Relato erótico: "Según lo pactado" (Capítulo 2)

viernes, 7 de agosto de 2015
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- ¡¡¡Esto no es lo pactado!!! - le gritó a Ana mientras la agarraba de la muñeca izquierda. 

Ana se liberó de ella de un manotazo y le agarró del cuello con una mano controlando que no le hiciera daño.


- No te lo voy a volver a repetir - dijo Ana muy seria y mirándole a los ojos - No grites. Ahora eres mía y haré lo que me dé la gana contigo... incluso lo pactado. ¿Entiendes lo que te digo? - aflojó un poco la mano del cuello. Melisa asintió sin decir palabra a lo que Ana respondió con una leve sonrisa en sus labios.

Ana la soltó para dirigirse a su bolso que había dejado encima del tocador. Rebuscó en su interior y sacó un bote de lubricante y los billetes que Melisa le entregó.

- Me has pagado para follarte como a ti te gusta - comenzó a decirle a Melisa - Y lo haré, por eso no te preocupes; pero lo haré a mi manera. Aquí te devuelvo el dinero - continuó diciéndole mientras soltaba los billetes con un golpe seco en la mesita de noche y después dejó el bote con cuidado. Se volvió hacia la inválida y siguió desabrochando la blusa, deleitándose en ese cuerpo que veía, acariciando esos senos con el sujetador de encaje negro, ese vientre plano. Ana se había empapado solo en medio segundo, el tiempo que tardó en pensar que ese cuerpo era suyo durante una hora.
Ana se sentó encima de Melisa a horcajadas con sumo cuidado.

- ¿Te molesta? ¿Te hago daño? - preguntó intentando acomodarse justo por encima de las piernas de Melisa. Ella negó con la cabeza y con la mirada llena de lujuria contenida.
- Ajam. Muy bien, así me gusta. Calladita, quietecita y... - Ana bajó su mano introduciéndola por entre la entrepierna de Melisa por dentro de sus legging - bien mojada y dispuesta para mi mmmmm.

Melisa al escuchar esas palabras notó como palpitaba su entrepierna, como necesitaba que la follaran.

- Te quiero dentro de mí - le cogió la mano a Ana intentando dirigirla a su coño caliente - Ahora - le exigió. Ana le sonrió acercándose a su oído
- No cariño - le susurró - Te haré mía cuando yo quiera, no cuando tú me lo digas - le mordisqueó el lóbulo mientras se alejaba para verle bien el rostro. Ana se deshizo de la mano de Melisa y sus dedos rozaron levemente su clítoris inflamado. Melisa gimió, eso era lo que necesitaba que le hicieran explotar ya.

Ana terminó de desnudarla encendiéndose más y más con cada prenda que le quitaba. Se acercó lentamente a la boca de Melisa y con la lengua le rozó los labios. Melisa intentó atraparla siguiendo el ritmo lento que Ana había marcado pero no pudo. Ana sonreía, veía que Melisa entraba en el juego preliminar sin órdenes, sin gritos. Ana empezó a besarla y Melisa le correspondió abriéndole la boca para que su lengua pudiera entrar y juguetear. El rozar su lengua con la de ella la excitaba muchísimo y sus manos se posicionaron en ambas nalgas de Ana para apretarla junto a ella.
Ana se dejó y empezó a moverse, rozando su pelvis contra ella e intensificando el beso. Se estaba poniendo muy cachonda, le gustaba como besaba Melisa, como la apretaba contra ella.

