Relato "Un café y un polvo" Parte 9 (Capítulo 28)

jueves, 14 de abril de 2016
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PARTE 9. LA DIFICULTAD DE COMPRENDER.
CAPÍTULO 28. PREFERENCIA POR LAS COSAS QUE NO ESTÁN BIEN VISTAS.

"-Sé sincera, todos tenemos preferencias, tienes que tener alguna...- me miraba fijamente a los ojos. Me encogí de hombros.
-No lo sé... prefiero los atardeceres en los que el cielo se tiñe de mil colores a los amaneceres que me pierdo o los anocheceres que me agotan, prefiero despertarme con los rayos del Sol, prefiero no ver la ciudad cuando me asomo por una ventana.
Prefiero los lagos rodeados de piedras enormes, las caricias por la noche, la risa que invade las habitaciones. Prefiero los rollos de una vida a los de una sola noche, prefiero el mar a la arena y la montaña a la ciudad. 
Prefiero sus enfados a los besos de otra, prefiero abrazar árboles que discutir con personas, prefiero la compañía de un animal a la de la mayoría de las personas. Prefiero que sea mi perro el que me saque a pasear, que ser yo la que indique el camino. Prefiero el chocolate con pan y la nutella a cucharadas. Prefiero las tardes de domingo con césped y pintura y no con peli y manta. Prefiero los bombones rellenos de licor, que te explotan en la boca. Prefiero las ensaladas a las tartas, prefiero las tortitas con nata. 
Prefiero el helado de yogur al yogur helado, su sonrisa en vez de "el son de la risa". Prefiero dejar el reloj en casa y dejar de preocuparme por el tiempo. Quedarme con una amiga que salir de fiesta. 
Prefiero follar en un ascensor a dejarme llevar por la simpleza de una cama. 
Prefiero recorrer la tarta con el dedo, lamer la cuchara y pervertir un recuerdo.
Prefiero las cosas lentas y calmadas, y las cosas raras que no son planeadas.
Prefiero viajar a quedarme en casa o viajar en un libro o ver la televisión apagada, para dejar algo a la imaginación soñada...
Prefiero rebelarme y gritar y luchar por lo que quiero, a quedarme callada y volverme una marioneta o una muñeca en manos de quién se rebeló, gritó y luchó por lo que quería.
Prefiero el placer de sus abrazos al placer que me recorre en un orgasmo. Prefiero vivir bailando que seguir imaginando cómo bailar mientras vivo.
Prefiero evadirme en canciones y dejar las discusiones tontas para quién las quiera. Y prefiero ir por la calle sin auriculares, para poder escuchar el son al que se mueven las personas. 
Prefiero darle importancia a una depresión que a un dolor de estómago. Prefiero las lágrimas combinadas con la alegría, a las que se combinan con lo que antes eran.
Prefiero elegir yo las cosas, aunque me cueste vida y media elegir solamente en la carta de un restaurante. 
Prefiero escaparme de vez en cuando y coger un bus a ninguna parte, para poder encontrar nuevos rincones. 
Prefiero vivir sin pensar mucho cómo voy a hacerlo. Porque no sé cómo lo hago... pero sigo aquí, prefiriendo." 

MARTINA

El sonido del móvil se me metió en los oídos y me recorrió el cuerpo. Miré la hora, eran las cuatro y media de la mañana. ¿Quién llamaba a esas horas? El móvil seguía vibrando y sonando insistentemente. Gabi. Lo cogí rápidamente. 


