Relato: "Un café y un polvo" Parte 16 (Capítulo 49)

jueves, 27 de abril de 2017
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PARTE 16. CUANDO EL RÍO SUENA, AGUA LLEVA.


CAPÍTULO 48. RECOGIENDO TEMPESTADES.

MARTINA
Intentaba tener vida normal.

Estuve semanas como una zombie. No comía, no dormía, no salía de mi habitación. Las chicas llegaron a preocuparse de tal manera que vino un médico a reconocerme en mi propio domicilio. Gabi fue como la madre que nunca tuve, siempre atenta a mí. Me preparaba la comida, me daba los medicamentos, me obligaba a comer, a ducharme, a intentar dormir… aunque la usé más como paño de lágrimas. En el piso no paraban de entrar y salir mis amigas para saber si había algún cambio en mi comportamiento. Ellas eran mi familia, porque la mía propia ni apareció por casa, aunque lo agradecí. Eso sí, no pararon de llamar por el asunto de la boda de mi hermana que, por cierto, es por lo único que me arrepiento, no haber asistido al evento, pero no quería estropear uno de los mejores días de mi hermana. Fue con ella con la única que quise hablar y con la que me disculpé contándole, sin muchos detalles, la causa por la que decidí no asistir a su boda.

Lucía no cesó en su empeño de hablar conmigo desde que se enteró de lo sucedido. Era tremendamente testaruda cuando se le metía algo en la cabeza. Tuve que acceder a hablar con ella, y no me arrepiento. Lucía siempre me ha dado paz, confianza, siempre ha habido una conexión entre nosotras. Aunque Alba era su hermana, comprendió toda la situación y mi decisión ante esos hechos. La admiraba. Apenas era mayor de edad y tenía una mentalidad de lo más adulta. Desde entonces hablo con Lucía, al menos, una vez a la semana. La verdad es que no quiero perder contacto con ella, no se lo merece.

De Alba, no me apetece ni de hablar de ella. Estuvo viniendo todos los días para intentar hablar conmigo. Me llamaba cada día. Mensajes en el Whatsapp. No era acoso, porque no se excedía en los intentos diarios, pero sí constante. Un día, sin más, dejé de recibir llamadas de ella. Lucía debió hablar con Alba después de tener la conversación conmigo. Nunca me lo confirmó, pero era evidente que tuvo que hacerlo porque coincidía en las fechas.
No me interesa nada referente a Alba. Desde ese día no sé nada de ella, ni me importa. Me rompió, me rompió en mil pedazos y solo dejó una Martina ausente del mundo real. Fue tanto el dolor que, cuando me di cuenta, me encontré que ya no sentía absolutamente nada por dentro. Me había quedado vacía.

Nuestra relación fue tóxica, siempre lo supe, pero no dejé nunca de creer que lo podríamos superar juntas si realmente queríamos hacerlo. La cuestión es que no estábamos juntas en eso. Si solo remaba yo por mi lado de la barca, nunca avanzaríamos, solo daríamos vueltas constantes, y eso es lo que nos pasaba, nunca avanzábamos. Decidí poner un punto y final a todo eso.

Lo decidí y así lo hice. Con las mínimas fuerzas que me quedaban, comencé a reconstruir a Martina. No sabía que nueva versión saldría de mí misma, pero lo que tenía claro que es tenía que seguir con mi vida, con o sin sentimientos, pero vivir. Gabi fue muy importante en todo ese proceso, pero el pilar principal fue, para mi sorpresa, Lola. No me esperaba encontrar a una Lola tan entregada a que yo saliera adelante. Ella era amiga de Alba, desconfiaba de sus intenciones cada vez que se acercaba a mí con la excusa de ayudarme, pero descubrí a una persona muy diferente de lo que pretendía aparentar con la gente de su alrededor.

Comencé a comer algo más, a salir de vez en cuando, a tener de nuevo las cosas ordenadas. ¡Odiaba el desorden! Mi vida fue un auténtico desorden durante semanas. Logré centrarme poco a poco en los estudios y, en definitiva, parece que empezaba a resurgir. Intentaba vivir sin muchos sobresaltos, lo más normal posible. Evitaba problemas, esquivaba discusiones. Quería estar tranquila y sin preocupaciones de ningún tipo. Está claro que no se puede tener todo y, por supuesto, ya comenzó a haber algo que no me dejaba estar en calma.

