Relato "Un café y un polvo" Parte 7 (Capítulo 23)

Ir a:     Inicio          Capítulo 22       "Un café y un polvo"

<------------------------->

PARTE 7. EL MUNDO TAMBIÉN PUEDE DESTRUIRSE.
CAPÍTULO 23. NO TE FÍES DE LAS APARIENCIAS.

"Recuérdalo siempre, que no te engañen, las cosas no son lo que parecen y las apariencias siempre engañan. Abre los ojos Martina, manténlos abiertos siempre, así nunca podrán engañarte ¿Lo entiendes?"

ALBA

Salí de mi despacho como una exhalación. La reunión con Maxi no me salió tal y como la había ideado. Quería ser más amable con ella y engatusarla más para exprimirle toda su información, pero parece ser que ni ella sabía nada y tampoco tuve que rogarle mucho, la vi tan interesada como yo en descubrir lo que estaba ocurriendo. Pero la entrega de esas flores me pusieron en alerta y me abrieron los putos ojos.

Lucía siempre había tenido razón y no se le había ido la cabeza como yo creía. El cabrón de mi padre nos vigilaba de cerca y era tan hijo de puta que también quería que lo supiéramos mandándonos esa mierda de flores.

Mi cabeza no paraba de darle vueltas a todo mientras conducía como una autómata en dirección al hotel con la idea de sacarlas de allí, e intentar meternos en algún lugar donde no nos encontrara.

-¡LUCÍA! ¡LUCÍA! - le grité mientras entraba a la habitación del hotel en dirección a las maletas que teníamos al lado de recibidor para prepararlas e irnos de allí- Prepáralo todo que nos vamos- Eché un primer vistazo de 360 grados a la habitación y no vi a nadie- ¡Lucía! ¡Lucía!

Abrí la puerta del baño pero tampoco estaba. Salí al balcón y nada. ¿Dónde coño se había metido esta niña? Volví a echar una visual a toda la habitación desde el balcón donde estaba situada y mi corazón se paró al instante que percibí que todas las cosas de Lucía y Almu ya no estaban allí. Corrí hacia el armario, lo abrí y allí solo estaba mi ropa, nada de Lucía, nada de la ropita ni juguetes de Almu, nada. Mi respiración iba a mil y di vueltas alrededor de mí misma cerciorándome de que era cierto que se habían ido, que me habían abandonado.

En mitad de tanta desolación, mi mirada se quedó fija en la mesita de noche que utilizaba Lucía para su ropa interior; había una nota perfectamente doblada. Casi caí de bruces intentado cogerla bordeando la cama que estaba situada entre la nota y yo. Me senté en el colchón con la nota ya en mi poder y deseando no ver la letra de Lucía diciendo lo que tanto estaba temiendo. Mis ojos volvieron a nublarse, sintiendo el sabor salado en la comisura de mis labios; las lágrimas volvieron a derramarse por mis mejillas.

“Lo siento, prometí cuidar de Almu”

MARTINA

-Gracias por todo, en serio - no podía dejar de repetírselo a Ana, me había ayudado muchísimo.

-No tienes porqué dármelas.

-En mi opinión sí que debo hacerlo, has sido el único apoyo en esto hoy. Lo necesitaba y la verdad es que…- el sonido del timbre y unos golpes en la puerta interrumpieron lo que estaba diciendo y me quedé paralizada mientras miraba alternativamente a Ana y a la puerta.

Ana se movió en dirección a la puerta y abrió, al otro lado estaba mi madre, con el pelo despeinado y los ojos inyectados en sangre, retrocedí un paso inconscientemente.

-¡¿En qué estabas pensando poniendo esa denuncia a Mateo?!… ¡A tu novio!- entró como un  vendaval, atropellando a Ana que miraba atónita a mi madre y se dirigió hacia a mí con la mano en alto. Noté el escozor en la mejilla antes siquiera de haber podido reaccionar ante ella. Ana se movió rápidamente y antes de que pudiera asimilar lo que estaba ocurriendo la sujetó por la espalda y la separó varios metros de mí.

-Pero… ¿Qué coño hace Ágata? Por el amor de dios, ¡¡¡es su hija!!! y le han violado joder- Vi como Ana se llevó a mi madre al otro lado del salón. La sensación de odio y de rabia fue aumentando dentro de mí, llevaba todo el día con aquella asquerosa sensación y estaba notando como crecía y cobraba forma dentro de mí, recorrí la distancia que me separaba de mi madre, luché por contener todo el odio acumulado que llevaba dentro y cerré mis puños para no devolverle la bofetada.

-Vete de mi puta casa- me giré para coger su bolso que había dejado en el aparador y se lo tiré- ¡Maldita zorra!

-¿CÓMO ME HAS LLAMADO?- nunca le había oído gritar de esa manera, aunque también era cierto que yo jamás le había levantado ni la voz. - ¡Qué demonios te está pasando! Quiero que quites inmediatamente esa denuncia infundada, ¿ME ESTÁS ESCUCHANDO? AHORA MISMO- Se quiso volver a acercar a mí pero Ana se interpuso en su camino impidiéndoselo.

-Y yo quiero que dejes de comportarte como si llevaras un palo metido por el culo, pero ya ves, no todos conseguimos siempre lo que queremos - dije sardónicamente.

-¿¡PERO TÚ TE ESTÁS OYENDO!?

