Relato "Un café y un polvo" Parte 12 (Capítulo 36)

jueves, 6 de octubre de 2016
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PARTE 12. PORQUE NADIE VIVE CON UN LIBRO DE INSTRUCCIONES.
CAPÍTULO 36. UN BRINDIS DE VIDA Y MUERTE.

Quizá no es el mejor momento para escribir. Aunque, pensándolo, ¿quién dictamina que momento es el correcto para una u otra cosa? Dicen que la vida da muchas vueltas, vueltas que nos descolocan y nos hacen crecer, pero también vueltas que nos zarandean tan fuerte que perdemos toda la estabilidad que podamos tener. Escribo esto en una silla de un hospital, enfrente de la puerta de la habitación de una persona a la que jamás voy a volver a ver viva, después de salir de aquí. Esa es la primera explicación que se me ocurre para dar sentido a los tambaleos en los que me encuentro ahora mismo. En estos momentos, parece ser que la unica opción que te queda es ser fuerte, pero nos equivocamos al pensar que hay que ser fuerte  por uno mismo, lo hacemos para que el que está a nuestra derecha, que también tiene ese nudo en la garganta, como tú, que también acumula lágrimas que le raspan los ojos, como tú, no sufra. Para hacerle creer que todo va bien, aunque ya sabe que no y hace lo mismo por ti. Somos extraños... nuestra manera de querernos es no expresar dolor para que el otro se pueda sentir seguro, ¿eso es la vida? ¿el amor? O quizá es la canción que suena dentro de la habitación, de Julio Iglesias, porque es su cantante favorito. Y la música llega hasta el pasillo, donde acaricia tus oídos suavemente mientras escuchas la letra, "Me va, me va, me va, me va, me va. Me va la vida, me va la gente de aquí y allá". Ironías de la vida, a los que les va la vida, se les lleva. Y los que desean la huida, se siguen despertando cada mañana. 
Y quizá el amor es eso, escuchar una canción y ver a esa persona, reconocerla en cada sonido y saber que en ese momento tu alma y la suya bailan juntas, y lo demás no importa. 
Y de repente, olvidas todo el tabú que rodea a la muerte, como ella te dice: "Es otro paso más, no se debe tener miedo, es un tema que hay que hablar" y lloras, lloras como una niña la primera vez que se da cuenta de que la vida no es como le han prometido. 
Lloras, porque todo va a cambiar. Y porque en ese pasillo de hospital, has aprendido la lección más importante de tu vida, has aprendido a saber lo que es vivir, y eso ya no te lo puede quitar nadie.
Y si os estáis preguntando lo mismo que yo, ahorráoslo, yo tampoco sé lo que he escrito. Supongo que es caos, eso es este texto, caos que brinda por la vida y la muerte.

MARTINA
Hoy hace un mes desde el fin de semana de la cabaña. Siempre había creído que la expresión “se te rompe el corazón”, era una forma de hablar. Una forma estúpida de hablar sobre el amor. No lo es. Se me rompió el corazón hace cuatro semanas. Alba se ha ido, se ha ido para siempre. Y yo nunca la he dicho que la quiero, que muero por ella. Que era el rostro que quería mirar cada mañana. Yo quería protegerla, quería cuidarla. Quería darle un sitio al que siempre pudiese volver, en el que sentirse cómoda. Quería un sitio en el que pudiera… vivir… 

Las lágrimas se deslizan por mis mejillas mientras miro el trozo de piedra que hace de tumba y bajo el que se esconde su cuerpo.

Mi cuerpo se agita y tiembla. Ya ni siquiera recuerdo bien su mirada. No me acuerdo de cuál de sus ojos era más oscuro. En sueños parece que es el derecho, pero juraría que el izquierdo se ponía más negro cada vez que me miraba…

Me sé de memoria aquella maldita roca, llevo mirándola treinta y un días. Quizá sigo esperando que Alba salga y me diga que todo ha sido una broma de mal gusto. Gritarla y odiarla por hacerme eso y luego abrazarla y no soltarla nunca más. Siento que me he vuelto un rehén del mundo, como si me tuviera prisionera en esa pesadilla de la que quiero escapar continuamente. 

Gabi y Carmen esperan a varios metros detrás de mí. No me dejan sola. Dicen que soy peligrosa para mí misma, dicen no sé que de unas pastillas. Yo no consigo ubicar ningún pensamiento en el que no esté Alba. Me he paseado por su piso durante días. He ido a ver 
a Mateo. He ido de fiesta y me he liado con todas las personas que se pusieran delante. 

Quiero provocarla, quiero que vuelva.