Hacía varios meses que mi padre ingresaba en mi cuenta un dinero que me daba para vivir demasiado bien. De no saber nada de él, que tuve que ponerme a trabajar porque ni siquiera me daba lo mínimo, me encontraba ahora que me hacía transferencia mensualmente de una cuantía bastante importante. ¿A qué estaba jugando?¿Qué maléfica conspiración habría ideado mi madre contra mí que había metido a mi padre por medio?

No me encontraba nada cómoda en esa situación. Creí que los ingresos cesarían pero no fue así, por lo que estuve varios días intentando hablar con mi padre. Por un motivo u otro, siempre estaba ocupado y siempre me decía que me devolvería la llamada, cosa que nunca hacía. La verdad es que no me sorprendía, siempre fue así conmigo, siempre era yo la que tenía que insistirle para que hiciéramos cosas juntos. El trabajo era su vida, no su familia. Esta última vez que contacté con él, le amenacé con ir a la oficina y plantarme allí hasta que me recibiera. Le montaría un buen jaleo en medio de todo su personal, y me daba igual que hubiese o no clientes allí. Sé que eso le desquiciaría. La idea de que apareciera en la oficina no debió gustarle mucho, porque me encontraba con una videollamada de él a través de Whatsapp.

— ¿En Andorra? ¿Qué haces en Andorra?
— Por motivo de trabajo, Martina. Parece mentira que me estés preguntando eso.
— ¡Pues claro que te pregunto! No sueles viajar. La mayoría de los asuntos los tratas por teléfono o personalmente, pero en tus oficinas. Y precisamente, en Andorra no tienes ninguna oficina. ¿O sí y no me he enterado?
— No. Pero me has dado una idea. Me lo tendré que plantear. Por esta zona podríamos…
— Papá, sabes perfectamente que no quiero hablar de tu trabajo — dije intentando evitar de que se me fuera por las ramas. Tiene siempre esa habilidad para eludir los temas que no le interesaban. — Vamos al grano. Sabes perfectamente porqué llevo días intentando hablar contigo. Dime porqué me estás transfiriendo mensualmente ese dinero.
— Porque eres mi hija.
— ¡Ja! ¿Ahora soy tu hija? Te caíste de la cama y te diste un tremendo golpe en la cabeza, ¿verdad?
— Es la verdad. No te he tratado como tal y quiero enmendarlo.
— No empieces con palabrería barata, papá. Tú y yo sabemos que no eres así y, por supuesto, las personas no cambian de la noche a la mañana porque sí. ¿Ha sido mamá la que te ha pedido que lo hagas?¿Qué me va a pedir a cambio?
— No, no. Tu madre no sabe nada, y será mejor que no lo sepa. Mejor evitar encontronazos con ella.
— En serio, papá, no te entiendo. ¿Por qué no os separáis de una vez?
— No es tan fácil…
— Papá, tan fácil como llamar a tu abogado y firmar el acuerdo de divorcio. Te quitará la mitad de todo lo que tengas, pero tú podrás vivir en paz. Tienes dinero suficiente como para dejarle la mitad y seguir viviendo de lujo. Deja de hacer el imbécil mandándome dinero y manteniendo a esa harpía.
— Seguiré mandándote dinero. Adminístralo con cabeza y obtendrás muchos más beneficios…
— Me sigues tratando como una niña pequeña, papá. No sigas por ahí porque no cuela. No eres así y algo ha pasado. O me lo cuentas ahora mismo o hablaré con mamá. Sabes que te hará la vida imposible, si es que no lo está haciendo ya.
— Martina, ¿no lo puedes dejar estar? Coge ese dinero, que es tuyo, y vive sin problemas económicos.
— Prefiero vivir sin otro tipo de problemas. No voy a parar hasta que me digas que puñetas pasa, y sabes que soy muy cabezona.
— Sí, lo sé. La historia es larga y prefiero contártelo en persona. Por teléfono no es seguro.
— ¿Seguro? Papá, me estás asustando, y encima tú en Andorra. Me están viniendo muy malos pensamientos…
— Martina — me interrumpió — mañana estoy por allí. Pásate por la oficina a eso de las cinco de la tarde y te lo cuento todo.

ALBA
— Pues no. No lo entiendo. Ya puedes explicármelo de nuevo.

Mi hermana me estaba tocando el coño, y mucho. Si no fuera por esa enorme barriga, de dimensión descomunal, no me hubiera apiadado tanto y la hubiera echado de mi cuarto a hostias.

