Relato "Un café y un polvo". Parte 3 (Capítulo 10)

jueves, 26 de noviembre de 2015
Ir a:     Inicio          Capítulo 9         "Un café y un polvo"




<------------------------->

PARTE 3. POR PROBAR... TAMPOCO PASA NADA ¿NO?
CAPÍTULO 10. ENTRE EL DESEO Y LA CRISPACIÓN, ENTRE LOS ACTOS Y EL GESTO, CAE LA SOMBRA.
 
ALBA
-¿Y ahora que te pasa? - dije mirando como se apartaba de mí.
Movió la cabeza hacia los lados.
-No debería haber hecho esto... ¿Qué he hecho? No puede ser verdad...- se trababa al hablar y le temblaba la voz.- Me... yo... He decepcionado a todo el mundo... Yo no soy así.
-¿Que has hecho qué? ¿Pero de qué mierda estás hablando? Hemos follado. Te has corrido, me he corrido y nos lo hemos pasado bien. Punto. - Esta tía me estaba volviendo loca.
-¡No todo es correrse en esta vida Alba! -me gritaba mientras las lágrimas caían de sus ojos - Tú no entiendes nada, no entiendes nada, para ti nadie tiene importancia, solo piensas en ti. ¡Pero yo no soy así! ¡Y gracias a esto he decepcionado a toda mi gente! - lloraba, y la voz quedaba ahogada por los sollozos. No sé como no le di otro puñetazo, quizás por esas lágrimas infundadas. Después de este pedazo de polvo, ¿me venía con esas estupideces?
-No digas gilipolleces niña. Voy a calentar la lasaña. A tu derecha tienes el baño, entra y límpiate. - le dije por no liarme a guantazos con ella.
-No.- se apartó de mí.- ¿Ves Alba? A esto me refiero, a ti te da igual todo. Estoy llorando y tú piensas en la maldita lasaña. Ya has conseguido que la virgen, tonta e inocente se corra. Espero que estés contenta.- Se dirigió hacia su bolso.- Llévame a la oficina por favor. Al fin y al cabo todo esto es mi culpa, por ser una tonta y una mojigata, como tú me llamas.
Algo dentro de mí me dio un vuelco. No sabía lo que era eso, nunca lo había experimentado tras un orgasmo tan tremendo como el que tuve hace unos segundos. El verla llorar, el decirme esas cosas, me dolieron ¿Me dolieron? ¿Y por qué me tenía que doler a mí? Me entró sentimiento el verla como estaba, la veía indefensa, derrotada, agotada y miedosa.
-Venga, límpiate, comemos y lo hablamos - le dije tiernamente tomándole la barbilla y besándola ligeramente en los labios, se apartó rápidamente, cosa que me molestó y me hizo sentir mal.
-Alba, ¿Tú no escuchas verdad? Yo no soy Carmen, así que no me trates como a una más te lo pido por favor, no quiero tu compasión.
-Joderrr, no me cabrees más ehhh.
-Solo sabes reaccionar así… Estoy cansada Alba, ya estoy rodeada suficientemente de gente que espera algo de mí, no pienso meter más personas así en mi vida.
-Estás flipada de verdad - le dije mientras me dirigía al baño a limpiar la humedad que tenía entre las piernas que ya me estaba molestando - Haz lo que te salga del coño. Si quieres te quedas a comer y hablamos, o si quieres te vas y te rallas con toda esa mierda que estás diciendo. - Me miró fijamente.
-Está bien.- pensé que lo había conseguido y que comería conmigo, pero me equivoqué, murmuró un hasta luego y se dirigió a la puerta, abrió y salió de mi casa.
Enseguida la oí llorar al otro lado de la puerta.
-¿Mateo?- se quedó callada unos segundos.- ¿Puedes venir a buscarme? Estoy en… - de nuevo un silencio, no oía más. La idea de que el gilipollas de su novio se la llevara me hizo salir a la calle a buscarla. Estaba a unos metros de distancia, avancé rápidamente. - Es la calle...- le arrebaté el móvil y colgué.- ¿Qué estás haciendo?
-¿Para qué coño llamas al gilipollas ese?
-Para que me venga a buscar, ¿Y a ti qué te importa?
-Me importa porque es un gilipollas. Te llevo yo pero antes vamos a comer que tengo hambre.
-No le conoces, así que no puedes juzgarle. Y tampoco es más gilipollas que tú. ¿Siempre te sales con la tuya verdad? Tus padres debían consentírtelo todo cuando fuiste pequeña y ahora te has acostumbrado a que los demás besen por dónde pisa la preciosa Alba, y si no haces lo que dice te llevas un puñetazo.
-Mira Martina, mis padres no me han dado una mierda, al contrario, se han encargado de joderme la vida ¿te enteras? - le grité con toda la rabia contenida - Y todos los hombres son gilipollas, todos. - Se me llenaron los ojos de lágrimas mientras me dirigía de nuevo a mi casa dándole la espalda - Hazme el favor de entrar.
Oí pasos a mi espalda, pero no me giré. Sabía que me seguía. Mientras preparaba la maldita lasaña notaba sus ojos fijos en mí, pero no quería mirarla, en parte me sentía jodida por haber llorado delante de ella, hacía tiempo que no lloraba delante de alguien. El móvil de Martina vibró sobre la encimera, “Mateo”. Colgué directamente, me daba igual que el gilipollas llamara.
-¿Estás bien? - la escuché decir a mi espalda.
-Sí, muy bien - puse a calentar la lasaña en el horno.
-¿Sabes? Quizá seas tú la jefa de marketing más impresionante de la empresa de mi padre, y pienses que soy una estúpida. Pero desde luego si he aprendido algo de pequeña es a saber cuando la gente me está mintiendo.
-Déjalo estar, ¿vale? Vamos a comer tranquilas.
-¿Me hablas de Lucía?- ¿esta chica no se cansaba nunca? Me tenía harta y aún así la seguía aguantando y además deseaba hacerlo. No sabía de ese lado masoquista que podía llegar a tener oculto.
-Es mi hermana. - No quería más discusiones.
-Ya, pero parece que ella te adora. Y para ti es como si fuera un estorbo.
-Es un grano en el culo. - dije sin tan siquiera inmutarme - ¿Quieres una birra?
-Prefiero agua, gracias. - en mis labios se dibujó una leve sonrisa al escuchar y asentí.
Se hizo una especie de silencio que no me desagradaba del todo, momento que aproveché para mirar como iba la lasaña en el horno. Su aliento me acarició el cuello.
-Alba...- instantáneamente me giré - ¿Qué es lo que te gusta de mi compañía?
“¿A qué coño se refería con esa pregunta? joder” Esta niña me ponía nerviosa cada vez que abría su puta boca.
-Pues la verdad es que me sacas de quicio - le sonreí aún sabiendo que contestaba la verdad.
-Ya me he fijado en que te pongo nerviosa, pero aún así buscas mi compañía… ¿Por qué?- esbozó una brevísima y fugaz sonrisa y volvió a ponerse seria.
