Ir a: Inicio Capítulo 8 "Un café y un polvo"
<------------------------->
CAPÍTULO 9. SIN PROHIBICIONES NO HAY EROTISMO.
ALBA
-¿Probando de nuevo? - le pregunté pícara tras el beso, separándome de ella con desgana y saliendo del coche.
-¿Probando de nuevo? - le pregunté pícara tras el beso, separándome de ella con desgana y saliendo del coche.
Esta tía me descolocaba. Me besaba, me daba bofetones, me volvía a besar, me ponía cachonda, me echaba de su habitación, ¿qué coño quería?. Yo lo tenía claro, tengo unas ganas de follármela que no es normal, pero ahora resultaba que era la niñita del jefazo, joder.
La había traído a mi casa con la clara intención de tirármela. Me lo había puesto a huevo al querer que la invitara a comer. Mientras se calienta la comida, echamos un buen polvo y después comemos tan agusto.
La había traído a mi casa con la clara intención de tirármela. Me lo había puesto a huevo al querer que la invitara a comer. Mientras se calienta la comida, echamos un buen polvo y después comemos tan agusto.
-Puedes salir del coche ehhh - dije al verla que no salía de mi Audi.
-Claro. Puedo - contestó sonriendo. Y salió del coche tranquilamente.
-Este es mi pareado. No soy tan rica como tu padre, no podía comprarme una casa independiente. Me conformé con estar unida a un vecino - le guiñé el ojo.
-Me gusta -no paraba de sonreírme, se acercó y me dio la mano mientras me daba un pequeño beso en la mejilla.- ¿Me invitas a pasar? - retiré la mano inmediatamente, ¿qué pretendía?
-Venga pasa - abrí y le dejé pasar a ella primero.
-Gracias.
-Ponte cómoda, voy a cambiarme y caliento la comida. Por cierto, ¿te gusta la lasaña?
-¿Vas a ponerte a cocinar ahora lasaña?
-Ya la hice ayer, solo falta ponerla a gratinar un cuarto de hora.
-¿Es casera totalmente? - parecía sorprendida.
-Coño, pues claro. Además de follar sé hacer otras cosas joder.
-Así que también cocinas. ¿Haces punto? - reía, y había obviado mi comentario sobre follar.
-No, eso no. Ahí tienes el salón. Apaláncate en el sofá que tardo cero coma en bajar.
-De acuerdo - la oí decir mientras yo ya subía hacia el cuarto.
-Claro. Puedo - contestó sonriendo. Y salió del coche tranquilamente.
-Este es mi pareado. No soy tan rica como tu padre, no podía comprarme una casa independiente. Me conformé con estar unida a un vecino - le guiñé el ojo.
-Me gusta -no paraba de sonreírme, se acercó y me dio la mano mientras me daba un pequeño beso en la mejilla.- ¿Me invitas a pasar? - retiré la mano inmediatamente, ¿qué pretendía?
-Venga pasa - abrí y le dejé pasar a ella primero.
-Gracias.
-Ponte cómoda, voy a cambiarme y caliento la comida. Por cierto, ¿te gusta la lasaña?
-¿Vas a ponerte a cocinar ahora lasaña?
-Ya la hice ayer, solo falta ponerla a gratinar un cuarto de hora.
-¿Es casera totalmente? - parecía sorprendida.
-Coño, pues claro. Además de follar sé hacer otras cosas joder.
-Así que también cocinas. ¿Haces punto? - reía, y había obviado mi comentario sobre follar.
-No, eso no. Ahí tienes el salón. Apaláncate en el sofá que tardo cero coma en bajar.
-De acuerdo - la oí decir mientras yo ya subía hacia el cuarto.
Joder con la niñata, ya me estaba poniendo cachonda solo de pensar que la tenía esperándome abajo. Me desvestí lo más rápido que pude. Me miré en el espejo creyendo que el estar tan perra se podría notar en mi cara o en alguna parte de mi cuerpo. Me quedé mirando fijamente, estaba en tanga y con sujetador a juego, por un breve segundo se me pasó por la cabeza que estaba tan buena que me follaría a mi misma. Dios, que calentura tenía encima para estar pensando eso de mí. Confirmé tras varios minutos mirándome que no se notaba mi excitación siempre y cuando no me tocara o mirara el coño. Me quité el sujetador ya que estaba mucho más cómoda sin él y me coloqué solamente una camiseta negra de AC/DC que me cubría lo mínimo imprescindible.
-¿Alba? ¿Estás?
-Ya estoy - fui bajando los escalones de dos en dos. Estaba sentada en el salón, pero en vez de sentarse en el sofá se había sentado en el suelo y estaba delante de un álbum de fotos que me había dejado allí mi madre hace unos días y aún no había decidido dónde dejarlo.
-¿Ésta eres tú? - señaló una foto mía en la que apenas llegaría al año, sonriente en la bañera.- Eras monísima.- Pasó la página, había una foto en la que salía agarrada a una muñeca, era mi muñeca favorita de pequeña, pensaba que me podía salvar de todo, era una especie de amuleto. Me hizo recordar, y me subió toda la rabia contenida.
