Ir a: Inicio Capítulo 32 "Un café y un polvo"
<------------------------->
PARTE 11. ME QUEDARÉ HASTA QUE TUS OJOS ME PIDAN QUE ME VAYA.
CAPÍTULO 33. LA EXPRESIÓN FÍSICA TAMBIÉN GRITA.
"Bueno, estos minitextos empiezan a ser un poquito diferentes... Y es que este capítulo se lo vamos a dedicar a una personilla muy especial que colabora en este blog. Nuestra maravillosa srta. desquiciada. O, como la llamo yo, Mary Jane.
Un pajarito me ha dicho que se identifica mucho con Alba. Y la verdad es, que ella también ha puesto su pequeña semillita para crear estos capítulos que nos da por hacer a Arwen y a mí, de vez en cuando. Sin sus críticas constructivas esto no sería lo mismo, ¿para qué negarlo?
Pues eso, lo dicho. Mary Jane, que te queremos mucho, que eres maravillosa. Y que este capítulo, para bien o para mal; esta Alba, para bien o para mal, va dedicada a ti.
Por ser tan maravillosa, tan alocada, tan impulsiva, tan entregada y tan... tan tú, como nuestra Alba.
NO CAMBIES NUNCA.
Un besito enorme,
Spiderman."
MARTINA
- Hola, Alba. Cogemos nuestras ropas y nos vamos a la cabaña. No quiero follones, ¿vale?
- Cati, quiero hablar con ella. Y no me lo vas a impedir- seguía dando golpes con la vara, no podía reconocerla. No se parecía en nada a la Alba que yo conocía. La Alba que yo tenía enfrente, mostraba algo que jamás había visto en ella, inseguridad.
- Solo si quiere ella hablar contigo, ¿entendido?- me acerqué, debía estar a un metro de ellas dos.
- Voy a hablar con ella. Después, que decida.- Llegué donde se encontraban ellas. Estaban hablando, y se callaron en cuanto me oyeron, gesto que me pareció estúpido, ya que había escuchado todo. Cati se colocó entre Alba y yo, como… defendiéndome. Era precisamente eso de lo que venía huyendo, así que di un paso inconsciente hacia la derecha y la bordeé para quedarme a su lado.
- Belleza, es peligrosa. No te acerques.- Algo en mi interior quiso saltar enseguida y defenderla. Alba comenzó a reír, pero en sus ojos vislumbré perfectamente que la había herido, ya la conocía. Miré a Cati a los ojos y luego, de nuevo, miré a Alba. No contesté. Yo seguía pensando que aquello parecía un sueño, mitad pesadilla. Y en mi cabeza en esos momentos había una alarma que saltaba de un lado a otro queriendo que le prestara atención. ¿De qué se conocían?
- Martina no es como tú, que abandona a las personas cuando más la necesitan - Alba me miraba a los ojos. No había nada de la rabia y la frustración que siempre encontraba en sus ojos, solo había, no sé exactamente qué era, pero le ablandaban los rasgos y sentí como si me pellizcaran en el interior del cuerpo.- Por cierto, tienes muchos más tatuajes. Me gustan.
- Cierto. Muchos más. Me los contabas en los pocos momentos donde no estabas tan colocada, que todavía sabías hasta contar.- la alarma en mi cabeza ahora ya me impedía ver nada más, gritaba como una loca, chillando. Sentí que la cabeza me iba a explotar.
- Quiero hablar con Martina a solas. Solo será un minuto.- retrocedí unos pasos, intentaba alejarme de ellas como si eso fuera a poner mis ideas en orden. Y por fin logré expresar lo que desordenaba mis pensamientos en aquel momento.
-¿De qué os conocéis? - Ambas se miraron, y ambas esperaban que la otra contestase. Había un silencio incómodo. Yo, esperaba.
- Digamos que nos conocimos hace bastante tiempo - Se decidió Cati a hablar por fin
-No he preguntado cuándo os conocisteis. Sino ¿de qué?- sentí que el aire podría cortarse en aquel momento incluso con una hoja.
- Salimos juntas- comenzó a relatar Alba, mientras seguía dando los malditos golpes cada vez más constantes y fuertes con la dichosa vara. Aquello fue como si me echaran una jarra de agua congelada. Enseguida noté como parecía que despertaba del sueño en el que me había sumergido al ver a Alba, todo fue cobrando de nuevo sentido a mi alrededor. Aquello era demasiado surrealista.- Yo pasaba por un mal momento…
-No necesito saberlo.- corté lo que pretendía decirme.
- Sí que lo tienes que saber. Tienes que saber cómo se las gasta Catalina.
