Ir a: Inicio Capítulo 11 "Un café y un polvo"
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CAPÍTULO 12. LA ÚNICA VENTAJA DE JUGAR CON FUEGO ES QUE UNO APRENDE A NO QUEMARSE.
ALBA
Nada más aparcar salí como un cohete hacia la UCI del hospital y allí se encontraba mi hermana sentada y llorando.
-¡Alba! - gritó cuando me vio, y se acercó hacia mí para abrazarme.
-Enana, cariño - le dije con mimo. Me abrazó tan fuerte que me hizo algo de daño - Luci, tranquila. Ya estoy contigo, él no te va a hacer nada ¿ok?
-Eso da igual ahora…- vi que intentaba controlarse y respiró fuerte.- dice que se ha caído por las escaleras, yo no estaba en casa, pero sé que no es verdad...
-¡Coño que no es verdad! ¡Pues claro que no, joder! Si es que deberíais haberos venido conmigo cuando yo lo denuncié. Maldito hijo de puta. ¿Sabes dónde está?
-No, cuando llegué se había ido. Alba no hagas tonterías… por favor… yo… no quiero que te haga daño.- era la primera vez que se lo escuchaba decir desde que me había marchado de casa hace diez putos años.
-Y mamá ¿cómo está?
-No lo sé aún. No han salido los médicos para informarme.
-Vale. Vamos a sentarnos y esperemos a que salgan - la abracé por la cintura y la dirigí hacia dos asientos que quedaban libres al fondo del todo.
Hasta ese momento no me había fijado que la Unidad de Cuidados Intensivos estaba repleto de gente. Gente llorando en cada esquina, abrazándose y dándose ánimos, otros nerviosos sin parar de moverse de un sitio para otro, móviles en las manos, muchos móviles. La cabeza me empezó a dar vueltas.
-Alba...¿crees que mamá se va a morir?-me miraba esperando una respuesta de hermana mayor que todo lo puede, esas miradas de los niños que te miran como si fueras un superhéroe y pudieras conseguirlo absolutamente todo. Vi desesperación en sus ojos, solo tenía 16 años…
-Mamá es fuerte, enana - contesté con la mejor sonrisa que pude conseguir ofrecerle en esos momentos.
-Eso es lo que siempre se dice…
-Si se dice es porque algo de cierto hay - le escuché decir a Martina.
-Mamá es fuerte, enana - contesté con la mejor sonrisa que pude conseguir ofrecerle en esos momentos.
-Eso es lo que siempre se dice…
-Si se dice es porque algo de cierto hay - le escuché decir a Martina.
Joder, Martina. ¿Cuándo había entrado a la sala de espera? Me había olvidado completamente de ella. Me levanté como un resorte del asiento y me puse a su lado.
-Hostia Martina, lo siento - no sabía que hacer con mis manos. Le mostraba la sala, a mi hermana, la puerta donde entraban los enfermos - Gracias por traerme, ya puedes volver con las chicas.
-Calma Alba, no voy a volver. - Me atrajo hacia sus brazos y me abrazó.-Quédate con ella, os traeré café ¿vale?
-No me gustan los putos cafés.
-De acuerdo, pues un botellín de agua.- me soltó pero no se separó de mí.- ¿A ella le gusta?- la verdad es que no lo sabía, no conocía demasiado a mi hermana.
-Sí que me gusta, gracias.
Martina se marchó y volví a sentarme al lado de Lucía.
-¿Es tu novia?- preguntó
-¡¡Qué coño novia!! Estás flipada - le sonreí - Es…
-Una amiga ¿no?- dijo sarcásticamente
-Bueno, algo así - No pude mirarle a los ojos, creo que notaría que quizás hubiera algo más.
-Pero te gusta.- dijo de golpe.
-¿¡Qué dices niñata!? - la miré y sonrió con esa sonrisa suya que siempre me había producido escalofríos, tenía sonrisa de mayor, como de alguien que ha vivido demasiado.
-Se nota, has respirado mejor cuando te ha abrazado, te has calmado. A mí me pasa eso solo con mamá, si te pasa con ella es porque te gusta, o la quieres…- declaró afirmativamente esta vez con su sonrisa más pilla.
-Tienes dieciséis años, ¿cómo hablas de esa manera? Déjame en paz - evité mirarla con la excusa de buscar a Martina por si entraba a la sala ya.
