Locales para chicas: Ícaro en Lleida

martes, 31 de enero de 2017

Ícaro

Dirección: c/ Llitera 10. Zona alta
25004 Lleida
Teléfono: 973800044
Correo electrónico: icarolleida@hotmail.com
Horario: 
Web: https://www.facebook.com/icaro.lleida


Un buen sitio de ambiente para pasarlo bien sol@ o acompañad@. Bebidas de calidad. Las personas que allí trabajan muy agradables y simpáticas.

Muy buena música y buen ambiente, seguro que te lo pasarás genial.






Arwenundomiel

No son solo frases

lunes, 30 de enero de 2017
Hay frases que usamos para crear esperanza a las personas, para hacer creer que las cosas pueden cambiar sin más. Utilizamos las típicas:

“Poco a poco”

“Todo irá bien”

Cuando las usamos, hacemos creer a quien las oye que cuando pasen las horas, días, semanas, meses, a veces, llegamos a hacer pensar que incluso los años, todo mejorará. Pero no es así, el tiempo pasa y es tiempo que perdemos por luchar, por hacer que realmente cambien las cosas.

Si se usan esas frases, que se usen bien. No puedes decir "que poco a poco conseguirá salir adelante", si se queda sentado viendo la vida pasar, o "que todo irá bien en un examen", por ejemplo,  si no se ha molestado en ir siquiera a clase.

No podemos hacer creer que algunas frases pueden cambiar el mundo, si ni nosotros mismos queremos cambiarlo. No depende de las frases, ni de las intenciones, ni de lo que pensemos. Se trata de intentar lograr, de conseguir, de pelear por  las cosas que nos proponemos, o que en un momento salieron mal pero queremos que salgan bien.

Son las personas luchadoras las que se caen, se levantan y lo vuelven a intentar pese a saber que se volverán a caer. Son quienes consiguen lo que se proponen, las que sí "poco a poco" pueden salir adelante, las que tendrán un "todo irá bien" antes de conseguir sus mentas, porque LUCHAN. Porque esta vida es una puta lucha constante; la mayoría de las veces, una lucha contra nosotros mismos que somos nuestro peor enemigo, pero hasta con nosotros mismos, si queremos, podemos.

Así que solo quiero pedir eso, que esas frases, como tantas otras motivadoras, se utilicen bien, tanto por quien las van a decir, cómo por quien las van a recibir. No creemos falsas esperanzas.



Escrito por @Srtadesquiciada

En contrucción modo: ON

viernes, 27 de enero de 2017
Quizás por mi forma de ser (sí... supongo que será eso), he tratado siempre de gustar a las personas que creí importantes en mi vida. Esto conllevaba, a veces, a cambios en mi manera de ser. Mientras no alteraran demasiado mi yo real, la verdad es que me daba un poco igual cambiar para adecuarme a ellas.

Ahora lo pienso y analizo. ¿Me sirvió para algo? ¿Esas personas hicieron eso mismo para adecuarse a mí?

Sinceramente, no sé si sirvió para mucho. Para algunas personas sí, para otras fue todo un desastre. No vi que ellas cambiaran excesivamente por mí, yo tampoco se lo pedía. En realidad, si me atraen ellas, es porque me gustan tal y como son, sin más. No se me ocurriría, en ningún momento, decirles que cambiaran por mí, sería quitarles un trocito de su personalidad. Opino que se puede aconsejar y debatir sobre algo, pero después es la propia persona la que debe decidir por ella misma, y no ser impuesta por la otra. Pienso que las personas no encajamos al cien por cien, siempre habrá algo que nos haga chocar en pensamiento, gustos, acciones... y eso es así.

Si cambio es porque me da la gana. De hecho, he cambiado mi mentalidad, mi peinado, mi vestuario y muchas cosas de mi forma de ser, pero porque he querido, he evolucionado, me gusta esta nueva imagen de mí, pero parece que hay otras personas a las que no les gusta, o no les gusto.

Realmente, ¿debo cambiar por ellas? La vida me ha demostrado que no. Que si se me quiere, se me quiere como soy, tal cual. Cambié por ellas, y a cambio recibí "palos" consciente o inconscientemente, pero me hicieron daño (no quiero plantearme esto último porque sería otro tema aparte y, quizás, algo espinoso).

¿Sabéis lo que me jode más? Que ahora quiero volver a la rutina que tenía antes, y que me gustaba, pero me está costando un mundo. Me jode pensar que lo hice por ellas y, que por ellas, ahora estoy así.

Ahora entiendo muy bien a @srtadesquiciada, colaboradora también de este blog, cuando nos hablaba de la construcción de sus muros y corazas. Yo tenía los míos, aunque no tan grandes como "desquiciada", solo había que pasar unos filtros previos, y ya estabas dentro.

Por suerte o por desgracia, la vida te cambia, y ahora pienso que es mejor unos buenos muros de hormigón, no cómo los de pladur que yo tenía antes, bien cimentados y construidos con una altura suficiente para quitar la ganas, a cualquiera, de saltarlos.

Cómo veis, es todo muy jodido porque no soy así, y claro... más me jodo.