-Sí, y creéme, deberías haberme escuchado decirte esto hace ya mucho tiempo. Quiero que te largues. ¿Tanto te duele que Mateo no sea tan perfecto como tú soñabas? lo que me haya hecho o dejado de hacer te da lo mismo, siempre fuiste una mala víbora, te importa el resto del mundo una mierda, pues bien, deberías saber que tu amado Mateo no es la primera vez que ha hecho esto, en comisaría me han dicho que llevaba dos denuncias más por violación, y que habían sido anuladas por extraños motivos. Y otra cosa, si tanto lo adoras, quizá deberías ser tú la que se case con él-  Mientras hablaba mi madre perdió todo el color de su rostro, sus dientes casi los oí rechinar y sus manos se convirtieron en puños aguantando supongo que una rabia descomunal. ¡Dios, no podía ser! ella lo sabía, lo sabía todo. Sabía que a Mateo lo habían denunciado por lo mismo más veces. Debí de mostrar expresión de incredulidad porque Ana me miraba extrañada - Y tú… tú lo sabías…- esta vez Ana no pudo detenerme y me abalancé sobre mi madre, pegándole a la pared. La agarré del abrigo mientras luchaba por contener las lágrimas.- ¡TÚ LO SABÍAS!

-Quitaron las denuncias, querían hundirlo. ¡ERA TODO MENTIRA! - Intentaba soltarse de mí mientras me gritaba eso que ni ella misma se creía. Me resultaba extraño que se molestase tanto en protegerlo, Mateo no tenía nada que ofrecer a mi madre, ni siquiera dinero, a ella se le caía por las orejas. A menos que… trastabillé hacia atrás mientras me alejaba pensando que era algo imposible.

-Lo quieres…- dije apenas en un susurro mientras la voz me temblaba - Tú lo quieres...

-¿Qué coño estás diciendo Martina?- Ana nos miraba a mi madre y a mí con cara de no comprender nada.

-No había podido comprender nunca ese cariño irrefrenable y ese favoritismo hacia él, pero no era eso… Lo amas - dije en un tono despectivo, noté como mi cara se iba transformando desde una expresión de rabia hasta una mueca de desagrado y asco hacia ambos.

-CALLA ESA BOCA DE UNA VEZ. NO ENTIENDES ABSOLUTAMENTE NADA- Se colocó bien el abrigo y el pelo como si no hubiera sucedido nada y empezó a señalarme con el dedo- Eres una inútil, siempre lo has sido. Ahora recoge todas tus cosas, te vienes a vivir a la casa. Esta casa es mía, no tuya, no te equivoques.

-¡Y una mierda! Y esta casa es de papá. Siempre me diste pena porque veía como papá se acostaba con una diferente cada semana. Pero ahora… -solté una risita irónica- ahora entiendo que no quisiera follarte, debes de quemar ahí abajo, estás hecha para Mateo. Los dos...los dos me repugnáis. Y no me pienso largar de aquí, aunque a papá le gustaría saber que te acuestas con… mi exnovio - me reí como una zumbada. - resulta irónico ¿no crees? ¿habrías podido soportar que su polla me penetrara a mí y no a ti? ¿Te ponía? O… ¿Acaso todo eran celos? Malditos monstruos…- Mi madre se abalanzó sobre mí sin que Ana pudiera reaccionar y me pegó a la pared con una violencia que nunca hubiera imaginado de ella. Pegó todo su cuerpo contra el mío y noté su respiración en mi oído mientras me agarraba de los hombros para inmovilizarme.

-No te atrevas a joderme la vida, ¿te enteras?- susurró para que no lo oyese Ana - Te puedo hacer la vida imposible y lo sabes - empecé a reírme de aquella situación tan heavy que me estaba tocando vivir. Me di la vuelta para que esta vez fuera ella la que quedase entre mi cuerpo y la pared y agarrándole del pelo para levantarle el rostro le susurré de la misma manera que lo había hecho ella.

-¿Quieres jugar a tu juego, cariño? ¿Quién pierde más o quién pierde menos? Tranquila… tu coño solo lo quiere tocar la polla de Mateo, de lo que no estoy segura… es de que su polla solo quiera tocar tu coño - tiré del pelo hacia abajo y su cabeza chocó contra la pared. - Y ahora fuera de esta casa.

-Estás muy equivocada Martina- me dijo dirigiéndose hacia la salida- Tú eres la que pierde en todo esto. Apréndetalas a vivir ahora sin la paga de tu queridísimo padre, y eso es solo el principio.

-Cierto, tú siempre puedes ejercer de puta ¿No?- Salió dando un portazo, no podría asegurar si oyó mi última frase pero ya me daba igual todo.

-¿Qué puñetas ha pasado aquí? - Ana se tiró literalmente en el sofá mientras me miraba con ojos desorbitantes.

-Necesito asimilar todo esto con un café… ¿quieres? - Ana se levantó como un resorte y me llevó a sentar a mi al sofá.

-Lo haré yo.

-Te acompaño, en realidad el olor del café siempre me calma. Aunque… ni siquiera estoy nerviosa… ¿Cómo pude no darme cuenta? -miré a los ojos de Ana y las dos sonreímos al mismo tiempo.

<------------------------->

Ir a:     Inicio          Capítulo 22        "Un café y un polvo"          Capítulo 24

Buzzys

Arwenundomiel