Dicen que la vida es un tren que pasa a gran velocidad. Siempre estuve de acuerdo con dicha información... hasta que te conocí. Cuando iba en aquel vagón, por la ventana te vi y tuve un deseo irrefrenable de bajarme. Creo que me bajé en marcha. Quizá de un salto. No lo recuerdo bien, ya que sólo veía esos ojos verdes que me matan. Justo en ese preciso instante, comencé a caminar, caminar despacio. Me creaste la necesidad de saborear cada paso, sentir cada pisada sobre mis pies descalzos, los mismos pies desnudos que no sienten dolor porque te siento cerca aunque lejos de mí te halles.
Contigo los días no son días, sino segundos. Contigo los segundos son colores que dibujan mi sonrisa y destellos que penetran desde mi mirada.
Contigo me apetece caminar.
Escrito por Ojos color Coca-Cola
No hay comentarios: