Relato "Un café y un polvo". Parte 5 (Capítulo 17)

jueves, 21 de enero de 2016
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PARTE 5. LO PEOR NO ES QUE SE TE ROMPA EL CORAZÓN, SINO QUE SE CONVIERTA EN PIEDRA.
CAPÍTULO 17. LA INOCENCIA MUCHAS VECES ES CAPAZ DE HACER LO QUE EL AMOR NO PUEDE.

"Tenía los típicos mofletes rosados de un bebé, una mirada azul que me atravesaba y me llenaba a partes iguales, me hacía sentir bien, limpia, pura. Me sentía como cuando era niña y aún no sabía nada de lo podrida que estaba mi familia, cuando mi madre me acunaba en los brazos y me decía que sería una preciosa y feliz princesita. No había vuelto a sentirme tan limpia nunca, hasta que Almu me miró a los ojos. Y es que la inocencia muchas veces es capaz de hacer lo que el amor no puede."


MARTINA

 -Creo que es mejor que te sientes.- tenía un tono serio y me miraba fijamente, cosa que me producía escalofríos.

-Eh...bueno, está bien.- dije dirigiéndome hacia el salón y sentándome en el sofá.- ¿Qué quieres?
-Tengo una hermana Martina. 
-Eh… Ya lo sé.-me parecía un comentario tonto, yo ya sabía que tenía una hermana. Había conocido a Alba incluso antes que a la propia Lucía.
-No, no sabes. No lo entiendes.- se quedó callada mirándome, no dije nada porque supuse que seguiría hablando. Efectivamente a los pocos minutos siguió hablando.- tengo otra hermana aparte de Alba.- siguió hablando, mi cabeza ya iba a toda velocidad.

Cuando conseguí asimilar todo lo que me había dicho en cinco minutos, hablé.

-Déjame coger las llaves del coche y nos vamos.- dije dirigiéndome a mi cuarto. Sonó el portero del portal.- Debe ser Gabi ¡ABRE TÚ!- le grité desde el cuarto a Lucía, ¿dónde había dejado las malditas llaves? Las vi tiradas en el suelo junto a los pantalones, las cogí rápidamente y salí justo en el momento en que escuchaba un grito ahogado de Lucía.

-Alba… ¿Qué haces aquí tan pronto?- dijo Lucía. Mierda… me quedé quieta mirando a Alba que estaba en la puerta con cara de agotamiento, entró al salón sin casi mirarme y se sentó en el sofá con algo de dificultad.  Miré el reloj, la conversación de "cinco minutos" había durado más de una hora y media...

-¿Estás bien Alba?- pregunté. A Lucía se la veía claramente molesta.
-Sí, sí. Solo un pequeño dolor de espalda. Dormiría mal anoche - me hizo un guiño pero no me dio buena espina y me sentí tan molesta como Lucía en ese momento. - ¿Vais a algún sitio?
-Sí. Íbamos a comprar comida.- añadió rápidamente Lucía, mirándome y negando levemente con la cabeza para que no lo notase Alba.
-Vale, voy con vosotras.
-No, quédate. Se te ve cansada.- dijo Lucía. Estaba sorprendida con la calma que mantenía aquella chiquilla mintiendo así sobre algo tan importante
-No estoy cansada. - intentó levantarse e hizo gesto de dolor al hacerlo. Se tocaba insistentemente la espalda - Voy al baño un momento y salimos. Vimos desaparecer a Alba por la puerta del baño.
-Martina.- miré a Lucía, me sentía  inquieta y estaba sorprendida.- Vámonos.
-Pero…
-Vámonos joder.

Asentí y me moví hacia la puerta. Lucía ya salía por la puerta cuando oí que se cerraba el grifo del agua.
Vi salir a Alba del baño, la notaba extraña, abstraída del mundo y con movimientos lentos. Me quedé como un pasmarote con la puerta abierta mirándola.

