante y me dejé el pelo suelto. Era impresionante que Martina consiguiese que me sintiera guapa, cuando yo me sentía un canguro.
Llamé al timbre, mientras cambiaba el peso de un pie a otro, esperaba que me abriese la puerta Manu y no alguno de sus padres. Como no, si las cosas últimamente podían salir mal salían mal o peor. Me abrió la puerta la madre de Manu y a su lado se encontraba su marido.

-Buenos días…- no sabía muy bien cómo se saluda los padres del chico del que estás embarazada. Levanté la bolsita que llevaba en la mano.- Les he traído unos bombones.- Me había asegurado de sí a sus padres les gustaba el vino, millones de veces con Manu, después de descubrir que era la bebida favorita de Giovanna, la madre de Manu, decidí por fin, que les llevaría vino. Sin embargo, al pensar que su madre no bebería vino estando embarazada, me decanté por unos bombones de una tienda que solo vendía chocolate y que según Manu, su madre adoraba.
-Ciao, Lu. Tenía muchas ganas de invitarte a comer con nosotros pero Manu ponía siempre excusas de todo tipo. Se creerá que te voy a comer o algo parecido - Me sonrió y muy amablemente cogió la bolsa que ofrecía y me dejó paso para que entrara - Pasa por favor, Manu se encuentra en la cocina.
- Buenos días. Casi nunca estoy en casa cuando alguna vez has venido pero el trabajo es lo que tiene - se justificó Alejandro.
-Gracias.- dije entrando en la casa, pero sin moverme del recibidor. Iba a degollar a Manu. Era la primera vez que me fijaba atentamente en sus padres, su madre tenía el pelo negro y liso, como el de Almu. Y unos ojos de color caramelo, preciosos. Además, se conservaba tan bien que no aparentaba más de treinta años. Llevaba un vestido blanco, precioso, que dejaba ver la tripita de 7 meses que ya tenía. El padre tenía una constitución fuerte y unos ojos grises intensos que combinaban de una forma, incluso mágica con el pelo de toques rubios que tenía. Los padres de Manu podían haber sido modelos, sonreí, quizá el bebé se parecería a alguno de ellos...
- Nena… Con lo preciosa que eres y ese cuerpo - me miró de arriba abajo mientras me sujetaba el vestido estirándomelo, me aparté sutilmente, intentando que no se notase, mientras la madre de Manu seguía intentando ceñirme el vestido. - ¿Por qué te pones ropa tan ancha? Ponte algo que se ajuste a tu silueta, date partido. Eres un bomboncito. Por cierto, espero que Manu te haya dicho que trajeras bañador, tenemos piscina.
-Bueno… me gusta este vestido.- Manu apareció justo por la puerta que llevaba al salón. -Y no, Manu no me había dicho nada sobre la piscina.- Le miré, iba a matarle. Le mataría lentamente y sin piedad. - Aunque no me gusta mucho el agua, la verdad...
- Hola, Lu - me dio un beso en la mejilla. Había visto mi mirada y sabría que no podría bromear mucho conmigo. Ese beso en la mejilla denotaba algo de distancia para que no le cruzara la cara en ese mismo instante. - No te dije nada porque sabía que no te gustaría la idea. A mí tampoco me gusta mucho bañarme.