-Siempre te ha dado miedo querer…- hablaba como si hablase para sí misma, casi en un susurro. Giró la cabeza y vi por el rabillo del ojo que me miraba fijamente.- Alba, ¿Por qué me abandonaste?- ahí estaba, la bomba que llevaba esperando de ella todos estos años, me había dado miedo desde que la había dejado allí, en aquel salón, pegada a una esquina detrás del paragüero, llorando y abrazando a aquel estúpido oso de peluche que antes había sido mío. Con la carita llena de mocos y lágrimas ensuciando el vestidito amarillo que llevaba y que tanto le gustaba en aquella época. Seguía teniendo pesadillas con aquella escena.
-No te acuerdas de nada de lo que pasó ese día ¿verdad? - me incliné hacia ella para mirarla a los ojos.
-No… pero recuerdo que al día siguiente papá vino a mi cuarto y me dijo que te habías ido y que jamás volverías, que eso era lo que tú me querías… Yo… no he podido volver a dormir bien.- eso explicaba la mirada cansada que siempre arrastraba la pequeña, tenía un nudo en el pecho, las lágrimas luchaban por volver a salir de mis ojos.
-Ese hijo de puta… - respiré profundamente o mi hermana vería la otra cara de mí. - A ver enana, ya eres mayor y ya comprendes las cosas. Ya has visto lo que es capaz de hacer ese mal nacido ¿no? - Lucía asintió - Ese…. impresentable, venía día sí y el otro también borracho como una cuba, y para sentirse más hombre pegaba a mamá...
-Y a ti.- me interrumpió.- ¿verdad?
-Sí - entrelacé mis dedos a los suyos, necesitaba un calor humano mientras rememoraba toda esa pesadilla. Empezó a acariciarme la espalda con la mano que le quedaba libre, y me hacía remolinos en el pelo con los dedos, aquella mocosa me recordaba a mi madre, eran prácticamente iguales físicamente y ahora me transmitía seguridad de la misma manera en que lo hacía ella, me resultó extraño y reconfortante que me lo hiciera. Mi madre siempre lo hacía cuando yo lloraba y allí estaba la pequeña después de tanto tiempo reproduciendo los movimientos. - Aquel día vino peor que nunca, casi no se podía sostener en pie. No paraba de gritar a mamá, insultándola como solía hacer. Yo estaba en nuestra habitación y entreabrí la puerta para ver qué haría esta vez y defender a mamá como solía hacer. Mamá quiso calmarlo intentando llevárselo lo más lejos posible de nuestro cuarto y en esto que empezó a abofetearla en medio del salón hasta que cayó de rodillas a sus pies con la mejilla ensangrentada y rogándole que nos dejara salir a nosotras.
-Ahí me diste a Rob. Me acuerdo.- Rob era el maldito oso de peluche.- Sigue pequeña.
-¿Pequeña? Me recuerdas mucho a mamá - me sonrío.
-Eso es… bueno.
-Sí, claro que es bueno - le besé en la mejilla. Hacía tiempo que no me había sentido con ella tan agusto como hasta ahora.
-No te pares Alba, dime que sucedió. - Creía que esa interrupción me ayudaría a que olvidara el resto de la historia pero como siempre, Lucía tenía que llegar hasta el final de todo, en eso me recordaba a Martina.
-Pues… - cerré los ojos y suspiré, aquella era mi gran pesadilla, donde empezó todo, todo mi odio, todo mi asco, toda mi rabia. - El hijo de puta en vez de dejarnos marchar le dio una patada en la mandíbula, desencajándosela y tirándola al suelo rabiando de dolor y gritando para que la oyeran los vecinos. Fue en ese instante, donde salí corriendo de la habitación y te cerré la puerta. Le di dos puñetazos al cabrón que lo tiré al suelo y fui al lado de mamá para intentar alejarla de él. No me di cuenta que se había incorporado y cogido la tabla de madera de cortar, dirigiéndose hacia mí y abriéndome una buena brecha en la cabeza. Creo que estuve inconsciente pocos segundos, porque lo que recuerdo nada más tomar consciencia fue un dolor intenso en el pecho y la barriga que me iba a estallar de dolor. Noté estar tumbada en el suelo frío e intenté como pude abrir los ojos que me pesaban. Lo vi a él, enfrente de mí, sudoroso y dándome patadas una tras otra. Y a ti llorando aferrada a su pierna con tus manitas, llorando y gritando que parara. Él te empujó, caíste al suelo de culo y cogiste a Rob para ir corriendo a esconderte detrás del paragüero mientras seguías llorando. - Mis lágrimas empezaron a brotar de nuevo - No pude hacer más nada enana, no podía moverme, no podía hablar.- Pegó su cuerpo al mío y me rodeó con los brazos, me apretaba fuerte.