-¡He dicho que me importa una mierda! ¿Lo has entendido? - Alba dio un golpe seco a la tierra rompiendo la vara en dos. Decidí ignorar su enfado y me acerqué a la ropa, se me había olvidado que estaba desnuda, así que cogí la camiseta y me la puse, era larga y me cubría el cuerpo lo suficiente para que no se me viese el culo.
- Martina, necesito que hablemos un minuto. Solo te pido un jodido minuto, por favor.- la miré. Esperando a que ella continuase.- A solas.- me mordí la lengua para no soltar un comentario irónico y cruel del que luego me arrepentiría. Y me moví hacia los árboles, ella me siguió y le hizo un gesto a Cati para que no nos siguiera. Cuando estuvimos a una distancia suficiente me paré. Vi por el rabillo del ojo, como Cati tiraba su ropa al suelo, enfadada. Se quedó mirando hacia nosotras, notaba que estaba atenta para actuar en cualquier momento. En mi constante cabezonería, seguí avanzando hacia los árboles, para salir del campo de visión de Cati, no quería que nadie me protegiese, quería enfrentarme sola a mis propios problemas. Me giré hacia Alba. Que, efectivamente, me había seguido. Se me acercó y me rozó la mejilla con sus dedos.
- ¿Te duele todavía?- moví la cabeza para retirar el contacto y la miré a los ojos.
-¿Has venido hasta aquí para preguntar si me duele?- intentaría contenerme, me moría por abrazarla y besarla y quitar esa mirada en ella que no conocía, pero si lo hacía significaría que todo lo que había pasado me daba igual. Y no era así. Observé que tras mi reacción, se metió la mano en el bolsillo de su pantalón, y comenzó a moverla de un modo extraño.
-Entre otras cosas. No me dejaban verte y bueno… Veo que va desapareciendo el moratón. Lo siento mucho, Martina. Sabes perfectamente que no era mi intención. Nunca te haría daño. -No respondí.- Di algo. Al menos, dime cómo estás.
-Estoy bien, ¿Tú?- me estaba poniendo nerviosa. Era como un cachorro indefenso. Y yo no sabía cómo funcionaba aquella Alba.
-Depende de lo que hablemos.- le vi una media sonrisa. Esta vez la sonreí.- Pero seguro que no estoy tan bien como tú. Al menos, lo intento.- volvió a mover la mano dentro del bolsillo. ¿Por qué movía tanto la mano? Me picaba la curiosidad.
-¿Y has venido…?- pregunté.
-Bueno… la verdad, es que… Tus amigas están muy preocupadas por ti. Imagínate cuanto, que me pidieron a mí que hablase contigo.- le salió una risa sincera. Menudas eran, como me conocían.- La verdad es que me extrañó, pero las entiendo. Te quieren muchísimo y quieren protegerte. Aunque, el mandarme a mí, no ayuda mucho a esa protección, ¿verdad?
-¿Protegerme?- decidí no responder a lo último que había dicho. No, ella no ayudaba mucho a esa protección. Y sin embargo, era con quien más segura me sentía.
-Sí. De ti misma. Eso es lo que me dijeron. Parece que te has vuelto loca.- sonreía. Sonreía todo el tiempo. Y con esa mano en el bolsillo que me ponía nerviosa. Estaba bromeando, intentando romper el hielo que yo había puesto entre nosotras.- Para ellas, el estar desnuda, beber y follar, es volverse loca. Para mí es sentirse libre. Pero eso no se lo iba a decir a ellas. Prefería decírtelo a ti en persona. -Aquello era raro, nadie se hacía dos horas en coche para aquello.
-A ver si lo entiendo, ¿Has venido a decirme que estar desnuda, follar y beber es estar libre?
- Sí. Que me encanta que seas libre, por fin. Sin padres, sin el gilipollas ese, sin que nadie te diga lo que tienes o no que hacer. Es lo que te faltaba para ser perf… Martina.
-¿Crees que la libertad te hace ser tú mismo?
-Al menos, te ayuda a extender las alas, que las tenías atadas. Y volar, que eso es lo maravilloso, poder volar.
-Y extender las alas y volar es maravilloso ¿no?
-Dímelo tú, que lo estás haciendo poco a poco.
-Quiero tu respuesta, Alba.- No pensaba dejar que no me contestase a eso. Su mano volvió a agitarse en su bolsillo. Me estaba poniendo histérica.
-Sí que lo es.
-Entonces, ¿por qué has dejado que te las aten?- Por fin la miré directamente a los ojos. ¿Qué le había pasado a la Alba que yo había conocido?
-Para no hacer más daño a las personas que… me importan.
-Entonces, ¿ya no eres libre?
-Martina, solo he venido a decirte que estés segura de con quien quieres ser libre tú. Solo quería que lo pensaras de nuevo, antes de hacer...
-Alba.- la interrumpí.- ¿Alguna vez has tenido un perro?
-¿Qué coño dices? ¿Ahora a qué viene eso?