-¡Deja eso capulla! - le quité de un manotazo el álbum, gritándole.
-¿Te crees un superhéroe o algo? Madre mía… es cambiar la ropa y cambias de personalidad - dijo poniéndose en pie.
-Son mis cosas, ¿entiendes? Mías. Son mis mierdas. - seguí gritándole.
-Lo siento Alba…- bajó la cabeza. No comentó nada sobre lo que yo había dicho.- Será mejor que me vaya - dijo mientras se dirigía hacia su bolso. Fui tras ella y le cogí la mano impidiéndole que lo cogiera.
-No hace falta que te vayas. Te invité a comer - intenté decir con tranquilidad, acallando la rabia que sentía por dentro. La niñata había despertado los monstruos que llevaba dentro y junto con la calentura, realmente creía que iba a estallar. Se quedó mirándome fijamente a los ojos, se acercó y me rodeó con los brazos, abrazándome.
-Tranquila - su aliento me rozaba la piel del cuello. Ese abrazo hizo que la rabia se calmara, que volviera de nuevo a desear poseerla. Volvió a palpitarme todo, a sentir mi calentura, la humedad en mi entrepierna. La deseaba ahora mismo. La besé con rabia, dejando caer el álbum al suelo para que mi mano pudiera acariciar su nuca y acercarla más a mí. Mi otra mano se dirigió inconscientemente a su pecho; era del tamaño perfecto para mi mano y noté como su pequeño pezón respondía a mis caricias. Ella gimió cuando mi mano rozó su pezón y noté que pegaba su cuerpo al mío empujando las caderas. Necesitaba poseerla, lo necesitaba urgentemente. La fui empujando hacia la pared mientras no dejaba de besarla, de descubrir su boca con mi lengua, de jugar con la suya. La iba a empotrar contra la pared y la iba a hacer mía sin contemplaciones. Era lo que me apetecía en esos momentos, era lo que mi cuerpo me pedía.
-Ya estoy - fui bajando los escalones de dos en dos. Estaba sentada en el salón, pero en vez de sentarse en el sofá se había sentado en el suelo y estaba delante de un álbum de fotos que me había dejado allí mi madre hace unos días y aún no había decidido dónde dejarlo.
-¿Ésta eres tú? - señaló una foto mía en la que apenas llegaría al año, sonriente en la bañera.- Eras monísima.- Pasó la página, había una foto en la que salía agarrada a una muñeca, era mi muñeca favorita de pequeña, pensaba que me podía salvar de todo, era una especie de amuleto. Me hizo recordar, y me subió toda la rabia contenida.
-¡Deja eso capulla! - le quité de un manotazo el álbum, gritándole.
-¿Te crees un superhéroe o algo? Madre mía… es cambiar la ropa y cambias de personalidad - dijo poniéndose en pie.
-Son mis cosas, ¿entiendes? Mías. Son mis mierdas. - seguí gritándole.
-Lo siento Alba…- bajó la cabeza. No comentó nada sobre lo que yo había dicho.- Será mejor que me vaya - dijo mientras se dirigía hacia su bolso. Fui tras ella y le cogí la mano impidiéndole que lo cogiera.
-No hace falta que te vayas. Te invité a comer - intenté decir con tranquilidad, acallando la rabia que sentía por dentro. La niñata había despertado los monstruos que llevaba dentro y junto con la calentura, realmente creía que iba a estallar. Se quedó mirándome fijamente a los ojos, se acercó y me rodeó con los brazos, abrazándome.
-Tranquila - su aliento me rozaba la piel del cuello. Ese abrazo hizo que la rabia se calmara, que volviera de nuevo a desear poseerla. Volvió a palpitarme todo, a sentir mi calentura, la humedad en mi entrepierna. La deseaba ahora mismo. La besé con rabia, dejando caer el álbum al suelo para que mi mano pudiera acariciar su nuca y acercarla más a mí. Mi otra mano se dirigió inconscientemente a su pecho; era del tamaño perfecto para mi mano y noté como su pequeño pezón respondía a mis caricias. Ella gimió cuando mi mano rozó su pezón y noté que pegaba su cuerpo al mío empujando las caderas. Necesitaba poseerla, lo necesitaba urgentemente. La fui empujando hacia la pared mientras no dejaba de besarla, de descubrir su boca con mi lengua, de jugar con la suya. La iba a empotrar contra la pared y la iba a hacer mía sin contemplaciones. Era lo que me apetecía en esos momentos, era lo que mi cuerpo me pedía.
Llamaron al timbre. Despegó sus labios de mi boca y dejó escapar las palabras en un suspiro.
-No abras…- dijo. Sonreí.
-¿Quién piensa en hacerlo?
Sonrió y tiró de mi tanga para pegarme a ella. El timbre volvió a sonar insistentemente.
