Ir a: Inicio Capítulo 15 "Un café y un polvo"
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CAPÍTULO 16. UN VALS Y UN ROCK AND ROLL.
"- Primero, un vals. Lento, sensual, cariñoso. Tócala, acaríciala, deséala, e incluso bésala. Hazle llegar al cielo en un movimiento, baila.
Después, rock and roll. Rápido, duro, salvaje. Grita, siente, disfruta. Y córrete, que el rock te absorba el alma y vibre en cada centímetro de tu cuerpo.
¿Estás preparada?- Asentí y me perdí en ese juego de música y sexo."
MARTINA
Volví a notar todas aquellas sensaciones que desencadenaba Alba en mi cuerpo, su boca enseguida buscó la mía para tapar mis gemidos y jadeos que subían de volumen y que muy probablemente Lucía podría oír.
Por primera vez en mi vida me dejé llevar por lo que sentía, era la sensación más maravillosa que había experimentado jamás. Me hacía sentir libre y fuerte.
-¿Todo bien?- miré fijamente a los ojos a Alba y asentí sonriendo. Sentí que de nuevo volvía a subirme la sangre a las mejillas y Alba volvió a sonreír al verme así. Se quiso quitar de encima de mí pero inconscientemente la agarré de la cintura, quería que ella también sintiese todas aquellas sensaciones que ella me había hecho sentir. Agarré su camiseta y se la levanté para sacársela por los brazos. Ella me miraba fijamente y eso me ponía nerviosa y por otro lado me encantaba que me mirase así, nunca me había sentido así con alguien. Noté como Alba empezó a respirar más profundamente y a mover sus caderas lentamente buscando el roce contra mi muslo. Desabroché el botón de su pantalón y me giré para que fuera ella la que estuviese debajo de mí. Alba inmediatamente me agarró del culo y noté como mi respiración también empezaba a agitarse de nuevo. Deslicé mis manos por su cintura hasta llegar a la cadera y tirar de los pantalones para quitárselos. Me quedé mirando su cuerpo, era preciosa, nunca me había fijado tan bien en los detalles del cuerpo de una persona. Su pecho se elevaba rápidamente de arriba a abajo, sus piernas se abrían para mí y dejaban que me colocase entre ellas y notaba que movía las caderas suavemente, tan lento que era casi imperceptible, sonreí, parecía un baile lento en el que estuviera invitándome a participar. La miré a los ojos.
-Eres preciosa. ¿Lo sabías?
-Me lo dicen mucho.- levanté una ceja y me reí.
-¿Eres siempre tan creída?
-Sincera más bien. - me dijo agarrándome más fuerte del culo y sonriéndome.
-Ya veo.- dije mientras acariciaba sus piernas con las yemas de mis dedos. Cuando mis manos llegaron a su entrepierna, uno de mis dedos recorrió lentamente sus braguitas y noté lo húmeda que estaba.
-¿No te sorprenderá que esté así de empapada verdad?- Alba hablaba de estas cosas tan normal, sin tabúes y eso me encantaba pero yo no estaba acostumbrada a eso y notaba cada vez más mi rubor en las mejillas. Alba siempre conseguía sonrojarme, excitarme, creo que le gustaba hacerlo pues siempre aparecía en su rostro esa sonrisa tierna al verme así.
Era una sensación extraña porque aunque no me sentía para nada incómoda, esa normalidad para hablar y actuar de Alba no era normal en mi mundo, en mi educación o en mi forma de ser. Pero no me desagradaba en absoluto, al contrario… me excitaba demasiado, me humedecía, hacía que notase el calor en cada parte de mi cuerpo y notaba como mi cuerpo quería “explotar” para ella.
-No, me gusta.- me incliné sobre su cuerpo y busqué sus labios con mi lengua, lamí lentamente su labio inferior y lo mordisqueé suavemente.- De hecho, me encanta.- susurré en su oído.
-El problema de tenerme así es que en cuanto me toques un poco me voy a ir. Me has excitado demasiado - su sonrisa me transportaba a un mundo donde me quedaría eternamente y sus palabras me hacían mojar de nuevo y estaba segura que ella sabía el poder de sus palabras en mí.
-Quiero... deseo que te corras para mí, quiero darte placer - susurre. Mis dedos lucharon contra las braguitas que no me dejaban llegar al punto que deseaba tocar.
