Ir a: Inicio Capítulo 19 "Un café y un polvo"
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CAPÍTULO 20. TRAS EL DOLOR SIEMPRE HAY DOLOR
"Tras la Alegría y la Risa puede haber un temperamento grosero, duro y encallecido. Pero tras el dolor siempre hay Dolor. La Pena, a diferencia del Placer, no lleva máscara". (Oscar Wilde)
"Tras la Alegría y la Risa puede haber un temperamento grosero, duro y encallecido. Pero tras el dolor siempre hay Dolor. La Pena, a diferencia del Placer, no lleva máscara". (Oscar Wilde)
MARTINA
Era lunes, no me sentía con ganas de ir a la universidad, así que había decidido saltármela, normalmente no haría eso, pero esa mañana simplemente no me había apetecido ir a escuchar al aburrido profesor de los lunes, un hombre bajito, machista y taurino que me sacaba de quicio.
Gabi y Ana se han ido esta mañana pronto, las dos a la universidad. Gabi estudia derecho y Ana… creo que estudiaba música.
Así que al asegurarme de que estaría sola, he llenado la bañera de agua caliente y jabón y me he dedicado a bañarme mientras pensaba en el giro de 180º grados que había dado mi vida últimamente. Al salir, me he embadurnado de crema y me he ido desnuda a hacer un café, para dejar que se seque y no pringar la ropa, hacía tiempo que no podía hacer estas cosas. Me encanta estar sola en casa.
Ahora me dedico a remover el café tranquilamente mientras miro la estantería de mi cuarto, cojo el libro de De profundis de Oscar Wilde. Es uno de mis libros favoritos. Me pongo unas braguitas y me siento a leer en la cama con mi taza a rebosar de café. Releo una de mis partes favoritas, he leído esta carta tantas veces...
“...Tras la Alegría y la Risa puede haber un temperamento grosero, duro y encallecido. Pero tras el dolor siempre hay Dolor. La Pena, a diferencia del Placer, no lleva máscara. La verdad en el Arte no es ninguna correspondencia entre la idea esencial y la existencia accidental; no es la semejanza de figura y sombra, ni de la forma reflejada en el cristal y la firma misma; no es ningún Eco que baje de la oquedad de un monte, como no es el pozo de agua de plata en el valle que muestra la Luna a la Luna y Narciso a Narciso. La verdad en el Arte es la unidad de la cosa consigo misma; lo exterior hecho expresivo de lo interior; el alma encarnada, el cuerpo movido por el espíritu. Por eso no hay verdad comparable al Dolor. Hay momentos en que el Dolor me parece ser la única verdad. Otras cosas podrán ser ilusiones de la vista o del apetito, hechas para cegar lo uno y empachar lo otro, pero con el Dolor se han construido mundos, y en el nacimiento de un niño o de una estrella hay dolor. Porque el secreto de la vida es el sufrimiento. Eso es lo que se oculta detrás de todo. Cuando empezamos a vivir, lo dulce es tan dulce para nosotros, y lo amargo es tan amargo, que inevitablemente dirigimos todos nuestros deseos al placer, y aspiramos no ya alimentarnos de miel un mes o dos, sino a no probar otro alimento en todos nuestros años, ignorantes de que mientras tanto, podemos estar realmente matando de hambre el alma.
En cada momento de nuestra vida somos lo que vamos a ser…”
¡Ding!
El sonido del móvil me sacó de la ensoñación a la que siempre escapaba leyendo. Lo miré
Aamamá: “¿A qué hora sales de la universidad?
Martina: “A la una y media”
No me gustaba mentirle, pero no podía decirle que no había ido a clase, me asesinaría.
Aamamá: “Quedamos a las dos en el restaurante de Marta”
Martina: “Claro”
Así era mi madre, no le preocupaba que pudiera quedar o no, que tuviera tiempo o que estuviera ocupada. No te daba opciones. El restaurante estaba cerca de la casa de mis padres, era de la mejor amiga de mi madre, Marta, un restaurante pijo y caro, me reí en mi interior. Era como mi madre.
Miré la hora, las doce y media, tardaba media hora en ir allí, empezaría a vestirme. Después de remover el armario decidí ponerme una falda plisada de color beige, por debajo de la rodilla, una blusa de color rosa claro y unas bailarinas marrones, cogería el bolso del mismo color. Me alisé el flequillo de mi pelo ondulado para que quedara como le gustaba a mi madre.
