Ir a: Inicio Capítulo 21 "Un café y un polvo"
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CAPÍTULO 22. BÚSCAME EN LAS SIETE LUNAS.
"Búscame en los sueños y en las ramas torcidas.
Búscame en los besos de libro y en las almas llenas de poesía.
Búscame en las canas y en los juegos de niños.
Búscame en los momentos tiernos, en los enigmas mayas.
Búscame en las risas y en las siete lunas.
Búscame en el paladar de azúcar y en el agua que corre por la cascada.
Me encontrarás tranquila, quizá serena, apagué las estrellas y encendí la hoguera.
Me encontrarás callada, con el alma en pena, entre tonos de gris, en la pupila ajena.
Me encontrarás despierta, mirando el cielo, enredada en el amor eterno."
LUCÍA
Almu jugaba con una pelota por el suelo, lanzándola a la pared y pegándole una patada cada vez que volvía, llevaba más de media hora con los mismos movimientos. La pelota golpeaba a la pared y volvía a ella, que le pegaba una patada para que volviese a golpear contra la pared. Y así una vez, y otra y otra… Me estaba empezando a poner nerviosa, no podía olvidarme de las malditas rosas desde que las había visto, estaba tan segura de que habían sido rosas peace… y habían sido cambiadas inmediatamente, lo que significaba que Aarón debía estar mucho más cerca ese día de lo que pensaba que estaba de nosotras. Sabía dónde estábamos, las palabras de mi madre resonaban en mi cabeza constantemente: “Protégela Lucía, protege a Almu”
Era incapaz de pensar en otra cosa. La pelota de Almu volvió a golpear de nuevo en la pared. Y me desconcentró.
-Almu, ya basta. Para, vas a estropear la pared.- la chiquitina se volvió hacia mí, sorprendida.
-¿Podemoz ir al parque, Boo? Me abubo aquí dento.
-Ya sabes que Alba no nos deja salir, aunque nos aburramos.- Almu enseguida me puso morros.
-¿Y pod qué manda ella? Ziempre mandas tú.
-Pues porque…- Almu tenía razón, ¿por qué la obedecía? Alba ni siquiera me había escuchado, y si Aarón nos había encontrado había sido por su maldito orgullo.- Nos vamos.
-¡Bieeeen! - Almu empezó a dar saltitos.
-Almu, nos vamos de aquí ¿vale?
-¿Alba tamén?
-No, Alba se queda.- dije mientras empezaba a vaciar los cajones y los armarios a un ritmo frenético.
-¿Pod qué?
-Porque ella no vendría, ¿te fías de mí?
-¿Qué ez fiadse?- sonreí al escucharla y cogí la maleta más grande que teníamos.
-Es… confiar en alguien…
-¿Qué ez ezo?
-Es estar lo suficientemente loco para seguir a alguien
-¿Hazta el fin del mundo?
-Sí - cogí el móvil y pulsé el número de Martina. Comunicaba. Volví a intentarlo otra vez, nada. Me estaba poniendo nerviosa.
-¿A quién llamaz?
-A Martina.- Almu se quedó pensativa y sonrío, asintiendo. Volví a pulsar para llamarla, seguía comunicando. Le pasé el móvil a Almu.- llama dando a este botón- le señalé el de llamada.- Si lo cogen, me lo pasas.
Ella lo cogió con sus manitas y se lo puso en la oreja después de llamar. Yo me fui moviendo por la habitación como una loca, recogiendo todo lo que nos pertenecía a alguna de las dos.
Cuando terminé, cerré la maleta y miré a Almu.
-¿Y bien?
-No lo coge - me contestó. Le cogí el móvil de las manos, le había llamado nueve veces, que junto a las mías eran doce llamadas perdidas. No tenía tiempo de que me contestara, debía actuar y salir de allí y rápido.
-No pasa nada, coge la pelota, nos vamos. - cogí una hoja y escribí a Alba, la dejé cuidadosamente en la mesilla, asegurándome de que la viera cuando llegase.