-Pequeña, me voy a ir como sigas así - quiso quitar mi mano de sus bragas, la vi como preocupada. ¿Qué problema había en llegar al orgasmo tan rápido? No quise quitar mi mano de aquel lugar tan cálido y húmedo y mis dedos consiguieron llegar a esa zona palpitante que pedía a voz en grito que lo rozara. - Te lo digo en serio… Me voy a correr.
-Hazlo Alba, quiero verte, quiero ser yo la que te provoque eso.
-Pero pequeña, es que no quiero que pienses que solo pienso en mí - se mordió el labio inferior supongo que para aguantar ese orgasmo inminente, pero el ver ese gesto me estremeció entera y noté como mi humedad bajaba por mis piernas. ¿Cómo podía solo con verla ponerme de esa manera? Sentí como me agarraba fuertemente de la muñeca para que dejara de tocarla pero eso me hizo insistir en el intento. Hice más presión en su clítoris inflamado, rozándolo en un maravilloso movimiento circular y en ese instante todo su cuerpo se tensó, sus caderas subieron buscando una mayor presión de mis dedos; dejó de agarrar mi muñeca para agarrar fuertemente mi cintura. La vi arquearse, apretarme más con sus manos y empezaron a salir gemidos de su boca abierta, se notaba que estaba controlando su volumen. Yo me estaba poniendo cardíaca, esta visión de como Alba estaba llegando a un orgasmo, de como le temblaban las piernas, de pensar que era yo quién provocaba eso, me hizo estar a punto de tener yo otro orgasmo solo mirándola. Era increíble como ver a otra persona disfrutar puede hacer que tú también sientas placer por ello.
-Me corro Martina, me estoy corriendo... Diosss - Alba cerró los ojos disfrutando de toda esa explosión de sensaciones. Su respiración lo decía todo, me encantaba verla así. Me apasionaba verla así. Me tenía loca, creo que mi corazón se me saldría de un momento a otro. Alba abrió de repente los ojos, creo que vio mi excitación porque de repente sus pupilas se dilataron, se sentó dejándome sentada a horcajadas sobre ella; fue en busca de mi boca devorándola con ansia y su mano fue como una bala a mi entrepierna que parecía que la estaba esperando pues subí las caderas hacia ella solo al notar su tacto. No hizo falta ni que me tocara casi, notar su mano otra vez de nuevo en esa zona tan maravillosa de mi cuerpo hizo que volviese a correrme. No podría decir si fue más o menos intenso que los anteriores pero me sentí volar entre sus manos. Siguió besándome, robándome mis gemidos, mis suspiros… robándome no, yo se los regalaba encantada, le daría todo en estos momentos. Sus besos se hicieron más intensos, más profundos, no paraba. Me separé un poco de su boca acariciándole la cara con mis manos mientras la separaba para verla.
-Alba tranquila, tenemos toda noche - le sonreí pero cuando me fijé en ella la vi con los ojos cerrados, intentando echar la cabeza hacia abajo y unas lágrimas empezaron a aparecer y deslizarse por sus mejillas. Me alarmé - ¿Alba qué te pasa? ¿Te he hecho daño? - ella no me contestaba, por el contrario, las lágrimas salían en mayor cantidad y su respiración comenzó a agitarse - Alba contéstame, ¿He hecho algo mal? - le agarré la barbilla para subirle el rostro y comencé a besarla tiernamente con besos cortos. - Lo siento, lo siento.
Alba no me dejó decir más nada. Su boca calló la mía con un beso profundo mientras me abrazaba con todas sus fuerzas y sentía como esas dichosas lágrimas no cesaban de salir de sus ojos.
- No digas mas chorradas pequeña - se me acercó al oído para susurrarme - Lo que acaba de suceder ha sido maravilloso y nunca había sentido lo que acabo de sentir en estos momentos.