- ¿Te está gustando que me roce contra ti, verdad? - le susurró a Melisa - Quítame la blusa - Melisa obedeció al momento. Al abrirle la blusa y quitársela por detrás se maravilló con esos dos pechos empitonados. Eran de la medida justa para sus manos y allí que fueron para cogerlos y acariciárselos.
- Nena, tú también estás cachonda como una perra - le dijo Melissa mientras le pellizcaba ambos pezones.
- No lo sabes tú bien - contestó moviéndose más rápido y provocando un gemido fuerte de Melisa. Se agachó para comerse sus tetas. Unas tetas de tamaño medio, pezones grandes y duros, de un marrón intenso. Con los dientes se los mordisqueó y se los estiró mientras fijaba su mirada en la de Melisa para ver su reacción. Melisa gimió de placer, se estiró hacia ella para darle más acceso, le contuvo la mirada.
- Sigue así nena. Muérdeme, hazme sentir, necesito sentir, sentirme viva - susurraba mientras le acariciaba los costados de arriba abajo al ritmo de su movimiento - Tócame, me estás matando y lo sabes.
- ¿Ahhhh, siii? - se incorporó un poco Ana para agarrarle de nuevo del cuello con la mano izquierda - ¿Ya no puedes más Melisa? Ni se te ocurra correrte hasta que yo te lo diga - su mano derecha bajó hasta el coño de Melisa. Su mano se impregnó de ella, notó como su entrepierna se mojó en segundos y como su humedad impregnaba a Melisa con su roce - Quieres que te haga mía ahora ehhh, te lo veo en tus ojos - Melisa quiso contestarle entre gemidos de placer por sus palabras pero Ana le agarró más fuerte el cuello sin llegar a hacerle daño - Shhhhhhhh no quiero que hables. Ya eres mía y lo sabes y cuando me hunda en tí, te me ofrecerás por completo - Los dedos de Ana jugaban traviesos en la apertura de Melisa pero sin llegar a penetrarla y su pulgar empezó a hacer círculos en su clítoris atormentado.
- Nena fóllame por dios, no aguanto más sin que me folles - alzó la voz Melisa impotente tras tanta excitación y sin que Ana quisiera ayudarla a llegar a lo más alto.

Ana sintió un escalofrío al escucharla. La tenía donde quería, rogándola, cachonda y a su merced. Fue sin pensárselo a comerle la boca sin más, con un ímpetu que a Melisa le sorprendió y que hizo mojarse más de lo que ya estaba. Como Ana siguiera así, se correría allí mismo sin que le trabajase el coño si quiera. Era buena, muy buena en su trabajo.
No podía creerse Ana lo excitada que le estaba poniendo Melisa; no podría decir si era su carácter autoritario o su posterior sumisión a ella pero como ella siguiera a ese ritmo se correría sin tan siquiera hacerle comer su coño bien caliente y dispuesto a ser comido. Los preliminares debían acabar para ponerse en acción o se iría antes de terminar su trabajo.
Ana se incorporó un poco, se dejó de rozar con Melisa y dejó de besarla para mirarla a los ojos. Melisa se sorprendió de ese parón tan inmediato, estaba tan caliente como una perra y como no la tocase y terminara ya, la mataría, juraba que la mataría.

- Nena. Disfruta - Ana le sonrío. Melisa no sabía a que se refería con esas palabras tan escuetas. Ana sin más la penetró hasta el fondo con dos dedos, mientras la agarraba por el cuello pero sin apretar. Melisa gritó, gritó de un placer intenso, de un placer que sin esperárselo le vino de pronto. Volvió a penetrarla, ahora con 3 dedos, bien adentro. Con movimientos rítmicos la penetraba fuerte una y otra vez mientras le miraba a los ojos - Ahora eres mía, mía Melisa. Disfruta de lo que te hago pero no se te ocurra correrte - Le ordenó.
- Serás hija de puta. Me correré cuando me salga del coño - espetó Melisa.
- ¿Cómo has dicho? - Ana la penetró con todas sus fuerzas y bien adentro hasta no poder más, mientra apretaba algo más su cuello. Melisa gritó, gimió de gusto - ¿Qué qué me has dicho? - Volvió a follarla fuerte. Una, dos, tres, más y más fuerte y más rápido - Mejor que te calles - dijo Ana mientras la follaba sin parar - Como te corras, te juro que no pararé de follarte duro hasta que no puedas más y me ruegues que pare - Le dijo acercándose a su oído para que la oyera en un susurro.

Ana aflojó de nuevo la mano del cuello y siguió hundiéndose en ella sin contemplaciones, con una fuerza brutal. Empezó a caérsele los sudores por la espalda del esfuerzo al hundirse en ella. Pero eso era lo que Melisa quería, lo que le gustaba, lo que le daba placer y es lo que le iba a dar.
Salió de ella sin explicaciones y cogió el bote de lubricante que dejó sobre la mesita de noche. Miró a Melisa con una lujuria inmensa en sus ojos y se impregnó toda la mano con el líquido lubricante. La respiración de Melisa se descontroló al instante, solo de pensar en lo que venía ahora, estuvo al principio de un orgasmo. "No, por favor, no. No me puedo correr ahora", pensó Melisa mordiéndose el labio inferior intentando pensar en otra cosa para no tener ese orgasmo que le venía de una manera bestial. Ana como perra en celo, olió ese orgasmo que le venía a Melisa:

- Ni se te ocurra, ¿me has entendido? - Dijo Ana mientras le pellizcaba con fuerza y estiraba uno de los pezones duros como piedras. Melisa gimió mordiéndose de nuevo el labio. "Como siga jugando así conmigo no lo aguanto. Melisa aguanta, aguanta por lo que más quieras. Diosss esta zorra me está matando".