Ya activado el botón de "En construcción modo: ON" haciendo la mezcla para el hormigón, y dando altura a esa muralla. Pero como soy gilipollas, hice un plano donde colocaba una puerta, no muy grande pero, en definitiva, una puerta, aunque no será tan fácil abrirla. La he pensado poner acorazada de acero, con cilindro de seguridad como método de cierre. No sé si logrará alguien abrirla y, como vuelvo a ser muy gilipollas, mi deseo más sincero es que sí. He conocido gente tan válida en mi vida, que no me entra en la cabeza que, al otro lado del muro, no tenga a personas que merezcan conocerme realmente.

Creo que lo primero es aceptarse y quererse a una misma tal cual es, después, rodearnos de gente que te quiera así, sin condiciones.



Escrito por Arwenundomiel

Locales para chicas: ¡Plaff! en Vigo

miércoles, 25 de enero de 2017

¡Plaff!

Dirección: Oliva 8, Casco Vello, 36202 Vigo
Teléfono: 646 40 59 39
Correo electrónico: plaffitos@hotmail.com
Horario: Jueves 20:00 – 02:00. Viernes y sábado 20:00 – 04:00. Domingo 19:00 – 01:00.

Entrañable local de ambiente ubicado en el casco antiguo de la ciudad. Ideal para tomar un café tranquilo durante la semana, el ¡Plaff! se convierte, los fines de semana, en uno de los bares de primera hora más divertidos de la ciudad.

Muy buen servicio, un lugar que te hace sentirte como en tu propia casa, y una muy buena selección musical que hace que disfrutes de la música que llevas dentro. Para repetir mil veces. 




Arwenundomiel

Reseña de libros: "Ellas" por Mari Ropero

martes, 24 de enero de 2017
Autor: Mari Ropero
Nº de páginas: 263 págs.
Editorial: EdítaloContigo
Género: Narrativa Lésbica
Comprar: Berkana

Sinopsis: 
En ocasiones, la fascinación por la vida lleva a la imaginación de un autor a transitar por senderos donde tramas y personajes se convierten en voces de sí mismos, y en esta novela ocurre en proporciones desmesuradas. Carmen y Lourdes van cuarteando su tiempo y sus experiencias como si de un gran lienzo se tratara, quedando dibujada una realidad que sobrevive a lo demás: el amor a pesar de todo.

Sin tópicos, pero también sin tapujos, la autora dibuja la prostitución al servicio de un encuentro afectivo. Carmen llega a Madrid desde su pueblo natal para convertirse en una mujer de futuros. El azar la lleva a trabajar en una agencia para prostitutas, donde conoce a Lourdes, una ejecutiva afincada en Londres cansada de la aspereza de una vida regulada por su trabajo, que también por azar requiere sus servicios.
 
Ambas emprenden un zigzag candente que las lleva a pernoctar en episodios llenos de sentimientos, incoherencias y erotismo, un tándem perfecto para ir vinculándose, pase lo que pase, la una a la otra. 

De una gran sencillez de estilo y con una trama emocional perfectamente construida, esta novela se presenta para realizar, en palabras, la figuración realista de las cosas posibles en medio de la dificultad.

Comentarios:
Como en otros libros que he reseñado, quiero dar las gracias a la propia autora, Mari Ropero, por presentarme su libro. Una persona muy amable, atenta y simpática con la que ya he tenido varias conversaciones. Pero estoy aquí para hablar de su libro, y no de ella. Vamos al lío.

El comienzo de la historia, donde nos presenta a las protagonistas, sus profesiones, cómo se conocen y demás, tengo que decir que me resultó algo flojilla, quizás por la forma de plasmarlo. Pero en su defensa diré que su forma de escribir, cercana y amena, hicieron que siguiera con la lectura, y poco a poco me enganchara a "Ellas". ¡Qué buen juego de palabras me ha salido!

La aparición de celos en la trama va dándole vidilla a esta historia. Los malos entendidos, los sentimientos de culpabilidad, la distancia... son unos buenos ingredientes para ya no dejarte indiferente, y querer saber que pasará entre Carmen y Lourdes.

Siempre, en cada libro que leo, le tengo más cariño a un personaje que a otro, por su forma de ser, sentir o... no sé. La cuestión es que, esta vez, estoy con Carmen. Creo que es la más sensata tanto en su profesión de prostituta, sentimientos, sinceridad y actos. A veces, tuve ganas de darle una colleja a Lourdes por ser tan boba. 

Y llegada a este punto de estar hablando de personajes, quiero hacer mención especial a la prima Laura. Ojito con ella que es un torbellino y dará muchísimo juego a esta historia.

En cuanto a la narración, deciros que es amena, nada aburrida y fácil de leer. Para mi gusto, algunos diálogos son algo "rebuscados", quizás algo más simple hubiera sido más real. Lo escribe en primera persona, cambiando de un personaje a otro. Eso me gustó porque nos transmitía el sentir de ambas, sabiendo lo que pensaba tanto una como la otra.

Si buscas una historia de amor entre mujeres, con su trama, entretenida, y con una lectura amena, te lo recomiendo.

