Y allí estaba yo otro día más. Perdido en un humilde bar de
Maison Road, bebiéndome otro café, era como otro día igual en mi asquerosa vida.
Lo único que no sabía es que hoy era el día, el día en el que todo cambiaría.
El día en el que los libros que me leía mi madre de pequeño, de amor o de
marcianos que luchaban contra los humanos, se harían realidad.
Pero no iban a ser unos marcianos los que conquistaran la
tierra, ni unos vaqueros a los indios. Era ella quién me iba a conquistar a mí,
quién me iba a volver la persona rara que soy ahora, porque iba a ser ella
quién se volviera mis músculos, mi aliento, mi confianza y mi nueva vida.
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