-Joder, me cago en la puta hostia - blasfemé uniendo mi pelvis a la suya con fuerza, intentando controlar la rabia que tenía por ese odioso timbre.
-No abras…- dijo. Sonreí.
-¿Quién piensa en hacerlo?
Sonrió y tiró de mi tanga para pegarme a ella. El timbre volvió a sonar insistentemente.
-Joder, me cago en la puta hostia - blasfemé uniendo mi pelvis a la suya con fuerza, intentando controlar la rabia que tenía por ese odioso timbre.
MARTINA
Notaba como me había humedecido, era una sensación totalmente desconocida para mí que me encantaba y me descolocaba a partes iguales, notaba el latido del corazón entre mis piernas. Mi cuerpo pedía sus caricias y sus besos desesperadamente. No sabía que me ocurría, pero tampoco me apetecía pensarlo, solo quería de nuevo su lengua en mi boca, y sus caricias en mi pecho provocando que se me erizara todo el cuerpo. En ese momento habría abofeteado a la persona que llamaba al timbre. Alba fue a abrir la puerta.
Detrás de ella apareció una chica pelirroja con unos enormes ojos verdes y pecas. Llevaba un mono verde que le hacía juego con los ojos y un enorme bolso negro, mostraba una sonrisa encantadora.
-¡Alba! - exclamó con alegría.- No coges el móvil, habíamos quedado, ¿recuerdas?
-¿Cómo? - pregunté. Si había tenido la desfachatez de invitarme a su casa habiendo quedado con otra se merecía que le partiera la cara. Aquella chica era… agh, no me salían las palabras.
-¡Anda! Si estás con una amiga. Encantada.- me tendió la mano.- Soy su hermana - le di la mano, y tiró de mí para darme dos besos. Aquella chica era la efusividad personificada, desde luego no se parecía en nada a Alba. Me había quedado petrificada. Se giró hacia Alba y le sonrió.- Si estás ocupada podemos quedar a cenar - continuó mientras le guiñaba un ojo. Alba no contestaba, solo la miraba fijamente, sospeché que no se llevaba muy bien con ella. Su hermana siguió.- ¿Sabes qué? Te llamo luego, acabo de acordarme que tengo cosas que hacer. ¡Adiós! - y diciendo eso se fue hacia un coche que había aparcado con una mujer en el asiento del piloto que hizo una seña a Alba sonriendo, miré a Alba que seguía inmóvil, la hermana de Alba se subió al coche y desapareció de allí. Ninguna de las dos nos movíamos.
-Eres una caja de sorpresas…- dije mientras me acercaba de nuevo a ella por la espalda y tiraba de los dos lados de su tanga con mis manos para pegar su culo a mi cuerpo.- No me lo esperaba, por un segundo pensaba que ya era otra de tus chicas - comenté mordisqueando su cuello.
-Joder con Lucía - dijo mientras doblaba el cuello para dejarme más acceso a él - Me tiene hasta el coño - dobló su cabeza y giró la mitad del cuerpo, buscando de nuevo mi boca.
-Parece un encanto - acariciaba su culo y ella subió las caderas para pegar su cuerpo aún más al mío, momento que aproveché para pasar la lengua desde su hombro hasta el lóbulo de la oreja.
-Es una capulla, como todos los de mi familia.- me encantaba la forma entrecortada que tenía de hablarme. Me producía mucho más placer del que yo creía producir aquello en Alba.
-Como todos para ti Alba - dije mientras la giraba por las caderas para tenerla de frente totalmente.
-No, ellos son los hijos de puta - contestó mirándome a los ojos, noté tristeza en un microsegundo de su mirada porque al instante vi como se le dilataban las pupilas y se volvió a abalanzar sobre mí, en busca de mi boca, girándonos las dos y volviéndome a atrapar entre la puerta y ella. -Besas cojonudamente bien tía.
Noté que la sangre se me agolpaba en las mejillas.
-¿De verdad? Eres la primera persona que me besa así...No puedo comparar, pero me encanta.
-Me cago en todo, ¿pero tú de dónde has salido? - me dijo sorprendida separándose un poco de mí y seguramente para mofarse de mi sonrojo.
-Yo… no sé. Mateo nunca me da besos así. Pero no quiero hablar ahora de ello…- dije mientras ponía las manos en su culo y la empujaba hacia mí. Alba se me acercó al oído lentamente
-No te fíes de ningún tío - y me mordió el lóbulo provocándome un espasmo y bajando por mi cuello a pequeños mordiscos, llegando a mi hombro donde el mordisco fue con mayor intensidad. Me pregunté que quería decir con aquello, pero ya le preguntaría luego, aquellas sensaciones ocultaban hasta mi inacabable curiosidad. Cada vez notaba más como mi cuerpo vibraba con sus manos. Subí las manos por su espalda, acariciándola suavemente y levantándole la camiseta, esperé a que levantase los brazos y se la quité. Me quedé mirando su cuerpo, era el cuerpo más maravilloso que había visto nunca, tenía la piel perfecta, lisa y brillante, me fijé en que tenía algunas estrías en la cadera, las típicas del crecimiento, pero incluso aquello quedaba como si hubiese sido retratado en su cuerpo, tenía un tatuaje en la cadera, que le ocupaba todo el lado derecho, una mariposa roja justo en la pelvis, dónde empezaba el tanga, me llamó la atención, pasé mis dedos suavemente por ella y noté como un escalofrío recorría su cuerpo. Alba era puro arte, su cuerpo era como un imán para mí, no podía despegarme, ni alejarme, ni siquiera podía permitirme apartar la vista de ella. Me sonrió y me sacó de mi estado de embriaguez.