A las dos y cinco entraba por la puerta del restaurante, una mujer con un vestido rojo y unos tacones de aguja, el pelo negro de peluquería, una sonrisa que mataría a más de un hombre, y que no aparentaba más de treinta años esperaba en la barra. Era mi madre, Ágata.
Me acerqué.
-Mamá…
-Llegas tarde.- dijo despacio deslizando la ese, sin volverse para mirarme. Vi que cogía una copa de vino de la barra y se dirigía a su mesa favorita cerca de la ventana, la mejor mesa y la única libre de todo el restaurante, siempre se salía con la suya. Preferí no contestar, si algo había aprendido en diecisiete viviendo con ella era a no responderla. - ¿Qué tal la mañana en la universidad cielo?
-Bien mamá, gracias ¿Qué tal tu mañana?- no me gustaba que empezara con temas triviales, eso significaba que quería cogerme bien para atacar, además había añadido la palabra cielo y eso para ella era como preparar los colmillos y llenarlos de veneno.
-Aburrida como siempre. Tu padre ignorándome y yo me he ido al gimnasio de Alfredo, ya a mi edad tengo que cuidarme un poco más - me dijo mientras me miraba de arriba abajo indicándome que yo también debía hacerlo.
-No tengo tiempo para ir al gimnasio, tengo un curso que sacarme.
-Pero para irte de fiesta si tienes tiempo ¿no? - ya empezaba a meter el dedo en la llaga.- Ya me ha contado Mateo, ¿lo recuerdas? Es ese chico con el que estás prometida - me alzó una ceja. ¡Cómo odio que haga eso! Ya hablaría con Mateo más tarde, no soportaba que fuera a contarle todo a mi madre como si fuera una niña pequeña.
-A veces se me olvida que la prometida soy yo.- hice una pausa.- y no tú.- dije desafiándola mirando a sus ojos fijamente y evitando lo de las fiestas.
-No me gusta tu actitud desde que te fuiste a vivir con esas... - se quedó pensando la palabra- amiguitas tuyas. Sus amistades y sus ambientes no son apropiados para ti. Deberías centrarte más en tu novio.
-¿Apropiados? ¿Ahora hay ambientes apropiados...mamá?- no soportaba que se creyese mejor que el resto de la humanidad, sí, estaba buenísima y sí, era inteligente y preciosa. Pero era mala, y eso la rebajaba demasiado para mí. Mi hermana Bel había pasado problemas alimenticios por ella, y desde luego si había salido había sido porque luchó, no por ninguno de mis dos padres.
-Pues claro que hay ambientes apropiados. Cielo, tú no te das cuenta que salir con ellas da mala imagen a la familia. Tu padre tiene una gran empresa y tiene que tener una imagen intachable para sus clientes.
-¿Una imagen intachable en la empresa o debajo de la mesa del escritorio?- dije cortante.- La mala imagen se la consigue él solito, no yo por salir de vez en cuando.
-No sé de que hablas Martina - mi madre nunca admitiría ante mí las infidelidades de mi padre. Nerviosa se tomó de un trago lo que le quedaba de vino en la copa - Nuestra familia no debe estar en boca de nadie, y ya me están llegando comentarios de que sales demasiado de fiesta y de malas compañías que te rodean.
-Sabes perfectamente de qué hablo. Lo bueno es que no te haya pegado nada aún, aunque para eso primero deberíais haber follado.- ¿follado? ¿Le había dicho eso a mi madre? Alba me había pegado demasiado aquello.
-¿Perdona? - se estaba atragantando con el último trago de vino - ¿Qué has dicho? Martina, tenemos que solucionar tu situación ahora mismo. No estás yendo por buen camino.
-¿Qué van a tomar?- la camarera sonriente nos miraba, debía ser un poema la cara de mi madre y la mía propia ahora mismo, si las miradas matasen… Miré a la carta, mi madre detestaba la carne así que busqué la palabra carnes rápidamente.
-Solomillo por favor, poco hecho.-dije sonriendo.
-No no, dos lubinas a la plancha para las dos
-No me voy a comer la lubina.- la camarera había perdido la sonrisa y se la veía claramente incómoda.
-La carne roja es cancerígena según un estudio de no sé donde. - mi madre oía campanas siempre pero nunca sabía donde.
