Era nuestra cuarta
cita y Helena me había invitado a su
casa a cenar.
Se me ocurrió llevar
una botella de Lambrusco porque sabía que era su vino favorito.
Cuando llegué a su
piso estaba tan nerviosa que me temblaban las manos. Sabía que aquella noche íbamos a tener sexo por fin, la deseaba desde el primer instante que la vi
bailar en aquel antro oscuro. Llamé
al portero automático y enseguida me contestó.
- ¿Sí?
- Soy Inma - -contesté.
- Sube cariño. Es el quinto - me dijo abriendo desde arriba.
También era la
primera vez que iba a su casa, y aunque sabía que vivía sola, no estaba segura
de si habría alguien más. Entré en el ascensor y pulsé el 5 mientras me
arreglaba un poco el pelo aprovechando los espejos del cubículo. Cuando salí
del ascensor vi la puerta de su piso entreabierta y golpeé con los nudillos.
- ¿Helena? - llamé.
- Estoy dentro Inma. Pasa y cierra por favor - me contestó desde dentro de la casa.
Nada más entrar me
encontré con un pasillo estrecho, con varias fotografías de lo que parecían
ser familiares y mas adelante entre en el salón que estaba decorado con
mucho gusto. Helena había preparado la mesa con velas y una sola rosa roja.
Pensé en lo romántico de todo aquello y en lo mucho que deseaba a esa mujer.
- Hola princesa - escuché detrás de mí mientras unos brazos femeninos me rodeaban la cintura.
- Hola preciosa - contesté recibiendo un beso cálido en la nuca que me hizo estremecer.
- Uuuuhhhmmm has
traído vino - dijo Helena sin soltarme.
- Sí - contesté yo
levantando la botella.
- Tendré que meterla
en la nevera un rato mientras termino la cena - dijo arrebatándome la botella
de las manos.
- Esta fría - sonreí.
- Entonces traeré dos
copas - dijo dándome un beso en la mejilla y alejándose de mí.
Me di la vuelta para ver
como se dirigía a la cocina y casi me caigo al suelo al ver que solo llevaba
puesto el delantal y me enseñaba
el culo mientras iba a por las copas. Empezé a toser de los nervios al
imaginarme mordiendo cada nalga.
- ¿Estás
bien? - preguntó Helena volviendo con las copas.
- Sí, sí. Solo me he
atragantado - contesté mirándola de arriba abajo y sonriendo.
- ¿Te
gusta lo que ves? - me preguntó. Yo solo pude asentir - Pues esta noche será tuyo todas las veces que quieras - me susurró sonriendo mientras me daba
una copa de vino que apuré casi de un trago.
Hizo que me sentara y trajo un plato con ostras y las mitades de dos limones. Nunca las había
comido pero me habían dicho que eran muy afrodisíacas. Se sentó enfrente de mí
y cogió una ostra le echó un chorrito de limón y me dijo:
- Nunca has comido
ostras, ¿a que no? - yo negué con la
cabeza.
-Se comen así.... te
encantarán. Te recordarán a algo - me dijo.
Seguidamente abrió
la boca y sacó ligeramente la lengua y engulló la jugosa carne. Consiguiendo
que me moviera incómoda en mi silla, apreté las piernas al pensar si me
comería el coño
igual que a la ostra.
Nos comimos las otras
y entendí porque eran afrodisíacas. La textura era parecida a una vulva jugosa.
De segundo, Helena había cocinado pollo con pétalos de rosa y había decorado
el plato con ellos; estaba realmente bueno. Después de cenar y hablar de
trivialidades y provocarnos mutuamente, se levantó de la mesa.
- Inma ya no puedo
más - me dijo agarrándome la mano y tirando de mí para que la siguiera.
Me levanté y cogí la
rosa de la mesa sonriéndole y siguiéndola de buena gana.
Fuimos hasta su
habitación, que estaba llena de velas,, para darle un toque mas romántico, y sin
previo aviso me beso, penetrando con su lengua en mi boca. Ya no podía más y empujé con mi lengua la suya, jugando, mordiendo, succionando nuestros labios.
Con la mano que tenia
libre le desaté el delantal y la tuve totalmente desnuda a mi merced. No era
una modelo de Victoria Secrets, era bajita y con algún kilito de más, pero
tenía algo que me volvía loca. Ella no esperó y me desnudó rápidamente quedando las dos totalmente expuestas. Nos recorrimos con la mirada; Helena
adelantó su mano y acarició lentamente con dos dedos mi mandíbula, bajando por
mi cuello hasta mis pechos, pellizcando ligeramente mis pezones, haciendo que
yo gimiera cada vez. Siguió bajando por mi abdomen; recorrió mi monte de venus
y mojó sus dedos en mi humedad para después metérselos en la boca. Eso me
provocó un gemido ahogado.
La empujé ligeramente
sobre la cama para tumbarla sobre su espalda y con la rosa acaricié cada
centímetro de su cuerpo. Luego hice lo mismo con las manos y también con mi
boca, torturándola hasta que no pudo más.
- Inma, hazme tuya por favor - gimió.
Me puse sobre ella y
la penetré con dos dedos sin pensar. Ella gritó de placer y yo la bese
mientras volvía a empujar más adentro. No dejaba de mover mis dedos de dentro
hacia afuera. Apoyé la almohadilla de mi mano sobre su clítoris, al mismo
tiempo que empujaba con mis dedos y acompañaba mi cadera.
- Joder nena. Que bien
lo haces - me dijo Helena jadeando y contoneándose cada vez más rápido. Estaba
apunto de llegar pero aquello no se había acabado.
- Me voy a correr - gritó Helena moviéndose al compás de mis dedos.
Empujé más fuerte,
golpeando con el resto de la mano su clítoris. La chica empezó a correrse con
unos gemidos escandalosos y yo al ver aquello me corrí sin que me tocase.
- No he acabado
contigo - dije- Quiero comértelo todo.
Nos pusimos en
posición del 69 y antes de que me diera cuenta, ella me estaba comiendo el coño.
- Nena. Pero que
lengua - conseguí decir entre jadeos.
- Me encanta que me
digas nena - Dijo ella apartando un segundo su lengua de mi inflamado clítoris y volviendo a su tarea con más énfasis.
Tenía su culo
enfrente de mi cara y quise probarlo. Pasé mi lengua desde su humedad hasta su
ano y empecé a lamer. Helena dejó por un momento de comerme el coño
y se puso a gritar de placer. Cuando tuve su culo bien lubricado, metí mi dedo
corazón en su ano y mi pulgar dentro de su coño y empecé a moverlos poco a poco mientras le daba lametones en el clítoris. Helena gemía en mi sexo porque tenía
la boca llena de él y yo gemía cada vez que ella pasaba su lengua por mi
vulva. Empujé varias veces mis dedos dentro de ella.
- Inma voy a
correrme otra vez - me dijo levantando
su cara de mi coño
y volviendo con más énfasis todavía.
- Yo también nena - contesté yo - Pero córrete conmigo, córrete para mí - dije.
Le succioné el
clítoris y la escuché gemir con la boca llena de mí. Las dos empezamos a
movernos más rápido y acabamos explotando una en la cara de la otra. Nos
pasamos el resto de la noche haciendo el amor y acabamos abrazadas de
madrugada.
Sabíamos que íbamos a
ser felices.
Escrito por Nika
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