Ana dejó bien abiertas las piernas inertes de Melisa mientras le miraba el coño chorreante. "Joderrrr, está empapada. Le voy a dar, le voy a dar lo que quiere y bien" pensó Ana mientras se mordía el labio inferior para controlar la excitación que estaba teniendo. Se colocó tiernamente entre las piernas de Melisa y lamió su humedad para saborearla, para olerla; era exquisita, todo un manjar a su alcance. Su mano derecha en forma de perilla se dispuso a entrar en el empapado coño de su amante. Ana estrujó uno de los pechos de Melisa que jadeaba descontroladamente:

- Te voy a dar lo que te gusta de verdad nena - le susurró mientras sus dedos lubricados se introducían poco a poco en Melisa.
- Más. Quiero más - logró jadear. Y más le dió. Y más entró. El puño empujaba por entrar también.
- Te gusta follar duro. Pues soy la mejor en eso - alzó la voz y le introdujo de un empujón todo el puño en el coño y empezó a girarlo de izquierda a derecha y a meterlo y sacarlo con fuerza, con rabia - Grita Melisa. Ahora quiero oír tus gritos cuando estoy bien dentro de tí. ¿No me notas? - en ese instante se lo metió hasta el fondo, mirándola como gozaba ante ese movimiento enérgico - Quiero oírte como gozas cuando te estoy follando duro - gritó Ana mientras con su otra mano apretaba fuerte el pecho de Melisa.

Ese puño demoledor no dejaba de hundirse en lo más profundo de Melisa. Le caía todos sus eflubios por el antebrazo y no obtenía resistencia para seguir adentrándose en ella. Melisa gritaba poseída por el inmenso placer de su posesión.

- Voy a correrme. No aguanto más, me estás matando. Déjame que me corra - logró decir casi sin aire en los pulmones.
- ¿Quieres correrte? - le preguntó hundiéndole el puño en lo más profundo de su ser y moviéndolo de lado a lado - ¿Y cómo se pide eso? - le susurró mientras le cogía del cuello estirándoselo un poco hacia arriba. Ese gesto hizo que Melisa estuviera ya a punto de caer en el precipicio del placer.
- Ppppor favorrr.
- Córrete Melisa. Quiero verte como te corres con lo que te hago - Dijo inmediatamente Ana mientras le follaba con su puño sin parar.
- Ohhhhh síiiiiii. Joderrrr, joderrrrr, sigue así, fóllame duro. Diossssssssss - Ana notó las contracciones incesantes del órgasmo y mientras gozaba de la imagen de Melisa en medio del clímax total, se adentró ella también en un torbellino de sensaciones que no esperaba. El orgasmo le vino de repente, sin esperarlo, solo viendo a Melisa disfrutar con lo que ella le hacía. Era la primera vez que le sucedía que sin tocarse, sin rozarse, sin apenas nada, le avasallara un tremendo orgasmo que le hizo tumbarse encima de Melisa breves instante para recuperarse ella también.



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Escrito por Arwenundomiel

6 comentarios:

  1. Dios me encanta, incluso quisiera ser melisa, esperaré ansiosa al siguiente capítulo.

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    1. Me encanta que te encante xDDD. ¿Quisieras ser Melisa? interesante dato jajajjajaj. A ver que pasa en el tercer capítulo, prometo que será tan interesante como los anteriores.

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  2. Me encanta...quede prendada con el primer capítulo.

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    1. Se agradece tu comentario María. Me alegra que te guste. El tercer capítulo lo tenemos cerca, espero que me comentes que te sigue pareciendo la trama. Saludos.

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  3. Ufff...si yo fuera la Puta, Melisa rogaría mucho más... XDXD
    Me ha encantado, esperando la proxima entrega :P

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    1. Creo que a Melisa ya le están dando lo que quiere y le gusta ajjajajjajajja. ¿le darías más? pues será buena historia para una nueva historia. Espero ansiosa tu comentario en el tercer capítulo que se publicará el próximo martes, día 11.

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