-Así si me muero antes podrás perderme de vista. Solomillo.- dije mirando a la camarera.
-Lubina señorita y no hay más que hablar. - su mirada llegaba a fulminar - Una ensalada de la casa y una botella de agua. Muchas gracias, puede retirarse - Su mirada volvió a mí - Martina, no te voy a permitir que me hables así.
-No me voy a comer la lubina, mamá.
-Tú te comerás la lubina y también me vas a escuchar - llamó al camarero que había al fondo para que le rellenase la copa.
-Me voy.- dije levantándome. Mi madre no soportaba los espectáculos, supongo que por eso intentaba hacerlos siempre que me reunía con ella. Me retuvo la voz de un hombre a mi espalda.
-Siento llegar tarde señora.- Mateo, me quedé paralizada, me habían hecho una encerrona, sabían que no me enfrentaba a ellos cuando estaban juntos. - Hola cariño - me besó en la frente. - ¿Ya habéis pedido?
- Sí Mateo. Hemos pedido las dos lubina, la ponen exquisitas aquí, ya lo sabes. ¿Pedimos otra para ti? - su sonrisa era desmesurada, se le desencajaría la mandíbula como siguiera haciéndolo.
-Por supuesto Ágata, si lo piden estas dos bellezas será porque debe de estar estupendo.
-Cómo no.- refunfuñé por lo bajo, menudo calzonazos era, ¿Cómo podía haber aceptado aquel maldito matrimonio?
-¿Decías algo mi vida? ¿Vas al aseo? - le miré desconcertada porque nunca sabía por donde saldría sus conversaciones - ¡No me mires con esa cara! Estás levantada, supongo que irías a algún sitio.
- Sí, sí. Iba al aseo justo cuando has venido - Interrumpió mi madre.
-En realidad iba a marcharme… - dije bajito, ¿Por qué me controlaba tanto ante ellos? Creo que siempre me había dado miedo lo del matrimonio, eran los dos hilos que me movían a su antojo como una marioneta.
-¿Te ha surgido algún imprevisto?¿Te llevo a algún sitio? - Se levantó. Le miré sorprendida de nuevo, y no pude evitar sonreír.
-Ahora que lo dices…- mi madre me interrumpió.
-Estábamos hablando de…
-De follar.- dije sentándome, si no me iba a dejar marcharme al menos pretendía mantener una comida en la que no fuera yo la única incómoda. Debía darle las gracias a Alba por aquella palabreja.
-¿De qué? - a Mateo se le iban a salir los ojos de las órbitas al escucharme hablar así. Me miró a mí y a continuación a mi madre, que parecía que iba a abrir la boca en cualquier momento y a escupir fuego, la dama dragón. Me reí ante aquella situación, no pude evitarlo.
-Sí, hijo sí. A Martina ahora le gusta decir esa palabra tan malsonante. - me puso una mirada de resignada pero a la vez de rabia, que estaba segura que no tardaría en liberar. - Estábamos hablando de las malas compañías con las que últimamente se va de fiestas.
-Y bebo y me drogo y hago cosas sucias hasta la mañana del día siguiente. ¿Sabes Mateo?
-Martina por favor - me sonrió, ¿me estaba intentando proteger de alguna manera? Aquello me sorprendía. Su mano la posó sobre la mía apretando con cariño, cerré la mano instintivamente y le acaricié con las yemas de los dedos, me gustaba aquel nuevo Mateo que acababa de aparecer, se estaba poniendo de escudo ante mi madre y además ese gesto le encantaría a ella, sentí como mi enfado desaparecía. - No seas así con tu madre, sabes que lo hace por tu bien.- le sonreí.
-Habla mamá.- dije sin soltarle de la mano. Mi madre empezaba a sonreír con esa sonrisa altiva suya de que todo estaba encauzado de nuevo.
-En realidad… Yo solo quería… En fin, que quiero que entiendas que tienes novio, que no puedes estar todo el tiempo con tus amigas. Tenéis que preparar la boda.
-Mamá,- dije intentando sonar cariñosa.- Mateo trabaja y yo estudio, es más normal que vea más a mis amigas con las que estoy viviendo que a él. ¿No crees?- obvié la boda, era un tema que me agobiaba.
-No, no lo creo. Deberías estar mirando tu vestido, el convite, los invitados - enumeró con los dedos - tal y como te dije. Además, yo voy a estar contigo y ...
