Llegué tarde a nuestra cita. Ella ya estaba allí, sentada, bebiendo un mojito, con la mirada perdida en el infinito. Me detuve un instante a contemplarla. Las fotos no le hacían ninguna justicia. De blanco, con el pelo alborotado cayendo por sus hombros desnudos. Sorbía por la pajita, y yo admiraba sus carnosos labios. ¿Sería digna de besarlos? Sus manos eran pequeñas, quizá suaves, como su voz. ¿Cómo sería su voz? Intenté en vano imaginarla. Sus pies, anclados en unas sandalias, blancas también, como su tez. Las uñas al natural. No como su cara, en la que sí había invertido algo de tiempo, de sombras, de perfiladores, de pintalabios. Me deleitaba imaginando cómo la desnudaría, cómo lograría hacerla presa de mis encantos. Ella alzó la cabeza, me vio, me sonrió. Mi momento de admiración se había disuelto a la misma velocidad con la que sus blancos dientes se asomaron.
Me dirigí con paso firme hacia su mesa. Podría decir que caminé, pero no es cierto, más bien me tambaleé hasta recibir sus dos besos y un tímido abrazo de bienvenida. Las palabras se agolpaban en mi boca. “Tomaré lo mismo”. Nunca fui asidua de las bebidas azucaradas, pero pensé que un cóctel no desentonaría en aquel bar Chill Out. El silencio podía mascarse. Por más que miraba sus ojos, era incapaz de adivinar qué debía decir para sorprenderla. Había quedado atrapada por la imagen que proyectaba en mi retina. Decidí disfrutar de aquello que para otros hubiera resultado incómodo, aunque para mí era gloria frente a aquel bullicio.
Ella me había conquistado por su timidez. Después de meses hablando, se nos habían terminado las palabras, y accedió a quedar conmigo. Ella eligió el sitio. Planeé durante días la estrategia a seguir. “Un par de copas. Robarle alguna sonrisa. Caminar por la playa. Tomar su mano cuando no lo esperara. Detenernos frente a las rocas. Comenzar una nueva conversación. Acercarme a ella. Besarla. No dejar de besarla.” Pero, ¿sería así? Las cosas nunca suelen ser como las imaginamos.
Se armó de valor y me contó lo que había hecho durante el día. Ir a la facultad, comprar comida para ella y su compañera de piso, leer… Admitió que estaba nerviosa, que le había costado dormir la noche anterior. Mientras ella se desvelaba, yo preparaba mis enseres. Me complacía saber que ansiaba ese momento tanto como yo. Era ella. Lo supe en ese instante. Quizá lo había sabido desde el primer “hola”. Me gustaba. Ella sería mi primera vez con una mujer. Bueno, en realidad, mi primera vez a secas.
Pedimos otro mojito. El alcohol suavizaba el ambiente, pero avivaba mis ganas. Sería allí, ella no me acompañaría hasta mi piso. Debía encontrar el lugar perfecto, donde nadie nos interrumpiera.
Mi mano se posó en su pierna, que la recibió con un pequeño temblor. Se sonrojó. Yo también le gustaba. Nos gustábamos, nos atraíamos, nos empujaba una fuerza sobrenatural. Era ella. Sus dedos se entrelazaron con los míos. Sentí su calor. Agachó la cabeza. No me gustaba que lo hiciera. Tenía que mirarme a los ojos. Corroborarme que mi elección había sido la correcta.
Las dulces caricias dieron paso un leve coqueteo. Yo hablaba, ella sonría. Yo sonreía, ella hablaba. Mi mano no se conformó con su rodilla y subió a su muslo. Se ruborizó. Me enternecía pensar que nadie más se había acercado a ella tanto. Era virgen, y yo deseosa de explorar qué es lo que guardaba en su interior, qué era lo que me regalaría.
