Relato "Un café y un polvo" Parte 12 (Capítulo 38)

jueves, 20 de octubre de 2016
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PARTE 12. PORQUE NADIE VIVE CON UN LIBRO DE INSTRUCCIONES.
CAPÍTULO 38. ¿QUÉ HABRÍA HECHO CENICIENTA EN MI LUGAR?

"Dicen que nos enseñan a vivir. Y para enseñarnos nos ponen de ejemplo, múltiples historias, antes de dormir. Historias sobre chicas que hablaban con ratones y fregaban suelos hasta que un príncipe decidió casarse con ella, después de haber bailado una noche; cuentos con chicas que se escapaban de casa y encontraban siete maravillosos hombres que la acogían en su casa sin pedir nada a cambio, hasta que, de nuevo , un príncipe la salvaba; relatos con chicas que raptan y se enamoran de su secuestrador, que resultan, también, ser príncipes.
Nos enseñan a vivir... A vivir... ¡Y una mierda! El otro día leí una frase que decía "Deja de criar a tus hijas como princesas, las estás mandando a la guerra con una varita mágica"
Es una realidad el hecho de que estamos indefensas ante este mundo, al que nos sacan desprotegidas, con la única ayuda de los cuentos bajo el brazo...
¿Eso es lo que se supone que debemos hacer? ¿Esperar al príncipe?
Siguen educándonos para que esperemos que alguien nos salve, en vez de enseñarnos a salvarnos a nosotras mismas.
¿Qué que es lo que habría hecho cenicienta en mi lugar? Pues hablar con ratones. Por eso he decidido que los cuentos están bien para las tardes de domingo, pero el resto de la semana, debemos coger boli y hojas y escribirnos nuestra propia novela.
Una novela donde las varitas y las espadas desaparezcan, dónde los príncipes puedan llevar vestido y las princesas puedan ser brujas."

LUCÍA
-¡A comer! - mi madre llamó desde el piso de abajo.

         Lu: “Tengo que dejarte. Voy a comer”

Dejé el móvil en la mesilla, a media conversación con Manu y bajé los escalones rápidamente. Me moría de hambre. Entré en el salón y el olor a filete empanado me invadió el cuerpo, produciéndome una arcada. Salí del salón rápidamente. Qué asco. Me dirigí a la cocina. La sartén, aún llena de aceite, me hizo cruzar a la velocidad del rayo hacia la nevera. Abrí y cogí una manzana y un plátano. Abrí el bote de las galletas y cogí un puñado.

-Lu, ¿no quieres filetes?
-No me apetecen mucho…
- ¡Pero si estabas muerta de hambre hace un minuto! Ven aquí que te toque. ¿Te sientes mal? ¿Tienes fiebre?
-Es que se me ha revuelto el estómago. Me da un poco de asco...
- ¿Asco? Espera un momento, Lu. Almu, termina de comerte el filete rápido que va a empezar la Patrulla canina en la tele.- cambiaba el peso de mi cuerpo de un pie a otro, el olor se me metía en el cuerpo. ¿Cómo podía oler tan mal hoy el aceite? Noté como una arcada volvía a subir por mi cuerpo. - ¿Te molesta el olor? Espérame en el salón, anda. Cómete la manzana, ahora voy yo.
-De acuerdo.- me encogí de hombros y fui al salón. Con la manzana, el plátano y las galletas en la mano. Me senté en el sofá del salón pequeñito, en el que no había comedor y al que no llegaba el olor de los filetes. Probablemente estarían malos. Mordí la manzana y cerré los ojos. En seguida mi cuerpo protestó, pidiendo más. Acabé rápidamente con la manzana y el plátano. Tenía un hambre atroz. Me metí la primera galleta en la boca. Qué rica estaba…

Vi como mi madre recogía la mesa del salón. Almu había terminado y se quedó sentada en el sofá con unas natillas en las manos. Era el monstruo de las natillas, ¿cómo le podrían gustar tanto? Vi como mi madre me observaba de reojo mientras terminaba de recogerlo todo. Viendo como Almu se comía las natillas, se me hizo la boca agua de nuevo.