Notaba como me había humedecido, era una sensación totalmente desconocida para mí que me encantaba y me descolocaba a partes iguales, notaba el latido del corazón entre mis piernas. Mi cuerpo pedía sus caricias y sus besos desesperadamente. No sabía que me ocurría, pero tampoco me apetecía pensarlo, solo quería de nuevo su lengua en mi boca, y sus caricias en mi pecho provocando que se me erizara todo el cuerpo. En ese momento habría abofeteado a la persona que llamaba al timbre. Alba fue a abrir la puerta.
Detrás de ella apareció una chica pelirroja con unos enormes ojos verdes y pecas. Llevaba un mono verde que le hacía juego con los ojos y un enorme bolso negro, mostraba una sonrisa encantadora.
-¡Alba! - exclamó con alegría.- No coges el móvil, habíamos quedado, ¿recuerdas?
-¿Cómo? - pregunté. Si había tenido la desfachatez de invitarme a su casa habiendo quedado con otra se merecía que le partiera la cara. Aquella chica era… agh, no me salían las palabras.
-¡Anda! Si estás con una amiga. Encantada.- me tendió la mano.- Soy su hermana - le di la mano, y tiró de mí para darme dos besos. Aquella chica era la efusividad personificada, desde luego no se parecía en nada a Alba. Me había quedado petrificada. Se giró hacia Alba y le sonrió.- Si estás ocupada podemos quedar a cenar - continuó mientras le guiñaba un ojo. Alba no contestaba, solo la miraba fijamente, sospeché que no se llevaba muy bien con ella. Su hermana siguió.- ¿Sabes qué? Te llamo luego, acabo de acordarme que tengo cosas que hacer. ¡Adiós! - y diciendo eso se fue hacia un coche que había aparcado con una mujer en el asiento del piloto que hizo una seña a Alba sonriendo, miré a Alba que seguía inmóvil, la hermana de Alba se subió al coche y desapareció de allí. Ninguna de las dos nos movíamos.
-Eres una caja de sorpresas…- dije mientras me acercaba de nuevo a ella por la espalda y tiraba de los dos lados de su tanga con mis manos para pegar su culo a mi cuerpo.- No me lo esperaba, por un segundo pensaba que ya era otra de tus chicas - comenté mordisqueando su cuello.
-Joder con Lucía - dijo mientras doblaba el cuello para dejarme más acceso a él - Me tiene hasta el coño - dobló su cabeza y giró la mitad del cuerpo, buscando de nuevo mi boca.
-Parece un encanto - acariciaba su culo y ella subió las caderas para pegar su cuerpo aún más al mío, momento que aproveché para pasar la lengua desde su hombro hasta el lóbulo de la oreja.
-Es una capulla, como todos los de mi familia.- me encantaba la forma entrecortada que tenía de hablarme. Me producía mucho más placer del que yo creía producir aquello en Alba.
-Como todos para ti Alba - dije mientras la giraba por las caderas para tenerla de frente totalmente.
-No, ellos son los hijos de puta - contestó mirándome a los ojos, noté tristeza en un microsegundo de su mirada porque al instante vi como se le dilataban las pupilas y se volvió a abalanzar sobre mí, en busca de mi boca, girándonos las dos y volviéndome a atrapar entre la puerta y ella. -Besas cojonudamente bien tía.
Noté que la sangre se me agolpaba en las mejillas.
-¿De verdad? Eres la primera persona que me besa así...No puedo comparar, pero me encanta.
-Me cago en todo, ¿pero tú de dónde has salido? - me dijo sorprendida separándose un poco de mí y seguramente para mofarse de mi sonrojo.