-Martina, cierra ya y vámonos - me decía Lucía desde la escalera.- Joder Martina vamos.
-Esperad coño - Alba trató de aligerar el paso pero se quedó quieta al sentir de nuevo ese dolor en la espalda pues la vi tocársela de nuevo. ¿Estaba apunto de interponerme entre las ”órdenes” de aquellas dos hermanas? Cerré la puerta.
-No creo que esto esté bien.- le dije a Lucía.
-No lo entendería. Venga rápido.- Dijo mientras se lanzaba escaleras abajo y la puerta se abría con rabia tras de mí.
-¡LUCÍA NI SE TE OCURRA SALIR DEL PORTAL!, ¿ME HAS ENTENDIDO? NI SE TE OCURRA - Luego me echó una mirada asesina a mí - Martina ya hablaremos tú y yo, procura que Lucía no salga o te las verás conmigo, te lo advierto.
-Alba yo… eh…- no sabía que decir, pero por otro lado me molestaba como me trataba.- Déjame en paz.- dije saliendo detrás de Lucía por las escaleras. Escuché un golpe seco en la barandilla, Alba había le había dado un puñetazo. A veces me asustaba.
-ME CAGO EN MI PUTA MADRE, JODER. - lo que me extrañaba es que no fuera bajando Alba de dos en dos los escalones para cogernos y estrangularnos pero parecía que la espalda la estaba molestando bastante.
LLegué al portal, Lucía me esperaba allí.
-Corre Martina, abre coño.- pensé en lo mucho que se parecían, mientras las llaves me bailaban en las manos por los nervios.- Lo hago yo.- me cogió las llaves de las manos de un tirón y metió la llave, abrió la puerta justo cuando Alba terminaba de bajar los escalones y Lucía echaba a andar rápidamente hacia mi coche. Me iba a dar algo...
-Sois unas hijas de puta - Alba abrió la puerta del copiloto con una rabia que no le había visto antes - ¿A dónde pretendéis ir? - Sus ojos me podrían haber fusilado allí mismo.
-¡Alba joder! Bájate del coche.-dijo Lucía. Yo estaba quieta al volante sin poder reaccionar.
-Lucía como me vuelvas a hablar así te advierto que pasaré de todo y te daré un guantazo que te temblarán hasta las orejas, ¿me has escuchado bien? - Alba se giró hacia Lucía trabajosamente y ésta la fulminó con la mirada.
-No te atreverás.- dijo lentamente.
-Ponme a prueba Lucía - volvió su vista al frente para zanjar la conversación - Y ahora Martina, ve a donde ibais a ir.

Lucía dio un golpe al asiento de Alba.

-¡Baja del puto coche! ¡Tú a mí no me hablas así!- las dos estaban fuera de control y yo estaba totalmente bloqueada.
-Me tienes hasta el coño Lucía - volvió a girarse y le dio una bofetada que creo que sonó hasta fuera del coche - Y ahora cállate de una puta vez.

Lucía se quedó totalmente inmóvil mirando, abrió la puerta del coche y se bajó, echando a andar por la acera. Alba golpeó varias veces el salpicadero de mi coche con los puños.

