Relato: "Según lo pactado" (Capítulo 4)

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Ana, más relajada, se incorporó un poco sentándose esta vez en el bajo vientre de Melisa. Se inclinó hacia ella mirándola fijamente y apoyando levemente su frente contra la de Melisa. Hizo amago de besarla pero se reprimió, ella estaba por lo que estaba, nada más. Pero Melisa la tomó del rostro suavemente y le regaló un suave beso en los labios. Ana no pudo más que sonreír ante ese gesto tan delicado. "¡¡¡Melisa, la mujer dura y borde!!! le había besado de esa manera tan tierna".

- Gracias por el regalo, me ha encantado - sonrió.

- De nada, ha sido todo un placer - rió Ana tras ese juego de palabras y contagió a Melisa que no pudo aguantar y la abrazó. Ese gesto a Ana la sorprendió pero al instante también quiso abrazarse a ella y sentir todo su cuerpo caliente contra el suyo.

- Buenooo, ya, ya - dijo Melisa separando de un empujón a Ana - Ya nos hemos recuperado del folleteo, ¿verdad?. Pues andando, que ya han pasado como dos horas y yo te contraté solo por una - la seguía empujando para que se quitara de encima suyo.

Ana descolocada total, se puso de pie junto a la cama y viendo que Melisa intentaba sentarse y apoyarse en el cabecero de la cama, quiso ayudarla.

- ¿Qué haces, joder? Déjame a mí.

- ¿Pero qué te pasa? creí que....

- ¿Qué creíste? - le interrumpió Melisa - Follas estupendamente; la verdad es que haces tu trabajo realmente bien - Melisa terminó de sentarse cómodamente en la cama - Es probable que vuelva a contratar tus servicios y te recomendaré a mis amigas.

La rabia de Ana aumentó de manera exponencial escuchando a Melisa. Rápidamente iba encontrando toda su ropa y colocándosela sin ningún miramiento, intentando no explotar. "Realmente ella había venido a trabajar, habían contratado sus servicios de prostituta. No tenía ningún derecho a ponerse así. ¡¡¡Qué coño!!! tenía todo el derecho del mundo a ponerse así, Melisa no tenía por que tratarla así, sin educación y con gritos. No puede abrazarla y besarla de aquella manera para luego deshacerlo todo de un plumazo. No puede jugar de esa forma tan cruel con las personas. Eso hace daño, ella hace daño. Siempre había pasado de todo lo que le decían, lo que le duele ahora es que sea ella la que se lo diga. Joder, putos sentimientos de mierda".

- Hazme el favor de darte un poquitín de más prisa en vestirte - dijo Melisa mientras se limpiaba la corrida de Ana de su rostro con un pañuelo de papel - Mi asistenta debe de estar a punto de llegar. Lo extraño es que no haya llegado ya.

Ana terminó de abrocharse la blusa y de un manotazo cogió su bolso:

- Eres una hija de puta - le gritó dando media vuelta dirigiéndose a grandes zancadas hacia la puerta de la habitación.

- Perdona, la puta eres tú. No te confundas - dijo con toda la tranquilidad del mundo y mirándola desafiante.

- Vete a la mierda - salió dando un portazo.

- ¿Qué coño he hecho? - Se dijo Melisa así misma casi susurrándose y oliendo el aroma de Ana impregnado en el pañuelo de papel. Sus ojos se inundaron de lágrimas que no quiso que salieran.

Ana caminó todo el pasillo con paso rápido, con lágrimas que le corrían por las mejillas y preguntándose el por qué se sentía tan sucia, tan mierda, tan poca cosa. Llegando a la puerta principal, escuchó que la abrían. Era la asistenta de antes. Ana la vio e inmediatamente bajó la mirada y se encaminó hacia la salida. La asistenta se apartó a un lado para dejarle paso, la siguió con la mirada como salía del piso y cerró la puerta tras ella.

- ¿Melisa? - gritó.

- Estoy en el cuarto Inma - se escuchó decir desde el fondo.

Melisa se levantó de la cama y buscó su blusa. La puerta del cuarto se abrió e Inma entró sin llamar.

- Melisa, ¿qué te ha pasado? - preguntó mirándole los ojos hinchados y rojos obligados a no soltar ni una lágrima.

- La mierda de la alergia - contestó a la vez que se colocaba la blusa y empezaba a abrochársela.

- Si tú nunca has tenido alergia tía - se burló.

- Ahora vas a saber más de mí que yo. No me jodas Inma - terminó de abrocharse la blusa y se encaminó con paso lento al ventanal de la habitación para que no le viese la cara.

- Joder, como te pones.

- Me pongo como me da la gana. Ahí tienes el dinero y la cinta de vídeo - dijo Melisa con voz apagada - Como podrás ver, te he ganado la apuesta.

- ¡¡¡No me jodasssss!!! - exclamó Inma mientras cogía el dinero que Ana había rechazado de Melisa y la cinta de vídeo donde lo grabó todo - ¿Se tragó el cuento de tu invalidez y te lo hizo de gratis? ¡¡¡No me lo puedo creer!!!. Eres la puta ama - Inma no paraba de reírse mientras separaba y contaba los billetes que tenía entre sus manos.

- Ya puedes ir a por tu dinero y pagarme lo que me debes - dijo casi en un susurro y sin querer mirarla - ¡¡¡Ahora!!! - gritó.

- Ya voy hostias y no me grites - salió de la habitación.

- Cierra la puta puerta y después llama antes de entrar - dijo pausadamente.

Melisa a solas en su habitación, dejó caer todas las lágrimas acumuladas mientras apoyaba su frente en el cristal del ventanal. Como una premonición, sus ojos miraron hacia la acera de enfrente en el mismo instante en que Ana cruzaba la calle. Creyó ver como se secaba unas lágrimas con la mano y como salió corriendo, con el bolso abrazado contra su pecho y sin mirar atrás. "Perdóname" susurró mientras vio a Ana correr calle abajo.

FIN

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Escrito por Arwenundomiel