-¡Pero si te pasas el día ahí metido!- la madre se dirigió a la cocina, señalándonos que la siguiéramos.
- Mamá, por favor. No seas exagerada.
- Gio.- Su padre acortó el nombre de la madre de Manu y me pareció que lo dijo con tanto cariño, que no pude evitar sonreír.-  no ves que lo que quiere es que Lucía se sienta cómoda. Si no le gusta pues que se quede en el jardín con él. Nos tomamos unos mojitos y estamos un ratito agradable allí.
-Bueno, está bien. Puedo dejarle un bikini para que esté más fresca, si ella quiere.- Después movió la cabeza hacia el horno, mientras yo palidecía ligeramente.- Álex, termina de hacer la bebida. Manu, Lu, vosotros haced lo que queráis, la comida estará en un minuto.- Vi como Álex se dirigía a una jarra en la que había una bebida ligeramente amarilla, y al lado varios limones. Supuse que estaba haciendo limonada.
-¿Puedo ayudar en algo?- no sabía exactamente a quién me dirigía.
- No hace falta, Lu.
-Manu, saca tú la bandeja del horno. No quiero que tu madre se agache con la barrigota.- Se acercó con la jarra de limonada en la mano y abrazó a Giovanna por la espalda, depositando un beso en el hombro de ella. - Voy a sacar esto al jardín, ¿Venís ya?- Yo asentí. Y él se fue, abrazando a Giovanna, con un brazo, hacia la parte trasera de la casa. Debía tener una sonrisa idiota en la cara, pero ver a los padres de Manu era como infiltrarse en una película romántica ambientada en la Toscana. Sentí envidia cuando pensé en mi familia, lo nuestro era más un thriller psicológico o una tragedia.
- Nena, despierta. Se les ve empalagosos, lo sé - le salió una risa contagiosa - Pero llevaban años intentando tener otro desastre de hijo como yo. Espero que no sea tan trasto.
-Es mágico… Parecen dos actores que podrían ser modelos, protagonizando una película romántica…- me di cuenta de lo moñas que sonaba y me giré rápidamente hacia el horno, dónde estaba Manu.- ¿Qué hay de comer?
- Dorada a la sal, ensalada y verduras.- sacó la bandeja del horno con la dorada. Sonreí.
-¿Sabes lo que me gusta de que tu madre esté embarazada? Que hace una comida perfecta.- dije riéndome.
- Y está feliz. Lu, ¿estás segura de quererlo decir? Yo… bueno, pienso que si lo vamos a dar en adopción no hace falta decirlo. No sé, no me hagas caso. Estoy muy nervioso. Sé que mis padres nos ayudarán pero… - comenzó a bajar la mirada, siempre lo hacía cuando se preocupaba, se ponía nervioso o no sabía qué hacer. - Lo siento, nena. Soy un desastre para estas cosas. No soy tan resolutivo como tú.
-No hace falta decirlo.- miré hacia el jardín, con un bol de ensalada que Manu me había alcanzado. Me dolía, sentía como si hablara de un error que hubiéramos cometido. Sabía que no lo habíamos hecho bien. Pero a veces… solo a veces… sentía que no quería separarme de lo que crecía dentro de mí. Quería enseñarle un mundo que a mí me habían negado, sabía que era una locura, pero… -Total, lo vamos a dar en adopción.- dije mientras andaba hacia el jardín.
- Haré lo que tú quieras hacer - me siguió.