-¿Hay más natillas?- le pregunté.
- Sí, todavía quedan. Te las llevo ahora. Déjame un minuto que ponga el lavavajillas y te las llevo.
-Yo las cojo. No te preocupes.- me levanté y fui a por las natillas. Cogí un par de galletas más bajo la mirada atenta de mi madre. El olor del frito se me metió en el cuerpo y esta vez mi estómago protestó y se retorcío. Corrí hacia el baño. Apenas me dio tiempo de levantar la tapa del váter. Lo vomité todo. Joder…
-Lu, ¿estás bien?
- Sí, sí. Ya salgo. - tiré de la cadena y me lavé los dientes. Menos mal que había un cepillo de dientes para cada uno en todos los baños de la casa...  salí y me dirigí al salón. Volvía a tener hambre… menuda mierda.
- Haz el favor de sentarte un momento, Lu. ¿Desde cuándo estás así?
-Hhmmm.- Creo que era la primera vez que me pasaba. O no… no. Me había pasado hace semana y media en una hamburguesería. -Es la segunda vez, creo… quizá tenga un virus. O simplemente han sido casualidades.
- Ya. Un virus - me sonrió. - ¿Haces algo con ese chico? Se llama Manu, ¿no?
-¿Qué? ¡Mamá! - me removí incómoda en el sofá. ¿Qué coño quería decir ahora? ¿estaba insinuando que estaba embarazada? Eso era imposible… solo lo habíamos hecho 3 veces. Y siempre se había puesto condón… Joder, no podía ser.
- ¿Qué pasa, tonta? Creo que es lo más natural del mundo. Solo te pregunto si lo hacéis.
-¡Mamá! ¡por favor! - No era algo que me apeteciese hablar con ella…
- Lu, cariño. No te voy a hablar ahora de sexo. Creo que ya sabes más que yo incluso. Solo quiero que pienses si es posible que puedas estar embarazada.
-¡No! ¡No, por dios!- me levanté.- Oye, luego hablamos, hoy había quedado con Alba.
- Si no quieres hablarlo conmigo. Al menos, hazlo con ella.
-¡Mamá! Que no es eso… ¿Me llevas?
- Claro, tonta.
No hablamos en el coche, Almu iba en la parte de atrás. Darían una vuelta por el centro comercial y verían una peli. Pasaría a recogerme sobre las ocho. No hablamos del tema. No podía estar embarazada. ¿No? Era imposible… ¿embarazada yo? Era una locura.
-Gracias, mamá. Luego nos vemos. - me metí en la parte de atrás del coche y le pegué un besazo a Almu. - Pórtate bien con mamá, enana.

Llamé al timbre de la casa de Alba mientras mi madre y Almu desaparecían de mi vista.

- ¿Sí? ¿Quién es?
-¿Alba? Soy Lucía...
- ¿Lucía? - se abrió la puerta y entré en el jardín. Vi que Alba me esperaba en la puerta.
-Siento no haberte avisado… le he dicho a mamá que había quedado contigo...
- ¿Qué mierda ha pasado? Anda, entra.- Entré mientras ella se apartaba, cerré la puerta. Quería que me abrazase. Creo que nunca nos habíamos abrazado, o lo habríamos hecho una o dos veces.
-Alba… ¿Tú…? - no sabía que quería preguntarle exactamente.
-¿Lu?- Martina bajó las escaleras. Se me iluminó la cara.
-¿Martina? - hacia ella si que me abalancé. Ella abrió los brazos y me quedé un rato ahí quieta. Noté que una lágrima me corría por la mejilla y la sequé fugazmente. - Pero… ¿Qué haces aquí? ¿volvéis a veros?
- Vamos a probar a vivir… juntas.- abrí los ojos como platos.
- Pero no revueltas. Dejad de abrazaros de una puta vez y vamos al salón. Así nos explicas qué coño te pasa.
-¿Y para cuándo la boda? - comenté riéndome mientras las seguía al salón.
- Lu, no me toques tú también las narices - vi como sus ojos azules se posaron en los de Martina y sonrió. Me encantaba la idea de que estuvieran juntas… me senté en el sofá frente a ellas. - Suéltalo ya, joder. Me tienes de los nervios.- Mierda, se me había olvidado de lo que venía a hablar. Me revolví en el sofá. ¿Por qué venía a hablar con Alba? Nunca había acudido a ella… decidí mirar a Martina para soltarlo…
-Mamá cree que… es decir… bueno, a ver… que… oye, Alba ¿Tú lo hiciste con chicos alguna vez?- ¿Qué coño quería decirle? Alba miró a Martina con cara de “explícame esa pregunta que no me entero”. Martina la miró a ella como “vaya bomba nos va a soltar” y yo las miraba a ambas sin saber cómo empezar.
- ¿Me vas a pedir que te explique cómo se folla? - creo que me lo preguntaba muy en serio.
-¿Eh? No, no… yo… - palidecía por momentos. - Yo… es que… - esto era tremendamente difícil.
- ¡Suéltalo ya por el amor de dios!
-¿Puedes quedarte embarazada usando condón?- Las palabras se escaparon de mi boca y noté como los nervios me embargaban el cuerpo. Sí. Eso venía a preguntar
- Que… A ver… Me estás queriendo decir que tú ya lo has hecho y que … ¡Dios! ¿Estás embarazada? ¡Pero como se te ocurre!
-¡No! Bueno… no lo sé…- las lágrimas luchaban por salir de mis ojos mientras yo las contenía.
- ¿No sé? Pero ¿qué coño te pasa? Tienes 16 años, joder. No creí que fueras tan ton…
-Alba…- Martina cogió una mano a Alba, parándola.
-¡Yo ni siquiera lo había pensado! Joder, no pensaba que se hubiera roto el condón… ¡Es mamá la que lo ha sugerido! No puedo estar embarazada… ¡Mierda! - las lágrimas estallaron en mis ojos.
- ¿Qué mamá lo sabe? ¡No termina de salir de una y ahora la metes en otra!
-¿Q… qué?- se me quebró la voz.
Martina se levantó y se acercó para sentarse a mi lado, abrazándome. Las lágrimas caían por mis mejillas y no sabía cómo pararlas. Alba se levantó haciendo aspavientos. Eran las dos tan diferentes...
- Lu, ¿te has hecho la prueba?- la voz calmada de Martina consiguió que tomase aire.
-N...no.
-¿Te parece si vamos a hacerte análisis?- asentí, incapaz de hablar.- Y luego, si hay niño, miramos lo que hacemos. Pero no vamos a pensar como si lo hubiera cuando no es seguro. Tú tranquila. Ve a lavarte la cara, anda.- me levanté, yendo al baño, mientras hipaba por los sollozos.
- Dime una cosa. ¿Quién es el imbécil?

