CAPÍTULO 7. DOS PARA DOS Y UNA PARA... ¿TODAS?
ALBA
Me encantaba verla toda descolocada. Esa tartamudez, ese no saber donde poner las manos, donde fijar la vista. Bueno, la vista la tenía bien situada en mí, en eso si que no dudaba.
- ¿Te gusta lo que ves? - le dije cuando tragué la pastilla.
- Eres guapa…- dijo mirando al suelo y levantándose de la cama.- ¿Qué quieres hacer?
-¿Qué quieres hacer tú? - me puse de lado apoyada en mi codo y mirándola fijamente, vi que movía las manos apretándolas, estaba nerviosa.
-No sé…
-¿Quieres volver a probar? - me encantaba provocar a las tías joder y esta tipa me lo ponía a huevo.
-¿Probar?- por unos segundos pareció desconcertada, y enseguida le cambió el rostro y vi como la sangre le subía a las mejillas.- yo...yo…-miraba al suelo, a la puerta y a mí alternativamente, me hizo sonreír.
-Sí tía, es lo que me dijiste anoche: quiero probar una cosa.
-Sí que te acuerdas bien ¿no?
-Mmmm de esas cosas no se me olvida nada - le sonreí y vi como me devolvía la sonrisa.
-Bueno… ¿y tú? ¿quieres?
-Más que probar, que ya te probé, te echaría un buen polvo - se sonrojó, empezó a balbucear y al moverse para atrás tropezó con sus sandalias y se cayó al suelo.
-Hostia puta - me levanté enseguida riéndome a carcajadas y me arrodillé junto a ella - Tía, ¿estás bien? ¿Qué coño te ha pasado? - le cogí de la cintura para que por lo menos se pusiera de rodillas como yo. No paraba de reírme.
-No te rías, no hace gracia…-dijo mientras ella empezaba a reírse conmigo.
Su sonrisa. ¿Qué le pasaba a su sonrisa que no dejaba de mirar su boca? y ¿qué sentimiento era ese de sentirte bien mientras ves a otra persona sonreír también? No quería pensar en esas estupideces de sentimientos. No, no me daba la gana. Sin darme cuenta me vi rozando sus labios con los míos, sentí uno de sus brazos rodeándome la cintura y el otro acariciando mi espalda, no se separaba que era lo que me esperaba en un primer momento. Como veía que ella me seguía el juego entreabrí mis labios y mi lengua intentó tener acceso al interior de su boca, ella abrió la boca y cuando mi lengua tocó la suya emitió un pequeño gemido de placer. Mi respiración se agitaba y ese beso me hizo estremecer. Nunca había sentido nada igual besando a una tía, con ella iba a disfrutar pero bien. Que buen polvo de mañana iba a tener, se me iba a quitar hasta el dolor de cabeza. La agarré más fuerte de la cintura y la acerqué más hacia mí mientras intensificaba el beso. Mi lengua jugueteaba con la suya, se le veía tímida intentando ir a mi ritmo, intentando seguirme en mis movimientos. Su respiración era entrecortada, y notaba la presión que hacía su mano en mi cadera, justo encima del culo.
La puerta se abrió de golpe.
-Martina, ya me…- la chica rubia se dio cuenta de lo que estaba pasando.-...voy.
Martina pegó un bote hacia atrás y dejé de sentir sus manos sobre mi cuerpo, lo que me hizo tener la sensación de que quería volver a notar su cuerpo junto al mío. Ella se puso de pie.
-Vale Gabi, pásalo bien.- dijo muy seria.
-Sí… de acuerdo, hasta mañana.
-Hasta mañana.
La niña salió de la habitación y Martina se quedó quieta mirando fijamente la puerta mientras yo me levantaba dirigiéndome hacia ella.
GABI
Juraría que Martina estaba besándose con esa chica, pero después de la mañanita que había vivido ya no me sorprendía nada, habrían sido imaginaciones mías, seguro que era eso.
Pasé por delante de la habitación de Ana y escuché un sollozo. ¿Ana estaría llorando?
Entré. Vi que el cuerpo se movía bajo las sábanas, debía estar soñando, pero seguía emitiendo sollozos ahogados, decidí despertarla.