Escrito por Arwenundomiel

Poesía: Mil uno

lunes, 23 de enero de 2017
Un día gris como mis sábanas.
La vi sentada en el parque.
Mi corazón hizo el pino.
El sol salió de entre las nubes.
Había sonreído.

Aún así hacía tanto frío que quemaba la razón.
No había cambiado nada.
Seguía siendo la chica inocente de siempre.
No pude ni articular palabra.

Solo pude mirarla fijamente.
Me equivoqué mil veces y acerté solo tres.
La vida es eso que pasa cuando la miro.
Hoy se cumple la vez mil uno.
Me fui sin decirle adiós.





Escrito por Kroki

Hasta la próxima vez

viernes, 20 de enero de 2017
Voy a desatar una tormenta sobre tu cuerpo,
voy a desgastarte con la mirada,
voy a comerme cada centímetro de ti,
voy a follarte hasta el alma.


Quiero regalarte mis mordiscos,
quiero que se te erice la piel,
quiero tumbarme contigo,
voy a tocarte hasta el amanecer.


Arañarte la espalda,
que gimas en mi oído,
llevarte hasta el séptimo cielo,
bajarte al infierno conmigo.


Una noche inolvidable,
un juego de locura,
un aquí te pillo aquí te mato,
quiero que pierdas la cordura.


Meterme entre tus piernas,
matarte de placer,
y después abrazarte,
hasta la próxima vez.





Escrito por Kroki

Locales para chicas: Quios (Lleida)

miércoles, 18 de enero de 2017

Quios

Dirección: Carrer d´Aribau, 25008 Lleida
Teléfono: 
Correo electrónico: 
Horario: 
Web: https://es-la.facebook.com/quios.lleida

Local muy bien ambientado y céntrico. Ideal para tomar algo tranquilamente y en buena compañía. Es bastante acogedor, con un trato muy cercano, y una decoración que no deja indiferente a nadie.

Sirven unos de los mejores gintonics de Catalunya, y coctails espectaculares.

Aconsejan sentarse alguna vez en la parte de atrás del local, y mirar el techo. Quedarás asombrado con lo que verás.

Arwenundomiel

Relato "La fe escondida en tu mirada" (Capítulo 2)

martes, 17 de enero de 2017
Ir a:     Inicio       "La fe escondida en tu mirada"

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CAPÍTULO 2. EN ESTA VIDA SERÁS MI MUJER Y EN ESTA VIDA ME DARÁS UNA HIJA.

MARÍA

Mi corazón se iba a salir de mi pecho. Nunca pensé que podría recibir la noticia más grata de mi vida el mismo día que me enteré que la llama de mi existencia podría apagarse.

Mi tristeza se disipó, corrí, la abrecé con la ternura de siempre. Hilda era la mujer de mis sueños, era mía y ahora me daría un hijo, algo que planificamos y luchamos con tanto amor.

La besé y ya no pude contener mis lagrimas, simplemente era alegría y felicidad. Dios no me había desamparado, me mostraba que aún estaba ahí a mi lado. Comencé a ver a Hilda diferente. Miré su vientre, estaba igual, tan delgado y atlético, pero allí estaba nuestra Ligia Iveeth, así llamaríamos a nuestra hija.

Fugazmente, por un momento, volvió la realidad de mi estado de salud pero, la alegría de tener a la madre de mi hija en mis brazos, me llenó de esperanza y agradecí al Espíritu Santo por que el día en que yo faltara. Mi morena amada no estaría sola, quedaría con un pedacito de mi vida junto a ella, no todo era tristeza. Hilda me miraba.

- Aquí pasa algo más.- Me llevó al sofá y nos sentamos tomadas de las manos.
- Mi amor, lo que pasa es que hoy ha sido un día de sorpresas, unas gratas y otras no tanto, pero quiero que me prometas que la felicidad por nuestro embarazo no se terminará nunca.
- Te lo prometo.- respondió Hilda.- ¿Qué está pasando, mi vida?.
- Princesa, hoy recibí el diagnóstico de aquellos exámenes que me practiqué hace unas semanas. La noticia no es buena como la de nuestra Ligia. La verdad es... que padezco de cáncer de páncreas y necesitaré tratamiento para combatirlo.

Sentí como apretó mi mano, justo cuando vi sus ojos llorar. Aprecié como su corazón se estaba rompiendo. Enmudecida, Hilda no paraba de llorar, era tan fuerte que sus lágrimas corrían por su rosto pero ella no hacía ningún gesto. Cada lágrima dejaba una marca de sal que me hacia tragar amargo a mí.

Sabía que estaba desgarrada. Necesitaba que dijera algo, pero desde luego sabía que tardaría en asumir toda aquella tragedia. La abracé.

- Aún no me voy a morir. Así que vamos a celebrar la vida, porque en esta vida te conocí,  en esta vida serás mi mujer, y en esta vida me darás una hija.- La abracé y la besé como nunca antes la había besado. Quise darle todas mis fuerzas, todas mis energías.