ALBA
-Manu...

¿Quién mierda era Manu? Un gilipollas, seguro. De aquellos que tienen el condón caducado en su cartera desde hace siglos. Coge a la más mojigata y se la cuela. Cuando me lo eche a la cara, se le quitarían todas las ganas de meter la polla donde no debe.
Unos brazos me rodearon por la cintura desde la espalda y noté un suave beso en el hombro. Siempre me calmaba, joder. ¡Qué mierda de poder tenía sobre mí!

- No me puedo creer que con 16 años y… ¡La mataría, en serio! - gruñí.
-Aún no es seguro. Y… eso no se planea, Alba. Tranquila.- se colocó delante de mí y me apartó un mechón de pelo de la cara.
- ¡Qué no folle tan joven! Y el otro debe ser un gilipollas de mucho cuidado, que hace con ella lo que quiere.
-Quizá estén saliendo juntos. - me cogió de la mano y avanzó hacia el pasillo, donde su bolso colgaba en un perchero.
- ¿Por qué siempre tienes que estar en contra de mí?
-No estoy en tu contra. Intento analizarlo de otra manera… No todo el mundo es malo...
- Me tienes muy harta, te lo advierto. Además, Lu se ha abrazado a ti. ¿Me vas a quitar también a mi familia? - sonrió.-  Regla número cuatro, no quitarás los miembros de la familia de la otra.
-Abrázala tú, señorita.- dijo riendo.
- Yo no hago esas gilipolleces - quise eludir el tema moñas con Martina.
-Estoy…- me giré.
-Abrázala.- me susurró Martina al oído, dándome un golpecito en el culo para avanzar hacia Lu. En vista de que no me movía, avanzó hacia mí, mientras me iba empujando, hasta llegar a unos centímetros que nos separaban de Lu. Ella nos miraba, expectante, como sin saber exactamente qué hacer. ¡Qué cansina era! Seguro que no pararía hasta que no lo hiciera. Y la verdad es que quería hacerlo, pero he estado tanto tiempo huyendo de estas moñadas, de estos sentimentalismos, porque realmente pienso que es de débiles, de gente que puede quebrarse con solo un roce. Y en serio, me estaba costando la vida. Pero ahí estaba yo, empujada por la niñata que me tenía loca perdida, y mi hermana mirándonos como si las dos estuviéramos gilipollas.

- Enana. Yo… bueno, ya sabes… Que todo saldrá bien, ¿vale? - me acerqué y la abracé.

Noté que al principio Lu se quedaba totalmente rígida, estaba claro que le había pillado por sorpresa. Después su cuerpo se relajó y sus brazos me rodearon mientras apoyaba su cabeza en mi hombro. No recordaba lo bien que se podía sentir abrazando a una persona a la que quieres. El abrazo no era solo el roce de nuestra piel, era algo más, era transmitirnos y decirnos todo simplemente con ese gesto. Era perdonarnos por todos estos años. Era un principio, un volver a empezar. Era… mágico. Se separó de mí y me sonrió. Su gesto ya no expresaba temor, parecía haberse… tranquilizado.
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Buzzys
Arwenundomiel

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