Ir a: Inicio Capítulo 44 "Un café y un polvo"
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CAPÍTULO 45. LA CABRA SIEMPRE TIRA AL MONTE.
"-Deja de creerte especial, siempre fuiste una niña ingenua y seguirás siéndolo.
-Quizá, pero ahora llevo recursos guardados en la guantera, besos en la chistera y alguna que otra nube a punto de volverse lluvia debajo de los ojos. Así que deja de creer que me conoces, podrías llevarte una sorpresa.
-Dale una oportunidad, la gente cambia.
-No. La mala hierba vuelve a crecer y la cabra siempre tira al monte."
ALBA
-Me muero por estar dentro de ti. Me tienes muy perra.- Martina abrió los ojos y me miró, supe enseguida lo que había en ellos, la dilatación de sus pupilas, sus mejillas ligeramente más rosadas que lo normal, la respiración entrecortada… Deseo, era deseo, lujuria. Sus manos buscaron ávidamente mi camiseta y la levantó, mientras yo ascendía mis brazos. Ella tiró la camiseta a un lado y sus piernas se enredaron más fuerte en mi cintura, impidiendo que el aire pudiese pasar entre nuestros cuerpos.
Le fui desabrochando la blusa lentamente, besando cada parte que quedaba visible. La escuchaba gemir, pese a que se tapaba, con la mano derecha, la boca para no despertar a la niñas. Estaba tan excitada como yo. Solo habíamos empezado y ya nuestros cuerpos ardían de deseo.
No sé en qué momento se había quitado Martina su blusa y el sujetador. Estaba tan ensimismada acariciando y besando sus pechos, que ni me di cuenta que los había tirado al lado de mi camiseta.
Quise meter mi mano por dentro de su pantalón, pero ella se apretaba más a mí. Volví a intentarlo de nuevo, y más fuerza ejercía ella con sus piernas entrelazadas en mi cintura. Me acercaba todo lo posible a ella, y me impedía tocarla. Yo seguía tratando de llegar a su sexo, y ella insistía en no dejarse, dibujándosele una sonrisa pícara en su rostro. Ese juego de ver quien puede más, me estaba poniendo a mil. Ella lo sabía. Sabía que me gustaba llevar las riendas, que cuando me lo impedían y me provocaban a la vez, me ponía mucho más cachonda y más bestia.
Traté, con las dos manos, de separarle las piernas y poder separarme de ella lo suficiente como para poder entrar en ella en un movimiento rápido, pero no hubo forma. Martina, que tenía sus manos escondidas entre mi cabello, me agarró firmemente de él y se acercó a mi oído.
- Alba, no sigas que no te voy a dejar. - A esas palabras le había seguido el sonido de una leve risa. - Hoy seré yo quien te coma, y tú… - Se separó un poco para poder vernos las caras - te vas a dejar.
No hice mucho caso a sus palabras y volví al ataque, buscando la manera de bajarle los pantalones.
- Después de… - me tiró del pelo sorprendiéndome y evitando que siguiera hablando.
- Shhhh… ¿No me has oído lo que te he dicho, Alba? Hoy voy a ser yo la primera.
Con un rápido movimiento, bajó de la encimera y comenzó a besarme como si no hubiera un mañana. No me quedé atrás y seguí su beso. Su lengua danzaba con la mía en un baile excitante de roces suaves. Me invitaba a entrar en su boca, y mi lengua no tuvo reparos en ir, momento en el que aprovechó para succionármela levemente, e impidiéndome cualquier movimiento. Ese gesto me erizó los vellos poniéndome la piel de gallina pero a la vez me ardía todo el cuerpo.
Me desubicaba por completo este comportamiento. No debería extrañarme tanto, Martina era así, toda una caja de sorpresas, pero nunca me acostumbraría a ella, y menos aún con respecto al sexo. Y mientras pensaba en todo eso, no sé cómo, me vi tumbada en la mesa de la cocina, con Martina entre mis piernas, y sus manos bajándome los pantalones . No puse resistencia, alzando la pelvis para facilitar que me los quitara, sintiendo que, a la vez que se deslizaban mis pantalones, también bajaban mis bragas.
- No pierdes el tiempo, ¿eh?
- Te conozco... - me regaló una de sus sonrisas envueltas en deseo - Contigo hay que actuar así.
Un tirón certero me dejó completamente desnuda ante ella. Estaba excitadísima viéndola como llevaba el control, sabiendo en cada momento lo que quería. Quise incorporarme, para recuperar las riendas, pero Martina me volvió a tumbar en la mesa buscándome la boca, e inclinándose hacia delante, obligándome a tenderme de nuevo.