-¿Lo has tenido o no?
-No
-¿Has tenido un amigo que tuviera? ¿Sabes algo sobre perros?- Yo seguía en mis trece.
-Martina, por favor. Ya me está costando bastante contenerme, como para que encima sigas queriendo buscarme las cosquillas. Deja de decir gilipolleces.
-Alba, contesta, joder.- agachó la cabeza y respiró profundamente varias veces. Como si estuviera contando sus propias respiraciones.
-Sí que conozco a gente.
-Imagina que ese perro muerde a un niño. Y yo lo encierro en una jaula para que no haga más daño a otros niños. ¿Qué crees que pasará si alguien se acerca demasiado a la jaula?- vi en su mirada que había empezado a entenderme. Ella era un enorme perro al que habían metido en una jaula para evitar que mordiese a nadie. Y ahora tenía rabia acumulada que no sabía cómo liberar. Había terminado de verlo al verla contar como respiraba. Aquello era ridículo. Por eso escondía las manos, o mejor dicho los puños. ¿Le habrían dicho que aquello le ayudaría a controlarse?
-Morderá con más rabia, supongo.
-Chica lista. ¿Qué debería hacer con el perro?
-Ni puta idea-dijo burlona. La vi más relajada. Sin embargo, su mano seguía jugueteando en el dichoso bolsillo.
-Alba, ¿Puedes sacar las manos de los bolsillos? Por favor.- No quería que pensara que era peligrosa. Ella no era peligrosa, solo tenía un carácter que nadie le había enseñado a controlar nunca.
-Será mejor que no. Martina, solo quiero saber si estás segura de querer estar con Cati. Dejémonos de tonterías.
-¿Sabes de lo que estoy segura? - me acerqué y metí las manos en sus bolsillos, acariciando sus dedos y consiguiendo que enlazara sus dedos con los míos. Noté como a ella le costaba soltar una especie de bolita. Sonreí y saqué nuestras manos de sus bolsillos, dejando lo que supuse sería una pelotita de esas, antiestrés- Estoy segura de que no pasa nada si olvidas la pelota un rato y te centras en tu respiración cada vez que estés nerviosa.
-Imposible a tu lado.- volví a coger sus manos.
-¿Mejor?- pregunté.
-Peor. Ahora me cuesta respirar-No me imaginé que Alba tuviera ese sentido del humor. Seguía bromeando conmigo e intentando que me sintiera cómoda con ella.
-Se hace de noche, deberíamos ir haciendo la cena.- Cati apareció a unos pocos metros de nosotras. Solté las manos de Alba.
-Sí, claro.- me dirigí hacia la cabaña.
ALBA
-¡Martina! - Ella se giró a mirarme. - No me moveré de aquí hasta que volváis a la ciudad - me miraba fijamente, me pareció ver una duda en sus ojos. Asintió y se fue hacia la cabaña. Cati se giró para seguirla. Pero la agarré del brazo con fuerza.
-Tú espérate aquí un momento. Quiero hablar contigo. Deja que se aleje.
-Suéltame, Alba. - giró de nuevo el cuerpo dando a entender que se quedaría. Se soltó de mi brazo y se recostó sobre el árbol que tenía a la espalda. Mirándome y cruzando los brazos, uno de los gestos típicos de Cati.
- Me tienes hasta el coño, chula de mierda. Mira, solo te diré una cosa. Ni se te ocurra hacerle daño a Martina. Lo entiendes, ¿verdad? Es que te haré la vida imposible como le hagas algo.
-¿Otra vez?- levantó una ceja.
-¿De qué coño hablas? Me dejaste tirada, capulla. Te necesitaba y desapareciste. Joder, Cati, que me robaste hasta el alma.
-Pobrecita Alba, que ella nunca tiene la culpa. Ella destroza las vidas de otros y luego, cuando los demás decidimos mirar por nosotros en algo, se hace la mártir. ¿Qué te robé el alma? Me lo destrozaste todo. Te amaba, Alba. A pesar de lo que puedas pensar. Pero todos tenemos límites.- No pude aguantar más y mi mano fue a estamparse contra el árbol donde ella estaba apoyada. Ella me agarró el puño con unos reflejos increíbles.
-¿Qué coño dices?- me acerqué todo lo posible a su rostro, rozando su frente con la mía - ¿De qué mierda estás hablando?
-Ya ni te acuerdas ¿no? Solo eres capaz de pensar en que me fui. Y jamás te has planteado el porqué.- se separó del árbol y quedamos pegadas la una a la otra. Su piel desnuda y mi ropa de cuero.- Pero la realidad es, que no puedes aceptar que no sea yo la que va a destrozar a Martina. Hay algo en el fondo de ti que sabe que eso lo harás tú.