-Tranquila Alba, tranquila. Estoy aquí. Ya no puede hacerte nada.- sus palabras me sacaron una sonrisa irónica. “La mocosa tranquilizándome y defendiéndome, vaya tela” me dije a mí misma.
-Y ya no me acuerdo de más. Volví a quedarme inconsciente por los dolores y aparecí en la cama de este mismo hospital.
-Acabarán haciéndonos un pase…- dijo sonriendo tristemente.- Oye Alba, ¿Por qué decidiste volver a ponerte en contacto con nosotras cuando te encontré hace unos meses?
-El tiempo cicatriza las heridas aunque no hace olvidar, eso me hizo pensar que vosotras no teníais culpa de nada. Era ese cabrón que os tenía atemorizadas. Mamá debería haberlo denunciado junto conmigo.
-Alba yo… debo contarte algo…- apartó sus manos de mí y empezó a retorcérselas sobre los pantalones.- Todo este tiempo...eh… estos últimos diez años...bueno...eh… Papá sabía dónde estabas.
-Pero ¿de qué coño estás hablando?- no me miraba.
-Había veces que yo amenazaba con decir algo, o mamá… o con irnos lejos. Y él nos enseñaba...fotos… de ti. Te ha tenido controlada y eso hacía que mamá aguantase…Papá te odia desde ese día, no hace otra cosa que decir que terminará matándote. Amenazaba con hacerte volver. Teníamos miedo… yo…yo... lo siento. - noté que la respiración se me alteraba. No podía creerme lo que estaba oyendo. “Eran ellas las que me estaban defendiendo a mí de él, eran ellas las que aguantaron sus golpes por mí…” Vi a Lucía sonreír a mi espalda y alargar el brazo, para coger el café que le ofrecía Martina.- Gracias. Y gracias por esperar.
-No es nada.- Martina se sentó a mi lado y me tendió el agua.
-Creo que Alba necesita salir a fumar.- Lucía llevaba el control de la situación, aquella niña… era toda una adulta… la había cagado con ella toda mi vida. Las dos me miraron, esperando una respuesta.
-Calma Alba, no voy a volver. - Me atrajo hacia sus brazos y me abrazó.-Quédate con ella, os traeré café ¿vale?
-No me gustan los putos cafés.
-De acuerdo, pues un botellín de agua.- me soltó pero no se separó de mí.- ¿A ella le gusta?- la verdad es que no lo sabía, no conocía demasiado a mi hermana.
-Sí que me gusta, gracias.
Martina se marchó y volví a sentarme al lado de Lucía.
-¿Es tu novia?- preguntó
-¡¡Qué coño novia!! Estás flipada - le sonreí - Es…
-Una amiga ¿no?- dijo sarcásticamente
-Bueno, algo así - No pude mirarle a los ojos, creo que notaría que quizás hubiera algo más.
-Pero te gusta.- dijo de golpe.
-¿¡Qué dices niñata!? - la miré y sonrió con esa sonrisa suya que siempre me había producido escalofríos, tenía sonrisa de mayor, como de alguien que ha vivido demasiado.
-Se nota, has respirado mejor cuando te ha abrazado, te has calmado. A mí me pasa eso solo con mamá, si te pasa con ella es porque te gusta, o la quieres…- declaró afirmativamente esta vez con su sonrisa más pilla.
-Tienes dieciséis años, ¿cómo hablas de esa manera? Déjame en paz - evité mirarla con la excusa de buscar a Martina por si entraba a la sala ya.