- Alba, ¿te quieres relajar?
- ¡Joder! Es que me tienes muy perra. No puedo estarme quieta.
Martina se irguió, asegurándose que no volviera a sentarme, colocando su mano izquierda en mi tórax. Mientras, con la derecha, me hizo abrir más las piernas, y me acarició por la parte interna de los muslos. Me miraba a los ojos, mordiéndose el labio inferior, entreteniéndose en esas caricias sin llegar a la zona donde ansiaba que llegara de una puta vez. Pero, como me imaginaba, evitaba rozar esa zona mientras me sonreía.
Alcé mi pelvis para darle a entender que es lo que necesitaba. Lo único que obtuve fue una leve caricia de su mano por todo mi sexo. Colocó toda su palma cubriéndomelo. Un golpe certero en mi clítoris, hizo que se me escapara un gemido agudo, que inmediatamente intenté acallar.
- Shhh… ¡Mira que eres ruidosa!
- La culpa la tienes tú que juegas conmigo.
- ¡Claro! La culpa siempre es mía.
Mientras terminaba de decir la frase, fue agachándose acariciándome el costado con las yemas de los dedos. Me besó justo en la punta del clítoris, que lo tendría como el Everest de lo cachonda que me estaba poniendo. Siguió lamiéndomelo levemente, breves roces con la punta de su lengua. Estaba tan concentrada en ellos, que ni me di cuenta que ya me había penetrado. Me estaba dando pequeños toques en ese punto de placer que conocía tan bien. Todo mi cuerpo gozaba con lo que me hacía. Cerré los ojos, queriéndome dejar llevar por toda estas sensaciones.
La muy cabrona, con sus dedos, con su lengua, y esos labios tan apetecibles, me llevaba a lo más alto, justo al borde del precipicio, y justo en ese momento, paraba… Cambiaba de movimientos y comenzaba de nuevo. Con la excitación, no sabía ya cuantas veces se había parado, pero yo la iba a estrangular cómo siguiera haciéndolo.
- No me seas tan capulla. Déjame correrme de una puta vez.
- ¡Vas a despertar a las niñas!
Ignoré sus palabras y me abrí completamente para ella. ¡Dios, que gusto, joder! Me agarré a los lados de la mesa, con un orgasmo que gritaba que lo dejaran salir.
- No pares ahora, Martina. No pares…
Creo que aunque hubiese parado, no hubiera podido retener más este orgasmo. Pero Martina no paró, no… Lo que hizo fue seguir follándome y comenzar también a comerme el coño. Fue directamente a mi clítoris succionándolo con fuerza. Con su lengua zigzagueaba con él, atravesándome una corriente de placer por todo mi cuerpo. El roce de sus dedos penetrándome a la vez, me llevaba estrepitosamente al clímax.
Mi cuerpo se tensó, incliné la cabeza hacia atrás, me agarré más fuerte a la mesa y dejé salir todos los orgasmos contenidos de una sola vez. Nunca había sentido tantísimo placer recorriéndome entera, de pies a cabeza. Mi pelvis subía y bajaba rápidamente para que el orgasmo siguiera actuando por todo mi ser. Mi cuerpo temblaba, y mis gemidos se hacían tan fuertes que tuve que frenarlos mordiéndome el labio.
Martina aminoró sus movimientos a la vez q yo aminoraba los míos. Con mis ojos cerrados, iba disfrutando del momento, de cómo poco a poco toda esa excitación, todo ese placer, iba dejando lugar a una paz increíble y unas ganas tremendas de estar abrazada a Martina, y no separarme nunca de ella. Creo que leía mis pensamientos, porque se levantó y, buscando mi boca, se abrazó a mí. Era… maravillosa.
Estábamos en la cama, yo abrazaba a su cuerpo desnudo mientras ella perfilaba algún que otro dibujo con sus dedos sobre la piel desnuda de mi tórax. Hacerlo con ella era volver a querer hacerlo, y no parar hasta que nuestros cuerpos acabaran agotados y sin fuerzas para un nuevo orgasmo. No tenía hartura de Martina, siempre quería más, era realmente una adicción que esperaba que no se convirtiera en tóxica.
MARTINA
Me había acostumbrado a estar sola con Almu. En apenas unos días me había aprendido todos los canales y programas que le gustaban a la niña. Por su parte, ella me había acogido perfectamente y había empezado a llamarme “tina” lo que hacía que me tuviese en la palma de la mano cada vez que quería. Obviamente, Almu se había dado cuenta de que lo que no funcionaba con Lucía, funcionaba a la perfección conmigo y me utilizaba a su antojo como una muñeca.