— Lu, vete a la mierda. Me tienes hasta el coño con tus gilipolleces. Ya te lo he dicho. No hay más nada que explicar.
— ¡Claro que hay! Estás huyendo. Huyes de ella, huyes de mí, de Almu, de mis gemelas… ¡Eres una puta cobarde! Siempre huyes. No sabes hacer otra cosa.
— ¿Pero tú te estás oyendo? Me han destinado a París, te lo he dicho mil veces. No puedo dejar el trabajo. Por si no te has dado cuenta, tengo muchas bocas que alimentar, ¿sabes?
— ¡No!
— ¿No? — le pregunté señalándole el inmenso bombo que tenía como barriga.
— Bueno… sí, pero no.
— ¿Pero a ti que coño te pasa, barrilete?

De repente, se me puso a llorar de pie, en mitad de mi habitación. No me esperaba esa reacción y me fui a abrazarla. Su barriga me impedía poderla estrechar entre mis brazos como quería hacerlo, por lo que tuve que situarme a su lado. Se me escapó una risita ante tal situación cómica. Me miró algo sorprendida por mis actos y se contagió de mi risa.

— Dime, ¿qué pasa? Estás fatal con las hormonas de los cojones.
— Alba, me veo de nuevo sola. Ya no es solo cuidar a Almu, es que ya serán tres. A veces, toda esta situación me supera y tengo que explotar de alguna manera. No sé si podré…
— Shhhh… Tranquila, pequeña. Claro que podrás. Tú puedes con esto y con todo lo que te echen. Además, ¿qué coño es eso de que te ves sola? Tienes a Manu, a su familia, a mamá…
— ¡No me hagas reír, Alba! Mamá es otro de mis problemas, y que tendré también que acarrear con ello.
— Estaremos juntas en eso... y en todo. Mamá necesita un psicólogo. Al final, la depresión ha podido con ella. Tenemos que hacerle entrar en razón, y que vea que necesita ir al psicólogo para encontrarse mejor.
— No lo hará.
— Sí, ya lo verás. Pues eso, tonta. Los tienes a ellos y me tienes a mí. No físicamente, durante un tiempo, pero estoy para todo lo demás. No te faltará dinero, ni comida, ni sitio donde vivir. Ya lo hemos hablado, Lu. Os quedáis a vivir en mi casa, y te pasaré dinero mensualmente para que no te falte de nada. Todo saldrá bien, estoy segura.
— Claro, tienes razón. Todo va a ir bien. Es que, a veces, todo me sobrepasa.
— Es normal. Lo que no es normal es la fuerza que tienes para afrontarlo todo de la manera que lo haces. Te envidio, cabrona. Yo soy un puto desastre.
— Sí que lo eres. Sobretodo con Martina. De todas formas, te agradezco que pensaras lo que te dije y actuaras en consecuencia.
— Ya… Estaba claro que nos hacíamos mucho daño. La quiero con toda mi alma, pero no quiero dañarla más, se merece ser feliz, estar con alguien que le de tranquilidad, y no quebraderos de cabeza. Ha sido mejor así, le deseo lo mejor.
— Alba, ¿tú cómo estás?
— ¿Sinceramente? Rota por dentro. Lo hice como el puto culo. Está claro que no puedo estar con nadie…
— No digas eso, Alba.
— Es la verdad. Pero bueno, barrilete, ahora no quiero centrarme en mí y en mi jodida vida. Estáis vosotras y en eso me centro. Hablando de eso, tengo que hacer algunas llamadas de trabajo.
— Vale. Bajo a preparar la comida. ¿Alba?
— Dime.
— Todo saldrá bien.

Me guiñó un ojo y salió de mi habitación. Esta niña era la puta ama. No sé de dónde puñetas sacaba las fuerzas, pero era jodidamente increíble. La admiraba.
Cogí el móvil. Ojeé la agenda y marqué.



— ¿Alberto? Sí, soy Alba. ¿Pudiste averiguar algo?... ¡Eres la puta hostia! ¿Y por qué no me has llamado para contármelo?... Entiendo… ¿Tienes la documentación que lo confirma?... ¡Te follaría ahora mismo! Lástima que soy lesbiana — la risa creo que se escuchó hasta en la cocina — ¿Algo más que tenga que saber de ese hijo de puta?... Perfecto. A Mateo ya lo tengo cogido por los huevos.
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Arwenundomiel

Concentración por el colectivo LGTB de Chechenia

miércoles, 26 de abril de 2017

Ayer, en la plaza de la Constitución de Málaga, hubo una concentración organizada por asociaciones y entidades LGTB, pidiendo que se investigue lo sucedido en Chechenia contra la población LGTB.

A esta manifestación, se unía el ayuntamiento de Málaga, cuyo representante al acto fue el propio alcalde de la ciudad, Francisco de la Torre. Se pretendía con ello, dar apoyo y solidaridad a las personas homosexuales y bisexuales que fueron perseguidos en Chechenia.