-Gabi, ¿estás bien? ¿Qué? Pero… Yo… Voy para allá. No no, os veo allí. Bueno vale, en mi casa en quince minutos. Adiós. - Di un salto de la cama y me puse rápidamente unos vaqueros y una camiseta, me puse las botas y cogí el abrigo con las llaves de casa y el móvil en la mano, bajando las escaleras de dos en dos. No tardaron mucho en aparecer y me subí a la parte de atrás del coche. - ¿Qué mierdas ha pasado?
- Algo grave seguro- me dijo Gabi mirando al frente pero agarrando fuerte la mano de Carmen que estaba sentada de copiloto, no paraba de llorar y de decir que corriera más.
-Carmen ¿Qué ha pasado? - el corazón se me aceleró y empecé a notar como el miedo me recorría el cuerpo.
- No lo sé con seguridad, pero cuando Doris llama… es que algo grave ha tenido que pasar- y volvió a llorar.
-¿Doris? ¿Quién es Doris?- ella solo negaba con la cabeza y lloraba, me hacía ponía nerviosa- ¡Carmen! ¡Habla! - Estaba histérica. 
- Doris… Joder, Doris es prostituta de lujo.
-¿¿¿Qué???- era lo que me faltaba ¿me habían sacado de la cama porque Alba follaba pagando?
- Es… una dominatrix- las miradas de Gabi y Carmen se cruzaron y Carmen volvió a bajar de nuevo la mirada.
-¿Una qué? Carmen joder, ¡explícate de una puta vez!
- Joder Martina- se quitó el cinturón y se giró hacia mí para mirarme directamente.
- Cielo, ponte el cinturón por favor- le aconsejó Gabi tiernamente- Por favor- Carmen obedeció.
-Cállate Gabi.  ¿Carmen? - mi cuerpo estaba tenso y no conseguía encontrar la lógica a todo aquello.
No creía lo que me había contado Carmen en el coche. En cuanto llegamos salí disparada del coche y llamé al timbre de la supuesta casa de la tal Doris.
- ¿Sí?- dijo una voz femenina.
- Doris abre, soy Carmen- oímos como el portal se abría en ese instante. Carmen y yo prácticamente corrimos a la puerta y vimos que estaba entreabierta, una sombra de persona se encontraba tras ella.
- Pasad. Intentad no hacer mucho ruido- la puerta se abrió y se mostró esa sombra como una mujer despampanante y vestida de cuero de pies a cabeza. Supuse que sería Doris, no la conocía y ya la aborrecía.
-Hola, soy Martina - dije tendiéndole la mano, que ella no me aceptó. Decidí seguir hablando- ¿Dónde está?
-¿Martina?- la tal Doris me miró sorprendida para mirar después a Carmen que entraba detrás de mí-. Carmen, te llamé a ti no a ella; Alba vino precisamente por culpa de…- y me volvió a mirar.
-¿Dónde está? - la miraba fijamente a los ojos. Estaba cabreada, molesta y tenía miedo. No recibí respuesta así que avancé por el pasillo como una loca mirando en las habitaciones, cosa que jamás habría hecho antes, Doris me agarró del brazo fuertemente.
- Ni se te ocurra, nena, entrar aquí sin mi permiso. ¿Entendido?- sus dedos eran como tenazas. Era increíble la fuerza con la que me estaba reteniendo.
-No me toques ¿Dónde cojones está? - Carmen lloraba en la puerta y Gabi me miraba incrédula. 
- Quédate quieta y te soltaré. Carmen, entra tú. Está en la habitación roja.
- Y una mierda.- me planté en medio del pasillo evitando que Carmen pasara.
- No te muevas te he dicho- sus tenazas me apretaron mucho más- Todo esto es por tu culpa.
- Doris, no me caes bien, y está claro que tú a mí tampoco. Pero por favor, déjame entrar. Por favor.- supliqué, luchaba por no llorar.
- Carmen entrará primero y luego, que decida ella- le hizo un gesto para que entrara.
-No. - Mi cuerpo separaba a Doris y Carmen en el pasillo. No pensaba moverme - Yo no he sido la que le he pegado, deja de echarme la culpa. Voy a entrar yo y entraré aunque te tenga que pasar por encima.
- No sabes una puta mierda de nada niñata- me miró de arriba abajo- No me extraña que Alba haya venido a mí viéndote tal cual eres.
-No, pero tú tampoco sabes nada de mí. Voy a entrar- obvié su último comentario. Doris me dio un puñetazo en la mejilla izquierda que me hizo retroceder. Estaba alucinando, siempre que conocía algo del círculo de Alba me llevaba un puñetazo gratis.
- No te lo volveré a repetir más veces - Gabi avanzó hacia nosotras pero antes de que llegase cerré el puño y golpeé a Doris, sabía que era más bajita que ella y dándole en la cara tenía las de perder, así que mi puño chocó con la boca de su estómago y conseguí que se alejase de mí unos pasos, corrí como no lo había hecho nunca. Buscaba la maldita habitación roja. Una luz encendida me hizo precipitarme en aquella habitación, allí estaba Alba. Los pies se me pararon de golpe. Tenía la espalda completamente ensangrentada, llena de heridas y de moratones que empezaban a nacer. Me acerqué a la cama y aparté un mechón que le caía sobre el rostro. Noté el sabor salado de las lágrimas. En ese momento Carmen, Doris y Gabi entraron en la habitación.

