Aeropuerto: Llegadas

miércoles, 23 de septiembre de 2015
Eran las once de la noche, y estaba sentada sola en una cafetería del aeropuerto: Llegadas. Este año no tenía planeado ir a ningún punto perdido del mundo. Esperaba el vuelo que llegaba de Roma, pero me lo tomé con paciencia, ya que cada vez que miraba la pantalla el aterrizaje  iba con más retraso… Siempre me digo que es la última vez que me ofrezco voluntaria para recoger a alguien…
Había sido un día bastante normalito, nada de mucho estrés en el trabajo, y por suerte la tarde para descansar, pero que iba a hacer en el aeropuerto, sola, a esas horas, si no tomarme un café. La cola para pedir era larguísima – había tenido suerte, diez minutos antes no había nadie excepto yo, y un par de mochileros –, y por supuesto, me puse a analizar persona por persona de la fila desde mi mesa, imaginando qué les llevaba a esas horas por allí, cómo debía ser su vida, la relación que podía unir a los que hablaban entre sí… Hasta que, creo que inconscientemente me quedé fijada en una chica, estaba sola, y rebuscaba en lo que parecía un monedero con forma de elefante lila, me pareció muy gracioso. Debía tener mi edad más o menos, no muy alta, con el pelo recogido en una cola alta. Llegó un momento que no sé si no podía dejar de mirarla por lo guapa que me pareció o por qué quería saber si por fin conseguiría encontrar monedas suficientes antes de llegar a la caja.
Estaba a menos de cinco metros de ella, así que era cuestión de tiempo que notara mi mirada involuntariamente atosigante, y la notó… Levantó la vista con unas monedas entre los dedos, al percatarse de mi presencia me sonrió, a lo que yo inmediatamente miré hacia otro lado, como si la cosa no fuera conmigo. Pero creo que el rubor de mis mejillas deslumbró hasta en la pista de aterrizaje… que calor me estaba dando el maldito café…tendría que haberlo pedido con la leche fría…
Con su objetivo cumplido: unos euros entre las manos, guardó el pequeño elefante en el bolso, y empezó a merodear con la vista por la cafetería, fue entonces cuando me di cuenta que era la chica más guapa que había visto nunca…lo sé, suena a tópico, pero esta vez era verdad. Como sabía que no iba a poder dejar de mirarla, cogí el móvil y empecé a toquetear, no estaba en nada concreto, pero siempre pienso que mirar el teléfono da un toque interesante… Evidentemente, de vez en cuando la miraba de reojo…y podía notar que cuando no lo hacía, era ella la que me miraba…bueno, no sé si lo hacía o era la película que me estaba montando en la cabeza…
No tardaron en cruzarse nuestras miradas otra vez, pero esta vez no me asusté, y sonreímos las dos. Es increíble cómo nuestro cerebro puede crear el futuro en pocos minutos, me imaginé desde ese momento hasta que fuera una yayita adorable al lado de esa desconocida, con detalles, conversaciones, y hasta una familia al completo. Cuando quise volver a la realidad, la chica ya no estaba en la cola…puf…se evaporó la nube que estaba proyectando mi vida encima de mi cabeza…
No quise parecer desesperada pero creo que mis ojos se volvieron ansiosos buscándola, y en unas décimas de segundo la localizaron…tenía un café en la mano…una sonrisa en los labios…y estaba llegando a mi mesa…
-          ¡Hola!
-          Hola…


Indiana
                                                                               

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