Confianza

miércoles, 13 de enero de 2016
Todo se basa en la confianza, ¿por qué lo digo? porque solo con confianza puedes salir de un pozo negro y oscuro.

La primera vez solo tenía 3 ó 4 añitos, mi familia iba de vez en cuando a casa de mis tíos en el campo, tenían piscina, pista de tenis y bastantes metros de tierra. No os mentiré, no recuerdo apenas la casa por dentro, ni las habitaciones, ni bañarme en la piscina, solo recuerdo al abuelo de mis primos. También veraneaban allí, en la casa de al lado, incluso me parece que ni si quiera eran parientes de mi tío, no lo tengo claro. Lo que sí recuerdo es a aquel hombre medio calvo, no recuerdo su cara, ni si era alto o bajo. Solo recuerdo su boca asquerosa cuando me besaba en la mejilla, demasiado cerca de la comisura de los labios, y recuerdo sus odiosas manos que se metían en mis bragas para tocarme donde no debían. Solo pasó unas 3 veces y gracias al cielo o a lo que sea que haya por hay, mi padre se enfado con su hermana y no volvimos a ir al campo.

La segunda... Sí, por desgracia la misma situación se repitió varias veces.
Empecé el colegio con 5 años o 4 creo, era la más mayor de la clase porque cumplo años en verano. Él se llamaba Javier y era més mayor que yo, no se cuantos años. No recuerdo cuando fue la primera vez. Recuerdo el lugar, detrás del edificio de preescolar, entre las clases cuando iba al baño. Ahora pienso porqué coño mi profesora no se dio cuenta que yo tardaba demasiado en volver del baño.
Recuerdo tenerlo encima y el dolor hay abajo. Eso si duró. Javier decía que íbamos a hacer lo que hacían sus padres. Ahora pienso que el chaval debió ver lo que hacían sus progenitores en el dormitorio. ¿Cuándo terminó todo aquello?. Pues sinceramente no lo sé, un día ese niño desapareció del colegio y no volví a verlo.

A estas alturas cualquier psiquiatra diría que mi lesbianismo se debe a los abusos recibidos de niña por un varón. Mi confianza en las personas estaba minada, desconfiaba de toda persona fuera de mi circulo familiar. ¿Y qué pasó? Un familiar cercano. Sí, ya sé que os lo imagináis: más abusos, un hombre malo. Pero fue una mujer, una prima y desde los 6 a los 12 duró todo aquello. Ella era tres años más mayor que yo, cosas de críos dirán algunos. Nadie se para a pensar que quizás ella lo hacía porque alguien se lo hacía a ella. De eso me enteré años después cuando ella me pidió perdón antes de casarse. ¿Por dónde iba?. Ahhh si, os decía, era una mujer. Me gustaría saber que diría ahora uno de esos psiquiatras que creen que el lesbianismo aparece porque un hombre abuso de ti.

Nos hicimos mayores, cumplí los doce y me desarrollé demasiado rápido y como ya no iba a casa de mis tíos todo aquello se terminó. Por aquella época mis compañeras de clase ya empezaban a tontear con chicos pero yo me fijaba en las niñas. Seguramente sabéis qué es la religión y algunas conocerán a los evangélicos, así me criaron y tuve siempre ese peso encima: de que la homosexualidad es pecado. Y aunque no os lo creáis tuve dos intentos de violación más. Supongo que siempre he parecido una mujer débil, porque un chico lo intentó al cumplir los 13. Gracias a un vecino que se dio cuenta que el tipo que me acorralaba en el portal intentaba hacerme algo, no pasó nada. El vecino salió llamándolo de todo y el tipejo se fue corriendo.

Mientras tanto mi confianza en las personas iba desapareciendo. Me daba miedo cualquier contacto. Me explico, los chicos, bueno, me daban grima y las chicas, aunque me volvían loca, eran el pecado mas grande. Mi madre debió olerse que me inclinaba más hacia la acera de enfrente porque empezó a meterme la religión por las orejas. Mi prima, sí la de antes, también iba a la iglesia y bueno era la perfecta hija, y dentro de la religión la más espiritual, incluso cuando todo aquello que conté antes estaba pasando. Nunca le conté nada a nadie y pensaréis que fui tonta. Bueno, el día que intente explicar que el abuelo de mis primos me tocaba se rieron y no me creyeron. Así que, cuando jugando con mi hermano y mi primo en la escollera del puerto, un tipo intentó algo que no voy a explicaros cuando jugábamos al escondite, tampoco dije nada. Me salvé gracias a que mi primo me quiso dar un susto y el susto se lo llevo el tipejo, se fue y yo no quise jugar más.

Los años pasaban y cada día tenía más claro que me gustaban las mujeres. Pero como le decía a una madre que anteponía la religión a su familia, que era lesbiana.
Pues pasaron años hasta que me decidí. No confiaba en nadie, no confiaba en mi madre para soltarle todo aquello así, ni lo de los abusos, ni que encima era lesbiana.
Y al final cuando no podía más, discutiendo, salió. Mi madre me atacó con una sartén. Estuvo semanas sin hablarme, y cuando por fin lo hizo me soltó que prefería verme muerta que lesbiana.

Y ahí me hundí en lo más profundo de mi alma. Creí que nunca podría confiar en nadie, que nadie me quería. Pero sabéis, al año más o menos me di cuenta que nadie me iba a ayudar y confié, confíe en mi misma, en mis propias fuerzas para seguir adelante con mis sentimientos.

Tuve parejas, amigas, pero nunca confíe en nadie para contarle realmente lo que había pasado de pequeña, ni siquiera en mi mejor amiga. Hasta que un día conocí a la que es la mujer de mi vida y empecé a confiar, le conté todo y no sabéis el peso que me quité de encima.

No sé si esto servirá de algo. Solo que si os pasa lo que sea, ir a la policía, 
seguramente os echarán una mano y por último, tenemos que confiar en nosotros mismos, porque somos los únicos  que podemos superar nuestros miedos.

Cuando confías en ti mismo, llegas a poder confiar en los demás.

Escrito por Nika

2 comentarios:

  1. Una vez mas me sumerjo en el blogs y consigo una respuesta tan sabia en una lectura tan simple pero nutritiva.
    "me di cuenta que nadie me iba a ayudar y confié, confíe en mi misma, en mis propias fuerzas para seguir adelante con mis sentimientos..."

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