-¡¡¡Pero dónde cree que va la niñata de mierda ésta!!!
-Basta, te has pasado Alba.- dije. Y salí del coche a buscar a Lucía.- controla tu puto genio.- ¿Había dicho puto?- No puedo creer que le hayas dado…
-Idos a la mierda las dos - ella también salió pero en la dirección contraria a nosotras. Volvía a quejarse de la espalda e intentaba andar derecha pero creo que le era imposible. Me giré hacia ella.
-Estate quieta. ¿Tienes el móvil de Lucía?- dije acercándome.- ¿Y qué te pasa en la espalda?
-Métete en tus asuntos imbécil, ya has hecho suficiente. Déjame en paz.
-Pero ¿De qué vas Alba? ¿Te crees mejor que los demás?
-PERDONA - empezó a vociferarme - ¿Te tengo que recordar que tú no pintas nada aquí?
-Pues soy a la que le ha pedido ayuda tu hermana.- dije intentando mantener la calma.
-¿De qué coño estás hablando?
-Mira, debería decírtelo ella, y créeme cuando te digo que es importante. Así que llámala.
-Necesito sentarme, me estoy mareando.
-Métete en el coche, yo la llamo.- dije cogiendo el móvil que tenía en sus manos y buscando el nombre de Lucía antes de que ella pudiera hacer nada.- ¿Lucía? Lucía, Lucía. Soy Martina. Ven, te llevo. Sí, no te preocupes. Te esperamos aquí.- colgué y le devolví el móvil mientras me miraba sorprendida.- Compórtate- Le casi ordené a Alba que la vi sentada en el coche con los ojos cerrados y … llorando. 
-No voy a poder con todo esto - susurró, creo que lo dijo para sí y no para que yo lo oyese.
Me agaché a su lado y le acaricié el pelo.
-Alba mírame.-giró su cabeza hacia mí y le acaricié el hombro, hizo una mueca de dolor.
-No me toques Martina.
-¿Qué te pasa en la espalda?
-Ahora mismo no me la toques - la rabia volvió a sus ojos.
-De acuerdo… Alba, ¿Quieres quedarte en casa? Puedo ir yo con ella…- íbamos a la casa de su infancia y no creo que le sentara bien.
-Haced lo que os salga del coño. Aparta, voy a salir y me iré por ahí a dormir a la casa de alguien.
-Deja de comportarte así Alba.-lo dije en tono cansado, esta chica me agotaba.
-Déjala que se vaya.-la voz de Lucía en la espalda hizo que Alba se quedara quieta en el coche. No dijo nada más y se metió en el coche. Fui hacia la puerta del conductor y me metí dentro. Miré a Alba interrogándole con la mirada sobre lo que iba a hacer. Cerró la puerta con un golpe. Arranqué.


ALBA
Cuando llevábamos una media hora en el coche todo lo que veía por la ventanilla empezó a resultarme familiar. Demasiado familiar.


-Para Martina, es aquí. ¿Qué coño quieres recoger de aquí Luci? - quería terminar con todo esto lo más rápido posible.
-Ehh...ahora… no te asustes ¿vale? - cerré los ojos para intentar soportar lo que Lucía tuviera que decirme. No podía moverme, me dolía hasta el alma.
-Eh… ya sabes que papá quería un niño… el caso es que… bueno… mamá tuvo un bebé hace dos años y medio… eh… ese fue el motivo principal por el que me puse en contacto contigo…- Martina y Lucía me miraban. Me di cuenta de que Martina ya lo sabía. No podía asimilar aquello ¿un bebé? Mis puños se cerraron con una furia descomunal y sentí como la mano de Martina intentó calmarme agarrándome uno de ellos. No sé qué poder tenía sobre mí, que hacía efecto todo lo que me hacía y mi puño volvió a convertirse en mano entrelazándose con los dedos de ella.
-¿Tenemos un hermano? - logré articular.
-Hermana… Papá tampoco consiguió un niño esta vez.-Eso significaba que no quería a esa niña. Apreté la mano de Martina más fuerte al pensar en ello. Martina se acercó y me rozó los labios con los suyos.
-Tranquila. ¿Quieres quedarte aquí? -me dijo. Mientras Lucía salía del coche.
-Ve tú con ella, estaré vigilando desde aquí - le medio sonreí. No le solté la mano pese a que ella quería salir - Martina… gracias. - Lo que Doris me hizo hace pocas horas antes no me sirvieron para nada. Volvía a sentir.
Me sonrió. 
-Enseguida vuelvo preciosa.

Volvieron una media hora después,  tiempo que me pareció una eternidad, con una niña pequeña en brazos de Lucía, con los ojos azules intensos rojos e hinchados y mocos por toda la cara. Martina le iba pasando klinnex de su bolso a Lucía para que le limpiara la cara. No podía dejar de mirar a la mocosa, era igual que yo. No me salió otra cosa que una sonrisa de oreja a oreja.
Con el paso del tiempo, toda la zona afectada por los latigazos dolían mucho más, eso lo sabía; pero ahora no quería que sucediera, ahora no.
Lucía se metió en el coche interrumpiendo lo que pensaba. Me giré con dificultad.