-¡Cambia, cambia! Ezte no me guzta.- miré hacia la pantalla, al mismo tiempo que sentía como mi móvil vibraba. Le di el mando y ella, hábilmente, pulsó el número nueve y Clan apareció ante nuestros ojos. Me sorprendía que no se supiera el número pero controlara la posición de los botones que le gustaban. Sonreí y miré el móvil.
Ágata: Quedamos a las cinco y media en el Chip del centro comercial. Tenemos que hablar. Es importante. Tu hermana Vicky también viene.
¿Vicky? Hacía meses que no sabía nada de ella. ¿Le habría pasado algo?
Martina: Está bien. Allí estaré.
Eran las cinco en punto. Mi madre, tan empática como siempre, avisando de todo a última hora como si el resto del mundo girase a su alrededor.
-Chiquitina, ¿Te apetece que vayamos a tomar un helado?- A Almu se le iluminó la sonrisa.
-Ziii. ¡Mamos!
-Bueno, hay que ponerse otra ropa. - la niña iba simplemente con el pañal y una camiseta de tirantes. Estábamos a finales de Agosto y el Sol aún pegaba golpes de calor que eran capaz de atontarte. Almu corrió escaleras arriba. Dejé el libro que tenía entre las piernas encima de la mesita del salón. Y la seguí hacia arriba.
Media hora después, entrábamos en el centro comercial, ambas con un vestido blanco de tirantes y unas sandalias. Almu se había empeñado en que para comer helado hay que ir de blanco y tampoco me había molestado en discutírselo. Enseguida vi a mi madre, con un vestido azul eléctrico que se le pegaba al cuerpo, mostrando todas sus curvas. Siempre tenía que llamar la atención. A su lado, la espalda de un hombre que conocía muy bien.
Aquella no era Vicky, era Mateo. Maldita zorra…
-¿De dónde sale esta niña? - mi madre se levantó instantáneamente al verme llegar con Almu y la cara que puso no era en absoluto de mucho agrado.
-¡Hombre! ¡Mamá! - la abracé.- Como no te comportes delante de la niña te juro que me largo.- Susurré. Me separé de ella mostrando mi sonrisa más encantadora.
-Mira, Almu. Ella es mi madre.
-Hola…- Almu saludó con la manita, mientras se pegaba a mí.
- Ehmm… Hola, niña - ¿Hola, niña? Cómo no mejorara la actitud de mi madre, creo que el helado nos lo tomaríamos en otro sitio, y a solas.
- Hola, Marti. Hola, pequeña.- Puse la mano en el pecho de Mateo, evitando que se acercara a la niña.
-Está bien.- hablé en voz baja para que Almu no me oyera.
-¡Mida! ¡Mida! - Almu brincaba mirando el tiovivo.
-¡Qué chulo! ¡Montemos!
Subí a la pequeña en un tiovivo chiquitito de cuatro caballitos. Ella daba vueltas encantadas.
-Vale. - me digné a hablar.- Es obvio que Vicky no está. Y mis condiciones van a ser claritas. - no apartaba la mirada de Almu.- Mateo puede largarse a dar una vuelta mientras hablamos, no le quiero cerca de la niña. Y, mamá,- dije reticente.- Ya puedes ser amable. La niña tiene que estar cómoda.
- Mateo no se va a ningún sitio, él está conmigo. Y… ¿De quién demonio es esta cría? Debías de venir sola.
-Está bien. Creía haberme explicado con claridad, pero veo que sigues sin entenderme cuando hablo… Cuando Almu se baje, me largo.- no respondí a su pregunta. Mateo no se acercaría a Almu.
- Martina, no seas cabezona que ni siquiera hemos hablado. Has cambiado muchísimo desde que… - suspiró sin saber como poder expresarse.
-Desde que tu novio me violó. Quizá. - soné fría y distante.- Pero tengo mis condiciones. O las tomas… o las dejas. Yo no soy la que te ha pedido venir.
- ¡No te violó y lo sabes perfectamente! - lo dijo en un susurro para no dar el espectáculo en público - Pero no quiero volver a hablar de eso. Dentro de quince días tenemos una boda donde no debes faltar, Martina. Vendrá gente muy importante y de alto estatus social, debemos dar buena imagen de la familia - sus ojos se posaron en los de Mateo. Miré hacia Almu de nuevo y la saludé sonriendo con la mano. - Nadie sabe que lo habéis dejado y, todo ello, puede conllevar a habladurías de la gente que enturbiarán lo importante del día, que es la boda. Es necesario que vayas como acompañante de Mateo y así no saldrán rumores sobre por qué Mateo sigue estando tan unido a nuestra familia - miró de nuevo a Mateo con una media sonrisa - Bueno… ya me entiendes, ¿no?