-¿Por qué tenemos que casarnos tan pronto?- la interumpí, temía aquella boda, enseguida noté que los dos se enfriaban, pero es que el tema de la boda... - bueno yo… tenemos toda la vida ¿no?- intenté solucionarlo.
-Marti, ya lo hablamos en su momento - volví a sentir como me apretaba la mano.
-Ya… pero… ¿No quieres viajar? Probar sabores exóticos, rebozarte en barro los días de lluvia cerca del mar, ver koalas, hipopótamos, montar en camello y recorrer el desierto, bucear con tiburones, escapar, huir, pintar cerca de la torre eiffel…
-Para. ¿Qué estás diciendo?- mi madre tenía la cara crispada y me miraba como si me hubiera vuelto loca. Pero Mateo no pudo aguantar una carcajada que tenía contenida desde que empecé a enumerar. Se me acercó al oído y me susurró.
-Pero todo eso lo quiero vivir contigo cariño.- me giré sorprendida y nuestros labios se rozaron, los dos nos echamos hacia atrás rápidamente pero se me quedó mirando a los ojos, de repente quería saber como sabían sus labios… ¡Martina! ¿En qué estaba pensando? La camarera llegó con tres platos de lubina, ¿cuándo habíamos pedido el otro? No me apetecía comerla, así que me dediqué a las patatas y al tomate que venía de acompañamiento.
-Anda, come un poco. No hagas de rabiar más a tu madre - Susurró Mateo acercándome un poco de lubina con su tenedor.
-No es un plato que me emocione…
-Voy un segundo al baño.- dijo mi madre levantándose, sabía que quería hablar de otra cosa conmigo pero también sabía que no encontraba el momento para atacar. Decidí preguntarle algo que nunca antes me había planteado pero que me había parecido siempre normal.
-Mateo...
-Dime - me miró mientras seguía comiendo esa odiosa lubina.
-¿Por qué nunca.... eh... ?- no sabía cómo decirlo, pero cuando mi madre volviera del baño ya no podría hacerlo, así que decidí atacar rápido.- ¿Por qué nunca me has… besado? - Su mandíbula paró de masticar y su mirada se clavó en mí. Era obvio que no se lo esperaba. Me hizo gracia su reacción.
-Bueno yo es que… - tragó. Me dio pena en la situación la que le había metido, me incliné sobre la mesa mientras le ponía un dedo en los labios para que no dijera nada y posé mis labios suavemente sobre los suyos, Mateo enseguida respondió a mi beso y entreabrió la boca, me sentía cómoda con aquello y mordisqueé su labio inferior. Un carraspeo nos sacó del beso a los dos. Mi madre estaba de nuevo sentada en la mesa, noté como mis mejillas se teñían de rojo.
-Yo...eh...
-No pasa nada cielo. Es normal entre dos personas que se van a casar.- se notaba que aquello le había gustado, no sabía porqué había besado a Mateo, pero por ya cuarta vez en mi vida había obedecido a un impulso de mi cuerpo, y... me había gustado. Mi madre carraspeó nuevamente, eso significaba que volvía al ataque - Martina, a ver como te lo digo para que no me vuelvas a contestar con esa nueva palabra que has aprendido - sé que no quiso hacer un chiste con esa frase, pero Mateo y yo sonreímos al escucharla - ¿Dónde conociste a esa chica que Mateo vio casi desnuda hace varios días en la casa que compartes con tus compañeras?
-Salimos de fiesta y la conocimos a ella y a unos amigos suyos, una amiga se emborrachó y decidimos entre ella y yo llevarla al piso para que sus padres no la regañaran, nada más. Estaba desnuda para no dormir con la ropa de la noche anterior.- intenté sonar lo más natural e inocente que pude.- ¿Por?
-¿Crees que es normal que estemos invitando a gente desconocida a nuestras casas? Además, que parece que era drogadicta o algo así.
-No no, mamá, pero me dio pena aquella chica.- sentía que mi enfado volvía a subir y retiré la mano que de nuevo me había dado Mateo.- Y no era drogadicta, ¡solo había dormido poco!
-Si tuviéramos pena de todas las personas sin hogar no cabríamos en casa.
-Ellas sí tenían hogar, y no pasó nada ¿no? Caso cerrado, gracias 007.- repliqué enfadada, echándome hacia atrás en la silla.