Agarré a Almu y salí de aquella asquerosa habitación, nos metimos en el ascensor y pulsé el botón del parking, saldría por allí, había menos posibilidades de que nos estuviera observando ahora, y no se habría fijado en el parking, vigilaría la puerta. Sabiendo perfectamente que yo habría pensado que él vigilaba el garaje y que me dirigiría a la puerta, esperaba tener razón. Cuando salimos avancé a paso rápido por la acera, todo lo rápido que me permitía Almu. Debíamos llegar rápido al metro y hacer un recorrido largo, por si nos seguía. Tiré el móvil a un contenedor y antes de meternos totalmente en la boca del metro miré el hotel…
-Lo siento.- murmuré en voz alta.
MARTINA
El móvil no había parado de sonar desde que me había montado en el bus, entre Lucía y Mateo me habían llenado el buzón de voz, pero no quería contestar a Lucía y menos aún a Mateo. Mi cuerpo no dejaba de temblar en el bus, las lágrimas recorrían mis ojos y solo era capaz de mirar por la ventana mientras notaba como mi propia piel me quemaba, necesitaba ducharme, quitarme aquella ropa… gritar… Me daba asco todo, solo era capaz de centrarme en el asco y el odio que crecían dentro de mí. Bajé en la parada y corrí rápidamente a casa. El portal estaba abierto, me metí en el ascensor y saqué las llaves del bolso y delante de la maldita puerta de casa, me esforcé en ver la cerradura entre tantas lágrimas que me impedían mirar con claridad, las manos me temblaban y las llaves se me cayeron al suelo.
-Joder.- grité mientras daba un puñetazo a la puerta, que se abrió al segundo y por la que apareció Ana.
-Mierda que susto me has dado Martina. Creí que iban a robarnos.- miraba incrédula a Ana.
-Pero, ¿quién coño iba a robarnos Ana?- pasé por su lado dejando las llaves en el suelo y entrando en el piso.
-Tranquila ¿eh? - dijo extrañada - ¿Qué te ocurre Martina? - noté como ella seguía mis pasos.
-Nada Ana, no pasa nada, vete.- dije al ver que se había metido conmigo en mi cuarto, y tirando el bolso sobre la cama, me empecé a desvestir.
-No puedes decirme que nada cuando estás llorando y entrando a casa de esa manera Martina - Ella se me acercó y retrocedí apartando la mano que me tendía de un manotazo.
-Solo quiero ducharme y ya.- dije mientras me quitaba toda la ropa y me giraba a ella desnuda.- ¿Tan malo es?- grité, viendo como a Ana se le encendían las mejillas al verme.
-¿Qué te ha pasado? ¿Tú te estás viendo Martina? - me señalaba entera con sus dos manos - Estás llorando, estás completamente desnuda y me estás gritando - volvió a querer acercarse a mí.
-¿Y cómo te pasas la vida en la biblioteca no has visto nunca un cuerpo desnudo o qué? Que no me toques joder, no te acerques.- me dirigí hacia el baño cogiendo una toalla y cerré la puerta. Cogí el cepillo de dientes y me lavé la boca seis veces, hasta que consideré que volvía a ser mía. Abrí el agua caliente y me metí en la ducha evitando mirar el espejo. El agua caliente recorría mi cuerpo y notaba como el rastro de Mateo desaparecía de mi piel, dejé que las lágrimas cayesen y me senté en la bañera con el agua caliente acariciándome. Cerré los ojos y dejé que las gotas de agua diluyeran el asco que sentía, sentí como deshacía todos y cada uno de los momentos que había vivido con él, el agua se llevaba mi cariño y mi odio, dejándome vacía. Me tumbé en la bañera, aún con los ojos cerrados. La oscuridad fue desapareciendo y una mariposa de colores se hizo paso entre mis recuerdos. Volaba cerca de la hierba, alejándose de mis manos.
-¡Atrápala Martina! ¡Atrápala!- me giré, un niño de rizos dorados me seguía, sonriendo.