-Mira Almu, esta es tu hermana, Alba. - La mocosa me miró fijamente.
-Tenes mis ojos.-dijo justo en el momento que Martina entraba en el coche.
-Arranca Martina, vámonos.- dijo Lucía. La niña no dejaba de mirarme ni yo a ella. Me salía una sonrisa de boba de las que siempre he odiado pero no podía evitarlo, era un yo en pequeñito.
-Hola mocosa - le tendí la mano para agarrarle sus deditos y saludarla. Ella se liberó de los brazos de Lucía y se subió entre los dos asientos delanteros para llegar hasta mí.
-¡Almu! ¡cuidado! Cógela Alba- dijo Lucía. 
La mocosa alargó los bracitos. 
-No Lucía, cógela tú. Vámonos de aquí rápido Martina
-Alba venga, que no muerde. -dijo riendo Lucía. Martina me miraba divertida y me enarcó una ceja. La pequeña había conseguido subirse y se sentó en mis piernas. Me tocó la cara. Martina y Lucía se miraban divertidas.
-Hola.- dijo. Martina arrancó en ese momento.
-Hola - le pellizqué la nariz - Ve con Lucía anda - hice un esfuerzo enorme para agarrarla y acercársela a Lucía
-No no.-dijo moviendo su cabecita y pataleando. 
-Para, para - Me dolía horrores esos movimientos - Estate quieta. Lucía, hazme el favor de cogerla coño.
-¡NO! -gritó. Lucía la cogió en brazos y enseguida se calmó.- ¿Qué ez conio? 
-¡Esto es la polla, vamos! - me salió una risa al escucharla - Venga Martina, explícale lo que es un coño - dije divertida.
-Lo haz dicho tú, no ella.-dijo la mocosa mirándome.- Mami dice que el que lo dice lo cuenta.
Martina empezó a reír.
-Mami es mami - seguí bromeando con la mocosa.
-¿Qué ez conio? -añadió.
-¡Alba! ¡No la perviertas! - dijo Lucía entre risas.
-Déjasela entonces a Martina, aprenderá a ser una niñita de papá, que no dice palabrotas ni cosas obscenas como su hermana mayor.
Martina paró en seco aprovechando un semáforo y Lucía me lanzó una mirada asesina.
-¡Conio! ¡Qué gomito!-saltó la mocosa. Me salió una carcajada.
-¡¡Esa es mi mocosilla!!, que rápido aprendes.
-Soy muy lista.- rió.-¿Tú? ¿Erez lista?
-Yo también lo soy, por eso nos parecemos - le susurré - A estas dos no le hagas ni puto caso, ¿vale?
Lucía me enarcó una ceja y la mocosa se puso un dedito en los labios y dijo:
-Shh. Vale.-susurrando bajito.- ¿Erez lista por qué comez natillas?
-No, porque como co….
-¡¡Alba, ni se te ocurra!! - me avisó Martina no dejándome terminar.
-¿Qué comez?-la mocosa me miraba.- Dímelo ¡Dímelo ahora mizmo!
-Alba, ni lo intentes ¿eh? - Martina me miró por el rabillo del ojo mientras conducía. Volví los ojos en blanco en gesto de rendición.
-Como cocido madrileño, eso te pone fuerte y grande.
-Yo no quero ser grande. Por eso como natillas y Boo se enfada.
-Mejor. No seas grande ni te parezcas a mí. Será lo mejor - me volví a mirar de nuevo hacia el frente pues no podía aguantar ya el dolor y mi risa fue desapareciendo.
-Eres muy buapa. ¿Tenes novio?- Lucía no hacía más que reírse. Martina no dijo nada.
-Nunca voy a tener novio - contesté ya sin ganas de nada, vi que Martina me miraba de reojo.
-¿Por qué? Yo tampoco tengo, porque los chicos son pesados y te ensucian los dibujos.
-Pienso igual que tú. Ensucian mucho cuando escupen.
-Ya.-se quedó callada.- ¿Te han pegado? - mis ojos se volvieron hacia Martina inconscientemente al escuchar la pregunta de la pequeña. Apretaba el  volante con las manos.
-¿Cuántos años tienes mocosa? Lucía es que no lo sabe y no me lo ha dicho. - intenté desviar la conversación.
Rió. Y me señaló dos dedos. 
-¡Sí lo sabe!- dijo sonriendo, vi por el retrovisor como volvía a ponerse seria.- ¿Por qué te pegan? - no podía negarse que era digna hermana de Lucía, insistente hasta la saciedad.-¿Te ha pegado ella por comer cocido?-dijo señalando a Martina. Miré a Martina burlona y ella al verme puso cara de pánico y me hizo gesto de que no lo hiciera 
-A ver Martina, ¿tú me pegas cuando te lo como? - sonreí viéndola como se le subían los colores.
-Eh.. no.-me atravesaba con la mirada.
-Bueno peque, ya estamos aquí. Mira, ahí vamos a estar.- Lucía señaló el edificio de Martina.
-¿Tiene natillas?
-Sí. -Lucía rió.- Tiene natillas.
-Vale.
Subimos y vi como la mocosa iba pegada a Lucía en el ascensor. Martina abrió la puerta y dijo que iba a ir a comprar comida. 
-Te acompaño. Alba quédate con Almu. Volvemos enseguida.- la mocosa asintió y me agarró la mano. Cerraron la puerta antes de que pudiera contestar y me quedé sola con ella en el piso.
-¿Vas a dormir? -dijo echando atrás la cabecita para mirarme.


