Relato: "Un café y un polvo". Parte 2 (Capítulo 6)

jueves, 29 de octubre de 2015
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PARTE 2. UNA CASA DE LOCOS
CAPÍTULO 6. LOS GILIPOLLAS ESTÁN COLOCADOS ESTRATÉGICAMENTE PARA QUE TE ENCUENTRES AL MENOS UNO AL DÍA.

MARTINA
Me despierta un sonido incómodo, no consigo identificarlo hasta que veo el móvil vibrar en la mesilla. Me duele horrores la cabeza. Estiro el brazo y lo cojo.

-¿Sí? - consigo murmurar.
-¿Marti? ¿Cariño?
-¿Gabi?
-Sí cielo, ¿te fuiste a casa? No te vi.- no consigo seguirla, parpadeo. De repente todo el peso de la noche cae sobre mí, el local, la chica de la barra, un vómito y conducir a casa.
-Entré, no te vi, y me fui - consigo articular.
-Vaya, no me lo esperaba. Te llamaba para decirte que me dejé las llaves y estoy abajo. ¿Me abres? Ana se fue de fiesta ¿No? ¿Ha vuelto?
-No sé… espera - me asomo a la habitación de Ana, está tapada y dormida.- Sí, está aquí.
-Vale, no hago ruido guapa. Abre.

Me dirijo al telefonillo y abro. Cuelgo. Miro mi móvil y abro el whatsApp.

“Martina, dormiré con una amiga. Volveré sobre la tarde, no te asustes. Un beso. Te quiero”

Es de Ana. ¿Pero qué…?
Me vuelvo a acercar a su habitación y me asomo con más detenimiento. Las imágenes vuelven a mi cabeza. Carmen.
Mierda…
Llaman al timbre. La cabeza me va a explotar y el molesto ruidito me pone de malhumor.
Voy hacia la puerta y abro.

-Gabi ¿Quieres hacer el favor de no llamar tan fuerte? - pero al otro lado de la puerta no aparece mi amiga, sino Mateo.
-¿Mateo?
-Hola preciosa, estaba cerca de aquí y pasé a visitarte... ¿Eso de debajo del ojo es un moratón?
-¿Qué?- me toqué las mejillas, y noté un dolor intenso en la izquierda. El puñetazo de Alba... genial...- Ah sí, me caí anoche... ¿Cómo has entrado?
-Debes tener más cuidado Marti cariño... He subido desde el garaje, tengo copia ¿recuerdas?
-Yo...ehh...sí.
-¿Te encuentras bien? Pareces cansada y tienes ojeras Martina.

De repente, sale Alba en bragas de la habitación de Gabi toda despeinada y con cara de pocos amigos. Miro alternativamente a Alba y a Mateo. Genial…

-Hola - masculla Alba con muy mala gana entrando al baño sin tan siquiera levantar la mirada.
En ese momento aparece Gabi por el hueco de las escaleras.  
-¡Marti!
La cabeza me va a mil, no puedo pensar.
-Disculparme - y no doy ni dos pasos cuando vomito en medio del salón.

Al instante noto los brazos de Mateo alrededor de mi cintura y la cara preocupada de Gabi a mi lado.

-¡Martina, cariño! ¿Estás bien?
-Sí sí - articulo las palabras como un robot.- Solo necesito sentarme. ¿Vale?


ALBA
Un día de estos cogeré a las dueñas del local y las estamparé contra la pared, estoy segura y me buscaré la ruina. Como me vuelvan a echar otra vez garrafón en la bebida, juro que las mato. Que se lo pongan a las nuevas me importa un carajo, pero que nos lo ponga a nosotras… manda cojones.
La puerta se abre de golpe y aparece una chica más o menos de mi altura, rubia, con el maquillaje corrido y vestida de fiesta. En cuanto me ve se le abren mucho los ojos y parece que forma una “o” con la boca.