Ella me correspondía el beso. Al inicio, con timidez pero luego con más pasión. Me tocaba, el rostro, los pechos, paseaba por mi cintura. Poco a poco fue metiendo sus manos en mi blusa y podía sentir sus dedos recorrer mi espalda para abrir mi sujetador y clavar sus uñas tal y como sabía que me enloquecía. En ese mismo instante, lancé un grito de placer y no soporté más ¡Tenía que poseerla allí mismo!
Quité toda su ropa con desespero. La ayudé a despejarme de la mía y, contra la pared de la habitación, la recorrí palmo a palmo. Comencé en su cuello, mis manos sujetaban las suyas por encima de la cabeza y besarla allí era mágico, donde la mezcla de olor natural y perfume eran uno solo. Poco a poco, bajé a sus senos, hermosos y suaves. Sus pezones, erectos de placer, me indicaban que disfrutaba de mis caricias y yo disfrutaba de sus gemidos. Solté sus manos y la volteé. Quería besar su espalda tan linda y delicada, morderla y degustar sus nalgas, su culo, que solo era mío. Mientras besaba su espalda, metí mis dedos en su intimidad y pude palpar lo que provocaba en ella.
Esa humedad única y mía, porque eso era ella, mía y yo era suya, hasta el último respiro sería de ella. Mis dedos se sentían tan bien dentro de ella que no me detuve en movimientos, mientras más rápido,  más gemía. Yo solo quería darle placer, su piel se tornó rosada, hermosa. Su respiración se agitaba y su sudor me decían que ya estaba a punto de estallar. Y así fue, estalló en mis dedos como nunca había ocurrido, sus piernas flaquearon. Comenzó a llorar. No sé si de placer o porque recordó nuestra platica. Yo solo la abracé, le susurré cuanto la amaba y que siempre la amaría. Como pude y, poco a poco, la llevé a la cama para continuar allí nuestra entrega.
Ella me miraba como un ciego miraría el mundo por primera vez. Mientras, tenía una gran cantidad de pruebas confirmando la presencia del cáncer de páncreas e intentando delimitar su extensión. Todo ello se apoderaba de mis semanas. 
Seis meses habían pasado. Ya el embarazo se hacía notar. Ambas íbamos a consulta, la niña crecía normalmente y yo trataba de estar bien para su nacimiento.
El desarrollo de mi enfermedad estaba en Estado III. Mi oncólogo me explicaba que el tumor se extendió fuera del páncreas, pero sin invadir el tronco celíaco ni los vasos sanguíneos.
Los síntomas y signos fueron aumentando rápidamente por el grado de mi enfermedad. Bajé de peso considerablemente. A pesar de que mi alimentación era fundamental para estar bien, sufrí de infrapeso y mis dolores lumbares me hacían disminuir poco a poco mis actividades  diarias.
Ya no éramos dos, ahora nos acompañaba una asistente, Beatriz, “Bea” le decíamos. Ella se encargaba de algunas funciones del hogar y de llevarme a las quimioterapias semanalmente al hospital oncológico de la ciudad.
En la sala de quimioterapias, se encontraban múltiples sillones negros, con todos los equipos médicos. Allí me recostaba mientras una cálida enfermera me tomaba la vía en mi brazo y pasaban el tratamiento, tal cual un suero vitamínico. Solo que al terminar sentía naúseas y mareos durante dos días. Los más difíciles de todos.
El día había llegado, todo estaba preparado. En su cuarto color blanco, estaban nuestros padres, Emilia y Jesús, los padres de Hilda, y  María y José, mis padres.  Elegimos un parto en agua, ya que mi amada tendría la libertad absoluta de movimiento y expresión. Además, podríamos estar acompañadas de nuestros seres queridos durante el trabajo de parto.
Yo era cómplice de sus adentros mientras nuestro ginecólogo y Bea garantizaban la total naturalidad del nacimiento.
Un sinfín de emociones invadió a Hilda al momento de ver a nuestra pequeña. Lloraba de ternura al ver a nuestra niña, tan hermosa y grande. La besaba y me miraba a mí, siempre tan callada. De pronto, al salir de la bañera, pidió que me acercara a ella.
- Me has regalado la vida, una vida perfecta, una vida de felicidad. Amor, te presento a tu hija, pesa 2.9 kilogramos y mide 49 centímetros. Tenías razón, María, esta vida es maravillosa únicamente porque estás conmigo. Ahora me toca a mí retribuirte tanto amor.
Meses atrás descubrí que necesitaba escribir, contar mi historia. Ya habían pasado 4 años de tratamientos, quimioterapias y radioterapias. Ha habido nuevos hallazgos y diagnósticos que implican más lucha. Hoy no puedo dormir... Escucho a mi chiquita hablar con su amada mamá y quisiera estar allí con ellas en nuestra cama. Pero necesito descansar...
Hilda y Bea trataban que la niña no dependiera tanto de mí, para preservar mis fuerzas y para que ella no resienta tanto mi situación.
Cuán difícil es vivir eso porque estaba todo el día en casa. Ligia vivía  jugando cerquita de mí. Situación que me llenaba más de vida.
Los días más terribles eran cuando la niña tenía fiebre, ya que no la podía proteger porque eso me podría hacer daño a mí. Las enfermedades normales de hija, hacían que me aislara en la habitación y, por minutos, pensaba entre lágrimas que la llama de mi vida estaba por terminar.
Una mañana mi pequeña Ligia llamó a “Bea” en vez de a mí. Fue muy triste aunque era lo que queríamos. Sentí como estaba entregando el amor de mi hija a mi asistente y amiga.
El cumpleaños número cinco de Ligia Iveeth lo celebramos en casa. Fue algo muy sencillo, con nuestros familiares. Yo a lo lejos, sentada en una silla, escuché como Ligia le hablaba a mi madre.
- Abuelita, no recuerdo a mi mamá con cabello, muéstrame una foto.