-Será mi lado maso que aflora cada vez que te veo.
-Entiendo.- dijo mientras se separaba de mí y sonriendo burlonamente.
-Ya está lista la comida - dije girándome un poco para coger bien el recipiente y no quemarme. Pero con toda la intención del mundo de ponerle el culo bien a la vista. Me encantaba provocarla.
-Voy un segundo al baño, me molesta estar húmeda… por lo de antes.- sentí como una caricia de su mano me recorría el coño y me levanté rápidamente cayendo la lasaña al suelo.- Tú deberías secarte de nuevo.-dijo mientras desaparecía por la puerta de la cocina, riéndose.
-Joder, coño. La lasaña a la mierda - blasfemé un buen rato contra la lasaña mientras sacudía mis manos ya que me las había quemado con ella.
-¿Te has quemado?- levanté la vista, estaba apoyada en el marco de la puerta, menuda velocidad tenía la mojigata. La miré con cara de pocos amigos.
-¿Tú qué crees?
-Déjame ver anda. - dijo mientras se acercaba y me agarraba las manos para mirarlas.
-Deja, no es nada - las aparté de inmediato
-Alba, deja de ser tan cabezona ¿vale? ¿Tienes pasta de dientes en el baño?- no me dió tiempo a contestarle, ella ya estaba saliendo de nuevo, y no tardó ni dos minutos en volver con el tubo de pasta de dientes en la mano.- Evita las ampollas.- dijo alegremente cogiendo mis manos entre las suyas y extendiendo por las partes que parecía que me había quemado. Cuando prácticamente me había llenado ya las manos de pasta, me sonrió.- ¿Ves? Como nueva. Siéntate, yo recojo este desastre.- comentó riendo.
-Eres la polla - le cogí el rostro con las dos manos para embadurnarle la cara con el medio bote de pasta que me había puesto.
-Ehh… eso no vale.- dijo mientras seguía riendo y se manchaba la mano del tomate de la lasaña para pasármela por la cara.
-¡Qué hija de puta! - no pude hacer otra cosa que reír, con ella no podía estar mucho tiempo cabreada. El motivo no lo sabía, pero era así.
Fui a mancharla de nuevo y al pisar sobre el tomate que estaba por todo el suelo, me caí manchándome las piernas con la lasaña. Ella se reía mientras me miraba la cara de cabreo que debía tener.
-¡¡¡Alba pareces un crío en su primera comida!!! Deja que te ayude.- me tendió una mano mientras no paraba de reírse, se la agarré y en vez de utilizarla para levantarme tiré de ella para que cayese conmigo.
Su cuerpo chocó contra el mío, no podía parar de reírme yo tampoco.
-Perdón, me he resbalado. - le dije entre risas.
-Mentira, lo has hecho aposta.- su cuerpo estaba encima de mí y notaba su calor y su respiración, junto con toda la vida que liberaba su risa.
Nuestras miradas se cruzaron y pareció que el tiempo se parara en ese instante. No nos movimos, ni hablamos. Fue completamente extraño pues juraría que escuché el latir de nuestros corazones. Otra vez volvía a sentir esa electricidad por mi cuerpo, esa sensación tan extraña que nunca había sentido antes y volvió a ser con ella, con el roce de su piel. “¡¡No, no puede ser!! no puede ser que me esté ...….” Me intenté separar de ella y levantarme lo más rápido que pude, dejándola a ella de rodillas en el suelo.
-Venga niña, levanta de ahí. ¿Te gusta la pizza?
Soy muy cabezona, y esa tarde quería comer con la niñata y terminé comiendo con ella aunque al decir verdad no sé qué quería hacer con la niña realmente. Mi cabeza no paraba de darme vueltas con todo lo sucedido.
Me vestí de traje para la posterior reunión que tenía esa tarde y me la llevé a una pizzería que se encontraba no muy lejos de la oficina. Ponían unas pizzas excelentes y una lasaña de puta madre, pero con todo lo ocurrido aborrecería la lasaña durante meses, estaba segura de ello, o no...
Durante toda la comida estuvimos muy tensas, casi ni me miró mientras que yo no dejaba de hacerlo, y no cruzamos ni media palabra. Yo intentaba sacar alguna conversación para distender el ambiente, aunque el tema fuera banal, pero ella siempre me respondía con monosílabos o me contestaba con gestos de cabeza, me pareció que estaba tan avergonzada que ni podía articular palabra. No quería sacarle el tema porque estaba segura que se me pondría a llorar como una magdalena en medio del restaurante.
Pretendía consolarla de alguna manera pero ni tan siquiera me dejó cogerle la mano para acariciársela.
A mí se me hizo un nudo en la garganta y otro en el estómago, y para colmo mi cabeza no dejaba de darme la coña con todo lo acontecido en mi casa.
El almuerzo me estaba resultando incomodísimo, no sabiendo cómo actuar ante ella. Mi cuerpo era irremediablemente atraído por el suyo, deseaba su roce, sus caricias, su tacto. Mi corazón bombeaba de una manera antinatural estando junto a ella que hasta me dolía el pecho, pero por el contrario quería sentir ese dolor, esa palpitación desmesurada. Pero a quien yo siempre le hacía caso que era a mi cabeza y a mi coño, ambas partes estaban contrapuestas. Mi coño babeaba solo al verla, palpitaba para ser rozado y poseído por ella; pero mi cabeza era otro cantar, era una batalla a muerte con cañones de uno y otro bando, que no me dejaba ni de pensar con serenidad. Por un lado, era verla y mi deseo por tirármela se volvía hasta enfermizo, tenía un aspecto tan increíblemente follable que no podía pensar en otra cosa; en contraposición, en pequeños momentos de lucidez mental veía que todo ese deseo malsano, esa electricidad de 1.000 voltios que me producía su contacto con mi piel, todas esas sensaciones tan potentes que nunca llegué a imaginar que pudiera sentir, no eran normal sentirlos en un polvo rápido ni en un breve roce de nuestra piel; eso era por algo más, por algo que odio, por algo que nunca he dejado que pasara, por algo de lo cual siempre he huído. No quiero parecerme a mi familia, no quiero llegar a ser como mis padres que son unos mierdas. Bueno… mi padre es el mierda, mi madre es solo gilipollas. No quiero que me ciegue y ser la típica marioneta que mueven a su antojo. Bastante he luchado yo por no caer en esto, para que ahora me venga esta mojigata, virgen, pija, que siempre me saca de mis casillas y que para colmo es la hija del jefe, y me destroce la vida. No, no quiero volver a verla.