LUCÍA
Cuando volvimos de la compra las busqué por el piso al no verlas en el salón. Entré en el cuarto de Martina y estaban juntas tumbadas en la cama y dormidas. La peque tenía una manita en el pecho de Alba, y esta había rodeado con el brazo a la chiquitina. Sonreí y fui a la cocina a ayudar a Martina con la comida. 


-Están dormidas.
-Déjalas entonces.

Cocinamos tranquilamente, mientras me dediqué a hablar en general de Almu, Martina sonreía y de vez en cuando me miraba intentando reafirmar su sonrisa con la mirada. Me gustaba aquella chica para Alba, era de esas personas que dan un respiro en la vida de otras personas.

-¿Las llamas tú?- pregunté a Martina en cuanto tuvimos todo listo.
-No, no, deberías dejarlas dormir.

-Créeme, si dejo dormir más a Almu luego no habrá manera de dormirla.
-Bueno… Despiértala tú, a mí aún no me conoce.
-Está bien.- la dejé poniendo la mesa y fui hacia su cuarto.

Zarandeé a Almu y al desperezarse movió a Alba que abrió los ojos rápidamente.

-Lo siento Alba, sigue durmiendo. Solo venía a despertar a la pequeña.
-Eztoy dormida Boo.- se quejó enseguida Almu. Le indiqué que no hablara alto por Alba.
-Hay que ir a comer.- le susurré mientras la cogía en brazos.


MARTINA
Comimos mientras la pequeñaja llevaba todas las riendas de la conversación, Alba seguía en la cama. Cuando terminamos recogimos la mesa entre Lucía y yo mientras Almu jugaba con los imanes que había en la nevera, a su corto alcance. 


-¿Te importa si me voy a dar un paseo con la peque? Siempre salimos después de comer, no me gusta que esté todo el rato en casa.- dudé, me daba miedo que fueran solas.
-Te acompaño.
-No, no quieres venir.- se acercó y me agarró del brazo.- Vamos a estar bien Martina, no vendría hasta aquí, no sabe quién eres.
-De acuerdo…- dije dudosa.

