Ir a: Inicio Capítulo 29 "Un café y un polvo"
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CAPÍTULO 30. DECISIONES EN CALIENTE.
"-¡Almu! ¡Ni se te ocurra tocar ahí! Te vas a quemar.
-Pero Boo...
-¡Ni Boo ni nada! Si pones la mano en la plancha te quemas, tienes que esperar a que se enfríe.
-¿Y si no se enfría?
-Claro que se enfría enana.- Almu alargó su manita hacia la plancha.- ¡Almu! ¿Qué te acabo de decir?- Almu puso un puchero, se bajó de la silla y se marchó pegando golpes con los pies al andar, lo hacía siempre que se enfadaba. Suspiré. Sabía perfectamente los problemas que acarreaban dejar que las cosas no se enfriasen. Tocar la plancha caliente era como decidir cosas en caliente, te quemabas. Y la quemadura te creaba una horrible cicatriz que hacía que no te olvidases de lo estúpida que habías sido. Mi mano se dirigió hacia mi vientre y las lágrimas empezaron a caer por mi rostro."
MARTINA
-¿Estás segura de esto?- miré a Ana fijamente. No, no estaba segura ¿Cómo iba a estarlo? cada vez me daba más cuenta de que parecía que los problemas eran lo mío.
-Tengo que hacerlo.- respondí mientras me movía por la habitación buscando las planchas del pelo.
-No tienes que hacerlo, y lo sabes.
-Ana, me llegó su denuncia hace unos días. No puedo pagar, tengo que hablar con él y… llegar a un acuerdo.- la bilis me subió por la garganta. Un acuerdo… él me obligaba a comerle la polla, a él le pegaban una paliza que no dependía de mí... y tenía que negociar… cada vez que lo pensaba me hervía la sangre.
- A ver, Martina. Déjame ir contigo. Tú estarás más tranquila, y entre las dos podremos afrontarlo mejor. Deja que te acompañe.
- Ana… ya lo hemos hablado.- me dirigí al cuarto de baño con las malditas planchas en la mano, las había guardado en el armario.- No quiero que me vea débil.- enchufé las planchas.
-Pues, te acompaño a donde hayas quedado con él y te esperaré en el coche. Y como se pase, digo que he sido testigo de una agresión, y que te ha golpeado en la cara haciéndote ese moratón que tienes en el ojo y esa brecha en la frente.
-Vamos a quedar en una cafetería, no hará nada. Y con el moratón ya llego, cualquiera de la cafetería lo podrá ver.
-Que cortarollos eres cuando quieres.- reí mientras cogía los mechones frontales y los ondulaba ligeramente.
-Y tú, ¿no habías quedado hoy con Isa?
-Sí. Haríamos manitas mientras tanto dentro del coche- me sonrió, intentando tranquilizarme.
-Ya te vale, queda con ella. Voy a estar bien.
-Te he dicho que voy a ir contigo, y eso es lo que haré. Isa ya lo sabe.
-Que cabezona eres a veces- sonreí.- Bueno, ¿cómo me maquillo esto?- miraba mi cara en el espejo, la verdad es que tenía una pinta horrible. El lado derecho de mi cara parecía sacado de una película del oeste. La brecha estaba justo en el nacimiento del pelo, y el moratón se extendía de la frente hasta el párpado, cosa que me empequeñecía la percepción del tamaño del ojo. Estaba horrible. Suspiré y la miré sonriendo. Solo duraría unas semanas más, como había dicho el médico, debía tener paciencia. Había pasado casi un mes y el moratón era de un horrible morado verdoso.
-A ver. Déjame ver- me cogió tiernamente la barbilla y me miró- Pues verás, con esa cara de boba no se puede hacer nada, pero el moratón se podrá disimular con algo de maquillaje.
-Eres imbécil- puse los ojos en blanco.- Después de esto, necesitaré un café. O… salir.
-Mejor salir con nosotras. Isa me está diciendo ya, que te estás transmutando en granito de café tostado.
-Menudas capullas sois… entonces ¿salimos esta noche? Podemos decírselo a Gabi y Carmen.
-Es una idea genial. Y si Gabi y Carmen desaparecen como siempre, mucho mejor. Empezaremos a meternos contigo sin piedad.- hice una mueca.
-No digas eso, últimamente se han portado. Y si no les hubiera dicho que lo de Mateo es mañana, también estarían dando el coñazo aquí. Como tú ahora.- reí. En el fondo me gustaba poder contar siempre con ella.
-¡Coñazo dice! - sonrió mientras me ayudaba con el maquillaje- Si en el fondo eres masoca, nena. Ven anda, deja que te ayude.