Quiero que se enfade y me busque para regañarme, quiero que me diga que soy estúpida por tantas gilipolleces. Solo la quiero a ella. Siento que me ha traicionado. Se ha ido demasiado rápido. Y se ha ido sin mí. Me estoy volviendo loca. Miro detrás de mi espalda continuamente. Por si en un descuido se me escapa verla.

He adelgazado escandalosamente, no consigo retener ni medio gramo de comida. Mi cuerpo lo devuelve. Sabe que no quiere esa energía. Vivo gracias al café, aunque a ella no le gustaba. Es irónico.

He dejado la taza de cola-cao sobre la tumba. Todos los días le traigo un cola- cao y un lirio. Sé que no le gusta el café ni las rosas. Ella me dijo que el lirio significaba “Atrévete a amarme”, así que se lo repito un día tras otro, mediante una flor. Creo que lo sacó de una película. Atrévete a amarme... vuelve.

La roca me mira burlona, cómo si supiera algo que yo no sé. Como si me dijera que no va a pasar nada nuevo. Que cumpliré veintiún años y seguiré trayendo un cola-cao y un lirio a una estúpida roca. Le pego un puñetazo mientras las lágrimas siguen rodando por mis mejillas.

-¡Despierta! ¡Despierta!- pego otro puñetazo y noto el dolor recorriendo mi puño. Incluso eso me recuerda a ella.- ¡Me mentiste! ¡TE ODIO! ¡TE ODIO!

Unas manos me rodean por la cintura y me alejan de la tumba. El dolor vuelve a hacerse insoportable. Mi cuerpo vuelve a notar que no tiene energía. Mi mente nota de nuevo que está llena de pastillas. Y pierdo el conocimiento.

Me levanto empapada en sudor, no consigo devolver la respiración a su cauce normal y las lágrimas se escapan de mis ojos sin que pueda hacer nada por contenerlas. Me levanto y avanzo hacia la cocina.

La cafetera se apaga con un ruido que se me mete por el cuerpo, destrozándome los oídos.
Café. Eso es de lo que prácticamente vivo desde el fin de semana en la cabaña. Maldita cabaña… La cabaña no me deja dormir desde que la sangre me llena los sueños y me levanto ahogada en lágrimas. Cojo la taza y me muevo hacia el baño. Prácticamente me arrastro hasta el espejo. Este me devuelve una imagen que jamás creería que se identificaría conmigo. El pelo está completamente lleno de nudos y está bastante sucio. Las ojeras rodean mis ojos que me devuelven una mirada cansada. La piel está pálida. Y se me marcan exageradamente los pómulos. He adelgazado trece kilos. Suspiro.

Un mes. Hoy hace un mes. No he podido dormir en toda la noche. Bebo de la taza como si beber café fuera a mantenerme viva. Creo que aún no consigo asimilar todo lo que pasó. La velocidad de los momentos. La sangre, las lágrimas, el funeral, la policía… ha sido demasiado. Siento como si algo hubiera muerto en mí. Quizá es la parte inocente, quién sabe. Noto como si me apagase. Y sé, que no soy la única.

-Deberías salir.- Gabi me mira, apoyada en el marco de la puerta.
-Sabes que no voy a hacerlo.- digo quitándome el albornoz y metiéndome en la ducha.

El agua caliente choca contra mi piel y me hace estremecerme. Las gotas me lamen el cuerpo y se mezclan con mis lágrimas. Quizá no esté siendo justa al dejarla sola, tengo que saber si ella también se muere cada vez que cierra los ojos.

ALBA
Siento un nuevo latigazo en mi costado izquierdo.

No puedo soportarlo más. Todas las horas de terapia, todas las sesiones en grupo, toda mi fuerza de voluntad… todo se tambaleaba.

No me entraba nada en el estómago. Carmen lo intentaba por activa y pasiva. Creo que la mandé a la mierda más de un millón de veces. Pero no, ella, como mi sombra, no me dejaba ni un minuto a solas. Comía para que se callara de una puta vez pero, o lo vomitaba todo al instante, o no me entraban más de dos cucharadas.

Este nuevo latigazo me hizo gruñir, sentir… por lo menos volvía a sentir.
Había adelgazado dos tallas, las ojeras ya eran características de mi persona. No pegaba ojo desde ese día de la cabaña. No podía cerrarlos sin ver a ese hijo de puta como iba en mi busca, cuchillo en mano, y como Cati se interpuso entre él y yo.

- ¡Martina!

Lo dije casi en un susurro. Era la primera vez que decía la palabra de seguridad. No tenía fuerzas ni para llevar mi vida de una forma medio decente, ¿cómo pude creer que podría aguantar una sesión de Doris?