MARTINA
Abrí los ojos, el calor del cuerpo de Alba me envolvía y me hacía sentir tranquila, me encantaba sentir el roce de su piel, y de las sábanas en mi piel desnuda. Me desperecé y salí de la cama tratando de no despertarla, estaba de un buen humor increíble. Para mí había sido sin duda una noche increíble y… para ser sincera no me arrepentía de nada. Sabía que si alguna vez mi madre se enteraba me mataría, pero ni siquiera eso tenía importancia para mí en estos momentos. Tenía a la chica más increíble del mundo desnuda en mi cama después de haber pasado la noche… juntas. Cogí una camiseta cualquiera, un pantalón corto de pijama y unas braguitas del armario y me los puse intentando no hacer ruido. Quedaba tan bien en mi cama, parecía una obra de arte en mi propio cuarto, era una imagen única. Se le veía tan tranquila, tan calmada mientras dormía… No quería ser la culpable de sacarla de ese estado. Cuando estuve vestida salí del cuarto y me dirigí hacia la cocina para hacerme un café, no era persona hasta que no me bebía mi café de las mañanas, manías familiares heredadas…
La cafetera dejaba oler el olor del café caliente recién hecho y sentía como si…
-Hola.- la voz suave de Lucía interrumpió mis pensamientos.
-Buenos días.- sonreí.- ¿Cómo has dormido?
-¡Oh! Bastante bien. La cama es muy cómoda. Gracias por dejarnos venir.- me abrazó y respondí inmediatamente rodeándola suavemente.
-Es un placer. ¿Quieres algo de desayunar?
-Yo...eh… bueno…
-¿Qué sueles desayunar?
-No suelo desayunar…
-¿Quieres tortitas?- se le iluminó la cara.
-¿¡En serio!?- dijo casi chillando de emoción. Reí.
-Sí, en serio.
-Me encantarían ¿Te ayudo? Alba siempre le pedía a mamá los domingos que hiciera tortitas.- me sonrío.
-No te preocupes, tú ve poniendo la mesa anda, ¿Quieres café? ¿Té? ¿Cola-cao?
-Mmm… café.- sonreí, yo también tomaba café desde muy joven.
Mientras hacía las tortitas Lucía daba vueltas por la cocina mirándolo todo. Cuando tuvo por fin el café en las manos se sentó en la encimera y se dedicó a observarme.
-Bueno… ¿Y?
-¿Y, qué?- dije mientras dirigía mi taza hacia los labios.
-¿Anoche follasteis?- tosí, creo que no me atraganté de milagro.
-¿Qué pregunta es esa? Eres demasiado curiosa.- vi por el rabillo del ojo como encogía los hombros. Sonreí.
-Es una pregunta simple.
-No voy a contestar a eso, si quieres pregúntale luego a Alba y si ella quiere contestarte no tengo ningún problema.
-Aburrida.- me giré.
-¿Cómo has dicho?- dije sorprendida.
-Eres una aburrida.- empezó a reír al ver mi cara.- ¡Es broma Martina! Luego le pregunto, aunque por tu humor fijo que sí.- reía escandalosamente alto, como su hermana.
-Shh, cállate, despertarás a Alba.
- ¿Y qué importa? Son casi las once de la mañana.
-Anoche fue una noche larga y muy difícil para ella Lucía, déjala dormir.- me miró seria por unos segundos y enseguida me guiñó un ojo y asintió.- ¡Bueno! Esto ya está, dije cogiendo el plato lleno de tortitas.
ALBA
En cuanto salí del cuarto un chillido de Lucía me hizo despertarme totalmente.
-¡Alba! ¡Martina ha hecho tortitas! ¡Y hay sirope de caramelo! Ven a desayunar- se lo agradecí con una mirada, la pequeña sonriendo era una buena noticia. Martina me acercó un plato y me serví mientras Lucía me llenaba la taza de leche y me echaba dos cucharadas y media de cola-cao. Se fijó en mi mirada y dijo:
-Antes te gustaba así…- Asentí sonriendo y vi de reojo como Martina sonreía mientras bebía de su taza.
Comíamos en silencio y absortas mientras Lucía no dejaba de echarse sirope en las tortitas, me estaba terminando el plato y Martina se levantó para llevar la taza, su plato y el del centro a la cocina. En cuanto se alejó un poco Lucía dijo:
-Quiero ir a ver a mamá Alba… se me hace tan duro no poder hacerlo por si papá está vigilando…
-Ese cabrón a esta hora estará sobando la borrachera de anoche - miré hacia la puerta de la habitación de Martina - No quiero dejarla sola pero tú no puedes ir sola.
-Papá ahora duerme menos… no sé porqué parece que cada vez lo lleva mejor...Y van a ser las doce, a la una siempre está ya levantado…
-¿Tú por qué sabes todo eso?¿No deberías estar en el instituto a esas horas? - No me cuadraban las horas.