Se leyó un manifiesto donde se comunicaba la solidaridad pero, además, se exigía investigaciones ante esos hechos, y así  poder ser llevados ante la justicia los responsables de esa barbarie. Se solicitaba, también, explicaciones a Rusia por todo lo sucedido y que los culpables no queden sin ser juzgados.
Además, se demandó al Gobierno español que condene la violación de derechos humanos en Chechenia, como también las declaraciones de odio que realizaron las autoridades de esa república hacia el colectivo LGTB.

Tras la lectura del manifiesto, un colectivo de transexuales también mostraba su apoyo al colectivo LGTB en Chechenia, aprovechando para  manifestarse ante la gran pasividad que hay en todas las entidades, tanto gubernamentales como educativas, ante todo lo referente a la transexualidad.

Pudimos escuchar testimonios propios de transexuales donde se plasmaba la no conformidad y el poco respeto hacia ellos, exigiendo la concienciación y que promuevan la aceptación en la sociedad de este colectivo.

Escrito por Arwenundomiel

Película: La chica danesa

martes, 25 de abril de 2017
Director: Tom Hooper
Reparto: Eddie RedmayneAlicia VikanderAmber HeardMatthias Schoenaerts,Ben WhishawSebastian KochEmerald FennellVictoria EmslieAdrian Schiller,Jeanne AbrahamRebecca RootCosima ShawEleanor HafnerAlicia Woodhouse,Ole Dupont
Género: BiografíaDramaHistoria
Año: 2015
Duración: 120 min.
Sinopsis: Inspirada en la historia real de Einar Mogens Wegener, también conocido como Lili Elbe. Este ilustrador/a danés de principios del siglo XX está considerado/a, oficialmente, como el primer destinatario/a de una cirugía de cambio de sexo, cinco operaciones en dos años de corte experimental que, en última estancia y tras no dar el resultado esperado, le acabaron causaron la muerte en 1931.
La cinta, de igual manera que ocurre en la novela, se centra principalmente en la historia de amor que vivió Einar/Lili con la pintora e ilustradora erótica danesa Gerda Wegener, quién abandonó su exitosa carrera para apoyar a su pareja sentimental.

Comentarios:
En dos palabras: me encantó. Ya me habían hablado de ella, y bastante bien por cierto.
Película basada en una historia real, dándome muchísimo sentimiento. La historia que trata es realmente preciosa. Un amor inmenso e incondicional de la esposa Gerda, quien apoyaría siempre a su esposo en el deseo de cambiarse de sexo. Te hace pensar si realmente existe ese tipo de amor tan enorme, tan sincero, y con tanta entrega. Sinceramente, os diría que sí, que sí existe, y en esta película también nos lo narra. Particularmente a mí, aunque el protagonista es Einar/Lili, la que me ha centrado toda la atención fue su mujer. Maravillosa donde las haya.

Increíble interpretación de Eddie Redmayne que, desde que lo vi en la película de La teoría del todo, lo sigo desde entonces. Mis más sincera enhorabuena por este trabajo.

Os la recomiendo que la veáis sí o sí. Seguro que la veré varias veces más, con lágrimas en los ojos siempre.
Escrito por Arwenundomiel



Bueno, comentaros lo maravillosa que me ha parecido esta película aunque, he de decir, que me pasé buena parte de las dos horas llorando a moco tendido.

Si habéis leído la biografía de Einar Wegener, encontraréis algunos fallos dentro de la trama de la película pero, al fin y al cabo, si la hicieran al pie de la letra, duraría al menos 5 horas.

Escrito por Nika

Relato erótico: Ella

jueves, 20 de abril de 2017
Todo ocurrió en un segundo. Mi boca penetró en la suya como un puñal que se clava en las entrañas, y mi lengua buscaba impaciente su sabor. Poco después​, estábamos desnudas, una frente a la otra, mirándonos con ojos encendidos, deseosas de tocar cada rincón de nuestros cuerpos.


La atrapé con mis brazos y la conduje hasta la pared de la habitación. La cogí en brazos, hasta que entrelazó sus piernas a mi cintura, provocando que su coño me rozara, abrasándome la piel con el calor que ella desprendía. Enseguida noté como mi sexo se convertía en un mar embravecido, así que no me pude contener. Me introduje los dedos hasta lo más profundo de mi ser, mientras le lamía los pezones erectos y duros como el hielo. Ella no paraba de gemir al ritmo de mis movimientos así que, sin previo aviso, desmontó de mi cintura, cogió mi mano llevándola a su boca y chupó el dulce néctar que recorría mi piel.