-¡No puedo Mati!, se me escapa.- la mariposa se escabulló entre unos árboles y yo tropecé con una rama del suelo y caí rodando por la pradera.
-¡Martiiii!- Mateo corrió hacia mí, y yo sonreí y meneé la cabeza para que las ramitas que se hubieran enganchado en mis rizos cayeran al suelo, me levanté sacudiendo mi vestido blanco y me pasé las manos para limpiarme las rodillas.
-Estoy bien.- dije riendo. Mateo se acercó y me dio un besito en los labios.
-Así me gusta.- dijo sonriendo y corriendo hacia nuestras mamás, que estaban sentadas varios metros más allá sobre una manta en la hierba, con nuestros papás.
Sentí un cosquilleo en el hombro, la mariposa se había posado allí.
-¡Hola bichito!- la mariposa se elevó sobre mi cabeza y voló hacia el cielo desapareciendo de mi vista.
-¡Martina!- moví mi cabecita hacia los lados.-¡Martina!- Abrí los ojos, me había quedado dormida y el agua se había desbordado de la bañera. Apagué el agua con un movimiento rápido y me levanté.- ¡Martina! ¡Joder Martina!
-Estoy bien Ana, me he quedado dormida, ya salgo.- grité a la puerta, mientras quitaba el tapón de la bañera y salía de la ducha. Cogí la toalla y me envolví en ella, sintiendo que el nuevo calor y el tacto suave volvían a reconfortarme. El vaho envolvía el cuarto y había empañado los cristales, lo que impedía que pudiera mirarme. Me sentí más tranquila y abrí la puerta. Ana estaba allí, quieta. Joder… ¿No tenía nada mejor que hacer?. Me miraba esperando una respuesta a todos mis actos.
-¿Qué? - espeté.
-Nada - entró al baño intentando no rozarme para no molestar más - Voy a secar el suelo. Tú termina de secarte y descansa. Está todo empapado por el agua que se ha derramado de la bañera - me daba cuenta que me miraba de reojo como esperando a que le justificara todo esto.
-Puedo hacerlo yo.- Me limité a decir.
-No, no. No te preocupes, no me molesta.
-Lo he mojado yo, Ana. - ¿Qué estaba haciendo? Nunca habíamos cruzado más de dos o tres palabras. Y ahora… ¿estaba intentando solucionar lo que yo había jodido? No quería su ayuda. No necesitaba la ayuda de nadie. La miraba, quieta en la puerta, mientras ella se movía con rapidez, ordenando el baño.
-Martina, por favor, tráeme el cubo de la fregona. Está en la cocina.
-Lo sé.- dije moviéndome hacia la cocina. Era cabezona… no le pegaba. Siempre pensé que era una mosquita muerta, egocéntrica e insulsa que no levantaba la cabeza ni para hablar con su novio, un chico que venía una vez al mes puntualmente y con quien pasaba 3 días, siempre. Aunque, él nunca había dormido con ella. Se pasaba los días en la biblioteca o en su cuarto y solo salía al salón cuando no estábamos. Me había fijado. Y desde luego Ana no era el tipo de chica que parece que puede llevar las riendas en algo.
-¿Por qué estás tan a la defensiva conmigo?- Le escuché decir mientras no paraba de mover la fregona de lado a lado. Dejé mis pensamientos a un lado.
-No lo estoy.- dije rápidamente. - Voy a hacer café ¿Quieres?
-Sí por favor. Termino con esto y nos lo tomamos juntas. - asentí y me fui al cuarto.
La maldita ropa estaba tirada en el suelo. Rápidamente me puse una camiseta larga, unas braguitas y unas chanclas, cogí la ropa y salí a la calle, cogiendo del mueble de la entrada las llaves con un rápido gesto de muñeca. Una vez fuera caminé unos 5 o 6 minutos y la tiré en un contenedor. Volví a casa andando a paso rápido y fui a la cocina a hacer café.
-¿Cómo vas? - me apoyé en la puerta del baño y levanté dos tazas grandes y humeantes de café caliente para enseñarselas. Sonreí.- Gracias.- La vi como me respondió con otra sonrisa.