-Eh...sí...claro. Pero mamá me lo cuenta…
-Mamá no es de las de contar esas cosas, se lo calla todo la muy tonta. ¿Qué haces tú a esas horas en casa? - conocía a Lucía y sabía que me ocultaba algo.
-Bueno… hay días que estoy mala y me doy cuenta. O los fines de semana… - le cogí de la barbilla y la hice mirarme a los ojos.
-Enana, ese cabrón también te pega a ti ¿verdad? - cambiaba el peso de un pie a otro, de pequeña hacía ese gesto cuando estaba nerviosa. Mis ojos empezaron a llenarse de lágrimas.
-No, no. No pasa nada.- el no no y el no pasa nada se contradecían, acababa de decirme que sí.
-Enséñame la espalda.- dije, eso podría confirmarlo todo.
-No Alba, no me pega. Olvídalo.
-Hazme el favor y enseñame tu espalda - la miré como hermana mayor que soy y que debería obedecerme.
-Alba… por favor…- dijo mirando al suelo.
-ENSEÑAMELA - grité acercándome, subiéndole la camiseta y girándola hacia mí. Ahí estaban, toda la espalda llena de moratones lo que me temía ahí estaba. Me fijé bien y vi que debajo de los recientes moretones tenía marcadas cicatrices por la espalda y los laterales. Se apartó.
-¡ALBA! ¡No tenías derecho!- dijo llorando. Era la primera vez desde hacía tiempo que veía derrumbarse a la peque.
-Ni tú tampoco tenías derecho de ocultármelo joder - la abracé. - Ese hijo de puta nos ha hecho la vida imposible a las tres.
-No importa… no importa…- dijo sollozando. Yo tenía tanto odio acumulado… ¿Cómo podía decir que no importaba?
-Vamos ahora mismo al hospital y vamos a convencer a mamá para que lo denuncie de una puta vez. Estoy hasta el coño de todo esto.
-No lo hará.- parecía tan segura de ello, el odio me subía por la garganta.- os protegerá hasta que la mate.- ¿Había dicho os?- Y yo también.
-¿A quién va a proteger si casi no puede ni protegerse ella misma?
-¡A TI ESTÚPIDA! ¡Y A AL…- se calló.- ¡No ha hecho más que protegerte! ¡Deja de juzgarla siempre! ¿Acaso te crees mejor que ella?
-No, pero por lo menos no me quedo parada sin hacer nada. ¿Y a quién demonios quiere proteger además de mí?
-Por supuesto, la genial de Alba se larga por no quedarse parada y hace que su madre reciba palizas para que no la maten a ella. - me miraba duramente, me guardaba rencor, lo noté. Había ignorado mi segunda pregunta.
-No me juzgues a mí tampoco - la miré con rabia - no me marché sin más. Me iba a matar y yo lo denuncié, le pusieron una orden de alejamiento y yo le repetí una y otra vez a mamá que hiciera lo mismo.
-¿También te la pusieron de nosotras?- dió un golpe en la mesa con rabia.- ¡DIME ALBA!- otro puñetazo- ¿TE LA PUSIERON DE NOSOTRAS?- otra vez, los nudillos empezaron a sangrarle.
-No - desvié la mirada - Yo creí… bueno, pensaba que… - me interrumpió.
-Te damos igual.- escupió las palabras.- Pero al menos ten la decencia de hablar bien de mi madre cuando estés delante de mí, ha hecho que ese cabrón no entrase de noche a tu cuarto. Ella ha recibido todos los golpes destinados a ti. Y ahora que ya lo sabes yo también.
-No me dais igual- bajé la mirada.- no sabía que él tenía alguna idea de dónde me encontraba… Sabes que habría vuelto si lo hubiera sabido… Yo… tenía que salir de allí.- dije llorando. Vi como la mirada de Lucía se ablandaba, cambió el tono inmediatamente.
-No llores pequeña.- me acercó a ella y me abrazó, me sentía tranquila cuando ella o Martina me abrazaban, me hacía sentir fuerte.
-Alba...necesito ir a casa…- sus palabras me devolvieron a la realidad inmediatamente. Lucía ahora era mi responsabilidad y no iría a ninguna parte con ese hijo de puta andando por ahí.
-Luci, a ver… - pensé la mejor forma de decírselo - Vamos a hacer una cosa, yo necesito salir un par de horas, necesito despejarme, entender todo lo que me has contado, centrarme. Tú no debes ir sola a ningún sitio. Espérame aquí y luego vamos a casa y al hospital.