Mi madre me observó, se levantó y se dirigió hasta donde yo estaba. Quiso distraerme hablándome de mi padre y sus mujeres. Ese día sentí que la hora de partir estaba cerca.
Al día siguiente, la niña fue a mi habitación. Quería mostrarme sus nuevos regalos. Yo observaba un álbum de fotos y Ligia se me acercó.
- Mami, mami ¿Quién es esta mujer que está junto a mi mami Hilda? Es muy linda. Quiero ser como ella cuando sea grande.

Yo respiré, llorando hacia adentro, como ya había aprendido a llorar.
- Esa mujer que ves allí soy yo, hija.

Pensé en silencio “hija amada, algún día, te contaré que al ver esa foto contigo también sentí que quien aparece allí es otra persona”. La vida me cambió del día a la mañana.
Y ellas, mis mujeres, intentan procesarlo... A ratos llenas de rabia, a ratos tristes, y a ratos felices con el amor de todos en la familia, amigos y vecinos, que en la medida de sus posibilidades nos abrazan en estos momentos.

HILDA
Qué fácil es hacer una vida con ella, pero que difícil será hablarle al amor sin María. Llevo la sonrisa cortada hace años, el alma medio desprendida. Mi vida se ha convertido en la expresión máxima del amor, dividida entre un ángel que me enseñó a vivir, y que me ha regalado el don de ser madre, y mi hija. Creo que sin Ligia Iveeth no hubiese podido vivir esto. Con ella estoy flotando en mar abierto, es mi esperanza.
Paso mis días con las botas puestas, acompañando a mi mujer en la agonía que nos enseñó a vivir bien. No te creas, a veces, necesito sentir su pasión, sudarla como lo hacíamos en aquellos veranos donde nuestra piel se volvía una, y nuestras ropas estorbaban. Pero ahora está tan frágil que solo la amo con la mirada. Eso nutre mi alma, acaba mi sed y abriga mi corazón.
Hoy me vestí de negro, pero nuestros planes y proyecciones continuarán hasta que un día nos encontremos y volvamos a dibujar una vida.
“¡La vida nos cambió! Pero estoy segura que será para MÁS VIDA! ¡¡¡Así lo creo!!! ¡¡¡Solo es cuestión de tiempo, Fe y AMOR!!!”

Eso fue lo último que me dijo María antes de partir a los brazos del Señor.

Fin

Escrito por LaImposibleIvii

Orugas en capullo

lunes, 16 de enero de 2017
Creo que nací con defecto de fábrica. Pienso que es la mejor forma de decir que ya, a estas alturas de mi vida, no las sentiré. Sí... Estoy hablando de las dichosas "mariposillas en el estómago". 

Esta famosa frase, la he escuchado millones de veces. Nunca le había prestado demasiada atención, la verdad. Yo sentía como sentía y punto, sin importarme mucho esa otra sensación.

Con el tiempo y con las nuevas tecnologías, sobre todo las redes sociales, he hablado y conocido a muchas personas. Todas ellas, de alguna manera u otra, las han sentido. Claro... ya me empezó a carcomer la curiosidad de si, en vez de mariposas, tengo orugas en capullo (pudiendo ser la razón por la que no sienta ese cosquilleo), o tuve esa tara al nacer, o nunca me enamoré...


Llegados a este punto, quiero deciros que no estoy triste ni depresiva por no tener estos lindos animalitos por mis tripas. La mayoría con las que he hablado de ello, coinciden en que cuando las sientes, el dolor es más intenso si la relación se termina, y no te quiero ni hablar si encima no hubo ni relación. Vamos... que te pilles hasta las trancas por una persona y no seas correspondida.


Sentir algo tan intenso debe ser "maravilloso", nótese que lo pongo entre comillas. Perder el apetito perdiendo bastantes kilos, que te tiemblen las piernas tanto que casi te caes, que se te nuble la mente haciéndote no pensar con claridad, terrible dolor en el pecho (y en el alma, a veces) cuando la relación se acaba... Sí, parece que es una sensación "maravillosa".

¡Bueno, vale! También tiene otras connotaciones positivas como que te sientes flotar, todo lo que te rodea es "happy", tienes una cara de boba perpetua, el corazón late a más revoluciones por minuto, ya que piensas en esa persona constantemente, por lo que ejercitas más ese músculo, y bombea más rápidamente la sangre haciendo una mejor depuración corporal interna (esto último me lo he inventado, pero suena bien).