-Una lástima.- Almu se bajaba de los caballitos.- Pero mi madre me enseñó que hay que apechugar con lo que se hace.- Me agaché mientras Almu venía corriendo hacia mí y la abracé.
-¿Noz tomamos el helado?
-Sí, pequeña. Vamos.- eché a andar sin mirar a ninguno de los dos, hacia la heladería favorita de Alba. Mi madre me agarró fuertemente del brazo y se me acercó al oído.
- Suéltame, ahora. Conmigo no tienes nada que hacer por las malas.
- Tu padre ya no te dará ni un euro…
-No pasa nada. Ya he encontrado trabajo.- Sonreí al ver que la cogía por sorpresa.- Disculpa, voy a tomarme un helado con la hermana de mi novia.- me solté de su brazo. Alba apareció en mi campo de visión y el alivio que sentí en ese momento superó con creces al agobio que empezaba a sentir con mi madre o a la sorpresa por verla en el centro comercial, sola. Avancé hacia ella, velozmente mientras mi madre me seguía, con el perrito faldero de Mateo.
- ¿Novia? ¿Tú te estás escuchando? No te vayas cuando te estoy hablando, Martina. Mírame cuando te hablo.
-¡Alma!- la pequeña había visto a Alba y corrió hacia ella. Di gracias a Almu en mi mente. Alba giró la cabeza. Y vi que en su cara se dibujaba una expresión de sorpresa.
-¡Cariño! ¡Al final has venido! - la rodeé la cintura con el brazo y la atraje a mí, rozando sus labios con los míos, suavemente.
-¿Cariño? ¿Estás cachonda? - me susurró al oído mientras sonreía.
-Shh… - hice un leve movimiento de cabeza hacia donde se encontraba mi madre con Mateo. Almu daba saltitos agarrada de la mano de Alba.
- Me cago en la puta. ¿Son los que creo que son? - a Alba le cambió la cara. Sus manos se convirtieron en puños. Sabía que la rabia se la estaba comiendo por dentro.
-¡Ímamos a pod un helado!- acaricié la espalda de Alba y sonreía a Almu.
-Tranquila- susurré a Alba. -¡Claro que sí! ¡Vamos! - me dirigí a Almu. Mi madre y Mateo se acercaban a nosotros.
- ¿No nos vas a presentar a la yonki? - Mateo se acordó de aquella vez que la vio en mi casa y que casi termina a puñetazos con ella.
-Llévate a Almu, por favor.- miré a Alba y me dirigí a la peque, ignorando el comentario.- Alba te lleva a por el helado y ahora voy yo, ¿vale?- la peque asintió, contenta. Alba no se movía.
- ¿Esta es la que te ha pervertido? Mateo ya me habló de ella. Me advirtió que ibas con malas compañías pero… - mi madre observó de arriba a abajo a Alba con cara de asco - no creí que tú fueras tan estúpida de caer en esta vida depravada.
-¿Qué paza? ¿Qué ez depavada? - Almu cambiaba el peso de un pie a otro, impaciente.
-Es una fiesta, peque. Lleva tú a Alba a la heladería, que creo que no sabe dónde es.- agarré a mi madre del brazo.- Vamos.- me moví en dirección contraria a ellas, hacia la primera cafetería que visualicé. Alba quiso seguirme mordiéndose el labio, señal inequívoca de que explotaría de un momento a otro, pero di gracias, de nuevo, a Almu que tiraba de su mano hacia donde se encontraba la heladería. No sé cómo pudo aguantarse y no gritar una de sus lindeces a mi madre o a Mateo, pero eso me hizo darme cuenta que Alba podía controlar su enorme genio. Me gustó.
- ¡Suéltame ahora mismo, Martina! - se deshizo de mi mano con un movimiento rápido.
-Escucha, deja de comportarte como una víbora, porque eres tú la que me necesita a mí. Tomemos algo, ¿vale? - miré a Mateo.- Pero él, no.
- Él está conmigo.
-Y Alba conmigo, eso no implica nada.
- No te preocupes, Ágata. Me iré a dar una vuelta por el centro comercial. Creo que tenéis mucho de qué hablar y tú tienes mucho trabajo para intentar convencerla de que salga de esa vida que está llevando. En serio, Martina… No te reconozco - dijo dirigiéndose a mí.
-No estoy hablando contigo, ni necesito tu reconocimiento, cabrón de mierda.
- Tu madre sabe la verdad de todo, y sabe que no es como lo cuentas.
-¿Y te la cuenta mientras le metes la polla? Debe ser nuevo eso de que una mujer no se te resista. - se me abalanzó y vi como mi madre se colocaba en medio de nosotros dos.
- Mateo, hazme el favor de dar un paseo. Déjanos solas.
-Vaya, debe ser la primera vez que te comportas como una madre y defiendes a una hija. Una lástima que lo hayas hecho para no meterle a él en problemas y no por mí.
- No te lo mereces… pero no podemos dar un lamentable espectáculo aquí, en público.
-Claro, porque sino podría pegarme una paliza sin reparos.- me negué a mirarla y me fui a sentar en la cafetería que teníamos a unos pasos. Ella se sentó enfrente de mí. Y la camarera acudió rauda a preguntar que deseábamos. Después de que ella pidiera un café cortado y yo un té con canela, me dirigí a ella.- Habla.
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Terminé de esa tía mala de Agatha... La va a liar...
ResponderEliminarBueno chicas que deciros, una lectura amena llena de diálogo como a mi me gusta, directa, clara y concisa. Muy buen trabajo, yo no soy una experta pero lo que leo me gusta, y lo recomiendo.
¡Muchas gracias, Nika! Es increíble leer cosas como estas, de verdad. Tampoco soy ninguna experta, pero coincido en que, desde mi criterio, tus post también suelen ser increíbles. Gracias de nuevo por el comentario :D
EliminarUna consulta, si tuvieras que elegir personas publicas (actrices, cantantes, etc) para interpretar a los personajes de este relato, quienes serian? Me gustaría saber si mi imaginación va bien encaminada con la descripción de los personajes jajaja.
ResponderEliminarBff... siendo sincera es algo que no me he planteado en ningún momento. Y ahora mismo, pensándolo, tampoco me aparece en la mente la respuesta. En mi mente las veo claras (aunque a veces me siguen sorprendiendo con detalles nuevos). Quizá pueda darte mi descripción física de ellos. O siempre puedes decirme que personas aparecen en tu imaginación y si encajan en mi visión del personaje.
EliminarDe todas maneras, creo que una de las ventajas que tiene poder leerlo en vez de verlo, es que los personajes pueden ser como tú quieres que sean. Al fin y al cabo, tengo la creencia de que los personajes son diferentes en cada mente que lee los textos, cuentos, novelas...
Yo solo lo escribo, cuando tú lo lees les das vida y forma. Con cada sensación que provocan los personajes al leer, los creas dentro de ti.
Siento no haber sido de mucha ayuda. Un beso :)
¡Muchas gracias por comentarnos!
Jajaja no hay problema. Soy una gran amante del cine antes que de la literatura, entonces cada vez que leo alguna historia, mi mente empieza asociar los detalles y características de los personajes e inmediatamente busca actores y actrices para usarlos de referencia. Soy bastante extraña lo se jajaja. Todo lo que leo lo paso a la pantalla automáticamente.
EliminarBueno no sé si era para mi pero si hablamos de actrices españolas, Elena Anaya para el papel de Alba,y Úrsula Corbero de Martina el resto no se....
ResponderEliminarNo sé si hablamos de actrices españolas jajaja
EliminarCreo que a Alba sí que la podría ver en el Elena Anaya, pero no veo a Martina en Úrsula Corbero. Quizá más en Andrea Duro.
Pff... no sé, me resulta muy difícil
O si esa me gusta más....
EliminarJajaja y a mí
Eliminarahhhh se me borro todo lo que habia escrito :(. Me gusta elena anaya para alba y me gusto mas andrea duro para martina. Yo tengo una idea mas hollywood, Ruby rose para alba jaja y apra martina tengo varias, muy diferente entre ellas: Troian Bellisario, Kaya Scodelario y
EliminarEmma Watson
Lo de Ruby Rose era obvio jajajajajajaja. Pero Emma Watson ostras la veo como Martina pero de pleno.
EliminarLo de Ruby Rose era obvio jajajajajajaja. Pero Emma Watson ostras la veo como Martina pero de pleno.
Eliminarsee, ruby es el boom del momento jajaja. Una Milla Jovovich tambien podria funcionar. Y si buscamos un poco mas adultas la Gran Anegelina Jolie de primera jaja
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