-Pero… - mi hermana era persistente.
-No seas cabezona enana, por favor. Ponte en mi lugar un momento, necesito pensar. - quise zanjar la conversación - Anda, llama a tito y pregunta si sabe algo de mamá.
-Bueno… Está bien. ¿A dónde irás?
-Llama a tito, Luci - no quería entrar en su juego de interrogatorio adolescente.
Lucía por fin me hizo caso y telefoneó a nuestro tío; aproveché para entrar al baño y terminar de arreglarme. Arreglarme me refiero a peinarme y pintarme la raya de los ojos, odio ir como un mono de feria. Me acordé que antes que todo eso sería mejor llamar a Doris por si podía pasarme por su casa ahora. Era muy probable que estuviera ocupada, estaba bastante solicitada. Cogí el móvil y marqué.
-Hola guapa. Sí, sí, mucho tiempo. ¿Ahora estarías libre para mí?... No me pasa nada... Bueno, ya sé que me conoces, han sucedido cosas... Pues iría ahora mismo. Genial, en un cuarto de hora estoy allí.
Bajé del taxi justo en el portal de su casa y donde siempre me recibía. Era un barrio pudiente pese a lo que podría pensarse de ella, recuerdo que Doris siempre me decía: “Cielo, ya que lo haces, lo haces bien y a lo grande. A los ricos les encanta y a mí me tratan como a una reina” Esta Doris era la hostia puta, y ahora que lo pensaba, mientras subía por el ascensor al sexto piso para encontrarme con ella, era la única que me conocía realmente, lo sabía todo de mi vida y era la única que sabía como aliviarme cuando me encontraba realmente mal.
Llamé al timbre y no tardó ni dos segundos en abrirme. Como siempre, Doris estaba despampanante, esta chica seguro que tuvo que hacer un pacto con el diablo porque siempre estaba potente para follársela una y otra vez. Ataviada con sus pantalones de cuero negro muy ceñidos a sus enormes piernas y ese corpiño a juego con el pantalón, ya casi estaba hiperventilando para no lanzarme hacia ella y hacérselo allí mismo.
-¡Cielo, cuánto tiempo! - me hizo el gesto para que entrara su casa - Te he echado mucho de menos cariño - me sonrió, se le notaba sincera - Aunque si vienes aquí es porque no estás bien - su sonrisa desapareció.
-Nuestra relación es un nido de contradicciones - quise hacer un chiste con ello aunque no salió muy bien - Nos echamos de menos porque cuando follamos es la hostia puta, pero si nos vemos es porque alguna de las dos estamos bien jodidas por algo.
-¡La vida, que es muy puñetera a veces cielo! - dijo mientras me miraba como me dirigía hacia la habitación de siempre - Debes de estar realmente jodida cuando ni siquiera quieres tomarte una copa conmigo y charlar un ratito. - Le sonreí y quise acercarme a ella para tomar esa copa pero me hizo ademán de que siguiera hacia la habitación.
Me dirigí hacia la habitación roja, era a la que solíamos ir. La habitación negra era donde se jugaba más y donde se necesitaba utensilios de mayores dimensiones. A mí me gustaba más la roja, estaban los juguetes que a mí me gustaban y se follaba más y mejor.
Entré y todo me resultó tan familiar pese a que ya habían pasado bastantes meses desde mi última visita. Una habitación bastante amplia con sus paredes rojas, luz cálida y tenue. Te encontrabas una cama bastante ancha en la pared de enfrente vestida con sábanas negras y sus dos cojines a juego. A su lado derecho, una amplia pared decorada exclusivamente por una cruz de san Andrés de madera negra (cruz en aspa) donde en cada extremo se encontraba unas esposas acolchadas de color rojo. En la pared de la izquierda y al lado de la cruz se encontraban perfectamente colocadas en hilera y colgados en la pared todos los juguetes con los cuales se azotaban allí: fustas, loopy jhonny, rebenques, floggers, palas, palmetas, vergajos, látigos, cinturones…
-Todo igual, para qué cambiar ¿verdad? - me sonrió al verme como echaba el breve vistazo a toda la habitación.
-Está perfecta como está - le devolví la sonrisa.
-Eso creo yo también - se me acercó por detrás y me besó el cuello para dirigirse a continuación hacia donde se encontraban los juguetes - Para la sesión de hoy, lo de siempre ¿no? - dijo mientras cogía el flogger con el que me solía azotar.