Eso terminó de encender las brasas de mi cuerpo y la tiré sobre la cama. Ella me miró con fuego en los ojos y se abrió de piernas, dejándome libre el camino que llevaba hasta su clítoris duro y enrojecido. Sin más, me abalance sobre ella y empecé a chupar y chupar y chupar, chupando hasta que sus gritos y gemidos sonaron ahogados por el placer que estaba experimentando. Pero yo no quería que acabara. Quería que siguiera disfrutando, gozando de un éxtasis infinito, así que paré y me incorporé cogiendo sus manos y pasándolas por encima de su cabeza para poder atarla. La besé desde la frente hasta la punta de los dedos de los pies, viendo como su vello se erizaba al paso de mis labios, de mi lengua, de mis dedos. Me aseguré de excitarla al máximo, de que estuviera tan húmeda que ni el calor del infierno pudiera secarla. Fue entonces cuando saqué el arnés, me lo puse y la penetré. Una embestida, dos, tres… y así hasta que las gotas de su humedad recorrieron mi dildo, hasta que gritó mi nombre, hasta que su voz entrecortada me decía que no podía más, que quería correrse.


La desaté para que sus manos sudorosas pudieran tocarme mientras que yo seguía penetrándola cada vez más fuerte. Quería que llegara al clímax y hacer caso a su deseo. La cogí de la cintura y la senté en mis piernas sin salirme de su interior. Acto seguido, empezó a moverse, arriba y abajo, arriba y abajo, como si de una experta amazona se tratara. Cada vez iba más rápido. Su respiración se agitaba, sus gemidos eran música para mis oídos y cada vez más fuertes, más seguidos, lo cual significaba que el final estaba cerca, tan cerca que se corrió. Se corrió una vez, dos… Sus espasmos eran fuertes y sus gritos ensordecedores. Un mar brotaba de su coño dejándome las piernas empapadas.


De repente, desperté… Noté que estaba húmeda y muy excitada. Miré al otro de la cama y allí estaba ella, dormida y completamente desnuda. La miré y una sonrisa traviesa se dibujó en mi cara porque solo había una cosa que podía hacer.

FIN

Escrito por Vane

Juguete erótico: Bolas tailandesas anales Flexi Felix

martes, 18 de abril de 2017

Bolas tailandesas anales Flexi Felix de Fun Factory

Este divertido gusanito será un buen amigo para vuestros juegos eróticos. Aumentará esa sensación de placer en el momento del orgasmo, o úsalo también como forma de dilatación del músculo, en vista a una penetración de mayor tamaño.

El material con el que está hecho, silicona de grado médico, hace que sea muy flexible y suave al tacto.
Sus bolas, desde el extremo a su cabeza, va aumentando de tamaño para así ayudar mejor a su introducción en el ano.
Los ojos del gusano es una perfecta sujeción para tirar de él hacia fuera en el momento que decidamos.
Su cabeza, bastante ancha, impide que el juguete pueda introducirse por completo en el ano, evitando así problemas a la hora de la extracción.


Para usarlas analmente, se necesitará lubricación, ya que el esfínter del ano no lubrica por sí solo. Se recomienda lubricante con base de agua (Flexi Felix, al ser de material de silicona, mejor NO usar lubricante con base del mismo material).

Su uso más usual es introducirlo poco a poco, con ayuda de mucha lubricación, mientras estamos en los preliminares. Se deja introducido mientras estamos en los previos. Es una sensación agradable. Se puede tirar de él de vez en cuando, provocando que se dilate un poco el esfínter y luego se contraiga, sacando y volviendo a meter bolas. En el momento próximo al orgasmo, se van extrayendo lentamente, estimulará los músculos anales y aumentará la sensación de placer en ese orgasmo.

Utilízalo también para dilatar el músculo si lo que se tiene pensado es una penetración posterior de mayor tamaño, puede ser un excelente juego de preliminares.

Por supuesto, como con cualquier juguete, nuestra imaginación nos podría dar más formas de jugar con él. Solo es animarse, probar y disfrutar de ello.

Ficha técnica:

Marca: Fun Factory
Material: Silicona de grado médico                                             
Textura: Suave, blanda, abultada
Longitud: 31 cm.                                                                           
Longitud penetrable: 5,5 cm.
Diámetro: Variable (de 1,7 cm. a 2,5 cm.), crece en tamaño desde el extremo.
Número de bolas:  bolas ovaladas.
Necesidad de lubricación (1 a 5): 4                                                                                    
Lubricante compatible: Base de agua.
Propiedades: Libre de látex, hipoalergénico, no poroso, sumergible 
                      en agua.                                                                        
Mantenimiento: Lavar con agua tibia y jabón neutro.
Nivel de experiencia: Iniciado                                                                           

Escrito por Arwenundomiel
Fuente: Sex Coolture

Relato: "Un café y un polvo" Parte 16 (Capítulo 48)

jueves, 13 de abril de 2017
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PARTE 16. CUANDO EL RÍO SUENA, AGUA LLEVA.