La comida estuvo especialmente rica, desde la casa de la tía Hannah, no había vuelto a comer comida casera de las que hacen las madres… Tienen siempre un toque que nadie más puede dar. Gio estuvo riéndose y charlando durante toda la comida, como ella decía “la sangre italiana que corría por sus venas la hacían pasional y cautivadora”, Álex soltaba de vez en cuando un comentario y, en general, se dedicaba a mirar a Gio como si fuera la única maravilla del mundo y las otras siete dejaran de tener importancia a su lado… Y Manu, se limitaba a contestar a sus padres en alguna pregunta. Yo sonreía, sus padres eran maravillosos. Observando aquella comida familiar mi mente se elevó y empezó a plantearse cómo habría sido mi vida si me hubiera criado en una familia “normal”, quizá no estaría embarazada con 16 años y quisiera ser médico y…
-Lu, cariño, ¿vas a querer postre?
-Me encantaría, gracias.- dije levantándome, cogiendo mi plato y el de la madre de Manu.
- Esperad un momento - Manu se puso de pie y respiraba con dificultad. No sabía qué hacer con las manos. Si estuviéramos sentados en el parque, como muchas veces hacíamos, hubiera arrancado todo el césped de su alrededor. Yo me quedé sin respiración. No, por favor, que no lo dijera ahora. Aunque si lo decía… quizá no pensase que fuera tan error como me hacía creer todo el mundo continuamente, excepto Martina. Ella me comprendía el noventa por ciento de las veces, eso me gustaba. Me hacía confiar en ella y acudir muchas veces a sentarme con ella en el sofá, a charlar. Manu se me acercó y me cogió de la mano- Mamá, siéntate un momento.- sentí que el corazón se me iba a salir del pecho.- Lu y yo queríamos deciros algo…- ¿Y si me echaban de su casa? ¿Y si no me volvían a dejar acercarme a Manu? Empezaba a dolerme la cabeza. Miré fijamente los platos de la mesa, no podía mirar a la cara de Gio y Álex.- Lu está embarazada - Manu me apretó la mano. Yo solo pensaba que aquello había sido la peor idea del mundo.
-Lu, cariño, ¿por qué no te quedas a dormir?- levanté la mirada hacia Giovanna, nerviosa y sorprendida. El padre de Manu se notaba que estaba más aturdido.
-¿Embarazada?- me di cuenta de que Alejandro miraba a Manu y no a mí, mientras tensaba la mandíbula.
- Sí, papá. Y lo vamos a tener. Espero que nos comprendáis y nos apoyéis. No os pediré más nada. Solo comprensión.
-¿Tú no sabes lo que son los condones? - yo me mantenía callada, vi que Gio me sonreía. Se mostraba tan tranquila… La madre de Manu ya me gustaba, pero en aquel momento supe que habría puesto mi vida en manos de aquella mujer.
- Mamá, por favor, prepara el postre. Lu, ve con ella.
-Te he hecho una pregunta, Manuel.- supe que Manu intentaba protegerme.
Su madre se levantó y me cogió la mano que hasta ese momento me tenía sujeta Manu. La seguí hasta la cocina.
-¿Qué ocurrió?
-Se rompió el condón. -dije en un hilo de voz. Ella asintió mientras sacaba unas copas blancas de la nevera.
-No quieres abortar.
-No… -cambiaba mi peso de un pie al otro.
-Me parece bien.
-Habíamos… he pensado en darlo en adopción…- Gio asintió de nuevo.
-¿Te apetece bañarte en la piscina?- yo la miré de nuevo sorprendida. Ella se acercó y ni corta ni perezosa, me levantó el vestido, observándome.- Se te empieza a notar la tripita. ¿De cuánto estás?
-Unos tres meses… supongo…- las lágrimas empezaban a agolparse en mis ojos, últimamente lloraba cada cinco minutos. Gio se acercó de nuevo y me envolvió en sus cálidos brazos.
-Saldrá bien, pequeña.- le devolví el abrazo. Esta vez las lágrimas salieron a borbotones de mis ojos, mientras se amontonaban en mis pestañas y se deslizaban por mis mejillas como si montaran en tobogán. El abrazo era ligeramente lateral, así que no podíamos abrazarnos bien, la tripa de Gio nos lo impedía, pero sentí aquel abrazo como uno de los que jamás había recibido de mi madre. Se separó unos centímetros y me cogió la cara. - Tranquila ¿sí?
-Sí.- dije mientras ella me secaba las lágrimas.
-¿Te has hecho ya una eco? Yo mañana tengo una con mi ginecólogo. ¿Quieres venir?
-Claro, señora Minnelli.
-Llámame Gio, Lu.- sonrió.- Y ahora llevemos estas copas de yogur con frutas a la mesa.-  Asentí y cogí las dos copas que me ofrecía.