-Yo… no sé. Mateo nunca me da besos así. Pero no quiero hablar ahora de ello…- dije mientras ponía las manos en su culo y la empujaba hacia mí. Alba se me acercó al oído lentamente
-No te fíes de ningún tío - y me mordió el lóbulo provocándome un espasmo y bajando por mi cuello a pequeños mordiscos, llegando a mi hombro donde el mordisco fue con mayor intensidad. Me pregunté que quería decir con aquello, pero ya le preguntaría luego, aquellas sensaciones ocultaban hasta mi inacabable curiosidad. Cada vez notaba más como mi cuerpo vibraba con sus manos. Subí las manos por su espalda, acariciándola suavemente y levantándole la camiseta, esperé a que levantase los brazos y se la quité. Me quedé mirando su cuerpo, era el cuerpo más maravilloso que había visto nunca, tenía la piel perfecta, lisa y brillante, me fijé en que tenía algunas estrías en la cadera, las típicas del crecimiento, pero incluso aquello quedaba como si hubiese sido retratado en su cuerpo, tenía un tatuaje en la cadera, que le ocupaba todo el lado derecho, una mariposa roja justo en la pelvis, dónde empezaba el tanga, me llamó la atención, pasé mis dedos suavemente por ella y noté como un escalofrío recorría su cuerpo. Alba era puro arte, su cuerpo era como un imán para mí, no podía despegarme, ni alejarme, ni siquiera podía permitirme apartar la vista de ella. Me sonrió y me sacó de mi estado de embriaguez.
ALBA
Necesitaba estar dentro de ella, sentir su calor, su deseo, hacerla mía. No recordaba haber sentido esto en mi puta vida, toda ella era electricidad para mí. Cualquier sitio que tocara de ella, cualquier gemido que le producía, era un escalofrío intenso por todo mi ser.
-Eres increíble Alba - sus palabras parecía que hiciesen un esfuerzo para salir de su cuerpo, gimió al notar mi mano en uno de sus pezones, se lo pellizqué suavemente y soltó un gemido ahogado que me volvió loca. Mi otra mano quiso ir más allá y bajó sin vergüenza a través de su costado rozándola con mis uñas, eso hizo que se le erizaran los vellos de su piel.
Me perdí en su cuello, besándolo, lamiéndolo, me encantaba el olor que transmitía y mi mano consiguió por fin introducirse por encima de la falda y buscaba también poder entrar por entre sus medias. ¿Tanta ropa de mierda para qué? me estaba sacando de mis casillas tanta ropa, con lo fácil que era follar a una tía con pantalones.
Intenté no desconcentrarme tras conseguir introducirme entre las medias, y volver a buscar ahora cómo llegar hasta su coño. Martina se apartó de mí.
-Yo…- me miraba con sus enormes ojos marrones.
-Shhhhhh no nena, no. Ahora no me puedes hacer esto - seguí buscando la manera de llegar a ella mientras la apretaba hacia mí presionando con mi mano en su espalda para que no se separara.
Necesitaba estar dentro de ella, sentir su calor, su deseo, hacerla mía. No recordaba haber sentido esto en mi puta vida, toda ella era electricidad para mí. Cualquier sitio que tocara de ella, cualquier gemido que le producía, era un escalofrío intenso por todo mi ser.
-Eres increíble Alba - sus palabras parecía que hiciesen un esfuerzo para salir de su cuerpo, gimió al notar mi mano en uno de sus pezones, se lo pellizqué suavemente y soltó un gemido ahogado que me volvió loca. Mi otra mano quiso ir más allá y bajó sin vergüenza a través de su costado rozándola con mis uñas, eso hizo que se le erizaran los vellos de su piel.
Me perdí en su cuello, besándolo, lamiéndolo, me encantaba el olor que transmitía y mi mano consiguió por fin introducirse por encima de la falda y buscaba también poder entrar por entre sus medias. ¿Tanta ropa de mierda para qué? me estaba sacando de mis casillas tanta ropa, con lo fácil que era follar a una tía con pantalones.
Intenté no desconcentrarme tras conseguir introducirme entre las medias, y volver a buscar ahora cómo llegar hasta su coño. Martina se apartó de mí.
-Yo…- me miraba con sus enormes ojos marrones.
-Shhhhhh no nena, no. Ahora no me puedes hacer esto - seguí buscando la manera de llegar a ella mientras la apretaba hacia mí presionando con mi mano en su espalda para que no se separara.
Lo bueno de haber follado mucho es que tienes agilidad en las manos y por fin encontré el camino.
- Pero es que...Alba… - le miré a los ojos mientras me decía aquello y mi mano empezaba a tocar su humedad.
-Nena déjate llevar, venga. Solo disfruta - logré decir porque no me llegaba casi aire a los pulmones. Era increíble esta sensación tan intensa; quería disfrutarla al máximo.
-Me da vergüenza - bajó la mirada evitando mirarme.
-Oye, mírame - solté su espalda y mi mano le alzó la barbilla - Esto no es nada malo - Cuando vi su mirada, realmente vi miedo. ¿Miedo al gilipollas de Mateo? ¿A ese que ni siquiera le comía la boca? Noté que me volvía de nuevo la rabia, ese tío me tenía hasta el coño.
-Mi madre no lo ve así… Si se entera…
-Shhhh de verdad. Déjame, verás que no es como te imaginas - no aguantaba, mis dedos jugueteaban entre sus labios húmedos y rozaban su clítoris suavemente. Notaba como su cuerpo respondía a mis caricias. Quería que sintiera esa nueva sensación, que se dejara llevar por ellas, que me dijera que la llevara a lo más alto.