-¿Y tú quién eres?- me espeta.
- ¿Y quién coño eres tú? - es lo primero que me sale viéndola ensimismada mientras me miraba como meaba con ojos desorbitados.
-Vivo aquí.
-Ya. Pues yo no. Déjame mear tranquila, despierto a Carmen y nos vamos.
-¿Carmen? ¿Pero quién narices es Carmen?- la chica parece cada vez más sorprendida y no hace ademanes de que se vaya a marchar.
-No grites así coño - la cabeza me va a estallar con esta tipa, que parece gilipollas.
-Pero si no estoy gritando.- la chica empieza a subir la voz.- Solo estoy sorprendida porque llego de fiesta y mi amiga está vomitando en el salón, hay una chica sentada en mi váter y encima me habla de una tal Carmen. No entiendo nada.
-Quieres salir de aquí de una puta vez y cerrar esa bocaza. Me duele horrores la mollera- La chica me mira cabreada. Cierra la puerta y la oigo gritar.
-¡Martina! ¿Me quieres explicar qué cojones hace una tía desnuda en el baño, hablando de una tal Carmen? - por unos segundos no se oye nada.- ¡Martina contéstame!
-Gabi… yo… yo…- la oigo hablar y presto atención a lo que dice.
-Hey cielo pero no llores.- oigo enseguida la voz de la otra chica.
-Déjala respirar Gabriela.- la voz de un chico ¿Cuándo ha llegado aquí un chico? ¿Estaba antes?

Esto es una casa de locos. Me lavo la cara, que casi me da un infarto al verme en el espejo, y decido salir de allí lo más rápido posible. ¡¡Joder!! Yo había escuchado un chico hablar y estaba en bragas ¡¡¡Esto era la polla, vamosss!!! Suspiro y abro la puerta del baño yendo directa a la habitación donde había dormido; así es posible que pasen de mi culo.

-Quieta. ¿Estás yendo a mi habitación?- otra vez la voz chillona de la chica del baño. No me pude contener y la cogí de los hombros estampándola contra la pared.
-Mira niñata de mierda, como vuelvas a gritar te juro...- no pude seguir, unos brazos me rodearon por debajo del pecho.
-¡Alba! ¡Por favor quieta! - Martina me tenía pegada a su cuerpo y sus brazos me rodeaban, impidiendo que me acercase a la chica rubia que tenía una mirada de horror en la cara, notaba sus manos en mi tripa desnuda. Me giré y divisé al chico, justo a unos centímetros de ella.
-¡Martina! Pero ¿Qué es esto?- el chico parecía furioso.- ¿Has traído a una especie de yonki al piso?- gritaba, y a mí me vibraba el sonido en la cabeza en los tímpanos.  
Martina se giró de inmediato.
-No es ninguna yonki. Es… una amiga Mateo.- se quitó la chaqueta que llevaba encima de la camiseta que se había puesto anoche y me la puso por encima rozándome un pecho. En aquellos momentos parecía ser la única que prestaba atención a que yo solo llevaba bragas.
- ¿Mateo? - empecé a reírme- ¿Este es tu amado Mateo? ¿El que todavía te tiene virgen?
-Alba…-Martina me miraba entre miedosa y sorprendida, con cara de espanto. Tenía los ojos rojos, supuse que de llorar, pero aún así estaba preciosa.
-¿Disculpa?- bramó el tal Mateo.
-Tú eres gilipollas - levanté la mano indicando que me dejaran en paz y entré en la habitación. ¿De dónde habría salido toda esta gente rara que ni bebe, ni folla y siempre está gritando?.
-Haz que salga de mi cuarto ahora, solo subía a por ropa, estaré el día fuera. Así que si me haces el favor de sacarla de mi habitación para que pueda entrar tranquila.- la voz era cortante.
-Voy Gabi, lo siento.
-Tu madre estaría avergonzada de esto. Y ¿Por qué se pasea en bragas? No sabía que tenías amistades así.- era el maldito chico ¿La estaba amenazando?
-Mateo, no me apetece discutir. Vete, me vestiré y luego si quieres quedamos a comer.
- Sí, anda vete. Déjala en paz - dije desde dentro de la habitación pero demasiado fuerte para mi pobre cabeza. Tuve que arrodillarme a los pies de la cama y sujetármela porque estallaría y dejaría la habitación llena de sesos por todas las paredes.
-¡Mateo! ¡Mateo! ¿A dónde vas?- se oyó un golpe. Se oían murmullos que no conseguía escuchar.
Un portazo.
A los pocos segundos Martina abrió la puerta del cuarto y entró.

-Alba, ¿Te importa cambiarte en mi cuarto?- se la veía cansada.
-Niña, ¿tú que haces con ese gilipollas? - la miré desde el suelo sentada.
-Martina está prometida desde hace tiempo. Y ahora sal de mi cuarto.- la chica rubia había aparecido en el marco de la puerta justo detrás de Martina. Le temblaba la voz. Me tenía miedo.
-¿Y tú eres? ¿Su ángel de la guarda? - comencé a reírme de nuevo - Vaya casa de pijos - Intenté levantarme del suelo aunque el dolor de cabeza me estaba matando. Martina se acercó a mí rápidamente y me rodeo con los brazos.
-Vamos anda…- dijo tirando de mí hacia arriba. Y llevándome a su habitación.-No sé cómo puedes tener esa energía con lo que bebiste y fumaste ayer… A mí me palpita el cráneo.- dijo sentándome en su cama. Se movió hacia la puerta y cerró.