-Esto ya está casi terminado. En la próxima factura de agua ya sabes que te toca pagar un 25% más que nosotras - me hizo burla y volví a notar como las comisuras de los labios se me elevaban de nuevo.
- Eso está hecho. ¿Tú pagas el 25% más de luz? -dije sonriendo irónica.
-¿Y eso por qué?
-Por pasarte las noches con los libros. ¿Eres medio vampiro? No duermes apenas.- Su sonrisa se convirtió en una débil y bonita risa.
-Bueno… Siempre ha sido así. No necesito dormir mucho, mi cabeza no me lo permite, siempre está dándole vueltas a todo; y duermo porque creo que ya mis neuronas dicen ¡basta! - Terminó de dar la última pasada al suelo, se lavó las manos y se dirigió a robarme una de las tazas humeantes de café. Se quedó oliendo el aroma que desprendía - Huele estupendamente, gracias - Se dirigió sin mirarme a sentarse en el salón, la seguí. Pensaba que quería estar sola, pero la tranquilidad de Ana hacía que quisieras su compañía, así que rodeé el sofá y me senté junto a ella.
-¿Te importa? -le pregunté.
-En absoluto - sonrió - La verdad es que llevamos tiempo viviendo juntas y casi ni nos conocemos, tenía ganas de que empezáramos a entablar conversación. Me caes bien - me guiñó el ojo y levantó un poco la taza de café - sobretodo si me haces estos cafés tan buenos.
-Apenas me conoces. -sonreí débilmente.- Y siempre huías cuando estábamos en el salón. Pero… también me caes bien, sobretodo si te gusta tanto el café como a mí. - dije sonriendo abiertamente. Era fácil sonreír con esta chica. Ella me correspondió con otra sonrisa y tomó un sorbo de su café, relamiéndose los labios posteriormente. Me miró y sin esperármelo se puso de lado en el sofá para tenerme de frente.
-Bueno dime… ¿Estás mejor?- la cara de Mateo volvió a aparecer en mi mente y por un segundo me quedé paralizada. Moví la cabeza con un movimiento brusco y bebí café. No. No iba a dejar que tomara esa importancia en mi mente, en mi vida, en mi mundo. Nunca lo mereció y ahora lo merecía menos. Rechazé su voz en mi cabeza y me centré en mirar a Ana. Enseguida volvió a rodearme la sensación de tranquilidad de esa chica. Asentí levemente.
-Sí, gracias.
-¿Me quieres contar qué te ha pasado? A veces el hablar con una vampira ayuda bastante - me sonrió y esbocé una pequeña sonrisa que desapareció enseguida. Titubeé. No quería hablarlo, pero necesitaba sacarlo de mí.
-Yo… tengo… tenía novio. -corregí rápido.
-Lo sé, lo sabía. Así estamos en el mismo tiempo pasado. ¿Y?
La miré fijamente y asentí.
-No… yo… nunca habíamos hecho mucho, bueno… nada en realidad. - Ella empezó a poner cara de extrañeza pero a la vez incitándome a seguir contándole, me sentía estúpida contando esto, no era creíble. - Hoy le besé. - dije soltándole la frase rápido.
-Bueno, siempre hay una primera vez para todo, tuvo que ser horrible el beso por como entraste al piso - rió - ¿Comió ajo?
Me quedé mirándole fijamente.
-No. - contesté secamente y bebí café. Girándome, alargué el brazo para coger el mando de la televisión. Noté como las lágrimas querían volver a salir de mis ojos y me mordí los mofletes por dentro intentando ahogar las lágrimas. Sentí como algo caliente me mojaba la mano, no había notado que mi cuerpo había comenzado de nuevo a temblar y el café se me había derramado quemándome la mano. Fui a levantarme para salir de aquella situación tan patética en la que me encontraba, pero las manos de Ana me pararon, me quitó la taza de café de la mano y dejándola en la mesita, empezó a secarme con su propia camiseta. Miré hacia el lado contrario, intentando controlar la situación de nuevo.