Siendo sincera, no envidio en demasía el no tener un mariposario en mi abdomen. Es verdad, que puede ser una pena que termine mi vida sin experimentar esa sensación tan intensa. Puntualmente, una envidia sana me ronda, porque a nadie le amarga un dulce, pero estoy bien así.

Quiero reseñar, por si hay alguien que lo esté pensando, que yo también siento y padezco. Que no soy una roca sin sentimientos. Que sé querer y quiero. La diferencia está en la intensidad. Cuando una relación, amorosa o amistosa, se me termina sufro, como cualquier otra persona. La intensidad es la que me diferencia del resto de los mortales (entiéndase como mortales a todos lo que hayan sentido esas mariposas)

¡¡¡Mariposas estomacales!!! Si os siento alguna vez, seréis bienvenidas. Si me hacéis flotar y sentir que todo es fantástico, os alabaré y os pondré en un pedestal hablando maravillas de vosotras. Si me hacéis la puñeta, haciéndome sufrir de muy mala manera, os odiaré con toda mi alma y os putearé porque seréis unas cabronas. Si, por el contrario, no tengo el honor de conoceros, tampoco os echaré mucho de menos... Total, nunca os he sentido.



Escrito por Arwenundomiel

Éramos

viernes, 13 de enero de 2017
Éramos de papel,
nos mojamos y estalló,
tu silueta dibujada
por la luz de la luna,
contra la pared.

Éramos aire,
el que soplaba dentro
con las ventanas cerradas,
un huracán feroz,
contra la cama.

Éramos polvo,
el que se levanta del suelo
cuando pasas,
porque no puede resistirte,
contra la mesa.

Éramos poesía,
la que no se escribe en un papel,
la que fluye,
cuando te rozo,
contra el armario.

Ahora no somos nada,
pero la nada es infinita,
como el tiempo,
el que pasaría contigo,
contra cualquier cosa.

Escrito por Kroki

Locales para chicas: Grupo Arena (Barcelona)

miércoles, 11 de enero de 2017

Grupo Arena

Dirección:     • Punto Café-Bar – Muntaner, 63 Barcelona
                     • Sala Madre – Balmes, 32 Barcelona
                     • Sala Classic – Diputación, 233
 Barcelona
                     • Aire Sala Diana – Diputación, 233
 Barcelona
                     • Arena Vip Sala Tango – Diputación,94
 Barcelona
Teléfono: 934878342
Correo electrónico: info@grupoarena.com
Horario: 
Web: http://www.grupoarena.com/
         https://www.facebook.com/GrupoArena/





Grupo Arena es un grupo de locales (bares y discotecas) en pleno Eixample de Barcelona, las cuales se complementan unas con otras creando toda una zona de ocio como no hay otra en Barcelona.

Encontramos abierto todos los días el Punto y la Arena, en el primero tomándote algo puedes conseguir descuentos y invitaciones de entrada para el segundo.

Los jueves se une el Aire en el que también puedes encontrar los mismos descuentos e invitaciones de entrada.

Los fines de semana y la vísperas de festivo encontramos todas las salas Arena abiertas pudiendo encontrar en Punto y Aire descuentos e invitaciones de entrada también, que te servirán para entrar en cualquier Arena.



Lo que carateriza al Grupo Arena es la variedad de personas y tendencias sexuales. Sobre todo, el respeto es lo que se respira en su ambiente.

Arwenundomiel

Relato "La fe escondida en tu mirada" (Capítulo 1)

martes, 10 de enero de 2017
CAPÍTULO 1.  CUANDO UNA PUERTA SE CIERRA, SE ABRE UNA VENTANA.


MARÍA


Tras salir del consultorio, se me vino a la mente todo aquel proceso que asumí con tanta fe y que ahora, amenazaba mi vida.
     
Caminé durante horas en la vereda del lago, viendo el atardecer, esa hora gris cuando el sol se oculta. Se me acercaba la llegada a casa, me esperaba Hilda, la mujer que he amado desde la primera vez que la vi bailando en el balneario, una semana santa.


Camino a casa reviví todo el proceso que me llevó a ir al médico. Apenas unos meses atrás era una mujer llena de salud y entusiasmo. Por las mañanas hacía ejercicio, luego llevaba a mi amada a su trabajo, la despedía entre besos y ternura para luego irme a mi oficina. Donde caminaba en la industria, tomaba algunas fotos y luego me sentaba a planificar el lado positivo de todo el “proceso perdido” que lleva la política en mi país y que tanto mal hacía a la industria azucarera y a los que dependían de ella. Sin embargo, mi rol de periodista y mi ética profesional me hacían argumentar solo lo positivo, exaltándolo a nivel nacional.


Por las tardes, Hilda iba a ejercitarse y luego a tomar té con sus amigas. En cambio, yo solía aprovechar mi tiempo a solas para leer y escuchar música, actividad que liberaba todo el estrés proporcionado por el trabajo.