-¿Tienes trapos fríos? Hay que llevarla al hospital. - me giré sin separarme de Alba. Mi cabeza empezaba a funcionar a una velocidad de vértigo. Teníamos que hacer algo. 

- Tenéis que llevárosla de aquí ahora mismo- contestó Doris con autoridad-. Y es más, es preferible que no la llevéis a ningún hospital. Os harán preguntas y Alba cuando despierte no le gustará.

-¿Y qué hacemos? Podemos inventar algo...
- Venga Martina. Vamos a cogerla con mucho cuidado de no rozarle la espalda con nada y nos la llevamos a tu casa- intentó coger las riendas Carmen.
-Gabi, ayuda a Carmen. - me acerqué a Doris.- ¿Ya has visto esto antes? Aunque no sea en ella.
- Sí- contestó lacónicamente.
-¿Qué hacemos? - cogí todas las indicaciones de Doris.- ¿Podría llamarte si…?
- Sí- agradecí escuchar esa respuesta porque estaba completamente perdida en esta situación.
-Siento el puñetazo… me salió del alma.- dije al despedirme de ella.


ALBA
- Agua, a...agua- tenía la boca completamente seca y no podía mover ni un músculo sin que sintiera punzadas por todo el cuerpo.
Oí la puerta y unos pasos. El rostro de Martina apareció en mi campo de visión y me acercó un vaso de agua a la boca con una pajita que me colocó en los labios. Absorbí muy lentamente intentando humedecer todo el interior de mi boca. Intenté expulsar la pajita con mi lengua y traté de fijar mi mirada en su rostro.
- Se me ha aparecido un ángel- intenté que se me dibujara un leve sonrisa, en medio de todo el dolor que sentía por todo mi cuerpo. Sonrió

-Un ángel que te va a pegar una paliza en cuanto te recuperes que vas a alucinar. - dejó el vaso en la mesilla y se quedó de rodillas, sentada sobre sus piernas, en el suelo mientras me acariciaba la cabeza suavemente.

- Otra no, por favor. El recuerdo de esta me durará bastante tiempo- reí pero se me estremecía todo en cuanto me movía lo más mínimo.
-Shh, no hagas esfuerzos. - me miraba a los ojos y tras una larga pausa, dijo- Así que Doris...
- Doris me ha ayudado mucho- cerré los ojos un instante. Hasta las pestañas me dolían.
-Ya veo…- se levantó del suelo y dejó de acariciarme el pelo.
- ¿Fuiste tú la que me viniste a buscar allí?- abrí los ojos en cuanto dejé de sentir sus caricias.
-Ehh… más o menos. - Su mano volvió a mi pelo. Sonrió- Solo iba a acercar la silla, no te pongas nerviosa- rió, había notado que no me gustaba que se hubiera alejado. Acercó una silla con el pie y se sentó.- Bueno dormilona, ¿cómo te sientes?
- Como si me hubieran atropellado mil camiones uno tras otro-. hice una pausa y proseguí-. La conociste entonces- volví a cerrar los ojos, sus caricias me tranquilizaban, eran como narcóticas.
-Sí… nos... conocimos.
- No me quiero hacer una idea de la escena que pudo ser eso- sonreí.
-Oh… nos conocimos amablemente y tras presentarnos nos dimos unos amistosos golpecitos. - Su risa invadió la habitación. 
- Me agrada saber que se llevan bien todas mis amistades- abrí los ojos para ver esa risa que daba vitalidad a todo.
-Bueno… no la invitaría a cenar… pero nos toleramos, ahora. - me sonreía.
- Fue ella la que te dio instrucciones, ¿verdad?
-Sí, aunque Lola me ha ayudado mucho.
- ¿Todas saben lo que me ocurrió?
- Sí. Y las tengo en mi casa ahora todo el día- intentaba no reírme porque me atravesaban mil cuchillos a la vez, pero su forma de expresarse me provocaba risa.
- Coño, me duele…- No me dejó seguir.Sus labios acariciaron los míos.
-Lo sé… no más palizas por ahora - sonreía.
- Te quiero, Martina- susurré cerrando de nuevo los ojos y entrando en un dulce sueño tras la tranquilidad que desprendía la sola presencia de ella. Noté un beso en la sien y sus labios rozaron mi oído. 
-La paliza te ha afectado - soltó una pequeña risa.- Descansa.- me susurró.