-Eso pienso yo también a veces…- me senté donde me indicaba y levanté la cabeza hacia ella- No tardes mucho, por favor.
-¡Eres una plomo, Martina!- sonreí.- Esto tiene su tiempo y su trabajo.
-Tenemos cinco minutos, así que habrá que limitar ese tiempo y trabajo.- dije riendo mientras miraba como enarcaba una ceja e intentaba mostrarse seria.
-En serio, no sé cómo te aguanto.
Tras unos leves toques por aquí y otros por allá, noté como Ana iba terminando su obra maestra sobre el lienzo de mi cara. De repente, se paró mirándome fijamente, noté que no sabía cómo hablarme. Sentí su nerviosismo.
- Martina, dime una cosa. ¿Qué va a pasar con Alba?
-¿Qué quieres que pase? No la veo desde hace un mes.
-Por eso mismo te lo pregunto. No eres la misma desde entonces. - la miraba fijamente, ¿a dónde quería llegar? - Alba se te clavó demasiado fuerte - le costaba hablar, yo esperaba, interrogante- Y se nota que sufres, aunque lo intentes disimular. La verdad, es que es una capulla integral. Tiene un montón de problemas, y hasta que no los solucione, creo que estaréis siempre igual, pero a ella también se le veía en sus ojos lo mismo que ahora veo en los tuyos.
-Ana, ¿qué estás intentando decirme?
-Pues que, Alba lleva exactamente 30 días llamando diariamente, sin faltar un solo día, preguntando por ti.
-¡¿Cómo?!- me levanté como un resorte.
-Sí. Ha venido a casa, ha llamado por teléfono, me la he encontrado en el portal esperando...
-¿Y por qué yo no sé eso?- sentí como la sangre se me revolucionaba en el cuerpo.
-Gabi y yo lo hablamos. Y decidimos que era mejor que pasara un tiempo, hasta que todo se calmase. Carmen ha estado también suavizando la situación con Alba. Por eso, cuando llamaba o venía, pues no montaba esos escándalos que solía montar. Está más…- pensó unos segundos- calmada, parece que controla más...
-Tengo que irme, luego hablamos.- fui hacia el cuarto y recogí el bolso.
-Martina, por favor. No te enfades. - yo buscaba las llaves por el salón.- Creímos que era lo mejor para ti. Y bueno, ahora decidí por mi cuenta, que era el momento que lo supieras. Veo a Alba… diferente.- me giré.
- ¡No entiendo que todo el mundo se permita decidir sobre mi vida siempre! Y… y… ¡¿Lo tenías que soltar ahora?! ¿¿En serio, Ana??- encontré las llaves y las guardé en el bolso.- Por dios…
Salí de casa dando un portazo.
Parecía que todo el mundo tenía el control de mi vida menos yo misma, todos opinaban sobre ella y lo controlaban todo. Decidían lo que yo podía saber y lo que no. Cogí el móvil mientras me temblaban las manos y escribí a Mateo.
Martina: “Lo siento, me ha surgido un compromiso. Hoy no puedo quedar”
Era sábado, tenía el día para mí entero. ¿Qué quería hacer? No me lo pensé mucho. Me metí en el coche y antes de que pudiera arrepentirme de lo que iba a hacer, aparqué y llamé al timbre.
ANA
No había sido el mejor momento para soltarle eso a Martina. Ella tenía razón. Bastante tenía con lo de Mateo, como para lanzarle esa bomba ahora. Pero, Martina no estaba bien, se notaba que no estaba bien, que echaba de menos a… Alba. ¿O no? ¡Qué va! Las miradas que habían entre ambas eran inequívocas. Pero siempre terminaban igual, no lo entendía. Bueno, sí era entendible. Alba era inaguantable, con un genio incontrolable y que era la culpable de todo este desastre.
Me di cuenta, que me había quedado extasiada en mis pensamientos, y que Martina se había ido dando un portazo. Cogí rápidamente las llaves del coche. Tenía que recoger primero a Isa, antes de dirigirme a… ¡Mierda! al final se fue sin decirme en qué cafetería ha quedado con el imbécil de Mateo. Recogería a Isa y empezaría a dar vueltas por las cafeterías como una loca. En ese momento Gabi y Carmen entraron sonriendo por la puerta, Gabi se paró en seco en cuanto me vió.
-¿Qué ha pasado?- dejó las llaves en el mueble de la entrada y se dirigió hacia mí, rápidamente.
-Nada, Gabi. Tengo prisa. Luego hablamos- quise escabullirme del interrogatorio.
-No.- me agarró del brazo.- Empiezo a conocerte, ¿Qué pasa?
-Suéltame. De veras, tengo mucha prisa.