Por un instante, pensé que tanta fe y esperanza en Dios me había hecho sentir que estaba sana, mientras estos síntomas se apoderaban de mi. La comezón en la piel, la orina de color oscuro, el excremento un poco blanco y mis ojos amarillos me llevaron inocentemente a una consulta con mi médico internista.


Todo empezó con un examen físico, un reconocimiento del cuerpo, para revisar el estado general de salud, identificar cualquier signo de enfermedad, buscando cualquier otra cosa que saliera de lo normal.


La Doctora Álvarez, también  me tomó datos sobre los hábitos de salud, así como los antecedentes de enfermedades y tratamientos anteriores. Posteriormente, me indicó otro tipo de exámenes normales como pruebas de laboratorios, procedimientos con imágenes y pruebas genéticas. Esta últimas, causaron ruido y no pude evitar preguntarme si estaba pasando algo malo.


Cuando acudí con la doctora  Álvarez, pensé que podría estar sufriendo del hígado o, lo más trágico, que estaba presentado síntomas de una hepatitis. Ella intentó tranquilizarme.


- María, celebro tu juicio al acudir a mi consulta fielmente cada seis meses. Todos los seres humanos podemos caer en enfermedades que muchas veces ni sabemos que existen, de las cuales desconocemos los síntomas, y cuya magnitud no somos capaces de valorar. Tú presentas ciertos síntomas que podemos identificarlos con el hígado o el páncreas. Para ellos, indicaré ciertos exámenes y tras los resultados te medicaré o te referiré a un especialista.


-Quisiera que fuese más directa doctora, pero entiendo perfectamente su ética.


Salí del consultorio con la certeza  de que era algo pasajero, cualquier virus o algo fácil de tratar. Pensé en Hilda y tomé la decisión de no ahondar en el tema y le expresé que eran exámenes de rutina y que todo estaba bien.


Pasado un mes,  ya la patología estaba totalmente clara. El cáncer de páncreas estaba avanzado y mi pronóstico tenía poco de positivo.


Llegué al piso. Ella, inesperadamente, estaba en casa, impaciente. Se notaba que quería hablar conmigo.


HILDA


- María, ¿sabes que soy feliz a tu lado?- hizo una pequeña pausa.- Eres una mujer maravillosa, que ha llenado de esperanza estos cuatro años de relación. Cuando tuve miedo, siempre me tendiste la mano y me cobijaste. Recuerdo todo lo que hiciste para enamorarme, para acercarte a mí, aun sabiendo que yo era una chica que se afirmaba heterosexual, y de aquel pueblo que veía la homosexualidad como una enfermedad. Recuerdo que nos presentaron, tú eras la novia de aquella ex amiga mía, pero tus ojos al verme se llenaron de luz, no parabas de mirarme mientras yo, más tímida, solo te esquivaba. Recuerdo que horas después me pediste el número y yo, ebria, te lo di. Te dije "Nos vemos en Maracaibo al terminar las vacaciones, escríbeme".  Tú te quedaste anonadada y al pasar las vacaciones y unas semanas más, te dignaste a escribirme. Pasamos el día mediante textos, no podía creer lo mucho que hablaba con una tía pero seguía respondiendo...


Yo la observaba con los ojos brillantes, viviendo de nuevo cada una de sus palabras. Mientras, mi corazón palpitaba sin cesar, pero también pensaba que tenía que herirla al decirle que pronto dejaría de estar con ella.


- María, un día me llamaste y, sin pensar, me preguntaste que si tenía novio. Te dije que no, porque ninguno me llenaba a pesar de todos los pretendientes que tú ya sabías. Yo era bastante loquilla, me gustaba tener a muchos tíos detrás de mí, y les daba alas a todos. Sin esperarlo me dijiste "Quiero que seas mi novia. Piénsalo. Yo te volveré a preguntar en un tiempo. Solo te pido, que si deseas decir que no, lo hagas en este momento o antes de que vuelva a pedírtelo." Me colgaste y me quedé sin palabras. Una mujer me había pedido que fuera su novia. Recuerdo que me pregunté "¿Señor, será mejor que me aleje de María? ¿Será nociva esta mujer para mí?"


Yo la miraba y ella siguió hablando.