-No puedes estar llevando a gente así a tu casa, te podrían robar, o violar, o yo que sé cuantas cosa más. - Me negué a contestar, estaba harta de que me siguieran tratando como a una niña de diez años.- A veces pienso que eres demasiado buena y mojigata.- ¿mojigata? ¿Había dicho mojigata?
-¿Disculpa mamá?
-Sí cielo. Muchas veces actúas sin pensar en las consecuencias. No sabes que puedes meterte en problemas por ello.
-No me refiero a eso, ¿Has dicho mojigata?
-Sí. Demasiado buena que llegas a ser tonta a veces - sentenció.
-Bueno, ya está. No pienso oír más mierdas de estas. - me levanté.- Me marcho.
-Marti - Mateo me cogió del brazo - terminemos de comer y te llevo yo. - parece que él también estaba incómodo, sabía que toda esa conversación era por su culpa.
-Yo ya he terminado.- quería demostrar a mi madre que no tenía razón. Actué sin pensar y las palabras salieron de mi boca como un torrente. - ¿sabes qué? Vamos a tu casa. Yo me encargo del postre.- dije cogiendo mi bolso y apartándome de la mesa ante la mirada de sorpresa de ellos dos.
MATEO
Martina había cambiado, y mucho. Pero ¿Desde cuándo había sucedido eso? Es verdad que llevábamos unos meses donde casi no nos veíamos pero, a mí se me acumularon los trabajos y ella tenía los exámenes, lo vi normal.
Me había besado y había sentido que quería más; y si no lo había entendido mal quería ir a mi casa y se encargaba del postre. Abrí la puerta del coche para dejarle entrar, y rodeé para subirme.
-Eres gilipollas.- miraba al frente, claramente cabreada.- ¿Cuántos años tengo para que vayas a contarle a mi madre todo lo que hago o dejo de hacer?
-Marti solo le expliqué a tu madre...
-No me llames Marti, lo aborrezco.- empecé a conducir.
-Lo siento. Martina, entiéndeme. Le estaba contando la situación tan surrealista que viví ese día.
-Pero ¿Quién te crees? ¿El mejor amigo de mi madre?
-Solo me creo tu novio. Aquel que se preocupa por ti, y que vio a una extraña con un aspecto horrible queriendo pegar a tu mejor amiga.
-No me vengas con gilipolleces, los novios se tocan.- dije riendo.- salen, yo que sé, hacen cosas...
-Nosotros lo hacemos - desvié la mirada hacia ella tiernamente.
-Sí, no veas… -
-Cariño, ¿dónde quieres ir a parar? - sonreí pues me estaba poniendo nervioso. Yo tenía unas ganas enormes de tocarla, de acariciarla, de hacerle el amor, pero la respetaba y quería ir a su ritmo pero esta situación me estaba dejando descuadrado total.
-No sé… vamos a hacer cuatro años juntos, ¡en teoría nos vamos hasta a casar! joder… ¡ni siquiera sé si me humedezco contigo! Pensaba que era normal, pero está claro que era normal hace ya unos siglos, no ahora, así que dime, ¿qué intentas al casarte conmigo? ¿Me vas a decir que caíste rendido a mis pies en cuanto me viste?- dijo riendo sarcástica.
No podía creer que estuviera teniendo esta conversación con ella. ¿Me ha dicho que si se humedece conmigo? No, aquí ha pasado algo y yo no me he enterado. Martina no era así, no hablaba así. A ella le ha pasado algo que no me ha contado.
-¿Te ha pasado algo últimamente Martina? Te noto diferente. Más… - estuve buscando la palabra apropiada?
-¿Menos mojigata? Supongo que he salido un poco y ya me he enterado de que los niños no vienen de la cigüeña.- me miró y levantó una ceja. No pude hacer otra cosa que reírme de su comentario.
-Nunca has sido una mojigata - sonreí.
-Admitámoslo, en eso tenía razón… mi madre.- me metí en el garaje de mi casa, habíamos llegado. No sabía si quería venir aquí realmente o lo había dicho para huir de su madre, pero había conducido sin pensar.
-No digas eso. Cada uno es como es.
-Como le han criado más bien.- dijo saliendo del coche.
-Eso también influye cariño, pero yo te quiero como eres y por eso he ido siempre sin prisas y a tu ritmo. - asintió, la miré de espaldas y no pude evitar reírme, aquella ropa suya además lo dejaba siempre todo a la imaginación. Se giró.