-Siempre te ha dado miedo querer…- hablaba como si hablase para sí misma, casi en un susurro. Giró la cabeza y vi por el rabillo del ojo que me miraba fijamente.- Alba, ¿Por qué me abandonaste?- ahí estaba, la bomba que llevaba esperando de ella todos estos años, me había dado miedo desde que la había dejado allí, en aquel salón, pegada a una esquina detrás del paragüero, llorando y abrazando a aquel estúpido oso de peluche que antes había sido mío. Con la carita llena de mocos y lágrimas ensuciando el vestidito amarillo que llevaba y que tanto le gustaba en aquella época. Seguía teniendo pesadillas con aquella escena.
-No te acuerdas de nada de lo que pasó ese día ¿verdad? - me incliné hacia ella para mirarla a los ojos.
-No… pero recuerdo que al día siguiente papá vino a mi cuarto y me dijo que te habías ido y que jamás volverías, que eso era lo que tú me querías… Yo… no he podido volver a dormir bien.- eso explicaba la mirada cansada que siempre arrastraba la pequeña, tenía un nudo en el pecho, las lágrimas luchaban por volver a salir de mis ojos.
-Ese hijo de puta… - respiré profundamente o mi hermana vería la otra cara de mí. - A ver enana, ya eres mayor y ya comprendes las cosas. Ya has visto lo que es capaz de hacer ese mal nacido ¿no? - Lucía asintió - Ese…. impresentable, venía día sí y el otro también borracho como una cuba, y para sentirse más hombre pegaba a mamá...
-Y a ti.- me interrumpió.- ¿verdad?
-Sí - entrelacé mis dedos a los suyos, necesitaba un calor humano mientras rememoraba toda esa pesadilla. Empezó a acariciarme la espalda con la mano que le quedaba libre, y me hacía remolinos en el pelo con los dedos, aquella mocosa me recordaba a mi madre, eran prácticamente iguales físicamente y ahora me transmitía seguridad de la misma manera en que lo hacía ella, me resultó extraño y reconfortante que me lo hiciera. Mi madre siempre lo hacía cuando yo lloraba y allí estaba la pequeña después de tanto tiempo reproduciendo los movimientos. - Aquel día vino peor que nunca, casi no se podía sostener en pie. No paraba de gritar a mamá, insultándola como solía hacer. Yo estaba en nuestra habitación y entreabrí la puerta para ver qué haría esta vez y defender a mamá como solía hacer. Mamá quiso calmarlo intentando llevárselo lo más lejos posible de nuestro cuarto y en esto que empezó a abofetearla en medio del salón hasta que cayó de rodillas a sus pies con la mejilla ensangrentada y rogándole que nos dejara salir a nosotras.
-Ahí me diste a Rob. Me acuerdo.- Rob era el maldito oso de peluche.- Sigue pequeña.
-¿Pequeña? Me recuerdas mucho a mamá - me sonrío.
-Eso es… bueno.
-Sí, claro que es bueno - le besé en la mejilla. Hacía tiempo que no me había sentido con ella tan agusto como hasta ahora.
-No te pares Alba, dime que sucedió. - Creía que esa interrupción me ayudaría a que olvidara el resto de la historia pero como siempre, Lucía tenía que llegar hasta el final de todo, en eso me recordaba a Martina.
-Pues… - cerré los ojos y suspiré, aquella era mi gran pesadilla, donde empezó todo, todo mi odio, todo mi asco, toda mi rabia. - El hijo de puta en vez de dejarnos marchar le dio una patada en la mandíbula, desencajándosela y tirándola al suelo rabiando de dolor y gritando para que la oyeran los vecinos. Fue en ese instante, donde salí corriendo de la habitación y te cerré la puerta. Le di dos puñetazos al cabrón que lo tiré al suelo y fui al lado de mamá para intentar alejarla de él. No me di cuenta que se había incorporado y cogido la tabla de madera de cortar, dirigiéndose hacia mí y abriéndome una buena brecha en la cabeza. Creo que estuve inconsciente pocos segundos, porque lo que recuerdo nada más tomar consciencia fue un dolor intenso en el pecho y la barriga que me iba a estallar de dolor. Noté estar tumbada en el suelo frío e intenté como pude abrir los ojos que me pesaban. Lo vi a él, enfrente de mí, sudoroso y dándome patadas una tras otra. Y a ti llorando aferrada a su pierna con tus manitas, llorando y gritando que parara. Él te empujó, caíste al suelo de culo y cogiste a Rob para ir corriendo a esconderte detrás del paragüero mientras seguías llorando. - Mis lágrimas empezaron a brotar de nuevo - No pude hacer más nada enana, no podía moverme, no podía hablar.- Pegó su cuerpo al mío y me rodeó con los brazos, me apretaba fuerte.