- Poco a poco, te acercaste a mí entre discos, rumbas y mucho alcohol, nos hicimos inseparables. Dos meses después, me invitaste a un centro comercial, me dijiste que querías comprar varios obsequios para tu ahijada, y que querías mi opinión. Yo acepté con gusto, sin saber que esos regalos eran para mí, y que el momento de decir "Sí" había llegado. Me invitaste a un café-bar, escogiste una mesa en un rincón, había poca luz, la decoración era entre verde aceituna y marrón, el servicio era excelente. Pediste una botella de vino, me dijiste que los obsequios que tanto tardamos en comprar, un peluche y algunos chocolates, eran para mí y que si oficialmente quería ser tu novia. Yo enmudecí. Solo te coloqué un anillo y brindé por nuestro amor un primero de julio. Para cambiar de tema, te dije "¿Cómo llamamos al peluche?" "Julio" respondiste. Yo te dije "Julia. Es niña" y entre risas seguimos disfrutando del Merlot que endulzaba nuestro inicio.- Hizo una pausa.- María, ¿recuerdas nuestro primer beso?
– Sí. Fue después de tres meses. Una noche platicando, luego de tomar unos tragos sociales, luego de tantas miradas de seducción, y tomadas de las manos, a escondidas de nuestras amigas. Queríamos mantener en secreto la relación pero, éramos tan obvias en las visitas juntas al baño, las miradas, los roces bajo la mesa, los textos como medio de comunicación personal, en fin, todas sabían nuestra relación y se reían de cómo tratábamos de ocultarlo. ¡Cómo me costó llegar a tu boca! Te respetaba tanto, que temía hacerte daño o, peor aún, tu rechazo.- Risas pícaras adornaban nuestra charla.
- ¿Entonces también recuerdas nuestra primera vez?
- Sí. Fue un fin de semana que quedé sola en la residencia universitaria. Te invité y tu llevaste a un grupo grande de tus amigos y pretendientes. Al amanecer, se fueron todos y quedamos juntas. Recuerdo que había dos camas individuales, las sábanas eran azul marino y, en la otra cama, decoraban unos dibujos animados, sábanas de cuando éramos niñas. La habitación era de un color blanco ostra, adornado con franjas amarillas, había un espejo grande en la pared derecha, por el cual me pediste dormir en la cama que estaba a la izquierda. Sentí que te daba vergüenza hasta verte conmigo.- dije entre risas.- Allí,  me pediste que durmiera a tu lado, estabas pasada de tragos. Yo te observaba, y tú me abrazaste. Me dijiste que me querías tener más cerca y me subí encima de ti. Te besé con pasión, besos que recorrían, sutilmente, todo tu cuerpo. Yo me sentía en las nubes. Tocaba tus caderas y tú me agarrabas por el cuello. Sentí como tu ritmo cardíaco comenzaba una sinfonía que, hasta ahora, no he podido olvidar. Tu cintura se movía, me apretabas, tomabas mi cabello. Me decías que no me separase de ti, en susurros. Desabroché tus pantalones y acaricié tu clítoris, delicadamente. Comenzaste a gemir. Yo correspondía tus caricias sin pensar en nada más. Mordía tus labios, luego los acariciaba hasta borrar mi rastro. Fui hasta tu cuello, succioné un poco y me gritaste que no parase. Te movías rápido. Te gustaba. Yo también me movía, buscando tus caricias. Subí mi mano y poco a poco te quité tu sujetador y, mientras pellizcaba tu pezón ya erecto, gemiste. Luego recorrí todo tu seno, explorando por primera vez su gran tamaño. Tú me decías que te gustaba. Comenzaste a tensar el cuerpo y llegó tu clímax. Te quedaste inmóvil. Yo también. Colocaste tu mano derecha en tus ojos, querías desaparecer del mundo. Por minutos, me quedé allí sin decir una palabra. Decidí bajar por tu vientre y recorrerte el cuerpo con mi boca. Fui quitando la ropa que estorbaba a mi recorrido, seguías afectada por ese mágico orgasmo. Sin embargo, yo seguía con ganas de más. Lentamente, besé y mordí cada parte de tu vientre y tus caderas. Mientras mis manos recorrían las piernas más suaves que jamás había tocado. Tenerte así, para mí, invadía mi alma de deseo. Decidí llegar a tu intimidad. Acaricié tu vientre y sutilmente, entre movimientos, fui bajando. Te acaricié los labios, delicadamente, notando como te humedecías, tu respiración se entrecortaba y gemías ante cada una de mis caricias. Levantaste la cadera buscando mis labios, y mi lengua acarició tu clítoris. Era la primera vez que probaba a una mujer, tu sabor era delicado, mi boca te buscaba con avidez, y tú movías suavemente tu cadera, siguiendo mi ritmo. Tenías un sabor tan único... Jamás imaginé que sería así. Recorrer tus labios, succionar tu clítoris mientras tu gemías y retorcías en la cama, no sabía si lo hacía bien solo quería saciar mi sed de ti. Mi lengua se llenó de tu jugo. Yo no sabía cuándo sería suficiente, pero era tan maravilloso hacerte mía, que juguetear se volvió casi adictivo. Tomaste mi cabello y me obligaste a continuar, ¡eso me excitó tanto! Yo sólo seguí tus sutiles indicaciones y entregué todo de mí, hasta lograr ese maravilloso orgasmo que vino acompañado de gritos, gemidos que me hicieron entender lo que es hacer sentir a una mujer. Al terminar, solo me atrajiste hacia ti, me besaste en los labios tantas veces hasta quedar dormidas. Una abrazada a la otra, inmersas en algo que va más allá de un orgasmo compartido.- Me lancé sobre ella y besé sus labios.
- En tus palabras recordé la magia de nuestro amor, ya hace años de eso. Tengo una noticia que darte.
-Yo también tengo una noticia que darte.- María cerró los ojos.
-Amor, nuestro sueño se cumplió. Seremos madres. La inseminación fue un éxito.


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 "La fe escondida en tu mirada"          Capítulo 2


Escrito por LaImposibleIvii