-Heyy Martina, tranquila ¿vale? Si necesitas llorar, hazlo; y si no quieres seguir hablando, no lo hagas. Tranquilízate - se quitó la camiseta, ahora llena de café y se quedó con una simple camiseta de tirantes. Se juntó a mí y me abrazó, al principio me quedé muy quieta al notar su tacto, pero su mirada volvió a captar la mía y enseguida noté como su tranquilidad volvía a llenarme el cuerpo y dejé que me abrazara.
-Vas a coger frío - fue lo único que conseguí decir.
-No te preocupes, soy inmortal - me dijo mientras me secaba con los dedos las primeras lágrimas que se escapaban por mis mejillas.
-Le mordí. - levanté la cabeza para mirarle a los ojos. Necesitaba mirarle a los ojos para poder aceptar su abrazo. Me sentía una loca.- quería que le hiciera… yo… yo no… no quería. Le mordí. Y… yo… eh… - me costaba explicarlo y ordenarlo en mi cabeza.- le golpeé. - me callé y el cuerpo de Mateo empezó a cobrar forma sobre el suelo del salón, con una herida en la cabeza y el jarrón roto al lado. ¿Le había golpeado? Miré a Ana de nuevo, que en esos instantes, sí que se parecía a una verdadera vampira, había perdido todo el color de su cara, me escuchaba con total atención y su rostro iba cambiando de gesto: atención, sorpresa, horror, terminando en rabia; y noté como su respiración iba aumentando de ritmo al tiempo que seguía relatándole lo sucedido.
-Vamos a la policía ahora mismo Martina. Ponte algo y te acompaño.
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Oohhh esperaba este capitulo con ancias....ahora me intriga q pasara con lucia y almu...esta situacion de martina y alba se esta complicando...martina tiene q denunciarlo pero ya...al mnos no se quedo callada y hablo con ana tratando de liberar esa agustia...alba y la oficina las facturas q no cuadran esto es de locos....cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia jjjj saludos de venezuela besos
ResponderEliminarPor lo que veo, llevas la trama completamente al día xDD. La verdad es que la historia se va complicando por momentos y en vez de ir solucionándose las cosas, lo que ocurre es que se complican más aún. ¿Irá solucionándose los problemas?, seguiremos leyendo. Gracias por comentar Estefanía, eres una de nuestras más fieles lectoras.
EliminarSensación de tranquilidad... Pero por otro lado... Volvemos a la intriga con lucia y almu jajaja pero bueno, al menos las cosas van tomando forma... O no?? Hasta el jueves!! Muacks!!!
ResponderEliminarEfectivamente es lo que tú dices: parece que las cosas van encauzándose ¿o no? Los problemas crecen pero ellas siguen luchando. Gracias por comentar cada capítulo Patricia.
EliminarQue menos!! Jejeje
Eliminar:O
ResponderEliminarVeo que te has quedado sin palabras xDDD. Espero que eso sea bueno y que te haya gustado.
EliminarBien! A la policía con el desgraciao ese!
ResponderEliminarLas otras pobres están tan acojonadas que ya ni piensan a la hora de actuar, pero bueno.
¿Tú crees que actúan sin pensar? Es interesante tu punto de vista.
Eliminar¡¡A la policía!! siiiiiiii
Gracias por comentar Laurycorr
La situaciones se complican,la trama aumenta... Me siento identificada con Martina en este capitulo,pero yo me pregunto,Martina ira con Ana a la policía?? O se quedara paralizada,o acojonada,después de lo que le paso con Mateo.. Y después del jarronazo Mateo estará bien?? Lo sabremos seguiendo las tramas de un café y un polvo,que sin duda esta muy interesante... Besos a las dos..
ResponderEliminarYa queda menos para ir desvelando poco a poco todas las preguntas que haces Gata blanca. Mientras tanto, te agradezco tu comentario y que nos sigas tan fiel nuestra historia. Yo también tengo mucha intriga en lo que pasará a partir de ahora. Un abrazo.
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