Me miraba a los ojos. Al notar mis dedos en su clítoris noté como su pelvis empezaba a balancearse poco a poco.
-Así nena, así. Muévete. Ves como no es nada malo - Quería follármela y que no me parara a mitad de todo. Tampoco quería forzarla, estaba claro que ella también quería, pero su estúpida educación sexual de no poder tener sexo antes del matrimonio y encima con otra chica la tenía horrorizada.
- Pero es que...Alba… - le miré a los ojos mientras me decía aquello y mi mano empezaba a tocar su humedad.
-Nena déjate llevar, venga. Solo disfruta - logré decir porque no me llegaba casi aire a los pulmones. Era increíble esta sensación tan intensa; quería disfrutarla al máximo.
-Me da vergüenza - bajó la mirada evitando mirarme.
-Oye, mírame - solté su espalda y mi mano le alzó la barbilla - Esto no es nada malo - Cuando vi su mirada, realmente vi miedo. ¿Miedo al gilipollas de Mateo? ¿A ese que ni siquiera le comía la boca? Noté que me volvía de nuevo la rabia, ese tío me tenía hasta el coño.
-Mi madre no lo ve así… Si se entera…
-Shhhh de verdad. Déjame, verás que no es como te imaginas - no aguantaba, mis dedos jugueteaban entre sus labios húmedos y rozaban su clítoris suavemente. Notaba como su cuerpo respondía a mis caricias. Quería que sintiera esa nueva sensación, que se dejara llevar por ellas, que me dijera que la llevara a lo más alto.
Me miraba a los ojos. Al notar mis dedos en su clítoris noté como su pelvis empezaba a balancearse poco a poco.
-Así nena, así. Muévete. Ves como no es nada malo - Quería follármela y que no me parara a mitad de todo. Tampoco quería forzarla, estaba claro que ella también quería, pero su estúpida educación sexual de no poder tener sexo antes del matrimonio y encima con otra chica la tenía horrorizada.
Seguí dándole placer para ahuyentar esos miedos. Mi pulgar se dedicó a su clítoris, haciendo pequeños círculos alrededor de él, notando como su humedad crecía y su clítoris aumentaba de tamaño. Mis dedos se envolvían en su humedad, acariciando cada pliegue de su coño y jugueteando con la entrada. Veía como Martina movía más su pelvis deseando ser penetrada pero no pudiendo articular palabra. Yo le recorría todo el cuello con la punta de mi lengua y la vi como cerraba los ojos y por fin, se entregaba a mí, notando como abría más las piernas para poderla acariciar mejor.
Tuve un impulso casi incontrolable de penetrarla, la punta de mi dedo corazón estuvo a punto de alojarse en ese lugar tan ansiado pero lo retiré a tiempo. Joder, mi corazón dio un vuelco de 180º, ¡era virgen, joderrr! yo no desvirgaba a nadie. La escuché gemir y alzar más sus caderas en busca de mis dedos, en busca de saciar ese deseo de ser penetrada. No podía joder, no podía. Mis dedos se concentraron entonces en su clítoris inflamado.
Con el índice y el corazón fui masturbándola lentamente, mientras que pegaba todo mi cuerpo a ella para sentirla y le abrazaba con el otro brazo por la cintura. Imaginaba que tendría que sostenerla cuando tuviera el primer orgasmo de su vida. Me pasó el brazo izquierdo por el cuello para sostenerse.
-Alba, más rápido…- dijo mientras movía sus caderas para que acelerase el ritmo.
Tuve un impulso casi incontrolable de penetrarla, la punta de mi dedo corazón estuvo a punto de alojarse en ese lugar tan ansiado pero lo retiré a tiempo. Joder, mi corazón dio un vuelco de 180º, ¡era virgen, joderrr! yo no desvirgaba a nadie. La escuché gemir y alzar más sus caderas en busca de mis dedos, en busca de saciar ese deseo de ser penetrada. No podía joder, no podía. Mis dedos se concentraron entonces en su clítoris inflamado.
Con el índice y el corazón fui masturbándola lentamente, mientras que pegaba todo mi cuerpo a ella para sentirla y le abrazaba con el otro brazo por la cintura. Imaginaba que tendría que sostenerla cuando tuviera el primer orgasmo de su vida. Me pasó el brazo izquierdo por el cuello para sostenerse.
-Alba, más rápido…- dijo mientras movía sus caderas para que acelerase el ritmo.
Fue una simple frase, una frase que sacada de contexto era de lo más banal, pero a mí me hizo temblar de la cabeza a los pies. No sé por qué, porque ni siquiera me la estaba follando literalmente hablando, eso era lo realmente increíble, que estaba sintiendo cosas sorprendentemente intensas, que jamás había sentido antes y solo con tocarla y masturbarla. Pero lo sumamente extraño es que en esos momentos no era en mí en quien pensaba, como suelo hacer en estos casos, era en ella. Quería que sintiera ese placer del orgasmo que le había prohibido su educación, que se dejara llevar por su cuerpo y no por su mente, que disfrutara al máximo de ese momento y todo eso quería ser yo quien se lo diera. Nunca me había ocurrido, pero no quería pensar en eso ahora, era demasiado nuevo y demasiado excitante como para ponerme a pensarlo ahora.