- Estás como una puta cabra, Cati. Me jodiste la vida, pero no permitiré que eso se lo hagas a ella. Te advierto, es virgen. Como le jodas la vida por solo unos polvos, no respondo de mí. Y me da igual, lo que venga después.
-Alba, - me cogió la mano y la puso sobre su cintura, sobre una cicatriz paralela a un tatuaje.- volvías cada noche colocada y borracha. Te esperaba hasta las tantas, te ponía el pijama y te metía en la cama. Montabas fiestas descomunales en mi casa cuando por trabajo me iba un fin de semana. No sé cuantas vajillas tuvimos que comprar... para soportar tus enfados en mitad de la noche, por la ansiedad de no tener más droga, tus pesadillas o el odio que te envolvía de noche en noche y te asfixiaba. Mis amigos se separaron de mí porque te tenían miedo y no aguantaban tu lengua afilada cada vez que venían a verme. Tus celos cada vez que salía de casa. Los insultos cuando volvía de noche, increpándome que me iría con otra y diciéndome que era una guarra. Y aguanté Alba, aguanté hasta el día que colocada viniste a mi trabajo, destrozándolo todo a tu paso y te pusiste a gritar que saliera de la reunión en la que estaba. Incluso pegaste un puñetazo a mi jefe cuando te pidió que te marcharas o me esperases fuera. Me despidieron al día siguiente. Esta cicatriz- dijo mirando a donde estaba mi mano- me la hiciste en uno de tus arrebatos de celos. Al día siguiente cuando me la viste, ya curada en el hospital y con el esparadrapo, te dije que había sido un accidente mientras hacía la cena. Sabía que no te acordarías de nada y sabía que te culparías hasta perder la razón de nuevo con las drogas y el alcohol. Así que sí, Alba. Sí. Me fui. Perdóname por no aguantar más. Por no soportar más los platos rotos, los arrebatos, los gritos. Por no querer seguir pasando las noches sola, llorando hasta las tantas, hasta que podía empezar a respirar al oírte entrar a trompicones por la entrada. No fue tan fácil ¿sabes? Huir de esa manera, dejarlo todo, dejarte a ti... Empezarlo todo de nuevo. Pero, una cosa te digo, no me hables a mí de destrozar vidas. No te atrevas siquiera a murmurarlo. - Me soltó el brazo y se separó de mí. Marchándose hacia la cabaña sin esperar a que yo contestase.
- ¡Joder, joder, joder, joder!
Comencé a dar patadas, una tras otra, al árbol. No podía parar, la rabia me comía por dentro. Tenía que explotar de algún modo. Lo que me había contado Cati me sobrepasaba. Todo lo que pensaba de ella, no era cierto. Era yo, yo era el monstruo, la que lo jodí todo, la que le destrocé la vida. Sus palabras habían despertado imágenes sueltas que se habían quedado dormidas en mi interior. Era cierto. Decía la verdad. Joder, joder… Las botas militares que llevaba me ayudaron a amortiguar las miles de patadas que seguían propinándole al árbol. Me dolían las piernas, la punta de los pies, pero aún así la rabia seguía ahí, no desaparecía. Tenía tanto, tanto acumulado. Me fui para el coche y cogí mi chupa de cuero enrollándomela en el puño. Volví de nuevo al árbol y comencé a puñetazos con él. Uno, dos, cinco, diez… Mis lágrimas empezaron a aflorar. Tenía unas ganas enormes de gritarle al mundo.
<------------------------->
1 solo decirps que os quiero, que sois muy importantes en mi vida, y que tengo una suerte enorme de teneros en mi vida.
ResponderEliminar2 El capitulo me encanta, pero una vez mas se me hace corto.
3 os contare mas en profundidad por mensaje lo que opino del capi como siempre. Pero no se si es por el dia que llevo o porqur, pero me estoy pegando un flete de llorar hoy...que esto a servido pa llorar otro rato.
1.- Lo mismo digo.
ResponderEliminar2.- Lo mismo digo.
3.- No digo lo mismo.
A tí, gracias por estar aquí. Un abrazo fuerte.
Qué viva el amor y la amistad!!
ResponderEliminarDicho esto, paso a comentar el capítulo:
Muy bien por Alba que tenga técnicas de control. Eso me ha gustado mucho. También que pida perdón a Martina por abrirla la cabeza.
Pero entonces, ¿Alba se va a quedar allí todo finde con las libertinas? ¿No puede avisar a Martina de lo que piensa de Cati y largarse?
Jah! Al final fue Alba la que la lió parda con Cati. Qué suerte tiene que se las pilla a todas con un aguante espartano.
Alba es... Alba.
EliminarCoñoooooo me lo imaginaba pero no quería creerlo
ResponderEliminarJajajajjajajaj, pues creételo... aún hay mássssss.
Eliminar