Me quedé dormida. Las caricias y la tranquilidad que me transmitía me hicieron sentir tan calmada que no tardé ni unos segundos en dormirme.

Un ruido me hizo despertarme y abrir los ojos, Martina se estaba cambiando frente al armario, de espaldas a mí, había dejado deslizar por su cuerpo una blusa negra que se transparentaba ligeramente y llevaba un culotte rojo, dejando sus piernas al descubierto. Vi como cogía unos vaqueros del armario y se metía en ellos, se le pegaban al cuerpo como un guante. Se giró y sonrió al ver que estaba mirándola.


-Buenos días preciosa, ¿tienes hambre?

- Atroz- sonreí mientras le miraba el canalillo que se le veía a través de la blusa.-Buenos días.
-¿Te hago algo? ¿Qué te apetece? O… ¿Qué puedes comer?
- Por desgracia supongo que solo me entrará un buen cola-cao, aunque me apetece otra cosa... - reí sin poderlo evitar y enseguida noté las punzadas y el dolor por todo el cuerpo 
-Deja de reírte, pava- sonrió e hizo una pausa.- ¿Qué vas a hacer hoy?
- Voy a tener que levantarme de la cama o me veo en la calle. Creo que están buscando la manera de echarme y yo misma les daría una buena razón si falto sin haberlo avisado..- cerré los ojos con gesto de dolor intentando reincorporarme un poco.
- Siempre puede ir Doris a darles una paliza. ¿Te quieres estar quieta? - añadió cuando vio que intentaba incorporarme rápidamente.- Ve poco a poco.
- ¡Coño! Me duele todo. ¿Qué mierda dará si me muevo más rápido o más lento? Total me va a doler de todas formas, joder.
-Vale cabezona, entonces ¿nos vamos a bailar salsa esta noche? - levantó una ceja mientras se le dibujaba una sonrisa irónica en la cara.
- Estás muy graciosa ¿no? Estoy harta de estar postrada bocabajo.
-¡Pero si no llevas ni veinte minutos despierta! El caso es quejarse… - Intentaba ocultar la risa pero se notaba que quería romper a reír.
- Me tienes hasta el coño, Martina. No sé como consigues sacarme de mis casillas, joder- sonreí viéndola como aguantaba la risa.
-Ten cuidado que he mejorado mis puñetazos - dijo riendo.- Voy a hacer el desayuno.
- ¡Martina! ehmmm… 
-Dime- se paró a escucharme.
- ¿Y el cabrón de tu ex?
-¿Qué? - percibí el cambio de tono en la voz de Martina.
- ¿Alguna noticia?
-Pocas.- Vi que se alejaba por el pasillo. Intenté erguirme y el dolor se metió en el cuerpo como si me clavasen puñales bajo la piel, respiré profundamente, iban a ser unos días muy largos.