Mis dedos aceleraron el ritmo tal y como me pedía, era de esos movimientos circulares donde das un toque de presión justo para que el roce sea mayor. La oí gemir y buscar mi oído para hacerlo cerca de él. Eso me volvía loca. Mi pelvis se movía al ritmo de la suya y buscó rozarse con su muslo derecho. Uffffff llegaría a correrme sin tan siquiera tocarme y eso hacía años que no me sucedía. Noté que ella se daba cuenta de mis movimientos y metió la mano derecha por mi tanga.
-Estás muy húmeda… me encanta. - dijo al notar mi humedad. Joder, ésta no era la mojigata de hace unos minutos. Me gustaba esta otra Martina, la atrevida, la que se dejaba llevar por sus instintos, la que se entregaba, la que me sorprendía con sus actos.
-Estás muy húmeda… me encanta. - dijo al notar mi humedad. Joder, ésta no era la mojigata de hace unos minutos. Me gustaba esta otra Martina, la atrevida, la que se dejaba llevar por sus instintos, la que se entregaba, la que me sorprendía con sus actos.
Sus dedos recorrían mi coño en busca de mi clítoris, se la notaba insegura, pero sus dedos acariciándome me estaban haciendo perderme en nuestros gemidos.
-Así me pones nena. Tú estás mojadísima - le susurré.
-¿Sí? - tenía la sangre agolpada en las mejillas y le brillaban los ojos, estaba preciosa. Entre esa ingenuidad de sus respuestas y sus atrevidos actos me estaba poniendo como nadie me había puesto hasta ahora.
-¿Sí? - tenía la sangre agolpada en las mejillas y le brillaban los ojos, estaba preciosa. Entre esa ingenuidad de sus respuestas y sus atrevidos actos me estaba poniendo como nadie me había puesto hasta ahora.
Encontró mi clítoris y empezó a acariciarlo lentamente, presionando en él, como había hecho yo. Mis caderas se movían sin cesar buscando más roce entre sus dedos mientras los míos la masturbaban con mayor intensidad. Noté como sus gemidos dejaban menos espacio entre ellos y su respiración se aceleraba. Su cuerpo empezó a tensarse, y en un último gemido se le arqueó la espalda y tiró la cabeza hacia atrás, corriéndose.
-Joder... - logró decir casi en un susurro ahogado, no pudiendo articular ninguna palabra más mientras notaba como se corría con mis atenciones. Aquella palabra que yo había provocado en su inocente boca me puso más cachonda de lo que ya estaba.
-Sí nena, córrete. Disfruta.
-Sí nena, córrete. Disfruta.
Su cuerpo no se sostuvo durante un momento y tuve que agarrarla bien de la cintura para que no cayera mientras disfrutaba del primer orgasmo de su vida. Es indescriptible lo que yo sentí en ese momento donde vi todo su cuerpo entregado a ese placer que le produjo el correrse por primera vez. No tener ni las fuerzas necesarias para sostener su propio cuerpo y dejarse totalmente atendida por mí.
Su respiración fue acompasándose, me pasó el brazo que tenía sobre mi cuello por la cintura, y aumentó el movimiento de sus dedos en mi clítoris. Pegó su boca a mi oído y pasó la lengua lentamente por el cuello, justo debajo de la oreja antes de hablar.
-Ahora córrete tú para mí Alba, por favor…
-Joderrrr, nena - La Martina atrevida, la Martina que me ponía cachonda como una perra, estaba al ataque de nuevo tras recuperarse. Mi orgasmo contenido explotó nada más oírla decir esas palabras. Me corrí con sus palabras, sus dedos ayudaron pero sus palabras fueron el fuego que encendió la mecha de mi devastador clímax. Fue todo tan intenso, tan sorprendente, hubo tanto placer en ese instante que no tuve fuerzas ni para gritar, ni decir ni un mínimo susurro, solo suspiré sintiendo que no me sostenían ni mis propias piernas.
Su respiración fue acompasándose, me pasó el brazo que tenía sobre mi cuello por la cintura, y aumentó el movimiento de sus dedos en mi clítoris. Pegó su boca a mi oído y pasó la lengua lentamente por el cuello, justo debajo de la oreja antes de hablar.
-Ahora córrete tú para mí Alba, por favor…
-Joderrrr, nena - La Martina atrevida, la Martina que me ponía cachonda como una perra, estaba al ataque de nuevo tras recuperarse. Mi orgasmo contenido explotó nada más oírla decir esas palabras. Me corrí con sus palabras, sus dedos ayudaron pero sus palabras fueron el fuego que encendió la mecha de mi devastador clímax. Fue todo tan intenso, tan sorprendente, hubo tanto placer en ese instante que no tuve fuerzas ni para gritar, ni decir ni un mínimo susurro, solo suspiré sintiendo que no me sostenían ni mis propias piernas.