MARTINA Los trozos de jamón de la pizza me resultaban increíblemente hipnotizantes, me concentraba en ellos como si mi vida dependiera de ello. No podía mirar a Alba, estaba demasiado agobiada. Sentía demasiadas cosas con ella que con Mateo apenas experimentaba, y aunque no sabía mucho de aquellas cosas estaba segura de que debía ser al revés. Con quien debería sentir esos deseos irremediables de tenerle cerca, era con mi pareja. Pero no sucedía eso, lo sentía con aquella chica bipolar que me estaba volviendo realmente loca. Además, Alba era una mujer, era algo que mi familia jamás había aprobado, y yo… yo creo que me había convencido de que aquello no era...¿natural? Sin embargo, mi cuerpo y mi corazón decían lo contrario… ¡Martina por favor, no digas gilipolleces! me regañé a mí misma por pensar que podía estar enamorándome de aquella loca con problemas de ira. 
La comida sucedió lentamente, se me hizo eternamente larga. La ropa que me había dejado Alba me hacía sentir diferente, mi estilo no era una camiseta blanca ceñida al cuerpo y unos pitillos oscuros, pero dado que mi ropa se había manchado de tomate no había tenido otro remedio. No dejaba de darle vueltas a todo lo ocurrido, masticaba como si la pizza fuera de cartón. Mi cabeza volvía a estar confundida, aquella chica tenía el poder de que mi cabeza fuera a mil por hora, no estaba acostumbrada, yo siempre lo había tenido todo bajo control. Sabía como quería mi vida, lo tenía claro. Y no era así.
Cuando salimos nos despedimos como dos conocidas que saben que no van a verse en mucho tiempo pero se dicen de quedar una y mil veces. Ya sabéis, lo típico. “Hay que quedar de nuevo”, “Esto ha estado bien, hay que repetirlo…” mentiras humanas.
Me llevó a la oficina y la vi marchar hacia su despacho moviendo su increíble cuerpo mientras a mí me embargaba una sensación de…¿Soledad? No estaba segura… no supe identificarla. Mientras iba en mi coche hacia casa me aseguré y me convencí cientos de veces de que aquello era lo mejor. Bueno… me convencí en el camino a casa, y aquella noche… y los siguientes treinta y siete días.