Tras cerrar la vi como se volvía y se quedó apoyada en la puerta cerrada. Todo me daba vueltas en la cabeza pero no podía dejar de mirarla y quise jugar con ella un rato. Le sonreí levemente y ya que estaba sentada en la cama me tumbé en ella abriendo los brazos en cruz haciendo que la chaqueta se deslizara por mis hombros y acabase tumbada encima de ella.
-Ayer no bebí casi nada, es la mierda de garrafón que me echaron - dije casi en un susurro mientras me tocaba la frente con gesto de dolor.

No apartaba la mirada de mí, estaba en la puerta totalmente quieta. Vi cómo su pecho se elevaba y aumentaba el ritmo de su respiración.

-¿Estás bien? - me preguntó algo inquieta.
-¿Tú que crees? - me incorporé un poco apoyándome en los codos y la volví a mirar. Mi cuerpo casi desnudo solo ataviado con unas braguitas negras, pretendía provocar a esa niña mojigata que me tenía algo desconcertada. Hetero era, solo había que recordar al imbécil de su novio, pero la niña me había besado con la excusa de no sé qué coño había dicho, podía ser bisexual...
-Ehh...¿Quieres un ibuprofeno?- y antes de poder contestarle salió del cuarto.


MARTINA
No podía pensar. Las cosas pasaban demasiado rápido como para que mi cabeza pudiera procesar la información. Mateo casi mata a Alba, y Alba casi había pegado a Gabriela.
Encima la tenía desnuda en mi cama, y eso hacía que si ya pensaba despacio por el dolor de cabeza, apenas podía pensar con su cuerpo desnudo. Joder, era preciosa. No sabía si se había dado cuenta de que la miraba, pero tenía el cuerpo más bonito que había visto nunca. Me encantaba que se le marcara la clavícula, al mirar pensaba en pasar mis dedos suavemente por ahí y por su cuello acariciándolo lentamente. Tenía el pecho pequeño y mi cabeza recreaba mi boca en ellos pasando la lengua por sus... ¡Martina! No podía creer que estuviera pensando en eso... ¿Qué me pasaba con aquella chica?

Además me había llamado la atención un tatuaje que tenía en el hombro izquierdo con forma de elfa o hada o lo que fuera sentada sobre unas ramas con flores moradas, luego le preguntaría ¿Significaría algo para ella?

No podía sacar su cuerpo de mi cabeza mientras abría el armario de las pastillas en la cocina y sacaba la caja de Gelocatil. Cogí uno, llené un vaso de agua y volví al cuarto. Antes de entrar inspiré más fuerte de lo necesario. Abrí. Seguía allí tumbada, con la mano derecha sobre su frente. Tenía los ojos cerrados. Me acerqué a ella.

-Toma.- dije tendiéndole el vaso y la pastilla. Retiró la mano y me miró con una media sonrisa.
-Dámela anda. Pero me vendría mejor un buen polvo, eso me quitaría el dolor de un plumazo además de dejarme relajadita - se incorporó para coger el vaso y la pastilla mientras me seguía sonriendo burlona.
Me quedé de piedra, esta chica me descolocaba.

-Yo...ehh.- debí parecerle gilipollas. Así que me senté a los pies de la cama y la miré mientras se bebía el vaso de agua y se tragaba la pastilla.


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Buzzys
Arwenundomiel

2 comentarios:

  1. Hola ayer fue que la empece a leer y me gusto mucho...ya que no tiene una sola perfectiva sino q cada personaje cuenta su historia desde su punto de vista y esto lo hace mas interesante...buena historia para hacer que pase el tiempo rapito mientra espero las materias en la universidad....ya kiero el siguiente cap

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    1. Buenos días Estefanía. Gracias por tu comentario. Nos alegra saber que te gusta la historia y que hace que se te pase el tiempo rápido entre materia y materia de la universidad.
      La historia no ha hecho nada más que empezar, os aseguramos que tendréis Martina y Alba para rato.
      Nos gustaría que fuerais comentando que personaje os gusta más, que pensáis que sucederá a continuación, en definitiva vuestras sensaciones... para ir motivándonos y daros más.
      Por cierto, ya tienes publicado el siguiente capítulo. Espero que disfrutes de él.

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