CAPÍTULO 48. HABLARLO NO SIEMPRE AYUDA.

LUCIA
Desde ese día, donde todos supieron mi decisión de tener a mis pequeñas, todo había cambiado. Creo que fue el punto de inflexión de un antes y un después de la vida de todas nosotras, no siempre para bien.

Habían pasado varias semanas. Martina y Alba seguían sin hablarse. Mi hermana, gilipollas como siempre, pasaba las noches fuera de casa. Martina, encabezonada y con un cambio de actitud bastante notorio, se negaba en rotundo hablar del tema para solucionar la situación. Yo, en medio de ambas, intentando poner orden a todo eso. No quiero ni puedo decantarme por ninguna. Alba es mi hermana. Sé cómo es, por todo lo que ha pasado. Sé que es necesario que cambie un poco porque termina echando de su vida a todo el mundo. Esa fuerza, ese genio, ese pronto… es su esencia. Lo que debería es saber encauzarla mejor.

Martina siempre ha sido un amor desde que la conozco. Paciente, racional, afable. En todo este tiempo, no ha parado de pasarle cosas. La han violado, su violador es la pareja de su madre, la muerte de Cati… y sé que hay cosas mucho más graves, pero que no me quiere contar. No es de extrañar que Martina ya no sea la misma. Es más dura. Parece haber puesto un muro alrededor de ella para su defensa. Esa confianza que le tenía a todo el mundo, ha desaparecido. No le culpo. Confió en personas que después le han hecho mucho daño.

Yo sigo pensando en tener a mis bebés. Manu está conmigo en esa decisión. Fue entendible la reacción de ese día. Se marchó en el momento que se lo dije. No quiso huir, buscaba estar solo para poder asimilar todo lo que le venía encima. Tenía que sopesar todo el remolino de sentimientos que le estaban volviendo loco.
Ese día, donde Alba estampó la copa de vino en la pared, Manu regresó a casa. No por la amenaza que mi hermana le hizo de cortarle los huevos como me dejara sola en esos momentos, sino porque estaba enamorado de mí. Quería a estas niñas que eran fruto de nuestro amor. Quería estar conmigo siempre. No suelo equivocarme. Sé que lo que me dijo es lo que realmente sentía… y siente. Ahora está viviendo conmigo en casa de Alba. Él no quiere que diga eso, teme como a una vara verde a mi hermana, evitando tener cualquier desencuentro con ella. Manu prefiere que diga que pasa todo el tiempo posible conmigo, solo eso. Es tan idiota que no quiere deshacer la maleta con su ropa. Sus cosas de aseo siempre las guarda en su neceser, y la ropa sucia las lleva a casa de su madre para lavarlas allí. Le horroriza que Alba llegue a pensar que él también se ha instalado en su casa. Me hace gracia su forma de actuar, es adorable.

— ¡Qué bien huele en esta cocina!

La expresión de Martina me hizo reír y sacarme de mis pensamientos.