-¿De qué te ríes?
-De que eres preciosa y de que me está gustando mucho esta Martina oculta que tenías guardada.- rió y movió la cabeza negando, dejando que los rizos se le movieran y que uno de ellos cayera sobre su cara. La verdad es que era preciosa. Abrí la puerta y ella pasó como Pedro por su casa, nos habíamos pasado tardes aquí, tirados en el sofá hablando, hacía mucho que no venía. Se quitó las bailarinas y tiró el bolso al suelo, se giró lentamente y vi que tenía desabrochada la falda, dejó que se deslizase por sus piernas mientras yo no podía apartar la mirada de cada movimiento que hacía, ella me sonreía. empezó a desabrocharse la blusa y dejó al descubierto, una ropa interior blanca de encaje. Era la primera vez que la veía así.
-¿Me dejas una camiseta? - Noté una erección inmediata con todo lo que había visto, si Martina mirara mi entrepierna, vería un inmenso bulto con ganas de explotar y salir de allí. Tragué saliva, tenía toda la boca seca.
-Por supuesto, aunque también podrías quedarte así - le sonreí - estarías mucho más cómoda y fresca - me fui acercando a ella y la abracé por la cintura.
-Creo que… me pondré tu camisa.- deslizó los dedos y me fue desabrochando los botones de ésta.- ¿Te parece?
-Si es lo que tú quieres. Perfecto - Acerqué mis labios a los suyos, notaba su respiración agitada como la mía. Esta situación me estaba superando, era Martina la que estaba provocándome, la que quería más y a mí me estaba poniendo muchísimo. La deseaba tanto y desde hacía tanto tiempo que no sabía si aguantaría ese juego al que ella me estaba sometiendo.
-Quiero.- recorrió mi torso con las manos, hacia los hombros para quitarme la camisa. Cuando la tuvo en sus manos se apartó y dejó la camisa sobre el sofá. Se desabrochó el sujetador y lo dejó caer, poniéndose mi camisa y dejándola abierta. Rodeó el sofá y se sentó. La seguí y me arrodillé entre sus piernas mientras me acercaba a su oído.
-Martina, te deseo - mordisqueé su lóbulo y mis manos inconscientemente se fueron a sus pechos. Sus pezones los tenía erectos eso me ponía aún más porque ella también me deseaba.
-Al…- se calló y me miró, quitó mis manos de ella.- No...no quiero. No puedo. Lo siento.- se levantó y empezó a abrocharse mi camisa.
-¿Cómo que no puedes? - ¿me había puesto cachondo y ahora me paraba en seco? - Martina pero si los dos queremos, ¿qué problema hay?
[AVISO CONTENIDO SENSIBLE: VIOLACIÓN]
-No...no quiero. Me voy.- Se puso la falda y se quitó mi camisa. Cogió el sujetador y se lo guardó rápidamente en el bolso, poniéndose la blusa y metiendo sus pies en las bailarinas.
-Martina por favor - la intentaba retener, y ella me rechazaba. Empezó a abrocharse la blusa. - Espera un minuto cariño, ven aquí. Si estábamos bien, tú querías hacerlo y … - la cogí de la cintura para retenerla
-Mateo...no. No quiero… suéltame anda.- le di la vuelta para que me mirara a los ojos.
-¿No lo estarás diciendo en serio? Mira como me tienes - me bajé la cremallera y me saqué la polla completamente erecta en un rápido movimiento para que me viera lo excitado que estaba y le agarré la mano derecha con fuerza haciendo que me la agarrara.
-¡Mateo…! ¿Qué haces?- intentó soltarse de mi abrazo, y quitar la mano de mi polla.
-Me tienes malísimo Marti, menéamela o hazme una mamada pero tú no vas a dejarme así - fui empujandola con mi cuerpo hacia la pared que tenía a mi izquierda, no podía aguantar más. Ella me había puesto así y ella me quitaría el calentón.
-¿Q...qué? Deja de...de decir gilipolleces…suéltame joder.
- Deja de decir gilipolleces tú - la abofeteé. Cuando la tuve entre la pared y mi cuerpo, la cogí de la cabeza y fui forzándola a arrodillarse frente a mi - Ahora cómemela Marti, venga… Abre la boca de una puta vez.- Me empujaba con los brazos e intentaba darme patadas, pero al ser tan pequeñita era fácil de dominar. - Joder, estate quieta - Me estaba subiendo la rabia como la última vez que estuve en esta misma situación, necesitaba correrme.