LUCÍA
- Hola, ¿puedo?- levanté la mirada de la ensalada que me estaba comiendo, un chico con gafas de pasta negra, camiseta blanca y sudadera me miraba con la bandeja en las manos. Tenía el pelo lacio y llevaba un flequillo que le ocultaba el ojo izquierdo. Me encogí de hombros.
-Como veas.
-Chica de pocas palabras- me sonrió- Me llamo Manu- se sentó frente a mí colocando su bandeja en la mesa y no dejándome de mirar- ¿y tú?
- Lucía…- siempre me hacía ponerme a la defensiva que alguien se presentara como si me conociese de toda la vida. No me daban buena espina las personas “simpáticas”, siempre me recordaba a lo simpático que parecía mi padre para el resto del mundo.
- Eres nueva por aquí, ¿verdad? No te había visto antes- miró a su alrededor- Además, te sientas sola, eso es raro- me hizo un gesto para indicarme que estaba de broma mientras se preparaba para comer. Definitivamente quería parecer simpático. Miré el reloj, quedaba una hora para las clases y tampoco era bueno destacar como la solitaria, tendría que integrarme y no llamar la atención. 
-Bueno, seré rara entonces.- sonreí, había aprendido a dar a las personas las sonrisas que querían en cada momento. Era tan simple contentar a las personas con una sonrisa...
-Joder, no eres rara- me volvió a sonreir- No he querido decir eso, no te pongas a la defensiva. Solo quería...
-¿Eres el típico adolescente que piensa que lo raro es malo? - levanté una ceja y sonreí ampliamente.
-Pues te equivocas, Lucía- hizo hincapié en mi nombre, como para indicarme que me prestaba atención- Lo raro me parece interesante. Lo normal es aburrido, siempre es lo mismo.- me reí, eso era lo que siempre decía el mundo cuando alguien es raro.
-Ya veo, Manu - recalqué su nombre como había hecho él.
-Eres dura de roer por lo que veo. Si te estoy molestando me voy, solo quería ser amable. Pero te estoy incordiando.
-No molestas, puedes seguir siendo amable - reí.
-Esa risa ya suena algo más sincera- dijo mientras me señalaba con el dedo y también reía.- Por eso me voy a quedar, ahora tendrás que soportarme y aguantar mis interminables conversaciones. ¿Por qué te crees que busco a gente nueva que no me conozca?
-Quizá quieras matarlos antes de que hagan amistades- sonreí. Me había fijado en que tras su espalda un corrillo de tres chicas no paraban de mirarnos y hablar.- Pero esa no es la razón por la que has venido.- declaré mientras me metía un tenedor de la ensalada en la boca.
- ¿Ahhh no? Y ¿cuál es la auténtica razón por la que esté hablando contigo, señorita sabelotodo?
-Dímelo tú.- dije mirándole a los ojos.
-Vale, seré honesto contigo-. Se inclinó hacia mí para susurrarme.- No había ningún otro sitio libre para sentarme- rió a carcajadas mientras se echaba para atrás y empezaba a comer también. Quedaban dos mesas vacías, además había dos sitios en la mesa en la que solía sentarse con sus amigos y estaba la mesa de las tres chicas. 
-Tu agudeza visual deja mucho que desear...
-¿Siempre tienes que analizarlo todo? ¿Es imposible entablar una conversación simple contigo sin que creas que haya una intención rara para ello?
-No creo que la intención sea rara. Pero para tu desgracia, y siento si rompo tu burbuja de azúcar, las personas siempre se mueven hacia algo.
- Mira tía, paso.- Fijó su mirada en el plato de macarrones con tomate y siguió comiendo. Me quedé callada y decidí comer. Si tenía que comportarme como la típica adolescente gilipollas, prefería seguir siendo la “rara solitaria”. A los pocos minutos las tres chicas se acercaron y la que parecía que iba al frente dijo.
-Te dijimos que no serías capaz de ligártela, Manu.
Se marcharon riendo y vi como él enrojecía por el rabillo del ojo. Seguí comiendo y decidí no decir nada. Él alzó los ojos y se quedó mirándome.
-No les hagas ni puto caso- se metió el tenedor en la boca con una buena cantidad de macarrones No sabía que contestar, estaba convencida de que las chicas tenían razón, aunque realmente tampoco me importaba. Volví a pinchar la ensalada y volvió a fijar la vista en su plato.- Oye, ¿no creerás a esas imbéciles, no?
-Yo no creo nada- dije.- ¿Y tú?
-Creo que piensas que vengo con alguna mala intención. Eso es lo que pienso.- Lo dijo con tono y semblante serio.
-Lo siento- dije sin saber aún que ese chico pondría mi vida patas arriba.
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Buzzys
Arwenundomiel

2 comentarios:

  1. Pobre Martina le caen puñetazos por todos lados... el encuentro entre Doris y Martina muy interesante, a ver si vuelven a coincidir y que haya cuero del bueno jajaja
    Alba que se deje cuidar por una vez y no sea boba, que hay que saber aceptar la ayuda cuando te la ofrecen.
    Y Lucía que se fie de las primeras impresiones que a veces no fallan.

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  2. ¡Martina y Doris juntas con cuero del bueno! No es mala idea. ¿Crees que Martina es de esos gustos? Gracias por comentar Silvia

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