Me acerqué a la cama, pero me di cuenta de que aquella chica no era Ana, había una chica preciosa en su cama ¿Quién coño era esa?
Le toqué el hombro agitándola suavemente y le acaricié el pelo con la otra mano.
-Heyy… despierta.- la chica abrió los ojos.- Tranquila, solo era un sueño - dije.
-Ojalá todo fuera un sueño - dijo mientras se limpiaba las lágrimas con el brazo. Sonreí, me pareció un gesto demasiado tierno. Tenía los ojos llenos de lágrimas.- Perdona, me visto y me voy a casa - queriendo incorporarse y salir de la cama.
-Tranquila preciosa - dije mientras me salía pasarle un dedo por su mejilla para evitar que siguiera llorando.- ¿Quieres que te llevemos? Estoy con una amiga, me espera abajo - le sonreí.
-Sí por favor, si no te importa. Quiero estar en casa y perderme en ella - se levantó cogiendo su ropa, que se encontraba bien doblada en la silla de enfrente.
-¿Y perderte?- aquella chica no estaba bien, y no tenía ni idea de porqué pero no quería perderla de vista.- No me parece lo más adecuado… ¿Quieres venir con nosotras? Nos vamos con unos amigos a casa de una de ellos.
- No gracias, te lo agradezco. Pero hoy no es el mejor día, te lo aseguro - cogió la ropa y empezó a mirarla como si le ocurriese algo.
-¿Acaso hay días buenos para algo?- no podía dejar de mirar su cuerpo, me estaba poniendo cachonda.- ¿Le pasa algo a la ropa?
-Ehmm… La chica que me trajo ayer, ¿sigue aquí?
-¿Martina? sí…-me cabreé al pensar en la situación, ya no la reconocía.- Aunque a estas alturas ya debe de estar follando con la otra, no la reconozco - La chica miró hacia el suelo al escuchar mis palabras, creo que le hirieron - ¿He dicho algo malo?
- No te preocupes, no has dicho nada que me sorprenda ya. Creo que ella me ha lavado la ropa y me la ha dejado doblada en la silla.
-Vaya, pues debes ser la única. Martina siempre ha sido tan cuadriculada, incluso tiene novio, llevan dos años, y está prometida. Lo de la ropa es típico suyo, pero eso es lo único cuerdo que ha hecho desde ayer…-me vibró el móvil y lo miré.- Y hablando del rey de roma… ¿Mateo? - dije descolgando el móvil.
CARMEN
Martina, que hija de puta. Que zorra y calculadora, como se metió entre nosotras; como hizo que creyera que quería ayudarme, como se acercó luego a Alba y la besó delante de mis propios ojos. La voy a joder, la voy a joder a base de bien. Esta no sabe con quien se la está jugando.
-Vale, yo le digo que quieres quedar con ella esta noche.-la chica que me había despertado contestaba al supuesto prometido de Martina.- ¿La otra chica? Mmm... sí… se ha ido.
- ¿No me habías dicho que Alba seguía aquí con ella? - grité para que me oyera el tal Mateo, la chica tapó el móvil con la mano y me miró con ojos de alarma.
-No, no es nadie, una amiga. Es otra Alba.- la chica intentaba proteger a Martina, pero yo no iba a dejar que se fuera de rositas.
- ¿Qué otra Alba estás diciendo nena? - me abracé a la chica intentando acercarme al móvil - Pero si me acabas de decir que están las dos follando en el otro cuarto.
La chica me miraba desconcertada.
-No no, ha dicho fumando. Un segundo Mateo.- vi que silenciaba el móvil.- ¿Qué haces? No se lo merece. ¿Sabes el lío en el que la puedes meter? - le lamí el lóbulo de la oreja y en un susurro contesté:
- No digas tonterías. Tú misma me has dicho que ni la conocías. Se está follando a mi novia, bueno… mi ex - rectifiqué a tiempo. Noté que mi acercamiento a la chica, mi abrazo, mi susurro la hicieron estremecer, esta niña “entiende” y ¡¡¡qué coño!!! un clavo saca a otro clavo - Oye cuelga ya y vámonos, he cambiado de opinión y saldré a despejarme contigo, o sea, con vosotros.
-¿En serio? Eh… de acuerdo.- Cogió el teléfono.- Mateo, tengo que colgar.
