CAPÍTULO 5. LOS CELOS SON SOLO SENSACIONES.
MARTINA
Había querido besarla desde que me había rozado. Su mirada me producía una sensación que desconocía por completo, como si una descarga me recorriera la piel desde los pies hasta el estómago. No quería apartarme de ella. Necesitaba saber que me producía el roce de sus labios. El corazón me latía tan rápido que pensé si ella podría notar lo deprisa que se movía, incluso parecía que le daban agujetas, y se saltaba latidos, en la carrera había oído hablar de esa sensación, con estrés o con el deporte muy fuerte pero el profesor jamás había mencionado un beso. Parecía que el corazón se quejaba por meterle tanta presión de repente.
Tenía los labios más suaves que hubiese imaginado jamás, y la sensación que me recorría el cuerpo no era ni parecido a lo que me provocaba Mateo. Exhalé el aire por la boca muy despacio y suspiré. Separé mis labios de ella pero no fui capaz de soltarle la cintura, era como si necesitara su contacto, aquello me descolocaba.
Tenía los labios más suaves que hubiese imaginado jamás, y la sensación que me recorría el cuerpo no era ni parecido a lo que me provocaba Mateo. Exhalé el aire por la boca muy despacio y suspiré. Separé mis labios de ella pero no fui capaz de soltarle la cintura, era como si necesitara su contacto, aquello me descolocaba.
-Yo… lo siento - dije despacio. Mierda, ahora fijo que se burlaría de mí.
-No pasa nada. Vámonos - se separó de mis brazos bruscamente y miré como esos ojos azules que me hipnotizaban se quedaban mirando hacia dentro del coche. Volví la vista para ver que observaba, Carmen. Se había despertado y nos estaba mirando.
No podía creerlo. La mirada de Carmen mostraba alucinación. Alba estaba tan tranquila pero a mí el corazón me iba a mil. Iba a pensar que la había apartado de Alba para acercarme yo. La presión de esa noche acabaría conmigo. Alba abrió la puerta del coche y se acercó a Carmen.
-Nena, ¿cómo estás? - preguntó mientras le acariciaba el pelo, las mejillas, las manos.
¿Cómo podía reaccionar así? Inmediatamente sentí una sensación que me embargaba y que identifiqué como celos. Carmen volvió la mirada y cerró los ojos. Inmóvil ante las caricias de Alba dijo:
-Estoy en ropa interior. - dijo medio en broma, haciéndose un ovillo en el asiento - Y no me acuerdo de nada. Llevadme a casa, por favor. - Pegué un salto del capó. ¿Lo habría visto?
-Claro.- Me fui hacia la puerta del piloto.
-Te vomitaste encima y la pija ésta te quitó la ropa. No puedes llegar a tu casa en este estado nena. Tu padre te mataría - Alba me hizo una señal para que me parara. Me volví a quedar quieta. Su forma de dirigirse a mí me molestaba muchísimo pero la idea de que fuera a dormir a casa de Alba me revolvía el estómago.
-Puedo llevaros a la mía. - Alba me miró, esos ojos azules me matarían algún día.
-¿Quieres que nos quedemos en su casa? - la besaba en las mejillas.
-No quiero veros a ninguna de las dos - dijo sin ganas de nada, como rendida, como harta de todo.
Me estaban subiendo las náuseas al ver como la acariciaba Alba. ¿Es que esta chica jugaba con todas? Pensé que en realidad tampoco había pasado nada entre nosotras. Intenté controlarme. Lo sabía, sabía que lo había visto todo.
-Venga Carmen, no seas tonta - la besó en la boca. -Vamos a dormir y ya mañana lo verás todo más claro. Martina, llévanos a tu casa.
-Es cierto. Solo quería probar lo que era besar a una chica. No ha sido nada. Además tengo novio, esto no es lo mío. Y Alba ha estado preocupada todo el rato por ti.
Notaba los ojos de Alba fijos en mí, y sentía una presión en el pecho como si me taladrara esta situación. Me moví hacia el asiento y metí las llaves mientras veía que Alba se metía detrás con Carmen. Entrelazó sus dedos con los de Carmen y no hacía otra cosa que acariciarla y mimarla. Me daba asco. Decidí no mirar mucho y arranqué el coche hacia mi casa.
Carmen no reaccionaba a los besos, ni a sus caricias, ni a sus atenciones, estaba como catatónica. Se dejaba hacer por Alba pero era como pasar de todo, como el no sentir nada.
-Alba, deja de tocarme. -Abrió los ojos y miró a Alba con la mirada más triste que jamás imaginé ver. Me daba pena. Paré en un semáforo. Me costaba centrarme.
-Venga Carmen. Siempre estás igual. Estás mal, has bebido mucho, déjate ayudar.
-Eso mismo te diría yo a tí. Siempre estás igual. No sabes que haces daño, mucho daño joder. Y no ha sido solo esta noche, ha sido el fin de semana pasado, y el otro, y el de más allá. Y los días laborables que ni sé qué haces. Yo me decía que algún día te darías cuenta, que cambiarías, que sentirías algo por dentro. - no sabía qué hacer ante las palabras de Carmen. Cerré los ojos y solté aire tranquilamente antes de seguir conduciendo. Tenía que mantenerme tranquila.- Yo me he entregado completamente a ti. He aguantado tus desplantes, tus infidelidades, tus descaros ante mis propios ojos y has hecho de mí lo que has querido; has jugado conmigo.
Me sentía incómoda. ¿Qué hacía ahí en medio? ¿Cómo había podido besar a Alba? Me sentía una mierda.
-Me has tenido siempre que te han entrado ganas y me has hecho de todo. - Alba soltó la mano de Carmen y miró hacia el otro lado - No te gusta lo que oyes ¿verdad? Es que es la pura verdad y lo sabes.
-¡Cállate ya Carmen! - gritó Alba. Carmen sonrió mientras la miraba y calló.
Sabía que Carmen decía la verdad pero algo dentro de mí quería saltar para proteger a Alba
-Basta. En mi coche no se discute. Dime tu casa Carmen. Te llevaré allí. - Sonreí para mis adentros y ambas me miraron incómodas.
-No puede ir a su casa - contestó Alba - Como la encuentre su padre así, se la carga.
-Sí puede, yo la veo perfectamente consciente. Que no hubiera bebido hasta vomitar y dormirse encima.
-Joder Martina, haz caso alguna puta vez.
-¡Joder Alba! ¿Por qué se tiene que hacer siempre lo que tú digas?- di un golpe al volante. Y me obligué a respirar. Calma Martina…- Está bien, iremos a mi casa. Pero no quiero ni un ataque más. Ni siquiera una maldita contestación. ¿Entendéis las dos? - Carmen cerró los ojos, como casi todo el camino, en respuesta.
- Venga, tira - dijo Alba volviendo a mirar por la ventanilla.
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