-No - contesté seria mientras me dirigía hacia la cruz - Coge el rebenque.
-Alba el reben…
-Cógelo - no la dejé terminar. Soltó el flogger mientras yo me desnudaba completamente. Se dirigió hacia mí para inmovilizarme en la cruz. Mientras tanto me susurró en el oído.
-Cielo, el rebenque produce mucho más dolor.
-Lo sé. Solo te pido que me des lo más fuerte que puedas pero que no dejes marcas - hice una pausa como pensando si se me olvidaba algo - Y solo en la espalda esta vez.
-De acuerdo - se agachó para esposarme los tobillos - Dime tu palabra de seguridad aunque me la sé y sé que me dirás que no la utilizarás.
- Martina - dije sin pensar siquiera.
-¿Martina? - terminó de esposarme y se levantó mirándome asombrada - Es por ella por lo que estás aquí ¿verdad? - asentí con la cabeza mientras cerraba los ojos - Cielo, debe haberte llegado muy hondo cuando me estás pidiendo esto.
-Doris, no puedo permitirme sentir lo que estoy sintiendo. Sabes que he luchado mucho por no llegar a esto, por no depender de nadie, por no rendirme a unos sentimientos que me harán débil de nuevo. Quiero que no esté en mi mente, quiero que me ayudes a olvidarla y ten por seguro que no nombraré su nombre.
-Si no puedes resistir a la sesión… nómbrala.
-No lo haré - Doris puso los ojos en blanco como rendición a mi cabezonería.
-Por cierto nena - le dije sonriendo y mirándole el paquete que tenía en su entrepierna - quiero que a mitad de todo, me folles el culo con esa polla que me tienes guardada ahí - le señalé con la mirada ese predominante bulto.
-Es un nuevo arnés - sonrió - Lo probaré contigo; seguro que te correrás de gusto.
-Contigo siempre. - Giré la cabeza y me coloqué completamente de espaldas a Doris. Estaba lista para someterme a ella.
MARTINA
-Necesito tu ayuda.- dejé de lavar los platos y me giré hacia Lucía.
-Te escucho.
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Espero que en aquella habitación hubiera vaselina a porrillo, sino veo a Alba en el siguiente comprando natusan en la farmacia ^^
ResponderEliminarImpaciente para leer el próximo.
Supongo que habría, pero creo que con el simple hecho de la visión de la escena, la cosa está bastante húmeda, no crees??. Adelanto que la historia va a mejor. Gracias por comentar, el blog se está animando y os lo agradezco.
EliminarTengo que decir que el final ha sido totalmente imprevisto. No sé si para bien o para mal pero al menos es muy diferente a lo que voy leyendo por ahí y eso es un plus.
ResponderEliminarP.D.: Vendo vaselina en bote de kilo por si acaso jajaja
Me agrada saber que la historia va ganando puntos plus. Os avisé de las sorpresas y ya van llegando. Comentar en el blog hace que esto vaya cogiendo un ritmo que gusta a tod@s gracias por estar ahí.
EliminarMe dejo sorprendida na convencional la historia...es un vuelco total ver que despues de hacer el amor con martina y se entregaran las dos,alba se alla ido hacia donde doris a apasiguar ese sentimiento que esta creciendo por martina con algo de sadomasoquismo...Wooow la situacion que pasara en la habitacion roja espero con ancias el siguiente relato...la cual espero que sea muy explicito jejeje
ResponderEliminarjajjajajjajjajaj vayaaaa, ya vais confesando vuestras debilidades literarias y lo que os gusta leer con más detalles. Como me dijeron por Twitter comentando este último capítulo; decía que comprendía perfectamente el porqué Alba se iba con Doris: hay veces que el dolor que sentimos interiormente se va con otro dolor mayor. Ahí lo dejo. Gracias por tu comentario, dais vidilla al blog que va cogiendo seguidores cada día.
EliminarDios oye mis súplicas
ResponderEliminarjejejej Me gustaría que especificaras un poquito más tu frase de "Dios oye mis súplicas". No he entendido si es porque te gusta, porque ha pasado lo que esperabas, porque ha encontrado algo que pedías.... ¡¡¡Por diosssss!!! sácame de esta duda. Ahhh y gracias por comentar Dulce Rengel.
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