MARTINA
No había imaginado a Alba mirando la típica película romántica de parejas enamoradas que se sientan a ver la tele en un momento moñas, abrazadas. Pero allí estábamos, mientras Nicole Kidman moría en brazos de Ewan McGregor, mientras él lloraba trágicamente al ver como moría el amor de su vida. Intentaba ocultar las lágrimas mientras miraba la pantalla para que la visión no se tornara borrosa. Alba no decía nada, estaba tumbada entre mis piernas, con su cabeza en mi pecho, mientras yo le acariciaba delicadamente el pelo.

-No me guzta que la chica mueda.- Almu fruncía el ceño mirando la pantalla, mientras se escondía tras la manta verde de cars de la que no se separaba, sentada entre las piernas extendidas de Alba.
-A mí tampoco, chiquitina.- Siempre me había encantado la película de Moulin Rouge, aunque cada vez que la veía me hacía llorar y emocionarme como la primera vez. Era raro que Alba la hubiera dejado haciendo zapping, creí que íbamos a poner una de niños.- ¡Bueno! A la cama, enana.- dije mientras me levantaba.- ¿No crees, Alba?- vi que Alba asintió con los ojos brillantes, ¿habría llorado? Sonreí al pensar que en realidad era una sensiblona.
-No quero.Quero esperar a Boo.- dio un pequeño bostezo.
- Mocosa, ¡a la cama he dicho! O te las verás con una lluvia de golpes de almohada. Quedas avisada. ¡Vamos! - la vi restregándose los ojos y sorbiéndose la nariz. Sí, había llorado con la película. Increíble pero cierto. Alba era toda una caja de sorpresas. Al ver que Almu no se movía del sofá, se levantó y la cogió entre sus brazos. Se le notó una ternura que sabía que tenía, pero que nunca quería mostrar.- Venga, te llevo yo. Despídete de esta tonta - me la acercó para q me diera un beso de buenas noches, Almu rió y me plantó un sonoro beso en la mejilla.
-Buenas noches, Almu.
-Wenas noches, Matina.- Almu apoyó su cabecita sobre el hombro de Alba y cerró los ojos, estaba agotada. Llevaba colgando de su manita la manta de Cars, que se tambaleaba mientras Alba subía las escaleras con ella en brazos.
Sonreí y me dirigí al salón de nuevo, cogiendo el bote de palomitas que nos habíamos zampado y recogiendo los vasos de agua. Una vez en la cocina, escuché el sonido de la puerta y como cerraban despacito, Lu no tardó en aparecer en el marco de la cocina.
-¡Hola!
-Hola,- sonreí.- ¿Cómo ha ido?
-¡Genial! ¡Gio lo ha comprendido tan rápido! Su madre es un amor, bueno y el padre. Y la madre también está embarazada y mañana vamos a hacernos una ecografía y…
-Espera, espera. Calma.- dejé de fregar el bol de las palomitas.- Creía que le ibas a pedir a Alba que te acompañase a la primera eco…
-Sí, bueno… pero ha surgido así… Y Gio me comprende, me gusta estar con ella Martina. Es como si de repente tuviera una madre.
- Me abandonas por tu suegra. Muy bonito - Alba sonrió, apareciendo por la cocina tras haber dejado a Almu en su cuarto - Claro, yo no te comprendo, y el estar a mi lado es todo un suplicio
-Es que ella es mamá… Tú eres la hermana chalada.- Lu sonrió y le dio un beso a Alba en la mejilla. Yo secaba el bol mientras las miraba sonriendo.
- Vete a la porra, anda.
-Bueno, me alegra que lo hayas pasado bien.- Lu dio una vuelta por la cocina, se la veía feliz.
-¡Incluso nos hemos bañado en la piscina! Ha estado genial… - miró a Alba.- Le he dado tu dirección, mañana a las nueve y media viene a recogerme para ir al médico. Y Manu también viene… Si quieres venir...

