Huecos...

lunes, 5 de septiembre de 2016
Creo que todo el que lea estas letras entenderá lo que en ellas hablo, e incluso se sentirá identificados en ellas en algún momento.

Quiero empezar dejando la poesía que me hizo escribir sobre esto:

El hueco perfecto


El abrazo que te exime del ruido.

El abrazo que encaja.
El abrazo que grita al callar.
El abrazo que es guarida.
El abrazo que calma si aprieta, que aprieta y no estrangula.
El abrazo que estrella y reconforta al cobijo.
El abrazo que estasia en suspiros.
El abrazo que ensancha almas.
El abrazo que realmente abraza.
La bendita locura de abrazar.


                                (Elena Briones: aprovecha de ti)


Habla de ese hueco perfecto, esa especie de conexión del alma entre dos o varias personas e incluso animales que parecen encajar a la perfección, como esa pieza que completa el puzzle.

Existen huecos, huecos especiales que solo algunos pueden cubrir.
Existen huecos necesarios que están entrelazados con buenos o malos momentos en los que se necesita ese abrazo.
Existen huecos incomparables en los que no hay forma de explicar lo que se siente.

Todos estos son huecos, y otros tantos que faltan. Y todos ellos, corresponden a un abrazo. Cada uno es distinto al anterior o al posterior, no existe ninguno igual porque no existen momentos, personas, sensaciones, sentimientos, emociones, necesidades que sean exactamente iguales.

Mi mayores y mejores ejemplos son estos:

- Los abrazos de los abuelos porque sabes que cuando los pierdes, por desgracia, no volverás a sentirte como cuando te protegen de tus miedos y demonios entre sus brazos, dándote toda la confianza, amor, energía, o/y positivilidad que necesitas.

- Cuando pierdes a tu mascota, en mi caso, un perrito. Sabes que no va a ver nadie que se tire de la misma forma a tus brazos sin importar nada más. Solamente el hecho de que te haga sonreír el recordar esos momentos vale la pena, pese a tener los ojos llenos de lágrimas.

- Cuando estás pasando un mal momento, uno de estos de flaqueza, y alguien aparece dándote ese abrazo que necesitas, que pides a gritos sin mediar palabra.

Pero no todos los abrazos son malos, también están estos:

- Cuando te tiras mucho tiempo sin ver a una persona especial o, simplemente, a alguien que te mueres por ver y, cuando os encontráis, cortáis hasta el aire que debería de correr entre vosotros, si no acaba colgada a ti cual koala.

- Cuando tu primo pequeño viene gritando tu nombre, abriendo los brazos para que lo cojas y, cuando lo haces, sonríe abrazándote.

- Cuando abrazas por primera vez a esa personilla que te llamará hermano/a y te hace sentir que debes protegerlo hasta con tu vida si es necesario.

- Cuando das la espalda a la persona correcta y ésta aprovecha para acercarse despacito a ti, desliza despacio las manos por tu cintura, tu piel se eriza y un escalofrío recorre tu cuerpo, y acaba depositando un beso en tu hombro haciéndote sentir plenamente segura.

El caso es que cada uno tiene su momento, es distinto y especial a su manera, no hay huecos iguales. Pero todos son necesarios, hasta los que se mandan a distancia.

Escrito por @srtadesquiciada

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