-Ana…- me miraba a los ojos. La mirada de Gabi siempre me ponía nerviosa, no acababa de captarla, miraba con dureza, pero a la vez siempre se veía un pequeño atisbo que hacía que pudieras contarle cosas que jamás habría pensado en decirle a una “medio” desconocida.
- Joder, Gabi. Suéltame, me haces daño. Es… Martina. Y como no me sueltes no llegaré a tiempo.
-Te acompaño y nos cuentas por el camino.- dijo soltándome y volviendo a coger las llaves del mueble.- Vamos.- Y antes de que pudiera decirle nada salió por la puerta de casa. Nos montamos en mi coche, Carmen, Gabi y yo. En cuanto empecé a conducir Gabi volvió a preguntarme.
-¿Qué le ha pasado? ¿Ha sido Alba?
- ¡Gabi! Sabes que Alba ya no es la misma— soltó Carmen casi sin pensar - Además, no se han visto desde entonces. No dejáis que se vean - gruñó.
-Eso parece.- dijo Gabi no muy convencida.- Y que no se vean es algo normal ¿No? Ana y yo lo decidimos porque nos pareció lo correcto.
-Eso deberían decidirlo ellas, no vosotras. Siempre os lo he dicho. Y yo la estoy controlando. Vamos juntas, ¿recuerdas? No la dejo ni a sol ni sombra.
-Sí… bueno. ¿Ana?- me miró para que yo hablase.
-Bueno… Algo tiene que ver Alba. Pero no ha sido ella - carraspeé, se me había quedado la garganta seca.
-¿Alba?¿En serio, Ana?- Carmen dio un puñetazo en el asiento donde estaba sentada-Creí que iba mejor. Me cago en la puta.
-No te pongas nerviosa tú ahora.- Gabi acarició la mano de Carmen.
-A ver. Que no es eso. Ellas no se han visto, ni se han hablado. Pero… Le he contado que estamos evitando que se vean. También le he dicho que no pasa ni un día en que Alba no llame o se presente aquí para saber de ella.
-Joder…-Gabi suspiró.
-Pensé que debía saberlo. Ha pasado ya un mes, y Alba...
-Ya que lo decidimos juntas podías haber contado conmigo. Bueno, ¿y qué ha pasado?
-Es que… También os hemos ocultado que… Bueno… Hoy había quedado Martina con Mateo a ver si solucionaban lo de la dichosa denuncia de ese imbécil y se ha marchado dejando el móvil en casa.
-¿Qué coño estás diciendo, Ana? ¡Qué Martina ha ido sola a ver al cabronazo ese! ¡De verdad, que alucino con vosotras, en serio! Como Alba se entere, se va a la mierda toda la terapia y todas las horas de reuniones. Joder, joder, joder.- miré a Gabi pidiendo ayuda, ella solo rebuscaba en el bolso.- Y vas tú, ¿y le sueltas todo lo de Alba precisamente hoy? Estás agilipollada, Ana.- Carmen hablaba rápidamente, enfadada.
-¡Para el coche!- di un frenazo brusco, asustada. Gabi se bajó rápidamente y vi como volcaba el bolso sobre la acera, buscando entre las cosas. Cogió el móvil y se puso de pie dejando todo por el suelo, se la veía mirar en el móvil como una loca, de repente se lo puso en la oreja y esperó. Carmen y yo la mirábamos sorprendidas desde el coche.- ¿Mateo? Hola, Soy Gabi. ¿Puedes preguntarle a Martina a qué hora terminaréis? Habíamos quedado en que iba a buscarla.- se quedó callada unos segundos y la cara de Gabi se fue transformando hacia una expresión que yo no era capaz de ubicar.- Es verdad, se me había olvidado. Gracias. Adiós.- colgó y nos miró.- No está con él...
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Por qué sobreprotegen a Martina tanto? Es que las falta darla pastillas para tenerla calmada todo el día..
ResponderEliminarSe habrá ido a Ca la Doris? Quizás donde Alba que la pega mejor?
Están fatal todas jajaja
Pues no tengo ni idea del por qué. Pero si me doy cuenta, que te están poniendo de los nervios xDDDD. Esta semana veremos a donde habrá ido Martina. Al final, tú que decides Doris o Alba? Razona tu respuesta ajjajajjaja
ResponderEliminarEfectivamente me están poniendo mu nerviosa!! Es que es para darlas varazos en el lomo a todas jajaja
ResponderEliminarDecido Doris pero creo que será Alba.. Doris seguro que resulta más divertido.. Ah calla, que quizás va a Ana a que la cure las penas jijiji
Mañana saldremos de dudas!
Ya veo que Martina tiene donde escoger xDD. Veremos, al final, por quien se decide. La balanza, según todas las lectoras, va a una misma dirección: Alba...
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