ALBA
Negué con la cabeza la invitación de Lu. Ya bastante aguantaba con la decisión de ella de seguir adelante con el embarazo, para que me metiera de sopetón a toda la familia del capullo versión dos de Martina. Lu parecía cansada, se despidió y sin más subió a su habitación, bueno… a la habitación de invitados, pero ya se había apropiado de ella, junto a Almu.
Ayudé a Martina a terminar de limpiar la cocina, no sin intentar rozarme de vez en cuando con ella, o darle algún empujoncillo, o agarrarle el culo. Era algo superior a mí tenerla a mi lado. Siempre se me aceleraba el corazón, los nervios afloraban solo con verla, y si ya había algún contacto… ¡tierra trágame!
-Te quiero.- sus manos se colocaron detrás de mi cuello, y sus labios buscaron los míos. Me dio un pequeño y ligero mordisco en el labio inferior y agarrándolo con sus labios, tiró de él, suavemente. - Te quiero, Alba.- Sus labios se posaron esta vez sobre mi mandíbula y fueron dibujándola hasta llegar a la oreja, dónde sus dientes volvieron a dar un sutil mordisco, pero esta vez en el lóbulo, mientras su respiración se confundía con la mía y escuchaba como empezaba a agitarse. No sé cómo lo hacía, pero siempre me desarmaba. Me dejaba indefensa ante ella. No me gustaba que me vieran así.
- Lo sé, soy irresistible - quise hacerme la chula, la dura, pero sabía perfectamente que este truco, con Martina, no valía una mierda. Su risa invadió enseguida la habitación. La agarré por la cintura y me la acerqué todo lo posible. Ya estaba a mil y solo me había besado. Debía estar acostumbrada a ello, pero no me hacía a la idea de que un beso pudiera excitar tantísimo. Mis manos recorrieron toda su espalda, de arriba a abajo, de abajo a arriba, terminando en su culo donde la agarré y la alcé hasta sentarla en la encimera. Ella entrelazó sus piernas en mi cintura e inclinó la cabeza hacia un lado, mientras enredaba sus manos en mi pelo. Recorrí ese lado de su cuello con pequeños besos y leves mordiscos hasta llegar a su hombro. Allí el mordisco fue más intenso, mientras mi lengua zigzagueaba en él y de su boca escapaba un leve gemido. Sabía que era una de las zonas más sensibles que tenía y me encantaba cuando gemía al morderle allí.

-Me muero por estar dentro de ti. Me tienes muy perra.- Martina abrió los ojos y me miró, supe enseguida lo que había en ellos, la dilatación de sus pupilas, sus mejillas ligeramente más rosadas que lo normal, la respiración entrecortada… Deseo, era deseo, lujuria. Sus manos buscaron ávidamente mi camiseta y la levantó, mientras yo ascendía mis brazos. Ella tiró la camiseta a un lado y sus piernas se enredaron más fuerte en mi cintura, impidiendo que el aire pudiese pasar entre nuestros cuerpos.

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Buzzys
Arwenundomiel

"Cábala: Amor" por Elena Flores

viernes, 9 de diciembre de 2016

Salir del armario es, quizás, uno de los pasos más importantes en la vida de cualquier persona no heterosexual. Cuando, además de eso, eres poetisa, salir del cajón con un poemario de temática lgtb supone un gran paso hacia delante: un paso que ya está dado.

Por fin sale a la calle "Cábala: amor", un poemario de marcado homoerotismo donde se demuestra que cualquiera puede saltarse las reglas de la " normalidad" social.

Ya que en esta sociedad ha sido la religión -de raíz judaica- la que ha impuesto la normatividad general, este poemario sale a la luz construido a través de sus propios mitos.

De esta forma podréis ver cómo Lilit, Eva, David y Goliat o Caín y Abel, entre otros elementos bíblicos, han salido a pasear entre los versos para criticar la sociedad de etiquetas en la que vivimos y gritar que, en su nombre, no se podrá prohibir amar a nadie, porque el amor es amor, sean cuales sean los sexos de los amantes.

Ya que me crié en una comunidad cristiana, pude ver con mis propios ojos que la rigidez de pensamiento era muy común entre los más fieles a la religión.