-Tranquila Alba, tranquila. Estoy aquí. Ya no puede hacerte nada.- sus palabras me sacaron una sonrisa irónica. “La mocosa tranquilizándome y defendiéndome, vaya tela” me dije a mí misma.
-Y ya no me acuerdo de más. Volví a quedarme inconsciente por los dolores y aparecí en la cama de este mismo hospital.
-Acabarán haciéndonos un pase…- dijo sonriendo tristemente.- Oye Alba, ¿Por qué decidiste volver a ponerte en contacto con nosotras cuando te encontré hace unos meses?
-El tiempo cicatriza las heridas aunque no hace olvidar, eso me hizo pensar que vosotras no teníais culpa de nada. Era ese cabrón que os tenía atemorizadas. Mamá debería haberlo denunciado junto conmigo.
-Alba yo… debo contarte algo…- apartó sus manos de mí y empezó a retorcérselas sobre los pantalones.- Todo este tiempo...eh… estos últimos diez años...bueno...eh… Papá sabía dónde estabas.
-Pero ¿de qué coño estás hablando?- no me miraba.
-Había veces que yo amenazaba con decir algo, o mamá… o con irnos lejos. Y él nos enseñaba...fotos… de ti. Te ha tenido controlada y eso hacía que mamá aguantase…Papá te odia desde ese día, no hace otra cosa que decir que terminará matándote. Amenazaba con hacerte volver. Teníamos miedo… yo…yo... lo siento. - noté que la respiración se me alteraba. No podía creerme lo que estaba oyendo. “Eran ellas las que me estaban defendiendo a mí de él, eran ellas las que aguantaron sus golpes por mí…” Vi a Lucía sonreír a mi espalda y alargar el brazo, para coger el café que le ofrecía Martina.- Gracias. Y gracias por esperar.
-No es nada.- Martina se sentó a mi lado y me tendió el agua.
-Creo que Alba necesita salir a fumar.- Lucía llevaba el control de la situación, aquella niña… era toda una adulta… la había cagado con ella toda mi vida. Las dos me miraron, esperando una respuesta.
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Ostias se me ha hecho súper corto!
ResponderEliminarEl caso, que me ha entrado una mala leche que no veas del payo malayo maltratador! Que alguien contrate a unos apalizadores pofecionales!!!
Menos mal que Martina nos trae paz y calma a todas para que se nos pase en subidón :)
Pues el capítulo no era nada corto xDDDD. Demasiado intenso quizás, muchos sentimientos enfrentados ¿verdad? Nos encanta ver y leer vuestros comentarios de como vivís la historia. Gracias.
EliminarBuenisimos!!
ResponderEliminarGracias Sandra por tu comentario. Espero leerte más por aquí, y saber lo que vas opinando de nuestra historia. Saludos.
EliminarY los otros capítulos no existen o que
ResponderEliminarHola Leydian. Esta historia se está publicando actualmente; por tanto, lo posteriores capítulos sí que existen pero todavía no están en el blog. Este capítulo es el último publicado y se publican semanalmente. Saludos.
EliminarMe ha gustado el relato si hay mas capítulos me los notifican por favor por que siempre estoy buscando si ya esta el capitulo 13
ResponderEliminarMuchas gracias por comentar. Me alegra que te guste nuestra historia y que estés pendiente de ella para seguirla. Les y otras hierbas se encargará de notificarte por Google+ (ya que es el único medio de contacto tuyo que conoce) cada vez que se publique un nuevo capítulo. De todas formas, informarte que lo habitual es que se publique todos los jueves. Espero que sigas comentando en cada capítulo lo que te ha parecido, nos encanta saber de todos nuestros seguidores. Te esperamos en el siguiente capítulo. Saludos.
EliminarCoñooooo ahora empiezo a entender las cosas.... Chicas es un buen trabajo de verdad que si muy bien escrito y detallado.
ResponderEliminarCon este capítulo, las cosas se entienden un poco mejor. Gracias por comentar.
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