— El hambre agudiza los sentidos, Martina. Prepara la mesa, por favor. Esto está casi listo.
— Claro. ¿Cuántos somos para comer?
— ¿Alba viene a comer?
— No lo sé, ni me importa.
— ¡Martina, por favor! No podéis seguir así. Es absurdo.
— Lu, no insistas. Sé que es tu hermana y que la quieres, pero ya estoy harta de ser siempre la que de su brazo a torcer. Debe aprender a no ser tan egoísta y a controlarse, al menos, con las personas de su entorno. Sinceramente, creo que eso nunca ocurrirá.
— ¡No digas eso! La conoces tan bien como yo. Exteriormente es todo lo que dices, pero sabes que interiormente es una niña tierna, temerosa de sus monstruos y que necesita su refugio de paz. Eso se lo da sus amigas, su familia y, sobre todo, tú.
— Yo también necesito mi refugio de paz, Lu. ¿O eso nadie lo entiende? Todas me decís que lo intente arreglar con Alba, pero nadie se atreve a decírselo a ella. ¿Por qué? ¿Es que yo no merezco ese refugio?
— ¡Claro que sí! Ambas os lo merecéis. Por eso, quiero que os arregléis y empecéis a entenderos de una vez.
— Con Alba es imposible. De hecho, tengo las maletas preparadas. Vuelvo al piso que compartía con Gabi.
— ¿Cómo? ¿Qué estás diciendo?
— Que me voy, Lu. No aguanto estar aquí, ver a Alba y no dirigirnos la palabra. Saber que hay noches que no duerme ni en casa. ¿Eso para qué lo hace? ¿Para joderme más de lo que estoy? ¡Eso no es arreglar una mierda!
— Necesitáis estar a solas. Os falta mucha comunicación y privacidad. ¡Joder! No me había dado cuenta hasta ahora. Almu y yo nos vamos de nuevo a casa de mi madre. Ustedes lo arregláis solitas en casa y punto.
— ¡Ni se te ocurra mudarte de nuevo! Además, ya está decidido y hablado con Gabi. Se lo diré, de todos modos, a Alba. Lo que me faltaba es que encima se enterase por terceras personas de que me he ido.
— No quiero ni imaginarme cómo se lo va a tomar cuando se lo digas.
— Me da igual como se lo tome. Es su problema, no el mío.
— No te da igual, y lo sabes.

ALBA
¡Para qué mierda iba a irme mejor las cosas! Si pueden complicarse más, pues porqué no. Problemas y más problemas. Después, me dicen en mi puta cara, que siempre estoy estresada, cabreada y que no se puede hablar conmigo sin que termine alzándole la voz.

La decisión de Lucía me tenía alterada. Esta niña no terminaba de enterarse de la responsabilidad que conllevaba tener dos crías con solo diecisiete años. Mi casa era una puta residencia de adolescentes. Por más que quisiera enmascarar la situación el capullo de Manu, estaba claro que se había instalado allí también. Siempre decía, que una persona vive en un lugar cuando su cepillo de dientes está en el baño de dicho lugar. Me hacía reír el muy gilipollas, estando, varias veces, a punto de repicarle que también se dice cuando todas las noches se le oye gemir junto con sonidos extraños de cama. La verdad, es que no sé porqué no se lo he soltado ya para que no me chulee tanto con el cepillito de los cojones. Mi madre no terminaba de salir de esa depresión en la que había caído tras la muerte del cabrón de mi padre. Y Martina… Ella era mi tendón de Aquiles. No podía estar sin ella, pero con ella tampoco. Llevábamos semanas sin dirigirnos la palabra. Ya no dormía en mi habitación, la sustituyó Almu, y menos mal, porque Lucía y Manu eran como conejos. El preñado ha tenido que revolucionarles las hormonas. Martina comenzó a dormir en la habitación más pequeña de la casa. No la había habilitado para nada en concreto, y ella se encargó de darle su uso. Quería acercarme a ella, pero era como un témpano de hielo, insensible, no mostraba interés en mis palabras. Era como estar hablando con las paredes. Lo que más me jodía es que me decía que era yo la que estaba así con ella. ¡Pero de qué coño hablaba! Si era ella la imperturbable. Estar en esa situación era inaguantable. La casa me pesaba sabiendo que Martina estaba a pocos metros de mí y no podía, ni tan siquiera, hablarle. Mandaba a Almu que durmiera con ella, huyendo de mi propia casa. Iba a casa de Doris, de Carmen, de María… Hubo un par de días que aparecí en una habitación desconocida, acompañada de una chica que no sabía ni su nombre. ¡Los putos cubatas y las putas ganas de olvidarme de todo!

Esa mañana, había quedado con Maxi, la chica que iba a intentar averiguar algo sobre la irreguralidad de las cuentas de mi trabajo. Llevaba varias semanas mandándome emails y mensajes al whatsapp. En ellos, se podía ver que algo no cuadraba pero no terminaba de decirme el qué. Conociéndola, sabía que había llegado a descubrir todo el pastel, que estaba jugando conmigo, dándome pequeñas dosis de lo que había averiguado. No tenía el coño para gilipolleces, citándola en mi oficina hoy a las cinco de la tarde. No había ido ni a comer a mi casa. Me compré un sandwich mixto en el bar de al lado y, mientras iba recopilando toda la información que me fue enviando en todas estas semanas, me lo fui devorando casi sin darme cuenta.

Unos golpecitos en la puerta, me hicieron quitar la vista de entre todos los papeles que ya había acumulado. Era Pilar, la secretaria. Se asomaba tímidamente al estar la puerta entreabierta.