Poco a poco, me fui acercando. Sus ojos se cerraban, no del mismo modo en que lo harían un tiempo después. Se cerraban para recibirme. Acaricié sus labios con los míos. Eran suaves, muy suaves. Eran míos, pues era ella. Nos deshicimos en un cúmulo de besos, tan tímidos como ella.
— Me gustas —afirmó entre jadeos.
— Me encantas.
— No sé si estoy preparada.
— Lo estás.
La tomé de la mano, rumbo al baño. No era el mejor lugar para una primera vez, pero no quería que se me escapara. Entramos en uno de los cubículos. Sus ojos se plagaron de terror.
— No tengas miedo, será rápido.
— No dejes de besarme mientras lo haces.
Regresé a sus labios. No había prisa, ya era mía. Lo fue desde mucho tiempo antes.
— ¿Prefieres que te quite la ropa?
Ella negó con la cabeza. Aunque deseaba ver su cuerpo desnudo, debía respetar sus deseos. Desabroché un poco su camisa blanca. Veía su abdomen. Me llamaba a gritos. Me agaché y lo lamí. Ella se encorvó. Sujetó mi cabeza, y permanecí ahí hasta que dejó de sentir el paso de mi lengua.
Había llegado el momento. Pasé mi mano entre sus piernas. Virgen y excitada, esa era la clave, en eso habíamos quedado. Rebusqué en mi bolso. Ella se dio cuenta y trató de escapar. La cogí con delicadeza y regresé a sus labios. No podía perder ese momento. Debía lubricar para que yo prosiguiera.
Los besos iban aumentando en velocidad y deseo. No había marcha atrás. Ella no decía nada, pero yo oía su voz, gritándome, suplicándome que lo hiciera. No puedo expresar cuánto me ponía aquello. Volví a comprobar si estaba húmeda. Así era. Quería probarlo antes de que se secara. Metí la mano por su pantalón, la saqué empapada en su esencia. No pude resistirme a lamerla, a que ella lo hiciera conmigo. Nuestras lenguas se entrelazaban entre mis dedos.
“Quiero morir excitada”, me dijo. Y así fue. El cuchillo se clavó hasta el mango, colándose entre sus costillas. Ella gritó de dolor. Era tan bello. Podía ver cómo su cuerpo luchaba por sobrevivir. ¡Me había mentido! Con rabia, saqué el filo y lo volví a incrustar, esta vez en su cuello. Lo blanco se volvió rojo. Sus ojos se iban apagando. Yo seguí lamiéndome los dedos.
Escrito por Sara Remendada
Joooooooder me ha encantado, no me lo esperaba que fuerte, ole, ole y ole buenisimoooo
ResponderEliminarMe alegro mucho que te haya gustado. No está firmado por la encuesta que se hará pero, en breve, se desvelará a su escritora.
EliminarUn saludo, Nika.
olle la encuesta es twiter?, porque yo no tengo y me guataria votar.
EliminarMe alegro mucho de que te gustara. Formaba parte de un reto y, por tanto, había definidas una normas, lo que dificulta la escritura.
EliminarPero... ¿qué cojones? Ya sabía yo que no me gustaba... bff 😒😒😒 aunque está increíblemente bien escrito
ResponderEliminarLamento que no te gustara. Aunque me quedo con tu "está increíblemente bien escrito". Gracias.
EliminarJajaja que cosas están pasando en mi ausencia literaria. Muy buen Diferente y fuerte. Debería continuar...
ResponderEliminarContinuar? Me lo pones difícil..., el factor sorpresa ya se desveló. Pero prometo intentarlo.
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ResponderEliminarMe ha dejado cachonda por lo erótico y complacida por la cuchillá. Perfecto.
Complacida? Ahora siento algo de miedo, sin excitación...
EliminarGracias por leerme.
Hombre la muchacha pidió "quiero morir excitada" así que eso fue lo que consiguió jaja
ResponderEliminarExacto, ella lo deseaba, al menos hasta que se vio metida en faena... Los deseos quizá no sean tan fuertes como los instintos.
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