<------------------------->


Ir a:     Inicio          Capítulo 9          "Un café y un polvo"          Capítulo 11

Buzzys
Arwenundomiel

8 comentarios:

  1. Las dos son como bipolares y nos vuelven locas a nosotras por que no sé por dónde van a tirar!

    Pero bueno, aquí estaremos para averiguarlo! ;)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No vas muy mal encaminada. Nos gusta que nos comentéis para saber si os está llegando como lectoras que sois.
      La cosa se irá complicando y la verdad es que ni siquiera nosotras (las escritoras de esta historia) sabemos que les pasará a esta pareja.
      Gracias por comentar, nos gusta leeros.

      Eliminar
  2. Respuestas
    1. La incertidumbre como máximo una semana. De vez en cuando sale capítulo extra. ¿Será esta semana que vien? Quien sabe.....
      Gracias por comentar ya que así nos animáis a seguir escribiendo. Espero ver más comentarios xDD

      Eliminar
  3. Bipolares definitivamente... Que las las dos jajaja pero seguimos...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡¡Qué complicadas son las chicas a veces!! ¿verdad? jajajjaja sigue, sigue...

      Eliminar
  4. Jajajjaja madre del amor hermoso, estas chicas estan mal de la cabeza una peor que la otra, pero me encantan!! 😍

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegra de que te guste. Espero que siga así durante todos los capítulos.
      Gracias por comentar.

      Eliminar