Y es que con el tiempo he ido aprendiendo que la vida está llena de primeras
veces. La primera vez que ríes, la primera vez que te caes, la primera vez que
te levantas, la primera vez que dices te quiero, la primera vez que sientes un te
quiero.
El
tiempo también me enseña que no existen dos personas iguales. Que la risas
suenan distinto dependiendo de quien ría o quien te haga reír. Que no todas
las caricias te hacen sentir lo mismo, ni tú sientes lo mismo con las caricias
que das. Que no todo te alegrara los días, también habrá que o quien te
destroce los días.
El
tiempo me enseñó que no todos los besos son iguales, ni dejan el mismo sabor. Que no todos los besos son dignos de llamarse besos.
Me
enseñó que no te hiere quien quiere, sino quien puede. Que hay palabras necias
y personas necias. Que no hay que usar la palabra para hablar, porque hay
miradas que valen más que mil palabras.
El tiempo me enseña las lecciones que me hace
enfrentarme a ese examen que me pone la vida. Lecciones que no aprendo hasta
que suspendo ese examen, hasta que saco ese cero, y empiezo a abrir los ojos y
entender con claridad esas lecciones que el tiempo me fue poniendo en el camino.
Supongo, que el tiempo existe por eso, para olvidar,
recordar y aprender. Porque no todo en esta vida merece formar parte de
nosotros. Por eso, es mejor olvidar. Porque es mejor recordar los buenos
momentos y aprender de los malos.
Coge las cosas que te da la vida, y vívelas de la
mejor forma que sepas. Si crees que no merece la pena recordarlas, pues
olvídalas y si duele, no te rindas, afróntalo y sigue adelante.
Escrito por @srtadesquiciada
Me gusta mucho
ResponderEliminarGracias
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