MARTINA
Me excitaba demasiado notar como Alba movía su cuerpo para buscar el roce de mis dedos, después de haber tenido una de las mejores sensaciones que había experimentado en mi vida quería que ella lo hiciera también. Empecé a hacer circulitos alrededor de su clítoris igual que ella había hecho conmigo, no paré de besarle el cuello, y de pasar mi lengua por sus labios hasta que noté que su cuerpo empezaba a tensarse igual que había hecho el mío apenas unos minutos antes. A los pocos segundos noté que su cuerpo temblaba y las piernas dejaban de sostenerla. Dejó caer su peso sobre mi abrazo y suspiró. Saqué la mano de su tanga y sonreí.
Levanté su cara cogiéndole de la barbilla y le di un pequeño beso en los labios.
Me excitaba demasiado notar como Alba movía su cuerpo para buscar el roce de mis dedos, después de haber tenido una de las mejores sensaciones que había experimentado en mi vida quería que ella lo hiciera también. Empecé a hacer circulitos alrededor de su clítoris igual que ella había hecho conmigo, no paré de besarle el cuello, y de pasar mi lengua por sus labios hasta que noté que su cuerpo empezaba a tensarse igual que había hecho el mío apenas unos minutos antes. A los pocos segundos noté que su cuerpo temblaba y las piernas dejaban de sostenerla. Dejó caer su peso sobre mi abrazo y suspiró. Saqué la mano de su tanga y sonreí.
Levanté su cara cogiéndole de la barbilla y le di un pequeño beso en los labios.
-Bien hecho.- La miré a los ojos sin poder dejar de sonreírle, me sentía llena, emocionada... estaba feliz. Ella apoyó su frente en la mía todavía con la respiración entrecortada parecía estar agotada.
-Joderrrr nena. No he podido aguantar, me iba. Es que me iba. Eres la hostia puta ¿lo sabías? Este ha sido uno de los mejores polvos de mi vida. Me has dejado sin fuerzas durante unos minutos increíbles - dijo viéndole la primera sonrisa sincera desde que nos conocimos.
-¿De verdad? Ayy ¡Alba! Me ha encantado... - ella me sonrío de nuevo al verme tan feliz
-Parece que te ha gustado la experiencia ¿eh? - me aprisionaba con su cuerpo y la pared - Cuando quieras follamos de nuevo - me empujó con su cadera. Reí y rodeé su cintura con mis brazos.
-Eres boba Alba... - pensé en Mateo e instantáneamente me puse seria y me solté de ella.- Pero no volverá a ocurrir.
Me di cuenta lo que había pasado. Dios mío... ¿Cómo podía haberme dejado llevar de esa manera?
-Joderrrr nena. No he podido aguantar, me iba. Es que me iba. Eres la hostia puta ¿lo sabías? Este ha sido uno de los mejores polvos de mi vida. Me has dejado sin fuerzas durante unos minutos increíbles - dijo viéndole la primera sonrisa sincera desde que nos conocimos.
-¿De verdad? Ayy ¡Alba! Me ha encantado... - ella me sonrío de nuevo al verme tan feliz
-Parece que te ha gustado la experiencia ¿eh? - me aprisionaba con su cuerpo y la pared - Cuando quieras follamos de nuevo - me empujó con su cadera. Reí y rodeé su cintura con mis brazos.
-Eres boba Alba... - pensé en Mateo e instantáneamente me puse seria y me solté de ella.- Pero no volverá a ocurrir.
Me di cuenta lo que había pasado. Dios mío... ¿Cómo podía haberme dejado llevar de esa manera?
<------------------------->
Pues mira, empezó a por no agradarme mucho la idea de que Alba le pegara un puñetazo a Martina y casi desestimo el relato, pero le di otra oportunidad y ahora estoy enganchada! :O
ResponderEliminarSeguid así!
¡Muchísimas gracias! ¡Da una oportunidad al cambio que harán poco a poco tanto Alba como Martina! ¡¡¡Cada una tiene un pasado que ha hecho su personalidad pero aún pueden cambiar con la otra!!! O no...
ResponderEliminar¡Mil gracias de nuevo por darles y por darnos una oportunidad!
Espero que sigas leyendo :D
Comencé a leerlo hoy y me fascina aahhhh lo amoo, jajajaja sigue así, te leo desde Argentina pero soy de Paraguay
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario. Espero que sigas a nuestras chicas hasta el final, y que continúe gustándote como hasta ahora. Un saludo
EliminarJoderrrrrr muy bien relatado, si chicas muy currado, el escrito muy definido muy claro, Alba me recuerda un poco A Cate Maines, la immmbecil, de Clara Asunción Garcia. Intenso muy intenso.
ResponderEliminarNuestra Alba produce un amor-odio extraño pero enganchante jajajjaja. Me alegro que te gustara como lo hemos descrito.
Eliminar