Relato erótico: "La cita"

miércoles, 9 de septiembre de 2015
Era nuestra cuarta cita y Helena  me había invitado a su casa a cenar.
Se me ocurrió llevar una botella de Lambrusco porque sabía que era su vino favorito.
Cuando llegué a su piso estaba tan nerviosa que me temblaban las manos. Sabía que aquella noche íbamos a tener sexo por fin, la deseaba desde el primer instante que la vi bailar en aquel antro oscuro. Llamé al portero automático y enseguida me contestó.

¿Sí?
- Soy Inma - -contesté.
- Sube cariño. Es el quinto - me dijo abriendo desde arriba.

También era la primera vez que iba a su casa, y aunque sabía que vivía sola, no estaba segura de si habría alguien más. Entré en el ascensor y pulsé el 5 mientras me arreglaba un poco el pelo aprovechando los espejos del cubículo. Cuando salí del ascensor vi la puerta de su piso entreabierta y golpeé con los nudillos.

¿Helena? - llamé.
- Estoy dentro Inma. Pasa y cierra por favor - me contestó desde dentro de la casa.

Nada más entrar me encontré con un pasillo estrecho, con varias fotografías de lo que parecían ser familiares y mas adelante entre en el salón que estaba decorado con mucho gusto. Helena había preparado la mesa con velas y una sola rosa roja. Pensé en lo romántico de todo aquello y en lo mucho que deseaba a esa mujer.

- Hola princesa - escuché detrás de mí mientras unos brazos femeninos me rodeaban la cintura.
- Hola preciosa - contesté recibiendo un beso cálido en la nuca que me hizo estremecer.
- Uuuuhhhmmm has traído vino - dijo Helena sin soltarme.
- Sí - contesté yo levantando la botella.
- Tendré que meterla en la nevera un rato mientras termino la cena - dijo arrebatándome la botella de las manos.
- Esta fría - sonreí.
- Entonces traeré dos copas - dijo dándome un beso en la mejilla y alejándose de mí.

Me di la vuelta para ver como se dirigía a la cocina y casi me caigo al suelo al ver que solo llevaba puesto el delantal y me enseñaba el culo mientras iba a por las copas. Empezé a toser de los nervios al imaginarme mordiendo cada nalga.

¿Estás bien? - preguntó Helena volviendo con las copas.
- Sí, sí. Solo me he atragantado - contesté mirándola de arriba abajo y sonriendo.
- ¿Te gusta lo que ves? - me preguntó. Yo solo pude asentir - Pues esta noche será tuyo todas las veces que quieras - me susurró sonriendo mientras me daba una copa de vino que apuré casi de un trago.

Hizo que me sentara y trajo un plato con ostras y las mitades de dos limones. Nunca las había comido pero me habían dicho que eran muy afrodisíacas. Se sentó enfrente de mí y cogió una ostra le echó un chorrito de limón y me dijo:

- Nunca has comido ostras, ¿a que no? - yo negué con la cabeza.
-Se comen así.... te encantarán. Te recordarán a algo - me dijo.

Seguidamente abrió la boca y sacó ligeramente la lengua y engulló la jugosa carne. Consiguiendo que me moviera incómoda en mi silla, apreté las piernas al pensar si me comería el coño igual que a la ostra.
Nos comimos las otras y entendí porque eran afrodisíacas. La textura era parecida a una vulva jugosa. De segundo, Helena había cocinado pollo con pétalos de rosa y había decorado el plato con ellos; estaba realmente bueno. Después de cenar y hablar de trivialidades y provocarnos mutuamente, se levantó de la mesa.

- Inma ya no puedo más - me dijo agarrándome la mano y tirando de mí para que la siguiera.

Me levanté y cogí la rosa de la mesa sonriéndole y siguiéndola de buena gana.
Fuimos hasta su habitación, que estaba llena de velas,, para darle un toque mas romántico, y sin previo aviso me beso, penetrando con su lengua en mi boca. Ya no podía más y empujé con mi lengua la suya, jugando, mordiendo, succionando nuestros labios.
Con la mano que tenia libre le desaté el delantal y la tuve totalmente desnuda a mi merced. No era una modelo de Victoria Secrets, era bajita y con algún kilito de más, pero tenía algo que me volvía loca. Ella no esperó y me desnudó rápidamente quedando las dos totalmente expuestas. Nos recorrimos con la mirada; Helena adelantó su mano y acarició lentamente con dos dedos mi mandíbula, bajando por mi cuello hasta mis pechos, pellizcando ligeramente mis pezones, haciendo que yo gimiera cada vez. Siguió bajando por mi abdomen; recorrió mi monte de venus y mojó sus dedos en mi humedad para después metérselos en la boca. Eso me provocó un gemido ahogado.
La empujé ligeramente sobre la cama para tumbarla sobre su espalda y con la rosa acaricié cada centímetro de su cuerpo. Luego hice lo mismo con las manos y también con mi boca, torturándola hasta que no pudo más.

- Inma, hazme tuya por favor - gimió.

Me puse sobre ella y la penetré con dos dedos sin pensar. Ella gritó de placer y yo la bese mientras volvía a empujar más adentro. No dejaba de mover mis dedos de dentro hacia afuera. Apoyé la almohadilla de mi mano sobre su clítoris, al mismo tiempo que empujaba con mis dedos y acompañaba mi cadera.

- Joder nena. Que bien lo haces - me dijo Helena jadeando y contoneándose cada vez más rápido. Estaba apunto de llegar pero aquello no se había acabado.
- Me voy a correr - gritó Helena moviéndose al compás de mis dedos.

Empujé más fuerte, golpeando con el resto de la mano su clítoris. La chica empezó a correrse con unos gemidos escandalosos y yo al ver aquello me corrí sin que me tocase.

- No he acabado contigo - dije- Quiero comértelo todo.

Nos pusimos en posición del 69 y antes de que me diera cuenta, ella me estaba comiendo el coño.

- Nena. Pero que lengua - conseguí decir entre jadeos.
- Me encanta que me digas nena - Dijo ella apartando un segundo su lengua de mi inflamado clítoris y volviendo a su tarea con más énfasis.
Tenía su culo enfrente de mi cara y quise probarlo. Pasé mi lengua desde su humedad hasta su ano y empecé a lamer. Helena dejó por un momento de comerme el coño y se puso a gritar de placer. Cuando tuve su culo bien lubricado, metí mi dedo corazón en su ano y mi pulgar dentro de su coño y empecé a moverlos poco a poco mientras le daba lametones en el clítoris. Helena gemía en mi sexo porque tenía la boca llena de él y yo gemía cada vez que ella pasaba su lengua por mi vulva. Empujé varias veces mis dedos dentro de ella.

- Inma voy a correrme otra vez - me dijo levantando su cara de mi coño y volviendo con más énfasis todavía.
- Yo también nena - contesté yo - Pero córrete conmigo, córrete para mí - dije.

Le succioné el clítoris y la escuché gemir con la boca llena de mí. Las dos empezamos a movernos más rápido y acabamos explotando una en la cara de la otra. Nos pasamos el resto de la noche haciendo el amor y acabamos abrazadas de madrugada.

Sabíamos que íbamos a ser felices.

Escrito por Nika

No hay comentarios: