Ir a: Inicio Capítulo 3 "Ella y yo"
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Rebeca la agarro de la mano, y la llevó hasta el baño del local.
— Aquí no — dijo Lía cuando se cerraba la puerta.
— Cállate y déjate llevar — contestó Rebeca besándola de nuevo.
Lía obedeció y se relajó mientras atraía más cerca a su novia.
— No podía esperar hasta llegar a casa.
— ¿Ah, no? — dijo Lía juguetona, pasando su dedo índice desde el mentón hasta el pezón derecho de su amante, pellizcando ligeramente.
Rebeca negó con la cabeza mientras se acercaba más y más a su novia.
— Me vas a follar y vas ha hacer que me corra, ¿a que sí? — murmuró contra su cuello mientras lamía el pulso.
— Mmmm — gimió Lía.
Las mujeres se miraron, ardientes y deseosas comenzaron a besarse, las lenguas se buscaban y los dientes mordían. Lía tocó los pechos de la otra mujer por encima de la camiseta. Apretó sus pezones, quería más y metió sus manos por debajo de la ropa buscando la piel de Rebeca. Levantó el sujetador liberando la voluptuosa carne, volviendo a acariciarlos, con sus dedos pellizcó sus senos, como a ella le gustaba.
— Lámelas — exigió Rebeca.
Lía, bajo la cabeza sonriente y lamió la parte expuesta, succionó y mordió. Con su mano derecha desabrochó el botón de los vaqueros de su chica, bajó la cremallera y, poco a poco, metió su mano hasta notar el monte de Venus. Notó el calor que emanaba del sexo, y hundió sus dedos en la humedad recorriendo los pliegues con extremada lentitud. Rebeca gemía en silencio, ya no aguantaba más.
— Hazlo por favor. Tócame, no me tortures más — suplicó.
Lía se armó de valor. Agarró la cinturilla del pantalón y, junto con la ropa interior, bajo las prendas hasta los tobillos. Se puso de rodillas en el suelo, y miró a su novia que se mordía el labio de excitación.
La mujer separó los dos lados de la bulba con sus manos, dejando totalmente expuesto el clítoris. Sopló ligeramente. Se relamió y acarició el capuchón con la punta de la lengua. Rebeca cogió aire para no chillar cuando vio como su chica hundía su cara dentro de su sexo. Lía pasó la lengua con fuerza por aquel botón delicioso. La otra mujer la agarró de la cabeza, obligándola a seguir chupando. No le importaba, le encantaba ese sabor. Con sus dientes rozó a penas la piel dura, y sintió como su amante se estremecía. Sabía que estaba apunto de llegar, y pasó toda su lengua con dureza por el punto que la llevaría al orgasmo. Tres, cuatro, cinco veces. Rebeca se convulsionó al llegar al clímax. Nunca se imaginó que su novia se lo hiciera de esa manera.
— Joder, nena. Ha sido bestial.
— ¿Quieres otro? — preguntó Lía levantándose y metiendo la mano entre las piernas de su chica.
— ¡Ahhh! No, no, no — dijo cogiendo las muñecas de Lía y subiéndolas por encima de la cabeza.
— ¡Venga, coño! Que es para hoy — dijo una voz detrás de la puerta.
— Luego te vas a enterar — susurró Rebeca soltando a Lía y subiéndose la ropa.
Salieron del baño bajo la atenta mirada de una mujer.
— ¿Cómo has dicho que se llamaba esto? — pregunto Lía.
— La Bella y el Bollo.
— ¡Joder! Vaya nombre.
— Lo encontré por internet y pensé... ¿por qué no probar un sitio nuevo?
— Bueno, tampoco está tan mal — contestó la chica mirando a su alrededor.
C:
Ella está aquí.
G:
Entonces, tenías razón. ¿Qué hacemos? ¿Voy?
C:
Demasiada gente. Cometerá algún fallo. Esperaremos.
— Mañana iremos a comisaría — dijo Lía.
— Mañana es domingo. Iré el lunes. ¿Me acompañarás?
— ¡Claro! Sabes que sí. ¿Vamos a mi casa?
— No, a la mía. Tengo los juguetes allí — dijo Rebeca mientras abrazaba a su novia y jugaba con su pelo.
Lía la miro picarona. La tomó de la mano y juntas salieron del local.
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Escrito por Nika
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