Ella paró al instante, sin preguntas, y me desató mientras comenzaba a besarme el hombro y sujetarme por la cintura. Su mano derecha descendió a mi entrepierna haciendo que me abriera a ella. Sus dedos jugaron entre mis labios y mi clítoris. Cerré los ojos y quise dejarme hacer. Quería sentir. ¡Joder, tan díficil era entender que me notaba muerta por dentro! Que necesitaba sentirme viva, sentir algo… Dolor, placer, calor, frío… Algo. Doris me lo podía proporcionar. Hoy hacía exactamente un mes. Hoy, con ayuda de Doris, logré sentir que me dolía hasta el alma. Y mi corazón… mi corazón solo latía por una persona.
Abrí los ojos al pensar en ella, la única que hacía latir mi corazón, por la que había luchado y la única que me daba fuerzas... Martina.

- Doris, para. No puedo seguir. Para.
- ¿Estás segura, cielo?
- Sí. Lo siento, es que…
- Shhh, no tienes que darme ninguna explicación.

Mi móvil vibró, era la entrada de un mensaje de whatsApp. Fui vistiéndome con desgana mientras Doris no dejaba de fijar su mirada en mí.

- Sé que no soy ni la cuarta parte de lo que era antes. Deja de mirarme así, joder.
- Perdona, no era mi intención. Es que no te reconozco. Esa Alba tan… tan…
- No tengo fuerzas ni para aguantar tus latigazos. Todo esto es una mierda, una auténtica mierda. ¿Sabes? Yo era la que debería estar muerta, no ella. ¿Lo entiendes? ¡NO ELLA, JODER!
- Tranquila, cielo. Pero lo tienes que ver desde otro punto de vista. Cati quiso salvarte, ¿y así se lo estás pagando? ¿No crees que le gustaría verte luchando por tu familia, por Martina, por vivir sin miedo? No creo que esté contenta con la versión que está viendo ahora mismo de ti. Sinceramente…

Unos golpes en la puerta interrumpieron el interminable discurso de Doris, ¡Gracias a Dios! Ella fue a abrir mientras yo terminaba de vestirme.

- No te librarás tan fácilmente de mí, con que no te rías - me amenazó con seguir sermoneándome. Sonreí. Todo me daba vueltas en la cabeza, pero reconozco que parte de razón tenía.
- Pero… ¿Qué coño haces aquí?

Carmen entró como un relámpago nada más verme. Tenía una cara de cabreada que me entró hasta la risa tonta al verla así.

- ¿De qué mierda te ríes tú, capulla? ¿Tú te has fijado el aspecto que tienes? No aguantarías ni un polvo, joder - rió conmigo - Anda, termina de arreglarte y vámonos. Eres gilipollas, en serio. - Miró hacia Doris - Y a ti... ¡Ya te vale, joder! Me cago en la puta.

Bufó queriendo decirnos más lindeces pero sin lograr que le salieran las palabras. Me despedí de Doris y miré el mensaje que tenía en mi móvil.

Martina: ¿Quedamos para un café?

Mis pulmones no me respondían. Me ahogaba. ¿Qué me había hecho esta niñata? Era leer su nombre, oírla... o, simplemente pensarla y sentía todo un huracán de sensaciones en mi interior.

- ¿Otra vez riéndote? Me tienes hasta el coño, Alba. Deja el móvil de una puta vez y escúchame. Esto no puede seguir así, ¿me estás escuchando?
- Sí. Yo…
- Yo, nada. Vamos ahora a tu casa a coger unas maletas y nos plantamos en casa de Martina.
- Claro. Ella…
- Me la suda lo que diga ella. Estoy harta de vosotras dos. Le dices que coja sus cosas porque te la llevas a vivir a tu casa. Así, al menos, lloráis y si queréis, os morís de una puta vez pensando en lo que ocurrió, pero juntitas, y así nos dejáis a Gabi y a mí follar tranquilas por fin.
- Perfecto - dije autómata. Mi mente estaba pensando que la volvería a ver.
- ¿Perfecto? ¿Y ya está? ¡Llevo semanas intentando que lo hagas!
- Me acaba de escribir un mensaje. Quiere verme.
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Buzzys
Arwenundomiel

4 comentarios:

  1. Cada cuanto suben un nuevo capítulo? Me tienen super enganchada, me lo leí todo en dos días jajajaja

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    1. Hola, Pamii. Publicamos, siempre y cuando no ocurra nada, todos los jueves. Por un error, no pusimos el enlace de los siguientes capítulos. Todavía te quedan por leer varios más. Disfruta.

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