En menos de diez minutos, y tras pedirme dinero para comprarle ropa a Almu, se llevó a la niña a la calle. Cogí los apuntes que tenía atrasados e intenté concentrarme en el salón. No había manera… no tenía la cabeza en aquellos papeles. Me levanté y encendí la tele, cogí el mando y me puse a hacer zapping. Me decanté por las típicas películas de las cuatro de la tarde de antena 3, tampoco es que prestara mucha atención a la tele. Pensaba en qué haría el lunes cuando Ana y Gabi llegaran a casa, cogí rápidamente el teléfono para arreglarlo y me fui a hablar al baño. Cuando volví al salón la voz de Alba interrumpió el silencio.

-Joe, me he quedado sopa - Sonreí, estaba preciosa hasta recién despierta. - No te rías de mí niñata.
-No me río tonta, estás.. guapa.- hice una pequeña pausa.- ¿Tienes hambre? Hemos dejado comida.

-No me entra nada.
-De acuerdo. ¿Cómo va la espalda?- noté que le sorprendía la pregunta. O… más bien… ¿Le incomodaba?
-Perfecta - dijo sin más, rápidamente. Y empezó a buscar algo - ¿Dónde está mi chupa?
-En el armario del pasillo. ¿También vas a salir?- creo que en ese momento se dio cuenta de que ni Lucía ni Almu estaban por allí.
-¿Quién ha salido? Martina, ¿eres gilipollas? - empezó a gritarme como era su costumbre - No sabes ya, que no pueden ir solas joder.

No estaba acostumbrada a aquel trato, me ponía demasiado nerviosa. Además estaba cansada, no tenía ganas de discutir, llevaba un día complicado. Así que sin contestarle, cogí los apuntes de encima de la mesa y empecé a dirigirme a mi habitación.

-Es lo mejor que haces. Anda y márchate a estudiar.
-¿Sabes qué Alba? - me giré tranquilamente, el cuerpo estaba demasiado cansado para enfrentarse a aquel terremoto de chica que tan pronto te daba un beso como un guantazo.- Que te largues si es lo que quieres, pero a mí no me hables así.
-No te preocupes, que no me verás el pelo. Todos los pijos sois unos gilipollas de mierda - se dirigió al pasillo en busca de su chaqueta.
-¿Tienes un trauma con los pijos o qué? Eres tú la que se comporta como una gilipollas ante todo el mundo.
-No sabes una mierda.
-No, no sé nada porque tú no cuentas nada. Pero sé que no tienes derecho a tratarme así, no tienes derecho a maltratar a los demás.- sabía lo que había dicho, pero no me arrepentía, tenía razón, y ya estaba harta de ver como trataba a la gente, incluso a su propia hermana. Aunque mi cabeza me decía que debería haber dicho esas palabras en otro momento.
Vi como recogía sus cosas sin tan siquiera echar la vista donde yo estaba y se dirigió a la puerta.
-Eso es, corre a emborracharte y follar.- dije para mí sin intención de que lo oyera.
-Haces daño Martina, mucho daño - y sin volverse cerró la puerta tras de sí. No me lo podía creer. 
-¡Encima! No te...- grité. Y pegué un portazo con la puerta del cuarto.
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Buzzys
Arwenundomiel

7 comentarios:

  1. Es increíble los giros de este relato. Jajaja todavía es miércoles para mi. Mañana quiero otro

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    1. Jajajaja sí ¿no? Como os pasáis jaja nos encanta que te guste! Muchas gracias por el comentario!

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  2. Menuda gilipollas está hecha Alba. Me da igual que lo haya pasado mal en la vida, hay gente que su día a día es una basura y no trata a los demás como enemigos.

    Dicho ésto, no tengo muy claro qué puede pasar próximamente así que me tenéis esperando el próximo.

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    1. ¿Noto algo de rencor hacia la pobre Alba? No seas así... Necesita tiempo para asimilar todo lo que le viene encima.

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  3. Pobre Martina cuanto sufrimiento le auguro a la pobre...

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    1. Se ha metido en camisas de once varas y a ver cómo sale de ahí. Porque lo mejor es que salga corriendo y sin mirar atrás. Allá se maten todas tú!

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    2. Es posible que se haya enamorado ¿no? ¿No crees que debería hacer lo que está haciendo... Que es acercarse a Alba?

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