Una vez entendí que el mundo era más grande y diverso que lo que me habían contado, quise fusionar las dos partes de mi vida, consiguiendo así una poética donde el amor gritaba rebeldía con el fin de hacer de lo que se ha considerado pecado una parte más de la religión y del mundo.

Y ya que el propósito es intentar cambiar la visión social de un mundo heteronormativo, aquí os dejo un pequeño extracto del poema titulado "Lo prohibido":

La república independiente del infierno
se ha levantado en armas,
proclamando una guerra
entre lo pasado y lo futuro.

Se escucha un torrente de clamores,
chocan los cuerpos furibundos.
Se levantan las espadas
que quieren hacer rodar cabezas.
Los ángeles han descendido desde lo alto
porque esta es la noche
en la que la columna de la sombra
apaga el fuego que todo lo esclarecía.

Esta es la noche en que las trompetas del infierno
se levantan clamorosas
para lanzar contra el mundo
a los hijos de su reina
y romper esa ilustre claridad que se impone
en el locus amoenus que habitaban.

Esta es la noche en que la pasión
resurge entre los hombres
y corrompe el puro amor que nos vendían,
porque del destierro nació aquel sentir
que hoy se enfrenta a su enemigo (...)

Ya a la venta clickeando aquí.



Escrito por Elena Flores
Facebook: Cábala: Amor
Twitter: Elena Flores


¿Qué pasó con los sentimientos de papel? (Carta 12)

miércoles, 7 de diciembre de 2016
 Ir a:     Inicio     Carta 11         "¿Qué pasó con los sentimientos de papel"


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Días de pensamientos  en el aire

Querida Diana:

Una vez más estoy sentada frente al escritorio, escribiéndote segundos después de recibir tu carta. Todo mi alrededor carece de sentido una vez veo tu nombre en el remitente de la carta.

María está jugando con tu madre en el patio. Se me ocurrió la idea de comprar una piscina y ponerla en el patio, y ahí las tienes a las dos, debatiendo quién es más infantil, y a mí mirando cada cinco minutos por la ventana, pensado que eres tú quién juega con María.

Es imposible no recordar ese momento, cuando tus labios se posaron con los míos, haciendo que todo se removiera en mi interior, y cuando abrí los ojos, ver que no era un sueño, que estabas ahí, con tu sonrisa deslumbrante, acariciando mi mejilla.

Diana, amor, me cuido y estoy bien, no te preocupes por mí. Tienes que preocuparte por estar tú bien, ya queda poquito para tu regreso, para que vuelvas a nuestro lado. No hacía falta que le dijeras nada a tu madre, ya hace mucho y me ayuda. Nos vemos todos los días y metida en casa es igual que metida en la casa del pueblo, salvo que aquí veo a la pequeña disfrutar con sus abuelos.

El libro que mandaste de las niñas seguro que le gustará a María. Esta noche lo leeremos antes de ir a dormir y, en mi próxima carta, te contaré todo lo que me diga nuestro bichito.

En el médico está todo bien. Son simples rutinas de médicos, ya los conoces, siempre haciendo pruebas para sacarte algo nuevo que  quizás no tenías, pero que ellos creen que sí y si no se lo inventan.

Digamos que tú y tus niñas sois como los chicos del coro, que no sabían lo bien que cantaban hasta que  Clément Mathieu apostó por ellos.

Siempre me estás hablando de cosas que sé que te gustaría recordar en un futuro, y que estoy segura que las recordarás, pero te quiero ayudar a ello y que a la vez me ayudes a mí a saber cómo es todo eso que me cuentas. Así que te mando junto a esta carta un paquete con una cámara de vídeo y un par de tarjetas de memoria. Así, cuando me mandes cartas, me puedes mandar la tarjeta y puedo ver también lo que me muestres. También te mandaré un par de novelas, así podéis leer novelas nuevas y maravillosas.

Diana, te quiero, te queremos muchísimo, disfruta de la experiencia,

                                                           Elisa


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       Continuará...


Escrito por @srtadesquiciada