— Alba, ya está aquí Maxi. ¿La hago pasar?
— Sí, por supuesto. Hazla pasar y cierra la puerta, por favor.
— ¡Claro! Maxi, pase, por favor. La está esperando. — Pilar abrió de par en par la puerta para que entrara, siempre tan servicial — Alba, disculpa.
— Dime.
— Te recuerdo que en un cuarto de hora tengo que marcharme. Ya te había pedido permiso.
— Sí, sí. No te preocupes. No espero a nadie más.
— De acuerdo, gracias. Buenas tardes — Pilar se despidió cerrando sigilosamente la puerta.

Maxi se fue acercando a mi mesa, con ese contoneo que siempre le caracterizaba. Ella sabía de su atractivo, de su poder de seducción, le gustaba jugar con esas armas. Le sonreí, no podía hacer otra cosa al ver a una persona tan bella.

— Maxi, siéntate, por favor. — le señalé la silla justo enfrente de mi mesa — He impreso toda la documentación que me has ido enviando.
— ¡Vaya! Qué formal te has vuelto, con todo lo que hemos vivido juntas.

Maxi no me hizo ni puto caso. Siguió andando hacia mí, hasta ponerse justo en frente. Me cogió de la barbilla y me besó en los labios. Fue un roce de labios y con mucha intención. Su mirada lo decía todo.

— Prefiero sentarme aquí — colocándose en la esquina de mi mesa. — Así puedo ver mejor.
— Ya veo… — volví a sonreírle.
— ¡Venga, cielo! No seas tan suspicaz. Para ver mejor toda la documentación.
— ¡Sí, claro! Bueno… vamos al lío, Maxi. Está claro que, con todo lo que me has mandado, tú ya lo has descubierto todo.
— ¿Ahhh, sí? ¿Y en qué te basas para decir eso?

Me miraba juguetona, mordiéndose el labio inferior mientras cruzaba las piernas en un movimiento exageradamente sexy. Sin darme cuenta, mi vista estaba en su entrepierna cuando se acomodó, dándome cuenta que no llevaba bragas. Tuve un escalofrío.

— Alba, ¿estás centrada en los documentos o en que no llevo bragas?
— ¡Coño, Maxi! ¿Por qué haces esto?
— ¿El qué?
— ¡Provocarme! Estamos aquí por trabajo…
— También puede ser por placer, ¿o ya no te acuerdas de lo bien que lo hemos pasado?
— Hace tiempo de aquello, Maxi.
— Porque tú quisiste. Podíamos haber seguido con lo que teníamos.
— No teníamos nada. Solo follábamos.
— Pero lo disfrutábamos mucho.
— La verdad es que eran unos polvos increíbles.
— Ves…

Cogió mi mano, colocándola en la parte interior de su muslo. Notaba su calor, ese calor de la excitación en estado puro. Mi mano cobró vida, comenzando a acariciárselo. Mis ganas eran de ir más allá, mi mente desea saber todo ese misterio.

— Maxi, cuéntamelo todo.
— Mis labios están sellados hasta que me los abras tú.
— ¡No seas capulla! Dímelo y terminemos con esto.
— No seas capulla tú, y termina lo que has comenzado — dijo mientras miraba como le acariciaba los muslos. — Acábalo y lo sabrás todo.

Lo cierto es que no puse mucha resistencia. Estaba muy cachonda, Maxi siempre supo ponerme así. La tenía encima de mi mesa, abierta de piernas, instándome a saborearle. Mis ganas de volverla a probar ganaron a mi mente, la cual me pedía centrarme en el trabajo. Ahora, mi trabajo era ella. Le abrí los labios, como Maxi quería, pero esos labios húmedos de la excitación, resbaladizos. Con mis dedos fui masturbándola lentamente. Comenzaron a oírse los primeros gemidos, abriéndose más a mí. Deslicé mi silla, acercándome hasta tener su sexo frente a mi cara. Ya la olía, sentía ese calor que irradiaba, quería volver a probar su sabor. Mi boca besó su sexo. Continué con mi lengua jugando con su clítoris ya inflamado. Zigzagueé en él, lo acaricié de arriba abajo, de abajo arriba. Maxi se tumbó más hacia atrás, apoyándose con sus codos en la mesa. Su respiración era agitada, igual que la mía. La iba a hacer mía. Con mi dedo corazón hice un recorrido por todo su sexo, mientras mi lengua continuaba su juego clitoriano. Quería estar dentro de ella.

— Alba, necesito hablar contigo.

La puerta se abrió de repente mientras escuchaba esa frase. ¡Esa voz! Me levanté a la velocidad de un rayo, mirando hacia esa dirección. No me equivocaba, era Martina.
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Arwenundomiel