ALBA
Estaba excitada, muy excitada. Esta niña me había puesto a mil. No sé qué tuvo ese beso pero fue increíble; todo mi cuerpo se paralizó ante él, incluso diría que empecé a temblar. Esto no me había pasado nunca, me gustaba esa sensación, era intensa, excitante en todos los sentidos, deseosa de querer más, de sentir más con ella, era como si con ella todo se multiplicara por mil. Follármela sería el no va más, debería ser la hostia puta. Decidí ir al ataque con ella. La agarré por la cintura y la aprisioné entre la pared y mi cuerpo sin mediar palabra.
-Para Alba - su tono era seco.
-Nena, esto te gusta. No digas que no - le contestaba automáticamente mientras le intentaba comer la boca y mis manos entraban por debajo de su camiseta. Se apartó bruscamente.
-Te he dicho que no. Será mejor que te marches.
-Eres una calientabragas gilipollas. ¿Pero qué pensabas que había detrás de ese beso que me distes antes? - grité encolerizada.
-No me grites. Y no todo el mundo folla después de un beso.
-Niñata, ese beso no era un simple beso. Había más que eso, y lo sabes.
-Que tu hayas sentido más no significa que yo también haya sentido algo.
-¿De qué mierda hablas? ¿Sentir yo? - empecé a reírme aunque por dentro tenía ganas de estamparla contra cualquier cosa, me miró duramente.
-Vete Alba. Quiero que te vayas de mi casa. Yo no soy otra de tus putitas - y dicho esto se giró hacia la puerta de la habitación.
- Lo sé. Eres peor. Estás pro-me-ti-da - quise deletrearle bien la palabra - con ese imbécil pero te gustan las tías.
Se giró, sus ojos chispeaban y vi como la rabia le subía por las mejillas. Mientras tanto, cogí mi ropa para largarme de allí.
-¡Márchate! ¡Fuera! ¡Vete de aquí! ¡Vamos, largo! ¡¿Cómo te atreves?!
- El moratón que tienes en la cara es poco para lo que te haría ahora mismo - le dije terminándome de vestir, con un cabreo monumental entre el calentón que tenía, la gilipollas calientabragas esta y el dolor de cabeza que de repente volvió a aparecerme. Se acercó rápidamente hecha una furia y me golpeó la mejilla.
-¡Gilipollas! - No pude contenerme y le cogí del cuello con una mano, le vi el miedo en la mirada ¿o quizás no era miedo? La besé.- Pero ¿qué haces?
- Probando una cosa - le solté el cuello aunque no sabía ni porqué lo había hecho. Me miró fijamente durante lo que me parecieron horas enteras aunque no llegarían probablemente ni a segundos y rompió a reír.
- ¿De qué coño te ríes tú ahora? - le pregunté desafiante.
Sonreía. Me colocó un mechón detrás de la oreja y me estremecí al notar su contacto.
-Fue lo que te dije yo ayer cuando te besé. - No podía aguantar más gilipolleces.
-Estás como una puta cabra - me dirigí hacia la puerta para recoger a Carmen y marcharme de esa casa de locos. Ella me seguía a la habitación sin decir nada.
MARTINA
Una vocecilla interior me decía que la parase, que no dejara que se marchase, que la besara. Pero mi parte responsable me decía que Alba me complicaría la vida, no hice nada. La seguí hasta el cuarto de Ana, Carmen no estaba, ella miraba incrédula la cama vacía, vi una hoja grande en la cómoda. Leí.
-Ni te molestes, se ha ido con Gabi- le dije a Alba. Además en la nota me decía que Mateo quería quedar esta noche conmigo. ¿Por qué se lo había dicho a Gabi y no a mí?
- ¡Genial! - puso los ojos en blanco mientras se dirigía hacia la salida. La vi meterse la mano en el bolsillo del pantalón y coger su móvil. No dejó de teclear, creo que estaba buscando alguna información en él.- Heyyy nena - se puso hablar por el móvil - ¿Dónde estás? Mmmm ¿Y todavía no te has levantado de la cama? Perfecto. Pues no te levantes que voy para allá para darte los buenos días con unos buenos polvos mañaneros. Venga, nos vemos ahora Lola.- dijo mientras salía del piso y cerraba la puerta tras de sí.
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