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super, esta genial.....
ResponderEliminar¡Muchas gracias! Me alegro de que te guste :D y espero que sigas leyendo y ¡no cambiéis de opinión respecto a nosotras! Un besito
EliminarOhh por dios...supero toda espectativa y mas con esta ultima situacion el abuso de martina por parte de mateo era una situacion totalmente vulnerable en si todo el capitulo fue asi para martina desde que llego al restaurant...este capitulo me dejo boquiabierta no tengo argumento alguno conozco bien esa situacion(la ultima)...espero el otro capitulo con ancias
ResponderEliminarSí, ayer nuestra protagonista fue solo Martina. Supongo que a Arwenundomiel y a mí nos gusta superar expectativas jaja a mí personalmente este capítulo me toca mucho, tuvimos que parar por petición propia. Esperemos que Martina tenga fuerzas para ello. ¿Cómo reaccionará?
Eliminar¡Se me olvidaba darte las gracias, las muchísimas gracias por leernos y comentar! ¡Qué despiste llevo! UN BESAZO
EliminarJejeje tranquila...para mi es un tema muy delicado...pero se que ella sera fuerte afrontara esta situacion con valentia alli creo q saldra a florecer el caracter de martina....me gusta que se alla echo ese espacio para conocer un poco mas la vida de las chica....y engancharme mas con la historia jjjj saludos besos....y recuerden que hay una venezolana que se entretiene mucho leyendolas
EliminarPues a mi me resultó más extraño el que después de 4 años con el novio ni siquiera se hubieran besado!! El final inesperado pero ya estaba yo dándole vueltas a ver como lo iban a sacar de en medio jajaja
ResponderEliminarRealmente ella no sentía nada por él, apenas cariño. Era más un amigo que un futuro esposo y para ella un pico era suficiente. Realmente para mí la frase más llamativa de todo el capítulo es la frase con que se cierra. ¿Última vez? ...
EliminarY por cierto... ¡Muchas gracias por contarnos tu opinión! ¡Espero seguir viéndote por aquí! Un besoo
EliminarJejeje a ella se le veía el plumero, como decimos aquí... Respecto a la última parte, de alguna manera había que sacarlo de en medio, pero creo que la situación va a dar mucho de si... Tema muy delicado, aunque estoy segura de que Martina lo podrá sobrellevar, difícil, si, pero no imposible... Ahora me empieza a intrigar como va a reaccionar el resto de personajes si es que se llegan a enterar... ;P
EliminarEn cuanto a mi, seguiré, jajaja no se van a deshacer de mi tan fácil y menos con lo enganchada que estoy jajaja besos!!
Le meto un bocao en la polla al tipo que se le baja de golpe. Amos!
ResponderEliminarY a la familia esa que la den por saco!
Grrrr
Jajaja hay mucha rabia en el ambiente o... ¿soy yo? Estoy de acuerdo, aunque no sabemos como terminó... la familia... uff... teniendo en cuenta que estamos a lunes (en la historia) ... se acerca el fin de semana que Martina prometió ir de excursión familiar a cambio del piso del padre, que Alba no aceptó... ¿Irá?
Eliminar¡Muchas gracias por comentar!
Buenas,a ver yo tengo que decir que tambien estoy enfadada,pues el final del capitulo,es muy jodido,ya que encima parece ser que ya lo ha hecho mas de una vez... Yo pienso que Martina no se merece eso,y como se entere Alba lo busca y lo mata a hostias,entre la rabia que lo tiene,no será difícil,mandarles de hostias a este tipejo por llamarlo suave... con ganas de saber mas.. y sobre todo cuando se vaya hacercando el fin de semana yo creo que no irá... Un besazo enorme para la dos que escribis este sensacional relato,libro.. Y enhorabuena seguid asi chicas!!!!
ResponderEliminarSon cosas que pasan si, "desgraciadamente" sin embargo entiendo que hace tiempo debería a ver cortado con ese tipo (aún en la ficción) por muy cachondo este un tipo NO es NO salvo en casos de sumisión en donde se crea una situación similar. Como imaginación de la historia esta super Besitos
ResponderEliminarOstras.... Era de esperar.
ResponderEliminarCon tu "ostras" creo que lo has dicho todo xDDD.
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